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lunes, 3 de agosto de 2009

LA IGLESIA QUE DESEAMOS

Publicado por Somos Iglesia

La iglesia que nos gustaría no habría que ir a buscarla muy lejos, ni a las catedrales ni tampoco al Vaticano. Está tan cerca que se toca con la mano. Está en nosotros mismos. Somos bautizados y esto basta, pero no se porqué no nos es suficiente ¿No será porque no nos gusta?.- Es posible.

¿Pero si no me gusta, a quien me quejo? Si yo formo parte de esa misma Iglesia y la formo! ¿Qué está pasando?

Yo creo que hay muchos cristianos/as que aun no han tomado conciencia de su pertenencia a la Iglesia. Son Iglesia pero no son Iglesia. Son Iglesia porque participan y mientras participan en algunas cosas: misa dominical, procesiones, catequesis, ayudas en Cáritas… Son creyentes e incluso practicantes, pero no han asimilado que la pertenencia a la Iglesia lleve consigo compromisos en la sociedad. Así, por ejemplo cuando oyen críticas a esa institución a la que dicen pertenecer, no se sienten Iglesia. Esa Iglesia ya no es la que yo visito, o a la que yo pertenezco por ser mi parroquia.

Ante estas circunstancias que yo creo que algunas veces y en algunos cristianos/as se dan ¿qué hacer?

Plantearnos una revisión, un cambio en profundidad. Yo pienso que habría que preguntarse sinceramente: con mi comportamiento, con solo mi presencia y mis ayudas económicas con estar apuntado a alguna cofradía, ¿es suficiente para realizar la Iglesia a la que me gustaría pertenecer?

Porque ciertamente cuando sale a relucir en una conversación cualquiera un hecho o una buena acción de la parroquia o algo que me llega directa o indirectamente, siento orgullo, siento satisfacción… Entonces, aquí falta algo que hay que intentar hacer:

Falla algo que se puede considerar esencial: la formación. Una formación lenta y constante, para adultos. No basta con la recibida para la Primera Comunión o para la Confirmación pero ¿cómo se ha de realizar esta formación? Hay muchas maneras de poder realizarla: Se dan cursos por correspondencia impartidos por la Casa de la Biblia, que se pueden realizar individualmente o en grupo. Creo que haya cursos para adultos en algunas parroquias. La Acción Católica tiene cursos para sus militantes con muy buenos resultados. Generalmente estos cursos son más recomendables por la presencia de otros cristianos/as que llevan los mismos deseos y se participa con los del grupo en acciones de todo género: cristiano-socio–político y caritativas en las que se aprende no solo la teoría sino también la práctica de la vivencia cristiana.

Pero esta formación, no es, no debe ser solamente formación intelectual, solo del conocimiento. La educación o formación del cristiano/a debe ser una formación integral, total. Debe abarcar no solo la inteligencia sino también la voluntad. Cristianos/as que descubran a través, sobre todo, de la lectura del Nuevo Testamento que lo esencial de la Iglesia y de nuestra fe en Jesús es la construcción del REINO y poner mano a la obra con nuestro compromiso para realizar en nosotros la conversión al Reino e intentarlo también con los demás.

Esto, dicho así, también suena a teoría pero si a través de las acciones comprometidas va cristalizando en una vida en que nuestras acciones son exponentes de nuestra fe y consecuentes con ella, la semilla está echada y dará su fruto cuando menos lo esperemos o cuando el que dael fruto, lo vea conveniente.

En concreto: Esa preparación y formación se debe ir realizando durante toda la vida mejor entre grupos no dependientes de la imposición de nadie, dejándose llevar por la acción del Espíritu, revisándose y corrigiéndose fraternalmente, intentando poner en común las experiencias propias y/o los resultados que se han obtenido en nuestras acciones individuales o colectivas, de este modo se irá creciendo en la comunión que es al fin y al cabo uno de los fines a los que estamos llamados los cristianos. En esa comunión se va realizando el Reino.

Es también esencial ir tomando conciencia de nuestra pertenencia a la Iglesia: “Yo también soy Iglesia” y de nuestra responsabilidad en ella, no solo hacia adentro, también hacia fuera, pensar que mi testimonio (o nuestro testimonio en el caso del grupo) influye mucho en la opinión que otros puedan tener de la Iglesia y que esta Iglesia se va realizando a la vez que construye el Reino. Porque no olvidemos que la función principal de la Iglesia no es su propio mantenimiento ni tampoco su crecimiento la razón última de ser de la Iglesia es la construcción del Reino

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