Llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con Jesús; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo».
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Señor hoy tampoco necesitamos de grandes signos, para creer que tú nos amas, de hecho no haces otra cosa sino amarnos.
Que a esa experiencia nos lleve la oración de este día.
Señor, yo no sé si aquél amigo está enfermo, o no puede dormir, o si duerme de más y se ha despertado casualmente.
Pero estoy seguro de que anciano, joven, enfermo, sano, necesita de ti como lo necesito yo mismo.
Tú eres el Dios siempre atento a nuestra voz.
Un Dios que está cerca, en nuestro cuarto, trabajo, fábrica, panadería, en el camión, de día o de noche, en el invierno o en el verano.
Tú estás en todas partes.
Es decir me amas en todas partes.
Das vida y aliento a todo lo que has creado por amor.
Cada día nos ofreces este mundo de nuevo a nuestros ojos, manos, inteligencia y el corazón, para que lo hagamos más humano y habitable.
Tú amas en todas partes, pero, como en ningún otro sitio, pones tu corazón donde alguien sufre.
Y allí pones un poco de tu amor, en ese corazón, para que el "yo" no nos ciegue de descubrirte en quien se cruzará en este día.
Yo no sé Señor quién está triste o alegre, cansado o en paz, o rodeado de personas que lo aman.
Pero sé que Tú te acercas a él, tú eres su alegría, su paz y su amor.
¡Dios nuestro qué grande eres!
Y qué pequeño te haces buscando nuestra amistad.
Nunca te olvidas de nosotros.
Nos dice la Biblia, que aunque una madre se olvidase del hijo de sus entrañas, tú nunca te olvidarías de nosotros.
No te olvidas de ninguno de los hombres que has creado.
No nos olvidemos nosotros de esto hoy, de que El nos ama siempre.
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Señor hoy tampoco necesitamos de grandes signos, para creer que tú nos amas, de hecho no haces otra cosa sino amarnos.
Que a esa experiencia nos lleve la oración de este día.
Señor, yo no sé si aquél amigo está enfermo, o no puede dormir, o si duerme de más y se ha despertado casualmente.
Pero estoy seguro de que anciano, joven, enfermo, sano, necesita de ti como lo necesito yo mismo.
Tú eres el Dios siempre atento a nuestra voz.
Un Dios que está cerca, en nuestro cuarto, trabajo, fábrica, panadería, en el camión, de día o de noche, en el invierno o en el verano.
Tú estás en todas partes.
Es decir me amas en todas partes.
Das vida y aliento a todo lo que has creado por amor.
Cada día nos ofreces este mundo de nuevo a nuestros ojos, manos, inteligencia y el corazón, para que lo hagamos más humano y habitable.
Tú amas en todas partes, pero, como en ningún otro sitio, pones tu corazón donde alguien sufre.
Y allí pones un poco de tu amor, en ese corazón, para que el "yo" no nos ciegue de descubrirte en quien se cruzará en este día.
Yo no sé Señor quién está triste o alegre, cansado o en paz, o rodeado de personas que lo aman.
Pero sé que Tú te acercas a él, tú eres su alegría, su paz y su amor.
¡Dios nuestro qué grande eres!
Y qué pequeño te haces buscando nuestra amistad.
Nunca te olvidas de nosotros.
Nos dice la Biblia, que aunque una madre se olvidase del hijo de sus entrañas, tú nunca te olvidarías de nosotros.
No te olvidas de ninguno de los hombres que has creado.
No nos olvidemos nosotros de esto hoy, de que El nos ama siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario