Queridos Magos de Oriente: Este año no os escribo para pediros nada pues sé que tenéis mucha tarea acumulada y ya es un poco tarde para encargar algo. Pero como creo que debéis aburriros un poquito, entre trayecto y trayecto, quiero regalaros algunas palabras para vuestro entretenimiento.
Un día me dio por pensar: – ¿Creerán los Reyes Magos en la “magia”? ¡Qué tontería, verdad! Si no creyesen, ¿a qué se dedicarían? A ellos, el destino les ha asignado la noble tarea de responder a millones de ilusiones infantiles y, para conseguirlo, ¡hace falta tanta magia!
La cosa es que, cuando nos vamos haciendo mayores, seguimos teniendo muchas ilusiones y necesidades, pero ya no las ponemos en vuestras manos, Majestades, porque… sabemos que no existís, que eso son fantasías para una temporada. Ahora ya conocemos la cruda realidad: unas cosas son posibles y otras no.
Será que el porcentaje de fantasía de nuestras células pugna por hacerse sitio, o yo qué sé por qué será, pero veréis, majestades, lo cierto es que estos seres tan adultos que ya no os escribimos seguimos buscando la magia sin darnos cuenta.
La mayoría a través de las religiones, sí majestades, las religiones, esos sistemas de creencias a los que dotamos de un valor por encima de lo ordinario. Por ejemplo, la religión que millones de personas y multitud de iglesias profesan, a partir del niñito de Belén a quien tuvisteis a bien adorar como el Enviado de Dios.
¿Os podéis creer que estos adultos se ponen a hablar en voz baja a Dios y le piden que les conceda todo lo que necesitan? Y según parece, muchos acaban enfadados o decepcionados porque no consiguen lo que quieren.
Pero ahí no queda todo, muchos otros toman esos libros antiguos llamados Biblia y dicen que si haces todo lo que ahí se pone, tal cual, te salvarás. ¡Y se les ve, de cuando en cuando, hacer cada cosa más rara!
Incluso hay otros que creen en una cosa llamada Sacramentos. Sí, son una especie de ritos mágicos que organizan unos gurús, que ellos llaman sacerdotes y que, por lo visto, deben ser muy aburridos o muy poco eficaces, porque cada vez acude menos gente a ellos. Lo cierto es que, en uno de esos ritos, convierten una especie de sucedáneo de pan y un poquito de vino, en el cuerpo y la sangre de Jesús, el niño que adorasteis, pero ya de mayor. Y quien come ese pan y ese vino, según dicen, también se salva. Hay mucha gente que lo come a diario y otros semanalmente… qué se yo si se estarán salvando.
¡Y hay una cantidad de Santos! ¿Que no sabéis lo que son, Majestades? Sí, son seres que ya murieron y que te dan determinadas cosas si se las pides con mucha determinación. Parece ser que ha habido muchas curaciones que han hecho estos Santos y por eso se acude mucho a ellos para resolver nuestros problemas sin solución. ¡Menudos son esos Santos!
Lo que me resulta más curioso, Queridos Reyes, es que incluso los adultos que ya no creen en la Magia y que tampoco practican las Religiones, hacen cosas muy extrañas. Sí, veréis, acuden a echadores de cartas, pitonisos, videntes… leen los horóscopos, se hacen cartas astrales y practican mil métodos más para saber el futuro o para curar un mal de amores…
Pero vosotros, ya sabéis todo esto, ¿verdad? Por eso os habéis especializado en las ilusiones infantiles; de los mayores, ya se encargan otros. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Un beso fuerte,
Mario, un niño grande
(ECLESALIA, 04/01/06, CARTA DE UN ADULTO A LOS REYES MAGOS, MARIO GONZÁLEZ JURADO,
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