Publicado por Acción Católica General
● Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo. El me llama por mi nombre... ¿En qué hechos me doy cuenta de que sigo a Jesús y no unas ideas? ¿Cómo experimento que Jesús me da libertad y vida en abundancia?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio... Veo otras personas llamadas por su nombre... ¿Qué experiencias ha hecho de ser llamado “por mi nombre”? ¿Y yo he reconocido a los demás como personas y los he tratado como tales?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Cuando nos convocan para participar en una reunión o una actividad cualquiera solemos preguntar: “¿Qué tenemos que hacer?”. Porque queremos saber qué se espera de nosotros. Necesitamos saberlo antes de dar una respuesta, antes de comprometernos irreflexivamente en algo que quizá luego no podamos o no queramos llevar a la práctica. Y una vez nos digan lo que tenemos que hacer, estaremos en condiciones de dar una respuesta afirmativa o negativa.
Estamos en el cuarto Domingo de Pascua, y hoy la Palabra de Dios, después de narrarnos distintas apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos, nos da unas indicaciones para empezar a hacer vida lo que estamos celebrando. Hemos escuchado en la 1ª lectura cómo, tras el anuncio que Pedro hace a los israelitas -«al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías»- éstos le preguntan: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?». Y Pedro da unas indicaciones: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo... y recibiréis el Espíritu Santo».
La fe en Jesús Resucitado no puede dejarnos indiferentes, algo debemos hacer, pero ¿qué tenemos que hacer? Si actualizamos estas indicaciones de Pedro, podemos ver que convertir es “hacer que alguien o algo se transforme en algo distinto de lo que era”; creer en Jesús Resucitado ha de transformarnos, no podemos seguir como antes, como hemos escuchado en la 2ª lectura: «Antes andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas». No podemos seguir descarriados porque ahora sabemos quién es nuestro Pastor. Y la conversión es un proceso continuo, siempre vamos a necesitar mejorar, crecer, madurar en nuestra vida de fe.
Y aunque ya haga tiempo que hemos recibido el bautismo, debemos renovar lo que significa, tal como hicimos durante la Vigilia Pascual, darnos cuenta de que celebrar la Resurrección de Jesús es como estrenar una libreta en blanco para nuestra vida. Podemos empezar de nuevo.
Esto es lo que tenemos que hacer, y entonces se avivará la presencia del Espíritu Santo que hemos recibido, y estaremos en condiciones de dejarnos guiar por Él, como hicieron Pedro y los demás Apóstoles, quienes una vez superado el miedo, se lanzaron a proclamar que Jesús ha resucitado.
¿Qué tenemos que hacer? Creer en Jesús Resucitado significa estar dispuestos a “entrar por la puerta” que es Él mismo, como hemos escuchado en el Evangelio: «Yo soy la puerta de las ovejas». Jesús Resucitado se ha convertido para nosotros en la puerta que nos da acceso a la misma vida de Dios -«quien entre por mí se salvará»- y tenemos que pasar por Él si queremos llegar hasta el Padre. Pasar por Él no es una imposición, quien decida entrar por esta puerta descubrirá la verdadera libertad -«podrá entrar y salir»- y «encontrará pastos», el alimento que necesita para su vida.
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante», ha dicho el Señor en el Evangelio. ¿Qué tenemos que hacer para tener esa “vida abundante”? ¿Qué respuestas se me ocurren si me planteo esta pregunta? ¿Qué dimensiones de mi vida necesitan conversión? ¿En qué me afecta el hecho de estar bautizado, qué repercusiones tiene para mi vida cotidiana? ¿Entro por la puerta que es Jesús, o busco otras? ¿La fe en Jesús Resucitado me hace sentir libre o es una obligación, una carga?
«Quien entre por mí... encontrará pastos». Para que ya desde ahora tengamos vida en abundancia, Jesús Resucitado nos ofrece diferentes pastos: nos da la posibilidad de alimentarnos en la oración y en la formación, que nos permiten desarrollar nuestro espíritu; y nos da el pasto de los Sacramentos, que a través de signos visibles nos hacen llegar la Gracia invisible de Dios. Sobre todo, Él mismo se hace pasto en la Eucaristía, el Pan de Vida.
¿Qué tenemos que hacer? Entrar por la puerta que es Jesús Resucitado y vivir de la Eucaristía, no como un acto de piedad individualista, sino como encuentro comunitario con Jesús Resucitado, que nos alimenta, transforma e impulsa para continuar la misión evangelizadora que iniciaron Pedro y los demás Apóstoles, dando testimonio de que el Padre ha constituido a Jesús como Señor y Mesías, y que sólo entrando por Él, que es la puerta, tendremos vida, y vida en abundancia.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo. El me llama por mi nombre... ¿En qué hechos me doy cuenta de que sigo a Jesús y no unas ideas? ¿Cómo experimento que Jesús me da libertad y vida en abundancia?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio... Veo otras personas llamadas por su nombre... ¿Qué experiencias ha hecho de ser llamado “por mi nombre”? ¿Y yo he reconocido a los demás como personas y los he tratado como tales?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
“¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?”
VER
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Cuando nos convocan para participar en una reunión o una actividad cualquiera solemos preguntar: “¿Qué tenemos que hacer?”. Porque queremos saber qué se espera de nosotros. Necesitamos saberlo antes de dar una respuesta, antes de comprometernos irreflexivamente en algo que quizá luego no podamos o no queramos llevar a la práctica. Y una vez nos digan lo que tenemos que hacer, estaremos en condiciones de dar una respuesta afirmativa o negativa.
JUZGAR
Estamos en el cuarto Domingo de Pascua, y hoy la Palabra de Dios, después de narrarnos distintas apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos, nos da unas indicaciones para empezar a hacer vida lo que estamos celebrando. Hemos escuchado en la 1ª lectura cómo, tras el anuncio que Pedro hace a los israelitas -«al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías»- éstos le preguntan: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?». Y Pedro da unas indicaciones: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo... y recibiréis el Espíritu Santo».
La fe en Jesús Resucitado no puede dejarnos indiferentes, algo debemos hacer, pero ¿qué tenemos que hacer? Si actualizamos estas indicaciones de Pedro, podemos ver que convertir es “hacer que alguien o algo se transforme en algo distinto de lo que era”; creer en Jesús Resucitado ha de transformarnos, no podemos seguir como antes, como hemos escuchado en la 2ª lectura: «Antes andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas». No podemos seguir descarriados porque ahora sabemos quién es nuestro Pastor. Y la conversión es un proceso continuo, siempre vamos a necesitar mejorar, crecer, madurar en nuestra vida de fe.
Y aunque ya haga tiempo que hemos recibido el bautismo, debemos renovar lo que significa, tal como hicimos durante la Vigilia Pascual, darnos cuenta de que celebrar la Resurrección de Jesús es como estrenar una libreta en blanco para nuestra vida. Podemos empezar de nuevo.
Esto es lo que tenemos que hacer, y entonces se avivará la presencia del Espíritu Santo que hemos recibido, y estaremos en condiciones de dejarnos guiar por Él, como hicieron Pedro y los demás Apóstoles, quienes una vez superado el miedo, se lanzaron a proclamar que Jesús ha resucitado.
¿Qué tenemos que hacer? Creer en Jesús Resucitado significa estar dispuestos a “entrar por la puerta” que es Él mismo, como hemos escuchado en el Evangelio: «Yo soy la puerta de las ovejas». Jesús Resucitado se ha convertido para nosotros en la puerta que nos da acceso a la misma vida de Dios -«quien entre por mí se salvará»- y tenemos que pasar por Él si queremos llegar hasta el Padre. Pasar por Él no es una imposición, quien decida entrar por esta puerta descubrirá la verdadera libertad -«podrá entrar y salir»- y «encontrará pastos», el alimento que necesita para su vida.
ACTUAR
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante», ha dicho el Señor en el Evangelio. ¿Qué tenemos que hacer para tener esa “vida abundante”? ¿Qué respuestas se me ocurren si me planteo esta pregunta? ¿Qué dimensiones de mi vida necesitan conversión? ¿En qué me afecta el hecho de estar bautizado, qué repercusiones tiene para mi vida cotidiana? ¿Entro por la puerta que es Jesús, o busco otras? ¿La fe en Jesús Resucitado me hace sentir libre o es una obligación, una carga?
«Quien entre por mí... encontrará pastos». Para que ya desde ahora tengamos vida en abundancia, Jesús Resucitado nos ofrece diferentes pastos: nos da la posibilidad de alimentarnos en la oración y en la formación, que nos permiten desarrollar nuestro espíritu; y nos da el pasto de los Sacramentos, que a través de signos visibles nos hacen llegar la Gracia invisible de Dios. Sobre todo, Él mismo se hace pasto en la Eucaristía, el Pan de Vida.
¿Qué tenemos que hacer? Entrar por la puerta que es Jesús Resucitado y vivir de la Eucaristía, no como un acto de piedad individualista, sino como encuentro comunitario con Jesús Resucitado, que nos alimenta, transforma e impulsa para continuar la misión evangelizadora que iniciaron Pedro y los demás Apóstoles, dando testimonio de que el Padre ha constituido a Jesús como Señor y Mesías, y que sólo entrando por Él, que es la puerta, tendremos vida, y vida en abundancia.
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