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jueves, 3 de julio de 2008

Evangelio Misionero del Día: 04 de Julio de 2008

Por CAMINO MISIONERO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 9-13
Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: "Yo quiero misericordia y no sacrificios". Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

Comentario

En nuestro carácter de bautizados en el Espíritu Santo y difusores de la palabra debemos tener como iniciativa primera, la imitación a Cristo. Dicho de otro modo, debemos mirarnos en el espejo de Cristo, para realizar un adecuado discernimiento que nos lleve a buscar un modelo de seguidor de Jesús, tal y como Él nos lo pide.
No son pocas las oportunidades, arrastrados por las modas pasajeras y las euforias eclesiales, donde tenemos la tentación de adaptar a nuestros gustos y placeres, la respuesta que se nos solicita, desde el corazón mismo de Cristo.
Las objeciones son muchas y variadas. Razones de tiempo. De gustos. De celos a otros hermanos. De pereza. De comodidad... En fin, condicionamos nuestro seguimiento a nuestra voluntad personal. No lo ponemos en oración al Padre, para que sea Él el que manifieste su querer, por medio de Jesús, María y de cuanto hermano Él se sirva utilizar.
Nos falta docilidad y decisión. Fuerza y empuje. Pero no propios, por que eso no dura mucho, sino de lo que mana de la Gracia del Espíritu, quien es el único capaz de cambiar la nada en eternidad.
Sería como un llamado, dentro del llamado. A la voz de Jesús, se le suma la del Espíritu. Seguimiento y Apostolado. Entrega y Renuncia. Llamado y vocación específica.
¿Cómo hacerlo? ¿Dónde hacerlo? ¿Con quien hacerlo? ¿Cuándo hacerlo?
Son preguntas que debemos realizarnos en una oración profunda y perseverante. Difícilmente las respuestas sean inmediatas y mágicas. Es algo muy particular. Tanto a nivel personal, como a nivel comunitario. Lo único que debemos tener por seguro desde el principio, es que siempre hay (y habrá) algún lugar reservado por el Padre, para que cada uno (o cada grupo), encuentre su camino de salvación, caminando hacia su Reino.
Y no podemos dejar de contemplar dentro de este contexto, que Jesús, siempre tan delicado y Amante para con nosotros, nos va mostrando como debemos actuar. Es por eso, como decíamos al principio, debemos reflejarnos en su imagen.
En el evangelio que hoy meditamos, podemos tomar como enseñanza sublime, lo que es la expresión del Amor al prójimo. Jesús no juzga a la persona, sino que comparte con ella. A esa alma la saca de la exclusión a la que el mundo la ha sumergido, para ponerla en el centro de todo. Lo que la mayoría rechaza, Jesús acoge, ama y redime. Es su forma de salvar. Haciéndose sufrimiento con el sufrimiento del otro y convirtiéndose en alegría, con el bienestar del otro.
Tomemos su ejemplo para cuando salimos a proclamar el evangelio en las calles. No busquemos solamente a “la gente de la iglesia”, que sabemos de sobra, nos van a recibir y escuchar lo que le contemos. Vamos más allá, busquemos a nuestros hermanos separados. A los que no tienen religión. Y sobre todo, busquemos a esas personas que nadie busca, a las que todos rechazan, sean pobres o ricos, que vivan en un basural o en un hermoso barrio privado, Mateos o leprosos, pero que de una manera u otra son juzgados y sentenciados por la gente como “indignos”. Ellos son los preferidos de Jesús. Por ahí debemos guiar nuestro discernimiento misionero. A la voluntad del Padre y al ejemplo de Cristo.
Tratemos hoy de tomar un momento en nuestra jornada, y oremos nuestras actividades apostólicas, para ver si con ellas estamos respondiendo al llamado a ser corredentores con Cristo. Amen

Imagen para contemplar

Observemos la mesa donde está sentado Jesús. Tratemos de escuchar las conversaciones que tienen entre ellos y con Cristo. Busquemos contemplar el ambiente que se respira.
¿A quienes sentaríamos en esa mesa? ¿Familiares, amigos, indigentes, políticos, cartoneros.....?
¿Tendríamos un lugar en esa mesa?

1 comentario:

Anónimo dijo...

..muxas gracias por el comentario , me ayudó de mucho, precisamente en estos momentos de mi vida, necesito saber que el señor está a mi lado..muxas bendiciones:)