Necesitamos cambiar, Señor,
danos sabiduría para revisar nuestra vida,
nuestro caminar, nuestras opciones y decisiones.
Empapa nuestro corazón con humildad sincera.
Que seamos capaces de darnos cuenta
de la urgencia que tenemos de cambiar.
Señor, debemos dejar el hombre viejo:
abandonar el egoísmo que atrapa;
el pensar en uno mismo antes que en los demás;
el buscar con más afán lo material que el Reino;
la falta de confianza, el querer tener seguridades
que verdaderamente no son tuyas…
¡Cuánto nos cuesta Señor ponernos
sincera y confiadamente en tus manos!
Debemos cambiar... cambiar el corazón de piedra,
que nos hace pasar indiferentes
ante el que sufre, el que pide, el que llora…
Nos ponemos en tus manos, Señor,
para que nos inundes de Evangelio.
Transfórmanos profundamente, desde dentro,
y danos una nueva oportunidad.
Que la oración, la lectura de tu Palabra,
los gestos de solidaridad y ayuda,
la Eucaristía y la Reconciliación,
nos vayan moldeando en el verdadero
espíritu de las Bienaventuranzas.
Que cambiemos, Señor, para amar más
y mejor, en la vida de todos los días…
Ayúdanos, muéstranos tu luz, y que por ella
descubramos nuestras sombras y oscuridades
Danos Señor, un corazón nuevo,
que aprenda a sentir con la compasión de Jesús.
Danos Señor, unos ojos nuevos,
que descubran en el presente, las semillas del Reino;
danos una manos nuevas, que ayuden a construir
estructuras de justicia y de paz.
danos sabiduría para revisar nuestra vida,
nuestro caminar, nuestras opciones y decisiones.
Empapa nuestro corazón con humildad sincera.
Que seamos capaces de darnos cuenta
de la urgencia que tenemos de cambiar.
Señor, debemos dejar el hombre viejo:
abandonar el egoísmo que atrapa;
el pensar en uno mismo antes que en los demás;
el buscar con más afán lo material que el Reino;
la falta de confianza, el querer tener seguridades
que verdaderamente no son tuyas…
¡Cuánto nos cuesta Señor ponernos
sincera y confiadamente en tus manos!
Debemos cambiar... cambiar el corazón de piedra,
que nos hace pasar indiferentes
ante el que sufre, el que pide, el que llora…
Nos ponemos en tus manos, Señor,
para que nos inundes de Evangelio.
Transfórmanos profundamente, desde dentro,
y danos una nueva oportunidad.
Que la oración, la lectura de tu Palabra,
los gestos de solidaridad y ayuda,
la Eucaristía y la Reconciliación,
nos vayan moldeando en el verdadero
espíritu de las Bienaventuranzas.
Que cambiemos, Señor, para amar más
y mejor, en la vida de todos los días…
Ayúdanos, muéstranos tu luz, y que por ella
descubramos nuestras sombras y oscuridades
Danos Señor, un corazón nuevo,
que aprenda a sentir con la compasión de Jesús.
Danos Señor, unos ojos nuevos,
que descubran en el presente, las semillas del Reino;
danos una manos nuevas, que ayuden a construir
estructuras de justicia y de paz.
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