El ejemplo misionero de Jesús
El arzobispo emérito de Resistencia, monseñor Carmelo Giaquinta, destaca como las recientes lecturas del Evangelio constituyen “una inspiración del estilo de vida” que debe primar en todo misionero, a ejemplo de Jesús, es decir “anunciar el Reino de Dios con la predicación y realizarlo con las obras de misericordia, sin descuidar el reposo nocturno y la oración en la soledad, para volver a la gente a enseñarle y curarla…”
Tras explicar que “enseñar y curar, en Jesús forman una unidad” y señalar que “cuando nos anuncia el Reino, desea no sólo anoticiarnos sobre él, sino que tomemos parte en él”, advierte que “no nos enseña nada sólo para que lo conozcamos. El solo conocimiento de las cosas de Dios no salva. Sólo salva el amor”.
“Según Jesús, la ‘verdad’ y la ‘bondad’ de Dios van juntas. Un enunciado de la verdad que no llevase a descubrir la bondad de Dios no sería íntegramente católico”, subrayó.
El prelado consideró que los cristianos, fieles y pastores, “deberemos convertirnos a esta lección inicial del Evangelio”, porque “con frecuencia desgajamos la verdad de Dios de su bondad. Y esto de muchas maneras. Como cuando, en la catequesis y en la predicación –cita como ejemplo-, proponemos como objeto de la fe una serie de enunciados teológicos a los que adherir con la mente, más que la misma persona de Jesucristo, el Hijo de Dios nuestro Salvador, a la que adherir con todo el ser. Lo cual tiene consecuencias nefastas en el evangelizador. Se trazan en su ser dos líneas divergentes: por un lado, Dios, y, por otro, los hombres”.
Por el contrario, indica que “en Jesús, todo es convergente. Su estilo de evangelizar (enseñar y amar) responde a su estilo de vivir: mezclarse con la gente para hacerle el bien y retirarse a la soledad para orar con Dios. Y viceversa: su estilo de vivir facilita su acción evangelizadora”.+
Por último, monseñor Giaquinta destaca que los discípulos, “a imagen de Jesús, entendieron la evangelización como la conjunción de la enseñanza del Reino y la curación del corazón, reflejada en la salud corporal: ‘Fueron a predicar, exhortando a la conversión, expulsaron a muchos demonios, y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo’. Hoy, cuando pensamos en la Gran Misión Continental, ¿como la concebimos nosotros?”.+
AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente
Tras explicar que “enseñar y curar, en Jesús forman una unidad” y señalar que “cuando nos anuncia el Reino, desea no sólo anoticiarnos sobre él, sino que tomemos parte en él”, advierte que “no nos enseña nada sólo para que lo conozcamos. El solo conocimiento de las cosas de Dios no salva. Sólo salva el amor”.
“Según Jesús, la ‘verdad’ y la ‘bondad’ de Dios van juntas. Un enunciado de la verdad que no llevase a descubrir la bondad de Dios no sería íntegramente católico”, subrayó.
El prelado consideró que los cristianos, fieles y pastores, “deberemos convertirnos a esta lección inicial del Evangelio”, porque “con frecuencia desgajamos la verdad de Dios de su bondad. Y esto de muchas maneras. Como cuando, en la catequesis y en la predicación –cita como ejemplo-, proponemos como objeto de la fe una serie de enunciados teológicos a los que adherir con la mente, más que la misma persona de Jesucristo, el Hijo de Dios nuestro Salvador, a la que adherir con todo el ser. Lo cual tiene consecuencias nefastas en el evangelizador. Se trazan en su ser dos líneas divergentes: por un lado, Dios, y, por otro, los hombres”.
Por el contrario, indica que “en Jesús, todo es convergente. Su estilo de evangelizar (enseñar y amar) responde a su estilo de vivir: mezclarse con la gente para hacerle el bien y retirarse a la soledad para orar con Dios. Y viceversa: su estilo de vivir facilita su acción evangelizadora”.+
Por último, monseñor Giaquinta destaca que los discípulos, “a imagen de Jesús, entendieron la evangelización como la conjunción de la enseñanza del Reino y la curación del corazón, reflejada en la salud corporal: ‘Fueron a predicar, exhortando a la conversión, expulsaron a muchos demonios, y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo’. Hoy, cuando pensamos en la Gran Misión Continental, ¿como la concebimos nosotros?”.+
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