Autor: Camino Misionero
Señor, te pedimos en esta oración que ilumines con tu Amor nuestras vidas, para que así podamos reflejarlas en Tu Proceder y buscar la Voluntad del Padre en estos días que estamos viviendo. Hoy estamos comenzando esta semana que es santa por Tu Entrega y Caridad. No queremos caer en una sucesión de escuchas vacías y repetición de actos sin sentidos. Hoy queremos sentir igual que Tú. Hoy te pedimos vivir en nuestras vidas esta donación total, que nosotros llamamos Pasión, para poder acompañarte en la Redención del mundo, y en particular de aquellos hermanos que más alejados están de Tu Corazón. Jesús, no nos resulta fácil hacer el esfuerzo de trasladar a nuestras vidas Tus Enseñanzas. Hemos tenido en esta Cuaresma que terminamos, una preparación que no fue lo suficientemente “cristiana”, por habernos relajado en muchos momentos y haber caído en la tentación que sólo es una rememoración de lo que hiciste. En realidad, en muchas ocasiones, no nos dimos cuenta que tu Encarnación esta PASANDO y que tu Pasión, también está PASANDO, actualizada en otros contextos y con otros sufrimientos, quizás muchos mayores... Señor, desde la Palabra nos hablas y nos guías. La nueva Jerusalén es cada lugar en donde habitamos y transitamos. Sean del primer mundo o de los países en desarrollo. En todas podemos observar los contrastes en la convivencia de grandes palacios con suburbios que los rodean. Encontramos grandes templos y mercaderes que comercian con la buena voluntad del pueblo. En el mismo contorno viven los políticos perpetuados en su ambición de poder y los revolucionarios idealistas. Los Lazaros y los Epulones. Los Pedros y los jóvenes ricos. Los sumos sacerdotes con sus propias leyes y la plebe que se conforma con saber lo que le dan. Las tentaciones y el pecado, junto con la Gracia y el Amor. Esas Jerusalén que ni siquiera nos percatamos que existen y que nos contienen. Jesús, hemos llegado al punto de cegarnos ante todo lo que nos rodea. No percibimos nuestra realidad. No nos interpela. No nos mueve la inquietud. Solo buscamos satisfacciones pasajeras. Nos conformamos con unas cuantas monedas de oro, o con soñar con ellas, si no la tenemos. Nos ilusionamos con que vendrá un gran mago que cambie en un segundo, lo que tardamos siglos en destruir. Por supuesto que primero estamos nosotros, ese dios que anhelamos, nos dará seguridad y bienestar (también placer) en nuestros gustos y caprichos. Nos hará ricos, o famosos, o talentosos, o queridos, o sanos, o todo eso y mucho más. Con la venida de ese ser, todo problema sencillamente desaparecerá. No habrá preocupación alguna. Y obviamente, que todo aquel que piense lo contrario a nosotros, será eliminado también... bueno, una vez que hayamos conseguido todo lo que nosotros queramos, también, tendrá lugar para que los molestos de la sociedad, dejen de serlo. No habrá hambre, guerras, muertes, delincuencias, etc., etc. y como gran detalle de ese ser admirable que nuestra sociedad espera, no nos molestará en absoluto pidiendo algún esfuerzo o entrega de ningún tipo, y hasta tendrá el detalle de que ni siquiera nos percataremos de su existencia. Y así, viviremos todos felices... Es lo que esperaban los judíos y es lo que espera este mundo en este 2008. Jesús, desde hace rato se comenzó a correr la voz que Tu vienes. Y muchos están expectantes (aunque no son demasiados), otros prefirieron entibiarse en la idea que de nada sirve, ya que vida hay una sola y hay que tomarla como viene. Tus misioneros están divulgando, a pesar de las contrariedades que se les presentan, que Tu estas por entrar en nuestras Jerusalén, en nuestras vidas. Nos cuentan que Tu eres el Rey que viene a darnos la felicidad que no tiene fin, que nos regalaras el pan de la vida eterna y el agua viva que nos saciará para siempre la sed. Tú eres el Rey que es dueño de toda la creación. Y el mundo, y la gente, y nosotros, nos entusiasmamos. Nuestros sueños al fin se harán realidad. Todo lo que soportamos hasta hoy, con tu llegada se desvanecerá. Y nosotros también salimos a contarlo, a nuestra manera, claro está. Y la noticia, se convierte en rumor y murmuración. Ante tu llegada, todos nos alegramos. Te recibimos eufóricos por que se está haciendo nuestra voluntad. Por eso son los “Enhorabuenas” que se escuchan por todos lados. Y te decimos cosas bonitas. Te avivamos. Te victoreamos. Hasta pasamos por encima ese detalle que tomaste en tu entrada. Venirte tan simple, casi desapercibido. Sino te estaríamos rodeando, ni nos hubiéramos enterado que Tú estás entrando a nuestras Jerusalén. Nos animamos a gritarte una frase que contiene todas nuestras expectativas de vida: ¡SALVANOS, SEÑOR! (HOSSANA HIJO DE DAVID) Y tu Pasión ha comenzado. Porque entras a estas Jerusalén sabiendo que darás tu vida en rescate de algunos. Nos miras como te recibimos. Pero Tú sabes, que no eres quienes nosotros esperamos. Sabes, y hasta te duele saberlo, que eres el Hijo que viene a cumplir la voluntad de su Padre. A imponer la ley del Amor. Escuchas las aclamaciones y ya el Getsemaní se va adelantando, desde ahora comienzas a sentir la muerte muy cerca. Y esa no es una sensación agradable, ni querida por nadie. Observas y refuerzas la proposición de que la Voluntad del Padre y tu Misión, son casi siempre paralelas a nuestras voluntades. Solo de esta forma podemos entender, en esta confusión de nuestra parte, como hay tantas personas que habiendo sentido el paso de Tu presencia por sus vidas, hoy alberguen un rechazo tan grande hacia las cosas de Tu Iglesia y hacia el Reino mismo. ¡Pobres de nosotros, desdichados e infelices! Por caer en la tentación de prestar atención al mal espíritu, para rechazar Tu Salvación. Señor, hoy tu burrita es quizás la cama del enfermo de HIV. O la reja del pabellón en la cárcel. O los harapos del mendigo. O las lagrimas ocultas de los niños de la calle. O el silencio en el asilo de ancianos. O la guardia de emergencias de un hospital de guerra. O el aislamiento de las reservas aborígenes. O el insomnio de los afligidos. O vaya a saber que otras formas tendrá tu burrita hoy, aquí y ahora. Pero de lo que si estamos seguros, querido Amigo, es que tendrá forma humilde y sencilla. Porque así eres Tu. Así es el Amor. No necesita de grandes presentaciones y empeños curriculares. Hay que dejarse conquistar y hacer experiencia. Dejar que fluya tu Espíritu por nuestro espíritu. Pero, Jesús mío, nos enseñas que para cumplir la Voluntad del Padre, para poder alcanzar la Felicidad Eterna, hay que descubrir el dolor (y también hacer experiencia de él). No hay que buscarlo. Es una consecuencia de seguirte. En donde nos toca. Sea en lo familiar. En lo sentimental. En lo laboral. En lo material. En la salud. En lo vocacional. En el día a día. Allí está siempre el dolor esperándonos, para hacernos saber que hay algo más que él. Y no hablamos solamente de nuestro dolor, también incluimos, el de nuestros hermanos. Los que están cerca. Y los de aquellos que no conocemos, pero que lo sentimos parte nuestra. Señor, hoy en este comenzar la santa semana, tenemos una mezcla de sensaciones y de vivencias. Igual que Tu. Dolor y Alegría. Esperanza y resignación. Vida y muerte. Danos la consolación de estar a Tu lado. Danos valentía para seguirte. Danos vitalidad para mantenernos despiertos. Danos fortaleza para no negarte. Danos Fe para estar en la Vía de la Cruz. Danos Esperanza para esperar que se cumplan tus promesas. Jesús, te pedimos hoy por todas las almas que te buscamos cuando necesitamos algún favor tuyo, y te olvidamos cuando más nos necesitas. Te pedimos por todas las almas que se desilusionan por no encontrar en Ti lo que buscamos egoístamente. Te pedimos por nuestras Jerusalén, para que estén constantemente preparadas para recibirte cuando Tú quieras entrar y así poder gritarte, desde lo más profundo de nuestro Ser, expresando en ese grito nuestra vida y la voz de aquellos que no pueden o no saben hacerlo: ¡SALVANOS, SEÑOR, SALVANOS! Amen
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DOMINGO DE RAMOS 2008




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