Sigo presentando y comentando el Via-Crucis, en el contexto de Reforma de la Iglesia, vinculada al Papa Francisco.
En ese contexto, hoy Domingo de Ramos, quiero evocar la gran Manifestación de Jesús en Jerusalén, tal como ha sido contada por Mc 11 y paralelos, y recreada por la imagen de P. Esquivel:
7ª Estación: Campesinos sin tierras
Jesús cae por segunda vez bajo el peso de la cruz. De El aprendieron los hombres a pedir por el pan de cada día. ¿Pero de dónde habrá de venir este pan, si la tierra está concentrada en manos de unos pocos? El clamor por la tierra es cada vez mayor. ¨Reforma agraria¨, ¨Derecho a la tierra¨ consta en los carteles que se observan en este cuadro. Año por año este reclamo cuesta cientos de vidas. Cada cordón negro en los brazos de la cruz que transportan simboliza un campesino asesinado.
Desde ese fondo quiero exponer el tema del Domingo de Ramos, en cinco partes:
-- Historia de Jesús
-- Vía-Crucis de P. Esquivel
-- De la procesión de Ramos a la Manifestación de las Pancartas
-- Reforma de la Iglesia
-- Anejo: Reforma económica del Vaticano.
Buen domingo de Ramos a todos, con el deseo de que tomen (tomemos) parte en la Procesión del Cristo de las Pancartas.
1. Historia de Jesús.
Entrada de Jesús en Jerusalén:
La he comentado varias veces en este Blog, y de nuevo en mi Historia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2013). Vuelva allí quien quiera evocar el tema en clave bíblica, o lea el texto de Mc 11 y paralelos. Éstos son algunos de sus rasgos:
a. Jesús entra como líder mesiánico anunciando y proclamando el Reino de Dios, montado en un asno, en gesto de paz, rodeado de sus amigos y seguidores.
b. Viene sin “pancartas” en sentido moderno, pero su pancarta es el asno (frente a los caballos de guerra) y son los ramos de la gente que le aclama como Mesías de los Pobres.
c. La multitud que le sigue quiere el Reino, es decir: Tierra para todos, paz y libertad (sin opresiones), pan para los pobres, dignidad para los excluidos.
d. Se le oponen soldados romanos y sacerdotes del templo, que terminarán matándole.
2. Imagen del Vía-Crucis de P. Esquivel
No trata directamente del Domingo de Ramos, sino del Vía-Crucis (Viernes Santo), pero recoge los temas principales de la Manifestación de Jesús en Jerusalén. Éstos son algunos de sus rasgos:
a. Jesús aparece como Cristo de las Pancartas; viene con la cruz (viene sin asno), dirigiendo la gran manifestación de los pobres de América y del mundo, con la cruz de su misión a cuestas, con túnica blanca sobre el cuerpo desnudo, como nuevo Papa de los pobres.
b. Está caído, no en gesto teatral de besa-tierra, sino dominado por el peso de la cruz de todos los pobres del mundo, pero dispuesto a caminar de nuevo. Así abre la gran manifestación de los pobres (indignados mesiánico).
c. Los pobres no llevan todavía palmas (como el Domingo de Ramos), sino pancartas, pidiendo la reforma agraria, es decir la gran Reforma Humana de la solidaridad, que empieza por la tierra, que sigue por la política, que culmina en la Iglesia.
d. Jesús y los pobres quieren el Reino, que es tierra para todos, con pan, con libertad, con dignidad. Ésta es la gran procesión de Ramos-Pancartas de nuestro tiemplo.
e. Contra Jesús y la manifestación de los que piden tierra y dignidad se alza el poder fáctico de los militares, que defienden el Capital, el Dios de la Mamona.
3. Aplicación.
De la Procesión de Ramos a la Manifestación de las Pancartas.
Habrá hoy muchas manifestaciones-procesiones de Ramos en todo el mundo católico. Pero algunas estarán “des-cafeinadas” (des-cristianizadas). La imagen de P. Esquivel nos ayuda a situar el gesto del Domingo de Ramos.
a. La entrada de Jesús en Jerusalén no fue “religiosa” en el sentido vulgar del término, sino una Manifestación Social, fundada en el Dios de todos y dirigida a la Transformación de la Sociedad. Jesús entró en un asno, como signo de nueva realeza, pero acabó bajó una cruz.
b. Esta manifestación del Cristo de las Pancartas, portador del sufrimiento y de la utopía de transformación (pan y tierra, libertad y dignidad) de los pobres, tiene que ser el signo de la Iglesia actual, con un Papa en lugar de Jesús, con todos a su lado.
c. Este Cristo de las Pancartas tiene enemigos que son el demonio-mundo-carne, pero no en sentido espiritualista, sino en sentido muy real y social: son los poderes de la violencia y del dinero que dominan enn el mundo. Frente a ellos se manifiesta Jesús, de modo pacífico, pero muy intenso.
d. Los pobres piden la tierra, en sentido muy concreto (tierra para los trabajadores, tierra para el pan…); ésta es la tierra del trabajo y de la fraternidad, del pan y de la dignidad… Es, al mismo tiempo, la tierra de la vida para todos, tal como quieren algunos movimientos ecologistas. Este Cristo de las pancartas defiende la tierra para todos.
e. Esta Procesión de Ramos del Cristo de las Pancartas nos sitúa de nuevo en el centro de la realidad social, nos encarna en el mundo real, allí donde la religión viene a ser de nuevo Camino de Reino, con los pobres del mundo.
4. Reforma de la Iglesia
a. Con esta “estación” de la Entrada en Jerusalén culmina la primera parte de mi propuesta de Reforma de la Iglesia, desde el Vaticano. Esa propuesta, contenida en 13 puntos, volveré a presentarla mañana, de un modo unificado, para quienes quieran verla de conjunto o comentarla. Todos sus puntos culminan en esta gran Procesión de Ramos.
b. Añado a continuación el último punto de mi propuesta: La Reforma Económica. Es evidente que mientras el Papado no realiza una intensa, intensísima, reforma económica (en la línea que sigue) podrá tomar parte en esta procesión.
Estoy convencido de que el Papa Francisco quiere encabezar, con Jesús, esta procesión. Pero, para ello, deberá superar el Sistema Económico del Vaticano, en la línea que sigue… Tendrá que bajarse incluso del burro, como ha hecho este Jesús del Vía-Crucis de P. Esquivel, para subir hacia la Pascua a cuerpo, desnudo, con una simple túnica blanca sobre el cuerpo llagado.
5 (13). Anejo: El poder económico del Vaticano
a. Resulta difícil de evaluar, pero ha estado al fondo de todos los anteriores, desde la fundación de los Estados Pontificios (s. VIII) y en especial desde las crisis del siglo XIII-XIV, cuando los papas (en especial Juan XXII) condenaron un tipo de franciscanismo radical y convirtieron los Estados Pontificios (Vaticano) en un centro económico importante de la nueva Europa. En la actualidad (siglo XXI) el problema del “dinero” del Vaticano es complejo y ofrece unos matices que deben distinguirse con cuidado, pero es evidente que, en plano eclesial, debe resolverse apelando a principios evangélicos.
Ciertamente, la organización de la Curia y el mantenimiento del Estado Vaticano necesitan un soporte económico, pero su cuantía no es grande, en comparación con las grandes corporaciones multinacionales, aunque resulta considerable. Tampoco parece exagerado el montaje económico de las iglesias (a pesar de que pueda suscitar escándalos). El problema no es tampoco la cantidad de dinero utilizada por la Iglesia, sino la forma de hacerlo y sus implicaciones a la hora de plantear y resolver el sentido cristiano de la riqueza, en un mundo especialmente sensible a estos problemas. Nos hallamos en un momento clave de crisis económica (2013), y las estructuras monetarias que han ido surgiendo en occidente (con la inspiración y ayuda de un tipo de cristianismo) parecen colapsar. Tenemos respuestas técnicas de diverso tipo, pero los problemas y preguntas han cambiado, de manera que se vuelven necesarias nuevas soluciones, en un campo que es no sólo esencial para la Iglesia, sino para el futuro de la vida humana.
b. Jesús no necesitó dinero para promover su mensaje (cf. Mc 10, 17-31), pero la administración de una Iglesia como la romana lo necesita, cosa que plantea problemas de fondo. Hay además una cuestión añadida, que se relaciona con la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano, que hemos presentado como primero de los poderes del papado. Ciertamente, la supresión del Estado Vaticano puede ayudar, pero no soluciona la economía de la Iglesia, pues también otras diócesis y comunidades “particulares” tienen problemas de ese tipo. Pero si el Vaticano consigue un tipo distinto de control económico, y de empleo de la riqueza al servicio de los pobres las cosas pueden cambiar de sentido.
Éste es un problema de base, que sólo puede resolverse volviendo (sin perder la enseñanza de la historia) a la raíz del evangelio.
La Iglesia de occidente tiene una riqueza incontable en bienes patrimoniales y artísticos (templos, obras de arte), pero la mayoría de ellos se están convirtiendo en museos, gestionados por la sociedad (o por los estados), de manera que el problema puede resolverse ahora con más facilidad que en otro tiempo. Estamos en un momento bueno para volver a la raíz del evangelio, recordando el comienzo del mensaje de Jesús, que no se expande con organizaciones monetarias, sino con el testimonio de la vida. Éste es un tema que tiene grandes ramificaciones, y que nos abre a la misión del Evangelio en el mundo, en un momento clave en que nos hallamos dominados por un duro neo-capitalismo, que condena al hambre a millones de personas. La Iglesia no es una simple institución monetaria, pero, sin un fuerte testimonio de comunión en el campo de los bienes económicos, la nueva Evangelización resultará imposible (y contraproducente). Quedan, sin duda, otros problemas pendientes, pero sólo a medida que se vaya haciendo camino podrán plantearse y resolverse.
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