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martes, 12 de abril de 2011

Marta, Señora: La cristiana perfecta del evangelio de Juan


Publicado por El Blog de X. Pikaza

Marta cumple una función distinta en Lc 10, 38-40 (Marta y María) y en Jn 11, 20-27 (resurrección de Lázaro), pasaje que vengo comentando, en el que ella aparece como judía (judeo-cristiana) que se hace plenamente cristiana:
– Los judíos siguen hablando de la resurrección como proceso abierto de futuro, pues añaden que no ha llegado todavía el momento decisivo del reino. Ciertamente, tienen muchas razones para mantener lo que dicen, pues sigue habiendo pobres y expulsados sobre el mundo ¿Cómo afirmar que el Mesías ha resucitado, si los hombres siguen padeciendo bajo poderes de muerte?
– Los cristianos, con Marta, la primera creyente del evangelio de Juan, confiesan, con humildad y confianza, que ha llegado ya en Jesús el momento del Reino, ha comenzado la resurrección, experiencia de gracia y comunión universales. Ellos son testigos de su nueva fe viviendo como resucitados y compartiendo así su vida, de un modo gratuito, en amor universal abierto a los excluidos y carentes de amor (como sabe 1 Jn).
Desde ese fondo quiero comentar algunos rasgos de este pasaje impresionante de la fe en Jesús según Marta, Señora cristiana,compañera del Marán, que es Jesús.
(He querido poner como imagen el precioso icono de Cristo, He Ampelos, la vid, según Jn 15;. Pero me gustaría ver entre los frutos de la vida/viña que es Jesús a hombres y mujeres, y en primera línea a Marta, la Señora, con María, su hermana, con María la madre de Jesús..., sin negar a Pedro, ni a Santiago...).
Marta y Pedro, presentación
Marta significa la Señora, y es el femenino de Marán, el Gran Señor, que aparece en las primeras invocaciones cristianas (¡Marana tha, Señor Ven!).
El evangelio de Juan ha recogido y reelaborado la tradición del encuentro de Jesús con estas Marta y María (Lc 10, 20-27), que ahora no viven ya en el entorno de Samaría, sino en Betania (junto a Jerusalén) y que, además, tienen un hermano llamado Lázaro (Jn 11,1). En un primer nivel, dentro del mismo evangelio de Juan, Marta sigue siendo la trabajadora: sirve en el banquete que ofrecen a Jesús en Betania, mientras Lázaro, invitado, se sienta a comer y María queda libre para realizar su gesto profético de amor y servicio, ungiendo a Jesús para la muerte (Jn 12,1-8).
Pero Juan ha introducido aquí una novedad: Marta no es sólo una buena trabajadora de la casa (que protesta por su hermana “vaga” ante Jesús), sino aquella conoce mejor que nadie los misterios del reino de Jesús y viene a presentarse como la primera que acepta y confiesa su evangelio de resurrección y vida.
Pedro significa Piedra y el NT le presenta como signo y referencia de fe. El evangelio de Juan acepta esa visión de Pedro y la reelabora (en Jn 21). Pero a su juicio por encima de Pedro está Marta, la Señora. Recordemos que en el Nuevo Testamento hay varios doctores de la Iglesia naciente, entre ellos Pablo y Santiago. Pero las dos confesiones de fe más significativas son la de Pedro y la de Marta.
La confesión de fe de Pedro (tú eres el Cristo, el Hijo de Dios: Mc 8 y Mt 16) va en la línea de un mesianismo nacional judío, que Jesús ha rechazado (en Marcos), pero que el evangelio Mateo ha reelaborado en línea eclesial, reconociendo la inmensa labor de Pedro en el despliegue de la Iglesia primitiva. Éste es el texto que la Iglesia de Roma ostento en la cúpula de su basílica dogmática, en el Vaticano.
La confesión de fe de Marta (Jn 11, 20-27) puede y debe tomarse como un correctivo y profundización que ella (Marta) ha introducido en la confesión de Pedro, para abrirla al conjunto de la humanidad, superando así el riesgo de clausura nacionalista (en la línea de Marcos) y de la posible fijación y eclesial del texto de Mateo. Esa confesión de fe asume e interpreta en clave universal, desde la perspectiva de la superación de la muerte, la Confesión de Fe de Pedro, que es buena y necesaria, pero insuficiente.
Texto
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
1. Fe en Jesús). "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá."
2. Fe escatológica judía) Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día."
3. Confesión de Jesús) Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?"
4. Fe cristiana de Marta) Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Los planos de la fe de Marta
1. Fe histórica en Cristo Sanador.
Marta cree en el poder de Jesús y así dice:
Señor, si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano; pero aún ahora sé que Dios te concederá todo lo que le pidieres (Jn 11,21-22).
(Conforme a una tradición que conocemos ya por los sinópticos, Jesús aparece como alguien que hace milagros: cura a los enfermos y resucita a los muertos. En un primer momento, Marta acepta a Jesús como Sanador, hombre que cura en este mundo).
2. Fe escatológica judía.
Jesús responde a Marta: «Tu hermano resucitará» y ella precisa: «Resucitará en la resurrección del último día (Jn 11,23-24).
(Ésta es la fe fundamental de los judíos de aquel tiempo, por lo menos de los fariseos, tal como recuerda Pablo en Rom 4,17 donde presenta a Abrahán como padre y modelo de fe porque creyó en el Dios que vivifica a los muertos y que llama al ser a las cosas que no existen. Este es el Dios de Marta la judía: ella cree en Aquel que crea y resucita. Por eso dice a Jesús: mi hermano resucitará en el último día". Así es hija de Abrahán, auténtica judía… En esta línea se sigue situando gran parte de la fe cristiana de aquellos que básicamente sólo creen en la resurrección final).
3. Fe cristiana 1. Confesión y pregunta de Jesús (en contexto bautismal).
Pero esa fe de Abrahán queda transcendida por el Cristo. Ante la tumba de Lázaro, el amigo/hermano muerto, Jesús presenta a Marta su propio misterio, la novedad del Hombre en Dios:
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre (Jn 11,26).
(Esta es la fe cristiana, que Pablo ha presentado en forma teológica ("creemos en el Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos", Rom 4,24) y que Jn 11,26 traduce ya en forma cristológica. Se ha cambiado el centro de la fe y la historia de los hombres. Lo que define la existencia no es una esperanza para el final ((habrá resurrección final para los justos!) sino la unión de los creyentes con el Cristo que ha resucitado, es decir, la fe en la presencia de Dios en la Vida de los Hombres, la fe en la Vida Resucitada. y de esa forma viene a presentarse como vida de los hombres.
La escena nos sitúa precisamente en un lugar fronterizo, en la ruptura de nivel donde superando la fe común de la escatología judía (apoyada en la resurrección futura de los muertos) venimos a fundarnos en la fe específicamente cristiana: Jesús mismo es la resurrección ya realizada, el culmen de la historia, la revelación definitiva de Dios. Paradójicamente su misterio viene a proclamarse ante la tumba del hermano muerto, en el lugar donde parece que se agota y se consume (hasta se pudre) la esperanza de los hombres, pues Lázaro, el hermano/amigo, está oliendo ya en la tumba. Ante esa tumba, ante la humanidad que sufre y muerte, pregunta Jesús en interrogación solemne )crees esto? y Marta responde, en confesión de fe cristiana:
4. Fe cristiana 2.
Respuesta de Marta (en una liturgia bautismal, en el centro de la vida de la Iglesia. Ella se alza ante todos y afirma):
Sí, Señor;
yo he creído que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios,
que ha venido al mundo (Jn 11,27)
Al contestar así a Jesús, Marta aparece como la primera cristiana verdadera. Ella reconoce a Jesús como vida de Dios que está presente sobre el mundo. Es la primera que confiesa su fe (Sí, Señor) en Jesús como “resurrección y vida”.
Ampliación. Confesión de Pedro y confesión de Marta
Significativamente, Juan ha silenciado o transformado la confesión de fe que la tradición sinóptica ponía en boca de Pedro, representante y portavoz de todos los creyentes (cf. Mc 8, 29). Es cierto que Pedro, en nombre de los doce, sigue a Jesús, aceptando su mensaje, aunque no llegue a entenderlo: "Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y confesamos que tú eres el santo de Dios" (Jn 6, 68-69). Esta confesión de Pedro se sitúa en el nivel de la esperanza judía, presentándole como revelador de Dios, pero todavía no le reconoce como mesías verdadero: el Hijo de Dios que da la vida y es resurrección dentro del mundo.
a) Esto significa que el evangelio de Juan conoce la tradición de Marcos 8, donde Pedro confiesa a Jesús como Cristo, pero en línea nacionalista, de iglesia cerrada, de forma que Jesús tiene que reprenderle “apártate de mí, Satanás”. Es evidente que puede haber un Pedro “Satanás”, que tienta a los hombres y al mismo Jesús y aparta los hombres de la salvación. El último testigo de la fe para Juan no es Pedro, sino Marta.
b) Esto significa que el evangelio de Juan parece conocer la confesión de Pedro en Mateo 16, donde Pedro dice casi lo mismo (tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo…), pero después su fe se interpreta sólo en clave eclesial, que es buena, pero insuficiente. Ésta es la fe de las “llaves” que sirven para abrir todas las puertas (¡te daré las llaves del Reino de los cielos…!), pero que puede utilizarse y se utiliza también para cerrar, como parecen hacer algunos jerarcas de este tiempos. El evangelio de Juan puede conocer esa confesión de Pedro en Mateo 16, pero él quiere ampliarla y lo hace acudiendo a Marta.
Pues bien, sobre el Pedro vacilante de la tradición prepascual y de cierta iglesia primitiva (Mc 8), sobre el Pedro intra-eclesial e incompleto de Mt 16 y Jn 6,68-69, se eleva ahora Marta y aparece como la primera creyente, la discípula perfecta, que acepta y reconoce el sentido de Jesús como resurrección y vida de los hombres (varones y mujeres). Es cierto que ella sigue siendo servidora de los otros, como indica el texto posterior (Jn 12,2). Pero, desde el fondo de ese servicio, ella es la primera en expresar y expandir la fe completa. Así podemos afirmar que Marta, una mujer trabajadora, ocupa en Jn 11,27 el puesto que en la tradición sinóptica ocupaba Pedro. Sobre la fe de ella ha fundado Cristo el camino de su iglesia.
La Confesión de Marta:
a) Es la misma confesión de Pedro en Mc 8: Tú eres el Cristo
b) Es la misma confesión de Pedro Mt 16: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
c) Pero es ya una confesión cristiana completa:
1) Sí, creo. Es una confesión personal, que responde al mismo Jesús que le pregunta ¿crees? Ella responde a Jesús (en la Iglesia, pero no a la Iglesia sin más). Sí, creo.
2) Creo que...: «Que tú eres la Resurrección y la vida y que quien cree en ti no muere…”. Jesús le ha preguntado “crees esto” y ella ha respondió “creo”, es decir, “creo esto”… Ella creen en Jesús como resurrección y vida, es decir, como Dios que es la Vida/Resurrección, el Dios judío, el Dios universal, el Dios de la vida de los hombres… el Dios que no muere.
3) Sí, Señor… Fe personal. Marta llama a Jesús Kyrios, Señor… Éste es uno de los textos más hermosos del Nuevo Testamento, si es que lo imaginamos en su fondo “arameo”. En arameo, Señor se dicen Marán, término que podríamos castellanizar diciendo “Marto” (perdonen el mal neologismo). Pues bien, ella, unida a Jesús, se llama Marta, que significa la Señora (es el femenino de Marán). Jesús es Señor (Marán, Kyrios) siendo resurrección y vida. Ella es Marta (Señora) creyendo en Jesús, uniéndose a él.
4) Fe en toda la obra y misterio de Jesús. Yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios… De esta manera, Marta se vincula a la fe de Pedro Marcos (reinterpretada) y en Mateo (pero universalizada)… Ella es cristiana de los de Pedro, pero ha dado un paso más, situándose en el lugar de la fe más honda, más universal, la fe en el Señor que es Resurrección y Vida… Ésta es una fe que parece “más mística” y que, sin embargo, es la que puede unir a todos los hombres y mujeres del mundo… pues todos buscan la Vida, de un modo o de otro.
Recordemos el contexto. Marta se encuentra sin consuelo, ante un muerto, pero no ante un muerto cualquiera, sino con su hermano muerto… y es capaz de descubrir que existe, precisamente allí, el camino de la resurrección y de la vida.
Éste no es un camino de evasión, sino de compromiso de transformación del mundo. No se trata de resignarse a la muerte, sino de afirmar y mostrar con Jesús el camino de la vida, precisamente allí donde externamente domina la muerte…
5) Fe en la revelación y presencia de Dios que ha venido al mundo. Ésta es la novedad final. Marta cree en el Jesús que le ha dicho “yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí ya no muere… Por eso responde:
“Sí creo, Seños, tú eres el Cristo, Hijo de Dios que ha venido al mundo”, es decir, que está en este mundo, en la vida de los hombres que aman y buscan, que creen en la vida, no después que haya resucitado Lázaro, sino antes de su “resurrección externa”, que ya no pertenece a la esencia creer (aunque está incluida en ella, como culminación escatológica de la obra de Jesús).
Los cristianos ya no creemos simplemente en una resurrección final de los muertos, sino en Jesús que es Resurrección y Vida.
Jesús no ha venido sólo al Israel nacionalista (como podría pensar el Pedro de Marcos, con celotas judíos)
No ha venido tampoco, solamente, para culminar la historia, haciéndonos creer en el final de la resurrección de los muertos... (judaísmo apocalíptico)
No ha venido sólo a un tipo de Iglesia de las llaves (como podría pensar un tipo de Pedro secuestrado por una iglesia cerrada en sí misma, en una línea que podría derivarse de Mateo).
Jesús es la Vida y Resurrección que ha venido “al mundo”, es decir, al conjunto de la humanidad. Ésta es la fe universal de Marta, que según el evangelio de Juan, es el verdadero “Pedro” (roca de la fe de la iglesia).
Marta, Señora: La primera
Marta es la primera en confesar la fe pascual sobre la tumba de su hermano muerto anticipando la resurrección de Cristo… Es la primera cristiana completa del evangelio de Juan. Por eso, ella no tiene que aparecer ya en los relatos de la pascua: no corre hacia la tumba vacía (como hará la Magdalena), ni busca al cadáver del Señor en el jardín pascual del mundo.
Ha confesado su fe en Jesús que es vida de los hombres y su confesión permanece como tipo y modelo de fe para todos los creyentes. La resurrección histórica de Lázaro su hermano será simplemente un signo para confirma la fe más honda y duradera de Marta en el principio de la iglesia.
APÉNDICE. DIÁLOGO ENTRE PIKAZA Y GALETEL
1. Pikaza
(Ante unas observaciones de Galetel, ha añadido en su comentario al post del10, entre otras cosas, lo que sigue)
Querido Galetel. El tema resulta muy discutido, como sabes. Mi exégesis, que aquí no puedo explicar se resume así.
(a) Jn cree ante todo en una escatología realizada (el que cree ya ha resucitado).
(b) Pero ve el riesgo de los que están diciendo que "sólo" hay escatología realizada y por eso, y quizá por presión de la Gran Iglesia, en algunos lugares clave, matice, diciendo que llegará el momento en que los muertos saldrán de las tumbas.
(c) Pero eso le parece una doctrina obvia, propia de todos los judíos... y de un tipo de fe escatológica en general.
(d) A su juicio, lo propio del Cristianismo es que Cristo es la resurrección y la vida, de forma que los que creen en él viven y vivirán (acentuando el viven). Un saludo.
Gracias de nuevo, Galetel. Me ha preguntado un lector a qué texto expreso de Jn me refiero, al decir que, en un plano, admite la resurrección final. Con mucho gusto. El texto básico es:
Jn 5, 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo.
27 Y también le dio autoridad para hacer juicio, porque él es el Hijo del Hombre.
28 No os asombréis de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz
29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida, pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación.
Con La Potterie discutimos varios días sobre ese texto: si es del estrato primitivo de Jn o si es un "añadido" dogmático, para ajustarse a la tradición. Sea como fuere, esa hora final de los sepulcros abiertos, no está en el centro del mensaje de Jesús, según Jn.
Galetel
((Responde a Pikaza, apelando a dos de sus compañeros más querido, a Juan Luis Ruiz de la Paña (q.e.p.d) y a Felipe F. Famos (a quien Dios conserve muchos años en su tierra leonesa, con su ilusión de Reino).
Sí, Xabier, es un tema discutido. Respeto que tú expongas tu exégesis en tu blog, faltaría más. Pero quiero comentarte humilde y brevemente mi opinión. Creo que hay que distinguir cuidadosamente entre el lenguaje “proléptico”, que anticipa en el presente lo que es esencialmente futuro, y el lenguaje “presentista”, que reduce todo a lo presente. A mi modo de ver, San Juan evangelista enfatiza el anticipo en el presente, como la manera apropiada de ver las cosas para un cristiano que se ha percatado de que la “demora de la Parusía” va para largo. Este anticipo, gracias al Espíritu Santo, es muy real y verdadero. Pero no puede eliminar, ni sustituir, ni debilitar la esperanza en la Parusía.
Un cristiano cree que “resucita” moralmente en el presente precisamente PORQUE tiene fe en la Redención de Jesucristo que culminará en esa Resurrección que conlleva la Parusía. Si no creyera en la “resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”, debido a la demora de la Parusía o a parecerle ésta demasiado “sobrenatural”, no podría seguir creyendo tampoco en la “resurrección moral” en el tiempo presente con sentido cristiano. Tendría que ser en otro sentido, humanista tal vez; pero eso no sería garantía suficiente de Redención.
Yo pienso que el Evangelio de Juan no cae en esto; su lenguaje “proléptico” no es “presentista” en el sentido de oponerse a la fe en la Parusía futura que acarreará la resurrección de los que hayan muerto antes de ella, ni se opone a que se justifique por eso la fe de los vivos en su futura resurrección de entre los muertos, en virtud de la de Jesús. Al contrario.
Un saludo cordial.

(J.L. Ruiz de la Peña, en “La pascua de la Creación”, cap. III, IV, 2 ¿Presentismo en Juan?, pág. 107):
“(...) en el cuarto evangelio la escatología futurista emerge en varios pasajes, y atañe a la vida eterna (14,2s), a la resurrección (5,29; 6,39.40.44.54) y al juicio (12,8), es decir, a aquellos acontecimientos que otros textos anteriormente citados emplazaban en el ‘ahora’ de la decisión por Jesús. Jn 14,3 es interpretado por Boismard como referencia a la venida al fin de los tiempos, dado su parentesco con 1Tes 4,17.
Descartar esos textos futuristas, con el expeditivo recurso a un «redactor eclesiástico» que los habría interpolado, es a todas luces un procedimiento interesado y arbitrario.
De otro lado, sostener su autenticidad no equivale a conferirles la misma importancia que el evangelista adjudica a los textos presentistas. Estos conservan su primacía y contribuyen así a ratificar la originalidad de Juan frente a los sinópticos y Pablo.
En todo caso, y como señala Fernández Ramos, puede decirse que para Juan «el fin ya es presente, pero este presente no es el fin»; que se ha puesto sordina a la escatología futurista, pero «no se ha renunciado al futuro de la escatología». En suma, la acentuación prevalente del ‘ya’ no induce la abolición del ‘todavía no’. El evangelista opera una saludable desmitificación de las representaciones apocalípticas, relativizando su importancia para la escatología cristiana. Pero sería excesivo atribuir una destemporalización del ‘éschaton’ a quien, entre todos los autores del Nuevo Testamento, más se ha preocupado por salvaguardar la verdad cristiana de la salvación ‘en la carne’...
NO se debe reducir todo lo físico a lo moral. El mal físico NO es –todo- consecuencia del mal moral. La “resurrección moral” no puede hacer resucitar de todo mal físico. El cristianismo que renuncie al mensaje del triunfo COMPLETO sobre el mal, tanto físico como moral, y la rehabilitación de todas las víctimas DEL PASADO, para centrarse únicamente en la “resurrección moral” de los vivos en el presente, puede ser muy parenético, pero no es evangélico. Jesús predicó sobre todo el reino/reinado futuro de Dios como culmen de su germen, y los primeros cristianos esperaron así la Parusía futura. No era sólo un mensaje moral, sino la esperanza de un hecho físico futuro que tenía consecuencias morales para el presente. Sigamos en la línea de Jesús y de los primeros cristianos, a pesar del “retraso de la Parusía”. Seamos “prolépticos”, no meramente “presentistas”.
Para explicar el lenguaje y la actitud “proléptica” he recurrido al símil de un náufrago que, debatiéndose entre las olas, divisa un barco y entonces exclama “¡estoy salvado!”. No lo está todavía en realidad, sino en esperanza, incluso si le arrojan un salvavidas desde el barco, que le mantendrá con vida durante la maniobra de salvamento, y le permitirá colaborar en ella. Pero el náufrago se equivocaría si piensa que, por tardar el barco en ejecutar la maniobra, su salvamento consiste en ese salvavidas y su propio braceo.
Si sólo para que nos arroje un salvavidas habíamos puesto nuestra esperanza en ese barco, entonces somos los más lastimosos de todos los náufragos.
Quizá algún náufrago intrépido piense: “Este barco tarda demasiado, y visto de cerca no me parece ya fiable; la tierra está muy próxima, y gracias al salvavidas puedo llegar a ella braceando yo solito.”
Que lo intente; ojalá que la tierra no esté muy lejos y que en el trayecto no haya tiburones.
(Conclusión de X. Pikaza:
Muchas gracias Galetel, si te parece y sigues, seguiremos encontrándonos en el mismo barco de la salvación presente “y” futura, es decir, total, incluyendo el mal moral, antropológico e incluso cósmico.

Me gustaría recordarte sólo que éste es ha sido el tema de una larga conversación con Ruíz de la Peña, trucada –o, mejor dicho, abierta– por su muerte. Fue a ver lo que pasaba por allí arriba, después que aquí (los de siempre, es decir, los de nunca, le estuvieran “vigilando” por presunta irregularidad en plantear estos temas… Ya sabes, al fin, los obispos le hicieron director de la colección teológica del Episcopado Español, en los textos de la BAC)
Y quiero recordarte aquí también a F. F. Ramos, que en mis "tribulaciones teológicas, me dice: "No te preocupes, vas por el camino del Discípulo Amado... y ese es un camino esencial en la Iglesia, aunque yo le decía que tenía también una "veta" liberadora, quizá más fuerte que la del Evangelio de Juan, a lo que él sonreía: ¡No te creas, no te creas!

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