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lunes, 9 de junio de 2008

XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: NACE UN PUEBLO SAGRADO


# MOISÉS Y LOS APÓSTOLES
# NACE UN PUEBLO SAGRADO

1."Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, entre todos los pueblos seréis mi propiedad especial...Seréis un reino de sacerdotes y un pueblo sagrado" Exodo 19,2. Moisés había sido elegido por el Señor, que le habló en Horeb. Le confió que había visto la opresión de su pueblo en Egipto, y por eso le enviaba al Faraón para que lo dejara salir de allí. Dile al Faraón: "Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto". Después de muchas vicisitudes, llevado sobre alas de águila, salió por fin el pueblo de Israel de Egipto y caminó por el desierto hacia el Sinaí, monte de Dios.

2. Subió hacia Dios Moisés, como mediador, a quien el Señor quería acreditar ante su pueblo. Es el estilo de Dios. Después de la esplendorosa vida mística de Santa Teresa antes de comenzar la Reforma, cesaron los fenómenos visibles y espectaculares. Mientras ella estaba pensando esto, le dijo el Señor: "Bastante crédito tienes para lo que yo pretendo".

3. Desde la elección de Abraham Dios sueña con un pueblo suyo. Errantes los primeros patriarcas y probada y aquilatada su fe, va a materializarse, lo que era promesa y esperanza, en realidad: Va a nacer el pueblo de Dios.

4. Dios quiere comunicar sus grandes riquezas a ese pueblo, confiarle sus secretos, y hacerlo portavoz de su palabra para toda la tierra. El pueblo, a su vez, tiene que comprometerse a guardar la Alianza. Les recuerda lo que ha hecho con ellos sacándolos de la esclavitud de Egipto, y cómo les ha llevado sobre alas de águila hasta él. En medio de truenos y relámpagos y en una nube oscura, mientras el toque de la trompeta crecía en intensidad, Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. Lo que Dios decía a Moisés éste lo transmitía al pueblo. Y la respuesta de todo el pueblo fue unánime: "Haremos cuanto dice el Señor". Con ello se comprometían a aceptar la Alianza. Era el sí incondicional del pueblo elegido. En la economía actual tenemos un Pontífice para toda la Iglesia, un Obispo para cada diócesis, un párroco para cada comunidad parroquial. Al comienzo del pueblo, Israel ha sido elegido para ser el sacerdote universal del mundo. Así lo expresará después San Pedro: “Vosotros sois un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa, vosotros, que antes no erais pueblo, ahora sois el Pueblo de Dios” (1 Pe 2,9).

5. "Jesús se compadeció de las gentes porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor" Mateo 9,36. Me conmueve contemplar a Jesús enternecido por la compasión de todas aquellas gentes a quienes predica, consuela, cura, alimenta. No es un pastor suficiente, cerebral, impasible, de los que sólo saben imponer la ley a rajatabla, aunque se hunda el mundo y la caridad. Ante todo, la ley, después, el amor, si llega… Jesús, enternecido hasta las lágrimas, es para mí, una de las mejores imágenes que debe ser doblada por todos los enviados. No es que las multitudes que le seguían estuvieran fatigadas por el cansancio de las caminatas, o hambrientas porque se encontraran en lugares distantes y descampados y desiertos, que también. La intención del evangelista es otra: Que las gentes no encontraban el pan sustancial de la doctrina evangélica, que se les conducía por el camino del temor, que no conocían todavía al Espíritu dador de Vida, que estaban muy lejos de escuchar que Dios es un Padre amoroso, que le ha enviado a El, como Don supremo. Por eso las veía como “ovejas sin pastor”. Y porque, algunos ¡ay!, acuciados por el instinto hondamente religioso sellado en sus almas y por la nostalgia de Dios, se dejan embaucar por magos y adivinos, astrólogos y augures, por errores y por supersticiones que les atenazan y obsesionan, les bloquean y les mantienen en el área de la mentira, dejándose guiar por el mal espíritu, disfrazado de ángel de luz. Eran pues, todavía gentes y multitud, pero aún no formaban pueblo, porque no tenían pastor. El pastor es el que asegura la unidad del pueblo, el mismo fin del pueblo, el crecimiento y la prosperidad del pueblo. El pastor es el padre de familia, que no se rige por leyes y órdenes y reglamentos, sino por amor. La plenitud de la ley, el amor, la gozosa intimidad con el Padre, había sido adulterada por la casuística farisaica. La compasión de Cristo, no es sólo un lamento estéril, sino la expresión de su realidad: Ha venido para calmar esa sed existencial de los hombres, para liberarlos de todas sus esclavitudes, por eso, enviará a sus discípulos a curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, arrojar demonios. Ambición de dominar, pasión de tener, adicción a los dioses de este mundo, y seguimiento de las doctrinas y sueños destructores, que les atenazan y les distancian de la realidad de la vida y del mundo. Curar llagas y heridas, corazones y angustias, depresiones. Dominar y refrenar deseos desordenados, desterrar odios y rivalidades. Alentar, estimular, nunca condenar, sembrar esperanza, confiar en el hombre, hacer brotar la confianza en el hombre. Iluminar las conciencias de los jóvenes maravillosos, que se dejan arrastrar por el espejismo de lo falaz, soñado y destructor.

6. La misma multitud que no tiene pastor, es la mies abundante sin braceros que la cultiven y cosechen. Con cariño y dedicación, pero con seguridad y veracidad, transparencia y coherencia. El llamamiento de los doce discípulos sugiere el recuerdo de la vocación de Moisés para ejercer la misión de mediador. Mateo nos da los nombres de estos apóstoles, mediadores entre Dios y su pueblo, al que tienen que cuidar, apacentar, cultivar y regar como mies, y llevar hasta la cumbre del cumplimiento de la Alianza con el Señor, como hiciera Moisés. Moisés es el mediador de la Antigua Alianza; los Apóstoles los de la Nueva en la Sangre de Cristo. He ahí la enorme responsabilidad de los que teniendo que estar a la altura de su misión y al día en las doctrinas heterodoxas modernas, que con la pretensión de dar respuestas a las preguntas más inquietantes del hombre, le desorientan quizá para toda la vida, presentándole un tipo nuevo de hombre, un esquema falseado de la familia, fundado en el progreso de la ciencia y de la antropología y creando en ellos una conciencia que creen nueva, avanzada, y más acorde con la espontaneidad de la carne. Jesús anhela que el hombre se deje conducir por la espontaneidad del Espíritu, pero para eso tiene que mortificar la de la carne, y por eso increpa al espíritu: “Sal del muchacho y no vuelvas nunca más a entrar en él” (Mc 9,25). "Esta clase de demonios sólo se lanza clon oración y ayuno".

7. “Rogad al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies”. Como esta misión empeñativa, no es una empresa puramente humana y temporal y el principal y mayor interesado es el Señor, es él quien tiene que enviar trabajadores. A él hay que pedirle que los envíe. “Nunca es más útil el sacerdote al pueblo que cuando está de rodillas ante el sagrario” dijo Pío XII.

8. No deja de sugerir una contradicción que siendo tan necesaria la evangelización y tan universal el hambre de Dios, limite Jesús a los apóstoles el territorio: tienen que ir a las ovejas descarriadas de Israel, y les prohibe ir a tierra de paganos y entrar en las ciudades de Samaría. La misión es universal, pero la lección es pedagógica: Reunir a los de casa, santificar a los de Israel, que es el pueblo sacerdotal, de cuya santidad y rectitud depende su eficacia en el mundo. “Sois la sal del mundo. Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se la salará?" (Mt 5,13).

7. Con el salmo 99 nos profesamos su pueblo y ovejas de su rebaño, por lo cual aclamamos al Señor y le servimos con alegría, porque él por misericordia nos hizo y somos, por lo tanto, suyos. El salmo, que tiene un marcado carácter litúrgico, es una doxología poblada de lirismo, era cantada en procesión de alabanza y acción de gracias. Con él, convocamos a toda la tierra, "también a los extranjeros que se acercan al Señor para servirle y amar su nombre, porque su casa es casa de oración para todos los pueblos" (Is 56,6). Con el salmo damos gracias por los beneficios que hemos recibido a través de la historia, pues el Señor ha cambiado nuestro modo de ser porque es bueno y fiel a sus promesas. "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros" Romanos 5,6.

8. Ofrezcámonos a ayudarle aliviando la penuria de trabajadores, para que colaborando con el Espíritu, llegue más pronto su reino al mundo. Y “roguemos al Señor de la mies, que mande trabajadores a su mies". Que "curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, arrojen demonios". Con la fuerza del Espíritu, que emana de su más íntima unión con el, derribados los muros de las pasiones, en total pureza y santidad, confiando más en la oración que en sus talentos humanos. Y que lo hagan gratis, es decir, sin esperar recompensas, sin miras humanas, sin discordias ni rivalidades, sin resentimientos ni envidias, con vocación y entrega, sin horas de ministerio como los asalariados, que no las tuvo Cristo, ni los santos. Entregados y generosos, con cariño y entrañas maternas. Trabajadores ministeriales que ofrezcan el sacrificio por la Iglesia y por el mundo. Trabajadores religiosos que se inmolen y se gasten y desgasten generosamente y con gratuidad, a lo San Pablo (2 Cor 12,15). Trabajadores laicos en el hogar, en la familia, en el trabajo, en la oficina, en la amistad, en el dolor y en la enfermedad. Trabajadores que aproximen el Reino de Dios para que todo el mundo se salve.

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