• “Vivir con mayor radicalidad el seguimiento de Jesús en la comunidad misionera es la primera condición para una pastoral vocacional efectiva”.
• “Toda pastoral, y de un modo especial la pastoral juvenil, ha de ser vocacional en cuanto ha de acompañar a las personas hacia una opción por Jesús y por el Reino”.
• “Nos preocupa la calidad de nuestra vida y ministerio y su capacidad de convocar a otros, y la necesidad de definir una pastoral juvenil-vocacional que sea capaz de despertar la inquietud vocacional en los jóvenes y acompañar los procesos de discernimiento”.
• “Hay claretianos que no están verdaderamente preocupados por la pastoral vocacional. Ciertamente rezan por las vocaciones y quisieran que llegaran más abundantes a nuestra comunidad, pero esto no se acaba de traducir en unas acciones concretas que expresen su profunda preocupación por este tema”.
• “Se hace más difícil la pastoral vocacional cuando no existe claridad en torno a la identidad y al modo de expresarla”.
• “Deberemos revisar si la dimensión vocacional está suficientemente presente en nuestros proyectos y actividades pastorales. Tendremos que preguntarnos si estamos dispuestos a invitar a los jóvenes a considerar la posibilidad de vivir el proyecto de vida misionera claretiana y si estamos abiertos a acogerlos en nuestras propias comunidades. No podremos dejar de revisar la vida de nuestras comunidades para hacer de ellas signos claros de fraternidad y plataformas poderosas de iniciativas misioneras, espacios atrayentes para quienes se plantean el seguimiento de Jesús en la vida consagrada”.
• “Hoy más que nunca constatamos la necesidad de articular mejor todas las formas de vivir la vocación cristiana para se¬guir anunciando el Evangelio en nuestro mundo”.
• “Es justo también que nos preguntemos sobre nuestro modo de vivir el Reino y sus valores, sobre cómo nuestra comunidad se hace transparencia de ellos y es capaz, por lo tanto, de atraer a quienes los buscan con un corazón sincero”.
• “¿Qué nos pasa? ¿Por qué nuestra vida y nuestras comunidades no se convierten en una invitación para aquellos jóvenes que quieren vivir más radicalmente el seguimiento de Jesús y buscan unos espacios y estilos comunitarios que les ayuden a profundizar su camino de fe, les ofrezcan una gozosa experiencia de fraternidad y una dinámica plataforma apostólica?”
• “Hay que saber dedicar tiempo a los jóvenes con inquietudes religiosas, aunque sean pocos. Y esto cuesta. Sin encuentro con el joven, sin un compromiso por acompañarlo en un camino de profundización de su experiencia de fe, sin una disponibilidad a ayudarlo en sus búsquedas, sin audacia para plantearle las preguntas fundamentales en torno al sentido de la vida y a su proyecto de futuro, difícilmente tendremos vocaciones”.
• “Toda pastoral, y de un modo especial la pastoral juvenil, ha de ser vocacional en cuanto ha de acompañar a las personas hacia una opción por Jesús y por el Reino”.
• “Nos preocupa la calidad de nuestra vida y ministerio y su capacidad de convocar a otros, y la necesidad de definir una pastoral juvenil-vocacional que sea capaz de despertar la inquietud vocacional en los jóvenes y acompañar los procesos de discernimiento”.
• “Hay claretianos que no están verdaderamente preocupados por la pastoral vocacional. Ciertamente rezan por las vocaciones y quisieran que llegaran más abundantes a nuestra comunidad, pero esto no se acaba de traducir en unas acciones concretas que expresen su profunda preocupación por este tema”.
• “Se hace más difícil la pastoral vocacional cuando no existe claridad en torno a la identidad y al modo de expresarla”.
• “Deberemos revisar si la dimensión vocacional está suficientemente presente en nuestros proyectos y actividades pastorales. Tendremos que preguntarnos si estamos dispuestos a invitar a los jóvenes a considerar la posibilidad de vivir el proyecto de vida misionera claretiana y si estamos abiertos a acogerlos en nuestras propias comunidades. No podremos dejar de revisar la vida de nuestras comunidades para hacer de ellas signos claros de fraternidad y plataformas poderosas de iniciativas misioneras, espacios atrayentes para quienes se plantean el seguimiento de Jesús en la vida consagrada”.
• “Hoy más que nunca constatamos la necesidad de articular mejor todas las formas de vivir la vocación cristiana para se¬guir anunciando el Evangelio en nuestro mundo”.
• “Es justo también que nos preguntemos sobre nuestro modo de vivir el Reino y sus valores, sobre cómo nuestra comunidad se hace transparencia de ellos y es capaz, por lo tanto, de atraer a quienes los buscan con un corazón sincero”.
• “¿Qué nos pasa? ¿Por qué nuestra vida y nuestras comunidades no se convierten en una invitación para aquellos jóvenes que quieren vivir más radicalmente el seguimiento de Jesús y buscan unos espacios y estilos comunitarios que les ayuden a profundizar su camino de fe, les ofrezcan una gozosa experiencia de fraternidad y una dinámica plataforma apostólica?”
• “Hay que saber dedicar tiempo a los jóvenes con inquietudes religiosas, aunque sean pocos. Y esto cuesta. Sin encuentro con el joven, sin un compromiso por acompañarlo en un camino de profundización de su experiencia de fe, sin una disponibilidad a ayudarlo en sus búsquedas, sin audacia para plantearle las preguntas fundamentales en torno al sentido de la vida y a su proyecto de futuro, difícilmente tendremos vocaciones”.
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