Por José María Maruri, SJ
1.- El Señor había dicho a sus apóstoles: no vayáis a tierra de paganos, sino id a las ovejas descarriadas de Israel”. Y de ahí esa insistente negativa del Señor a escuchar a esa pobre mujer.
Por otra parte esa para nosotros tan dura expresión “no conviene echar el pan de los hijos a los perros” o no tenía la dureza que hoy tiene para nosotros o fue dicha de tal manera que a aquella pobre madre más bien le dieron pie a describir otra escena mucho más suave y hasta simpática hablando no de perros sino de cachorrillos, siempre mirados con cariño por los niños de los amos.
2.- Pero donde quisiera que centráramos nuestra atención unos momentos es una mujer, en una madre y en Jesús.
--Una mujer, una madre, María obliga a Jesús a adelantar la hora de sus milagros y surge el primer milagro en Caná de Galilea.
--El dolor de una madre viuda le hace saltarse la norma de caer en impureza legal si toca un féretro. Y Jesús, tocando el féretro, hacer para la comitiva y devuelve a los brazos de una madre al hijo único de Naín.
--Por una mujer públicamente pecadora pone en entredicho su honorabilidad dejándose lavar los pies por María Magdalena.
--Es el único maestro de Israel que tiene a mujeres por discípulas y recorre pueblos y aldeas seguido por ellas.
--Por las lágrimas de Marta y María resucita en Betania a su querido amigo Lázaro y se ofrece como Resurrección y Vida.
--Y saltándose todo sentido de jerarquía es a una mujer a la que hace mensajera de su resurrección y envía a María Magdalena a notificar que vive.
--Y en este evangelio es también una mujer, una madre, la que le obliga a olvidarse de normas entre paganos y judíos. Y por esta mujer hace un milagro fuera de todo proyecto y esperanza. ¡De qué presumiremos los hombres!
3.- Os habéis fijado en las palabras del Señor a esta innominada mujer, innominada para nosotros no para el Señor. “Hágase lo que deseas…”. Es decir, “hágase tu voluntad”. Lo que Jesús que nos ha enseñado hagamos con el Padre, ligar nuestra voluntad a la del Dios Supremo, Pues aquí es el Hijo de Dios el que ata, liga y somete la voluntad de ese Dios, capaz de todo milagro, del Dios Todopoderoso, a la voluntad de una madre: hágase lo que deseas, hágase tu voluntad
Al Dios Todopoderoso, Señor de Cielo y Tierra, no lo somete fuerza alguna, sí le domina el corazón de una madre doliente, que le pide Fe sincera, que no reclama más que unas migajas de la mesa del Señor.
A Jesús, que ha tenido la maravillosa experiencia de ser hijo de una madre buena y cariñosa, tal vez en todos estos casos le han vencido sus sentimientos hacia su Madre, María.
Por otra parte esa para nosotros tan dura expresión “no conviene echar el pan de los hijos a los perros” o no tenía la dureza que hoy tiene para nosotros o fue dicha de tal manera que a aquella pobre madre más bien le dieron pie a describir otra escena mucho más suave y hasta simpática hablando no de perros sino de cachorrillos, siempre mirados con cariño por los niños de los amos.
2.- Pero donde quisiera que centráramos nuestra atención unos momentos es una mujer, en una madre y en Jesús.
--Una mujer, una madre, María obliga a Jesús a adelantar la hora de sus milagros y surge el primer milagro en Caná de Galilea.
--El dolor de una madre viuda le hace saltarse la norma de caer en impureza legal si toca un féretro. Y Jesús, tocando el féretro, hacer para la comitiva y devuelve a los brazos de una madre al hijo único de Naín.
--Por una mujer públicamente pecadora pone en entredicho su honorabilidad dejándose lavar los pies por María Magdalena.
--Es el único maestro de Israel que tiene a mujeres por discípulas y recorre pueblos y aldeas seguido por ellas.
--Por las lágrimas de Marta y María resucita en Betania a su querido amigo Lázaro y se ofrece como Resurrección y Vida.
--Y saltándose todo sentido de jerarquía es a una mujer a la que hace mensajera de su resurrección y envía a María Magdalena a notificar que vive.
--Y en este evangelio es también una mujer, una madre, la que le obliga a olvidarse de normas entre paganos y judíos. Y por esta mujer hace un milagro fuera de todo proyecto y esperanza. ¡De qué presumiremos los hombres!
3.- Os habéis fijado en las palabras del Señor a esta innominada mujer, innominada para nosotros no para el Señor. “Hágase lo que deseas…”. Es decir, “hágase tu voluntad”. Lo que Jesús que nos ha enseñado hagamos con el Padre, ligar nuestra voluntad a la del Dios Supremo, Pues aquí es el Hijo de Dios el que ata, liga y somete la voluntad de ese Dios, capaz de todo milagro, del Dios Todopoderoso, a la voluntad de una madre: hágase lo que deseas, hágase tu voluntad
Al Dios Todopoderoso, Señor de Cielo y Tierra, no lo somete fuerza alguna, sí le domina el corazón de una madre doliente, que le pide Fe sincera, que no reclama más que unas migajas de la mesa del Señor.
A Jesús, que ha tenido la maravillosa experiencia de ser hijo de una madre buena y cariñosa, tal vez en todos estos casos le han vencido sus sentimientos hacia su Madre, María.
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