1.- Es hoy el inicio del Año Paulino, instituido por Benedicto XV, lo que da prelación a la celebración litúrgica de la solemnidad San Pedro y San Pablo, apóstoles, en lugar de la correspondiente al Domingo XIII del Tiempo Ordinario. La instrucción sobre el cambio litúrgico emanó de la Santa Sede hace meses, en el mes de abril. Y decir también que la solemnidad de Pedro y Pablo es muy importante, pues tiene misa de vigilia, que solo aparecen en celebraciones muy notables. Nosotros nos hemos ceñido a la Misa del Día y a sus lecturas.
Siempre resulta atractivo y un poco enigmático que la Iglesia, desde el comienzo, haya reunido en la misma celebración a Pedro y a Pablo. Sin duda, ambos podrían tener una fiesta independiente. Además, lo que sabemos con referencia histórica de la relación entre ambos no es mucho. Ciertamente, Pablo visitó a los apóstoles en Jerusalén y se conoce como Pablo reprendió a Pedro por su giro ante las presiones de los nuevos cristianos partidarios de mantener la ley mosaica. Ambos mueren en Roma. Y siempre se ha especulado con que, probablemente, hubiera sido en la capital del imperio donde Pedro y Pablo pudieran haberse relacionado más. Ambos, asimismo fueron martirizados en Roma. Ha sido difícil datar la fecha de la crucifixión de Pedro –boca abajo—y se establece un periodo posible entre los años 54 y 67. Sin embargo, si se tiene bastante certeza de que Pablo de Tarso muriera decapitado en el 67, ya que como ciudadano romano que era no se le podía aplicar el infamante castigo de la cruz. Pedro fue enterrado en una necrópolis romana que había en la colina vaticana, y en ese lugar se construyó la basílica del Vaticano. Pablo fue ejecutado fuera de la ciudad, tal vez, también, por su condición de ciudadano romano, a unos cinco kilómetros de la Urbe, junto a la Vía Ostiense. Y allí se erigió la basílica que se llama San Pablo Extramuros, que indica esa lejanía de Roma.
Y en fin, las precisiones históricas no arreglan el “problema” y nos seguimos preguntando: ¿cómo es que la Iglesia los celebra juntos? La única explicación en la importancia capital de ambos en la historia eclesial. Pedro fue investido Papa por el propio Jesucristo. “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia”. Y Pablo –sus escritos—ha producido la más importante y profunda infraestructura histórica y doctrinal de la Iglesia católica, base y origen, en cuanto a interpretación, de lo que ha venido después. Incluso se sabe que sus escritos fueron anteriores a los cuatro Evangelios. Pablo ha definido, desde entonces, la cristología. Y nadie le ha podido superar. Aquel encuentro con Jesús resucitado en el camino de Damasco debió de ser una intensidad enorme, muy grande.
2.- Las lecturas de hoy arrojan –si pudiera decirse así—un saldo positivo más a favor de Pedro. La primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, cuenta la liberación milagrosa de Pedro, tras haber sido encarcelado por el Rey Herodes. Tiene mucha enseñanza. La Iglesia se reúne para rezar intensamente por su liberación. Ciertamente, Pedro ya estaba al frente de la comunidad cristiana recién nacida. El relato de la caída prodigiosa de grilletes y de la apertura automática de puertas es muy sugerente y atractivo. No quiero, asimismo, dejar de citar el Salmo 33, que es uno de los hermosos del salterio, y que nos enseña –y no debemos de olvidarlo—que el Señor nos escucha en nuestras angustias y nos libra de ellas.
El fragmento de la Segunda Carta a Timoteo es muy revelador. Pablo habla ya de la cercanía de su muerte –“a punto de ser sacrificado”, dice—y hace como un testamento espiritual a uno de sus discípulos más queridos. Y el evangelio, sacado del capítulo decimosexto del texto escrito por San Mateo, narra esa consagración como primero, como líder de la nueva Iglesia. Pueden caber pocas dudas sobre la primacía petrina. Además, Jesús habla de que Él será el muro de contención contra los ataques del Maligno, que abundarán, como el mismo Jesús de Nazaret sufrió constantes tentaciones.
3.- Y debemos, sin duda, centrar el foco sobre este Año Paulino. Pablo, se ha demostrado, es un camino de unidad entre las Iglesias, como demuestra el Octavario de Oración para la unidad de los cristianos que se organiza en torno a la festividad de la Conversión de San Pablo. Y lo mejor que podemos hacer es leer las Cartas del apóstol. Leerlas despacio e intentar sacar el máximo aprovechamiento. Pablo fue capaz de fundirse totalmente con Cristo y solo vivía en función de Él. Nos irá llegando mucha información sobre el referido Año Paulino, que deberemos tener en cuenta y aprovecharlas. Pero como decía lo fundamental es leer total e intensamente a San Pablo. Tenemos tiempo. Todo un año.
Siempre resulta atractivo y un poco enigmático que la Iglesia, desde el comienzo, haya reunido en la misma celebración a Pedro y a Pablo. Sin duda, ambos podrían tener una fiesta independiente. Además, lo que sabemos con referencia histórica de la relación entre ambos no es mucho. Ciertamente, Pablo visitó a los apóstoles en Jerusalén y se conoce como Pablo reprendió a Pedro por su giro ante las presiones de los nuevos cristianos partidarios de mantener la ley mosaica. Ambos mueren en Roma. Y siempre se ha especulado con que, probablemente, hubiera sido en la capital del imperio donde Pedro y Pablo pudieran haberse relacionado más. Ambos, asimismo fueron martirizados en Roma. Ha sido difícil datar la fecha de la crucifixión de Pedro –boca abajo—y se establece un periodo posible entre los años 54 y 67. Sin embargo, si se tiene bastante certeza de que Pablo de Tarso muriera decapitado en el 67, ya que como ciudadano romano que era no se le podía aplicar el infamante castigo de la cruz. Pedro fue enterrado en una necrópolis romana que había en la colina vaticana, y en ese lugar se construyó la basílica del Vaticano. Pablo fue ejecutado fuera de la ciudad, tal vez, también, por su condición de ciudadano romano, a unos cinco kilómetros de la Urbe, junto a la Vía Ostiense. Y allí se erigió la basílica que se llama San Pablo Extramuros, que indica esa lejanía de Roma.
Y en fin, las precisiones históricas no arreglan el “problema” y nos seguimos preguntando: ¿cómo es que la Iglesia los celebra juntos? La única explicación en la importancia capital de ambos en la historia eclesial. Pedro fue investido Papa por el propio Jesucristo. “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia”. Y Pablo –sus escritos—ha producido la más importante y profunda infraestructura histórica y doctrinal de la Iglesia católica, base y origen, en cuanto a interpretación, de lo que ha venido después. Incluso se sabe que sus escritos fueron anteriores a los cuatro Evangelios. Pablo ha definido, desde entonces, la cristología. Y nadie le ha podido superar. Aquel encuentro con Jesús resucitado en el camino de Damasco debió de ser una intensidad enorme, muy grande.
2.- Las lecturas de hoy arrojan –si pudiera decirse así—un saldo positivo más a favor de Pedro. La primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, cuenta la liberación milagrosa de Pedro, tras haber sido encarcelado por el Rey Herodes. Tiene mucha enseñanza. La Iglesia se reúne para rezar intensamente por su liberación. Ciertamente, Pedro ya estaba al frente de la comunidad cristiana recién nacida. El relato de la caída prodigiosa de grilletes y de la apertura automática de puertas es muy sugerente y atractivo. No quiero, asimismo, dejar de citar el Salmo 33, que es uno de los hermosos del salterio, y que nos enseña –y no debemos de olvidarlo—que el Señor nos escucha en nuestras angustias y nos libra de ellas.
El fragmento de la Segunda Carta a Timoteo es muy revelador. Pablo habla ya de la cercanía de su muerte –“a punto de ser sacrificado”, dice—y hace como un testamento espiritual a uno de sus discípulos más queridos. Y el evangelio, sacado del capítulo decimosexto del texto escrito por San Mateo, narra esa consagración como primero, como líder de la nueva Iglesia. Pueden caber pocas dudas sobre la primacía petrina. Además, Jesús habla de que Él será el muro de contención contra los ataques del Maligno, que abundarán, como el mismo Jesús de Nazaret sufrió constantes tentaciones.
3.- Y debemos, sin duda, centrar el foco sobre este Año Paulino. Pablo, se ha demostrado, es un camino de unidad entre las Iglesias, como demuestra el Octavario de Oración para la unidad de los cristianos que se organiza en torno a la festividad de la Conversión de San Pablo. Y lo mejor que podemos hacer es leer las Cartas del apóstol. Leerlas despacio e intentar sacar el máximo aprovechamiento. Pablo fue capaz de fundirse totalmente con Cristo y solo vivía en función de Él. Nos irá llegando mucha información sobre el referido Año Paulino, que deberemos tener en cuenta y aprovecharlas. Pero como decía lo fundamental es leer total e intensamente a San Pablo. Tenemos tiempo. Todo un año.
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