Por CAMINO MISIONERO
Evangelio
Mt 8,28-34
28 Al llegar a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. 29 Y se pusieron a gritar: "¡No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?"
30 A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo. 31 Los demonios suplicaron a Jesús: "Si nos expulsas, envíanos a esa piara de cerdos." Jesús les dijo:
"Vayan". 32 Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia el lago por la pendiente, y allí se ahogaron.
33 Los cuidadores huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con los endemoniados. 34 Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.
* * *
El Evangelio de hoy nos trae una imagen de Jesús bastante fuerte.
Jesús con su sola presencia incomoda al pecado. Su caminar en medio del pueblo, ocasiona que el mal reaccione. En primer lugar reconociéndolo a Jesús como el Hijo de Dios y luego rechazándolo, y finalmente abdicando ante el poder que emana la persona de Cristo.
Por último el evangelista nos grafica la actitud de los pobladores del lugar hacia lo ocurrido. No quieren cambiar. No aceptan el desafío de conocer el bien, a pesar de tener que perder ciertos bienes para que así suceda. Se lamentan por los cerdos que ya no tienen, en lugar de glorificar al Señor por estas dos personas que tenían el mal mismo en sus cuerpos y ahora, fueron liberados por Jesús, devolviéndoles la alegría de vivir y sacandolos de entre los muertos del cementerio. Aunque deberíamos preguntarnos: ¿que fue lo que contaron los cuidadores a todo el pueblo? La desgracia de la pérdida del ganado? O el milagro que ocurrió ante sus ojos?
Más allá de la historicidad del relato o las argucias del evangelista para transmitir el mensaje, es muy claro lo que emana de Jesús en este fragmento del Evangelio: Liberación y Salvación del mal – malos transmisores del mensaje – Dureza de corazón y entendimiento ante la manifestación de Dios a los hombres.
Con la contemplación del evangelio del día de hoy tendremos que poner especial atención a nuestro proceder individual y comunitario a la hora de hacer carne el evangelio, ya que nuestros pecados y males arraigados, se han enquistado de manera tal, que pasan a ser parte de la cotidianidad. Pueden estar disfrazadas de muchas maneras, de comodidades materiales, de egoísmos esclavizantes, de interpretaciones erróneas de la realidad y del evangelio mismo, de murmuraciones de pasillos, de envidias y ansias de poder, en definitiva de cuantos matices se puedan encontrar en una comunidad cristiana, que estén teñidas de la ausencia de Caridad. El mal se disfraza y ya no nos parece mal, es más, lo aceptamos con ciertas frases armadas, que nos caen de maravillas para justificarnos ante nuestras miserias: “todos lo hacen”, “un poco no hace mal”, “yo lo manejo”, etc.
Y cuando Jesús se nos hace presente a través de su Palabra, de algún sacerdote, de algún integrante de nuestra comunidad o quizás de una persona en la misión, la primera impresión que tenemos es de molestia, porque nos sabemos errados, en falta y en lugar de discernir y orar lo nuevo que está ocurriendo, tendemos a defender y cuidar lo que ya tenemos armado. Aunque no nos damos cuenta, rechazamos el bien que esta haciéndose presente. No nos olvidemos nunca, que no somos perfectos, ni dueños de la verdad absoluta por el solo hecho de pertenecer a una comunidad cristiana, muy por el contrario, esa pertenencia nos debe llevar a tener los sentidos muy abiertos a recibir la Gracia de Cristo que se manifiesta de muy variadas maneras y a través de los que menos esperamos.
La mansedumbre y la capacidad de cambio, debe ser una prerrogativa urgente en nuestras vidas, ya que solo podremos llegar a tener comunidades renovadas, si los hombres que la componen se dejan renovar por Cristo, por su Amor y sus Enseñanzas. Nuestras puertas deben estar siempre abiertas, no negar la llegada a ningún hermano (tampoco la salida) ya que a través de ellos, la Luz puede estar llegando a nuestras comunidades, y el mal, que no es tonto, sabrá reconocerlo y no le quedará otro remedio que arrojarse lejos del lugar en el que le dejamos habitar. Varios santos repetían una frase que es muy válida para recordar: “Cuando echamos un demonio, éste arrastra a otros con él”.
Pidamos al Señor el ejercicio de tratar de flexibilizar nuestras posturas para que dejemos actuar el Amor dentro de nuestras comunidades, y así podamos salir al mundo a contarles lo que Jesús hizo por nosotros. Amen.
30 A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo. 31 Los demonios suplicaron a Jesús: "Si nos expulsas, envíanos a esa piara de cerdos." Jesús les dijo:
"Vayan". 32 Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia el lago por la pendiente, y allí se ahogaron.
33 Los cuidadores huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con los endemoniados. 34 Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.
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El Evangelio de hoy nos trae una imagen de Jesús bastante fuerte.
Jesús con su sola presencia incomoda al pecado. Su caminar en medio del pueblo, ocasiona que el mal reaccione. En primer lugar reconociéndolo a Jesús como el Hijo de Dios y luego rechazándolo, y finalmente abdicando ante el poder que emana la persona de Cristo.
Por último el evangelista nos grafica la actitud de los pobladores del lugar hacia lo ocurrido. No quieren cambiar. No aceptan el desafío de conocer el bien, a pesar de tener que perder ciertos bienes para que así suceda. Se lamentan por los cerdos que ya no tienen, en lugar de glorificar al Señor por estas dos personas que tenían el mal mismo en sus cuerpos y ahora, fueron liberados por Jesús, devolviéndoles la alegría de vivir y sacandolos de entre los muertos del cementerio. Aunque deberíamos preguntarnos: ¿que fue lo que contaron los cuidadores a todo el pueblo? La desgracia de la pérdida del ganado? O el milagro que ocurrió ante sus ojos?
Más allá de la historicidad del relato o las argucias del evangelista para transmitir el mensaje, es muy claro lo que emana de Jesús en este fragmento del Evangelio: Liberación y Salvación del mal – malos transmisores del mensaje – Dureza de corazón y entendimiento ante la manifestación de Dios a los hombres.
Con la contemplación del evangelio del día de hoy tendremos que poner especial atención a nuestro proceder individual y comunitario a la hora de hacer carne el evangelio, ya que nuestros pecados y males arraigados, se han enquistado de manera tal, que pasan a ser parte de la cotidianidad. Pueden estar disfrazadas de muchas maneras, de comodidades materiales, de egoísmos esclavizantes, de interpretaciones erróneas de la realidad y del evangelio mismo, de murmuraciones de pasillos, de envidias y ansias de poder, en definitiva de cuantos matices se puedan encontrar en una comunidad cristiana, que estén teñidas de la ausencia de Caridad. El mal se disfraza y ya no nos parece mal, es más, lo aceptamos con ciertas frases armadas, que nos caen de maravillas para justificarnos ante nuestras miserias: “todos lo hacen”, “un poco no hace mal”, “yo lo manejo”, etc.
Y cuando Jesús se nos hace presente a través de su Palabra, de algún sacerdote, de algún integrante de nuestra comunidad o quizás de una persona en la misión, la primera impresión que tenemos es de molestia, porque nos sabemos errados, en falta y en lugar de discernir y orar lo nuevo que está ocurriendo, tendemos a defender y cuidar lo que ya tenemos armado. Aunque no nos damos cuenta, rechazamos el bien que esta haciéndose presente. No nos olvidemos nunca, que no somos perfectos, ni dueños de la verdad absoluta por el solo hecho de pertenecer a una comunidad cristiana, muy por el contrario, esa pertenencia nos debe llevar a tener los sentidos muy abiertos a recibir la Gracia de Cristo que se manifiesta de muy variadas maneras y a través de los que menos esperamos.
La mansedumbre y la capacidad de cambio, debe ser una prerrogativa urgente en nuestras vidas, ya que solo podremos llegar a tener comunidades renovadas, si los hombres que la componen se dejan renovar por Cristo, por su Amor y sus Enseñanzas. Nuestras puertas deben estar siempre abiertas, no negar la llegada a ningún hermano (tampoco la salida) ya que a través de ellos, la Luz puede estar llegando a nuestras comunidades, y el mal, que no es tonto, sabrá reconocerlo y no le quedará otro remedio que arrojarse lejos del lugar en el que le dejamos habitar. Varios santos repetían una frase que es muy válida para recordar: “Cuando echamos un demonio, éste arrastra a otros con él”.
Pidamos al Señor el ejercicio de tratar de flexibilizar nuestras posturas para que dejemos actuar el Amor dentro de nuestras comunidades, y así podamos salir al mundo a contarles lo que Jesús hizo por nosotros. Amen.
Imágenes para contemplar
Jesús llegando ------------------Miembro nuevo en la comunidad
Dos endemoniados ------------- Dirigentes “dueños” de grupos
Cerdos al vacío ----------------- Hermanos que dejan la Iglesia por no estar de acuerdo
Los cuidadores ----------------- Misioneros mal formados e incoherentes en sus vidas
Pueblo ------------------------- Comunidad dividida
Dos endemoniados ------------- Dirigentes “dueños” de grupos
Cerdos al vacío ----------------- Hermanos que dejan la Iglesia por no estar de acuerdo
Los cuidadores ----------------- Misioneros mal formados e incoherentes en sus vidas
Pueblo ------------------------- Comunidad dividida
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3 comentarios:
Hermanitos sigan regalandonos esta chispa y fuerza para predicar.
Si gracias por este gran regalo.
Sobre el evangelio de hoy me gustaría indicar, que no debemos olvidar la realidad que el episodio de los endemoiados nos presente. Una realidad que no debemos confundir con el mal como concepto o resultado de la acción y decisión moral del hombre. Una realidad que nos presenta la acción de unos seres que luchan y se esfuerzan por alejarnos de Cristo y de la Verdad maravillosa en Él revelada. La realidad demoniáca es abordada por Jesús con plena naturalidad. De igual forma debemos reconocer los peligros que en nuestro camino la acción del enemigo supone en nuestras vidas: tentación, confusión, obsesión, depresión, incitación; son modos y formas con las que el enemigo tratará de alejarnos de Jesús, e intentará que no nos acerquemos a su presencia.
no se me habia ocurrido la imagen de verlo al señor llegando a nuestras comunidades en la persona de un nuevo inegrante- Creo que si actuamos de esa manera y lo sentimos realmente, nuestros grupos rebosarian de gentes, ya que seria muy agradable el recibimiento y acogida.
Gracias por este espacio.
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