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sábado, 5 de julio de 2008

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Mi suave yugo


Publicado por Jesuitas Loyola

T E X T O S

DEL PROFETA ZACARÍAS (9:9-10)
¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.
El suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.

DE LA CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS (8:9-13)
Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.

DEL EVANGELIO DE MATEO (11:25-30)
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo:
«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»


TEMAS Y CONTEXTOS
LA PROFECÍA DE ZACARÍAS
Zacarías parece ser un profeta que anima y exhorta al pueblo durante la penosa época de la reconstrucción del Templo, después del destierro, en torno al año 518. En la segunda parte de su libro, de la que están tomados los versos que hoy leemos, presta
mucha atención a la acción divina, en un tiempo de escasa actividad profética. Los versos de hoy son un anuncio mesiánico importante. Se desecha la imagen del mesías davídico para sustituirla por un rey pacífico y humilde, en el que ha visto la
Iglesia una prefiguración de Jesús. Este mismo texto será utilizado expresamente por el evangelio de Mateo, presentando a Jesús como Mesías no davídico en la entrada triunfal en Jerusalén. (Mt. 21)

LA CARTA A LOS ROMANOS
El fragmento de hoy exhorta a una "vida en el espíritu", contrapuesto a "la carne". Cuando Pablo habla de "la carne" se refiere a algo semejante a "el mundo" del evangelio y las cartas de Juan. No se trata de el cuerpo físico, la materia, sino de las tendencias infrahumanas, enemigas de "el espíritu", que no es el alma platónica, sino "el espíritu de Dios", la gracia, el impulso divino humanizador y salvador.
La terminología de Pablo (cuerpo, carne, espíritu, vida, muerte ...) son fuertemente simbólicas y no hay que caer en el error de entenderlas como nos suenan en nuestro contexto cultural actual.

EL EVANGELIO DE MATEO
Es un pasaje recogido por Mateo y Lucas, con algunas connotaciones diferentes. Tiene tres ideas, yuxtapuestas por el redactor de forma más bien artificial:
- la exclamación de gozo de Jesús por la revelación a los sencillos.
- La declaración sobre el Padre y el Hijo.
- La invitación a tomar el suave yugo de Jesús.
En nuestra reflexión vamos a centrarnos en la primera, por lo que insinuamos aquí alguna vía de comentario de las otras dos. La declaración sobre el Padre y el Hijo muestra bien que las primeras comunidades tenían una clara conciencia de que Dios hablaba por Jesús. La conciencia misma de Jesús parece reflejada aquí. Estos versos, que hacen recordar tanto algunas expresiones del cuarto evangelio, lo muestran claramente. Es muy de señalar, sin embargo, que hemos insistido quizá demasiado en el carácter trinitario de estas expresiones. Cuando Jesús se refiere a "el Hijo", se refiere sin más a sí mismo, a su conciencia filial y a su relación con Abbá, aspecto mucho más importante que una mera especulación metafísica sobre las Personas Divinas.
La tercera parte es una prolongación natural del mensaje del domingo pasado. Todos los humanos estamos fatigados y sobrecargados, en toda vida humana hay cruz; se nos invita a llevar la cruz CON ÉL, con su misma disposición, con su mismo corazón, para que la vida sea mucho más llevadera, para que la cruz e la vida tenga más sentido.

R E F L E X I Ó N
Mateo constata simplemente que Jesús "tomó la palabra y dijo...”. Lucas lo expresa así:
"Lleno del júbilo del Espíritu Santo, dijo...".
Jesús siente este sobrenatural júbilo al constatar que la Palabra es bien recibida y entendida por la gente sencilla, mientras que los grandes, los ricos, los poderosos, los sabios, no la entienden, no la aceptan. Jesús siente júbilo por ello.
Una vez más, los criterios y valores de Jesús chocan con los normales del mundo. Si los ricos, sabios y poderosos no aceptan la palabra de Jesús, parece evidente que toda su labor está destinada al fracaso; no será más que una doctrina popular sin influencia, sin futuro. Jesús no lo cree así: se alegra de que la gente normal se entere y se alegra también de que los poderosos se cierren. Una vez más, nos encontramos ante el desafío de aceptar los criterios y los valores de Jesús.
Ante todo, para Jesús los poderosos, ricos, sabios ... no son más que los sencillos. Si miramos detenidamente las relaciones de Jesús con las personas, advertimos que para él no tiene ninguna importancia el status social. Jesús atiende a todos, sin importarle nunca su dinero, su sabiduría, su rango. Con una distinción: sus relaciones con los poderosos y con los sabios de Israel suelen ser tensas, incluso cuando está invitado a comer en sus casas, mientras que sus relaciones con la gente normal son cariñosas, cercanas, especialmente cuando se trata de gente especialmente necesitada, enfermos, rechazados, marginados ... Que sean precisamente éstos los que mejor reciben la Palabra es una enorme alegría para Jesús. Y que los sabios y poderosos no la acepten …
también, porque muestra a las claras que Dios es justo y bueno, no se deja comprar, y que el dinero y el poder no pueden cambiar a Dios. Jesús se alegra de que Dios es de todos, sobre todo del que más lo necesita, y especialmente de que no es patrimonio del saber, del poder, del poseer.
Los ricos, los sabios, los poderosos ... los sencillos, los pobres, los necesitados. Jesús sabe que serán éstos los que reciban la palabra. Jesús sabe que aquéllos difícilmente la recibirán. estamos ante el mismo mensaje de los domingos anteriores, en que Jesús desconfiaba del dinero y constataba que nadie sirve a bien a dos señores.
Una vez más, constatamos la singularidad de Jesús. Las religiones se instauran siempre desde el poder, el poder sagrado que se origina en la posesión de la palabra sagrada y la condición sagrada de sus dirigentes, y atraen inmediatamente la riqueza, que da a sus miembros respetabilidad social. Las religiones se instalan confortablemente entre sabios, santos, poderosos: construye maravillosos monumentos, asesoran a reyes, gobiernan, cobran....
Y Jesús no es así: ni él ni su movimiento es así. Teme al dinero como a un peligro, desconfía de la sabiduría humana, no idolatra la ley, no aprecia gran cosa a los santos oficiales, no tiene buenas relaciones con el poder, no da mucho valor al templo y sus actos de culto... Pero valora enormemente a la gente sencilla, su compasión, a su solidaridad, a la limosna de la viuda, al que visita enfermos, al que pelea por la justicia ...
Es éste un despiadado espejo en que hemos de mirarnos nosotros, la Iglesia. La Iglesia como institución tiene el peligro constante de convertirse en una religión como todas: poseedora de la palabra, prestigiosa, rica, constructora de maravillas costosísimas para el honor de Dios, instalada en las capas superiores de la sociedad ... Es una tentación, y no podemos afirmar que no hayamos caído en ella. Y cada uno de nosotros estamos tentados a apreciar más al rico, al sabio, al influyente, al triunfador, y a sus criterios y valores: el éxito, la respetabilidad inaccesible, la influencia social... Estamos tentados a valorar poco al más sencillo y a sus valores: la sinceridad, la colaboración, la capacidad de sacrificio, la predisposición a compartir.
¿Dónde está tu Dios? es una pregunta inquietante. ¿en el Templo, en el palacio, en los bancos, en la fama, en la erudición, en el prestigio, en la influencia? Jesús se muestra feliz, lleno de júbilo, porque encuentra a Dios en el corazón de la gente.
Dejemos que la palabra de Jesús desnude nuestra religión, que la limpie de todos los añadidos, de todos los vestigios de "carne", de tierra.
Si hemos manchado a Jesús con extrañas religiosidades llenas de poder y dinero, de prestigio y vanas sabidurías, reconozcámoslo.
Si en nuestra vida personal nos sentimos más religiosos en el templo que cuidando a un enfermo, si damos más gracias a Dios por ser ricos que por ser compasivos, si nos sentimos mejor en compañía de ricos poderosos que con gente sencilla ... pidamos a Dios fervientemente que nos cambie el corazón: que haga que nuestros sentimientos sean los de Jesús. Porque es posible que toda nuestra religiosidad sea un gran error.

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