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sábado, 27 de agosto de 2011

XXII Domingo del T.O. (Mt 16, 21- 27) - Ciclo A: La Cruz, el dolor y la Pascua


Siempre nos resulta más fácil reconocer la divinidad de Jesús que su humanidad y encarnación. Lo divino implica grandeza y triunfo. En tanto que encarnación, humanidad significa cruz, muerte. Pedro puede confesar la divinidad de Jesús, pero eso de que “tiene que ser ejecutado” no le entra a Pedro en la cabeza. Y hasta se atrevió a llamar a Jesús a parte y pretender que entrara en su sano juicio. Claro que esto le valió a Pedro la reprimenda de su vida. Jesús lo llama nada menos que “Satanás”. En realidad no resulta nada fácil entender ni la cruz de Jesús ni la nuestra si no es a partir de la Pascua. ¿No nos sucederá a nosotros lo mismo?

-Después de la Pascua, e1 sufrimiento sigue doliendo. Pero el alma ha crecido tanto allá dentro que ya no se asusta. Hasta es capaz de gritar como Pablo de la Cruz o Santa Teresa: “Padecer. Amar. Morir”. San Pablo de la Cruz escribía a un alma dirigida de él: “Ea, hija y hermana en Cristo, repose en paz sobre la Cruz, duérmase con sueño el de fe y del amor en el Corazón de Jesús Crucificado. Padezca, cal1e y cante espiritualmente”. (Cartas n. pág. 719)

-¿Por qué cuántos creemos en la Pascua de Jesús seguimos teniendo tanto miedo al dolor, al sufrimiento, al fracaso y a la cruz? Tal vez porque somos creyentes porque otros también creen, pero sin haber hecho nosotros la verdadera experiencia pascual de Jesús.
-Cuentan de un anciano monje que preguntado por qué tantos se decidían a seguir sus pasos, pero luego se cansaban y se echaban atrás, él respondió: “Mira, sucede como cuando un perro corre detrás de las liebres, ladrando. Muchos otros perros, oyéndolo ladrar y viéndolo correr, lo siguen. Pero solamente uno ve la liebre. Pronto sucede que los que corren sólo porque el primero corre, se cansan y se detienen. Solamente el que tiene ante sus ojos la liebre, sigue adelante hasta alcanzarla”.

-Bueno, que perdone el Señor, en lo que le toca de liebre. Y perdonen Uds. en lo que les toca de perros. Pero, la imagen es buena. Sólo el que ha visto a Jesús puede correr detrás de Él, aunque se quede destripado de cansancio. Los demás, los que se enteraron de segunda mano, como no lo tienen a la vista, y corren por correr, terminan cansándose. Terminan con el mismo miedo de siempre en el alma. Pedro necesitará de la Pascua para aceptar la verdad dolorosa y gozosa de Jesús.

-Es que la Pascua es la fiesta de la felicidad de Dios. Es la fiesta de la risa y del buen humor de Dios. La Pascua es lo que Dios veía, cuando los demás no veíamos nada. La Pascua es la alegría de Dios que se sale con la suya.
-Me encanta la Pascua, porque la veo como la tomadura de pelo de Dios al hombre.
-lo crucificaron, c1avándolo bien, y anda suelto.
-lo mataron y bien matado, y anda vivo.
-lo enterraron y se salió del sepulcro.
-lo creen muerto y se les aparece vivo a los suyos.
-los suyos cierran bien las puertas y se les mete dentro sin tocar el timbre.
- pensamos quitárnoslo de encima y ahora hay que contar con Él y con los de su grupo.
- antes era Él solo. Ahora los suyos vienen con la misma historia.
-Tanto esfuerzo, tanta mentira y tanta injusticia para nada. Tanto empeño en matarlo y ¿para qué? Ahora peor. Dios le ha dado la razón. Su causa ahora no la para nadie. Los suyos, que antes se morían de miedo, ahora desafían a todo el mundo. Se ríen de todo:
-les prohíben hablar de Él, y gritan más.
-los meten a la cárcel y tienen que soltarlos.
-los castigan, los azotan y, peor, su fe y su esperanza los cura enseguida.

-La Pascua es eso. Las cosas al revés de lo que nosotros pensábamos:
- pensábamos que la Cruz borraría su recuerdo y ahora todos viven enamorados de la Cruz.
- pensábamos que la muerte era realmente muerte y resulta que la muerte se hace vida.
- pensábamos que las cosas tenían que seguir igualito que antes, y ahora todo ha cambiado.
- pensábamos que el dolor y el sufrimiento asustarían, y ahora los que le siguen lo ven como un signo de fidelidad.
- pensábamos que el poder lo era todo, y ahora triunfan los que sirven.
- pensábamos que el tener era suficiente, y ahora los importantes son los que no tienen nada.
-Total, nada. Fracaso de los hombres y triunfo de Dios.

Clemente Sobrado C. P.
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