XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Lo conocen los sencillos

por Jesús Burgaleta
Palabra del Domingo. Homilías ciclo A. PPC. Madrid, 1983, pp. 164-167

¿No os animáis
a «bendecir» a Dios,
como Jesús,
porque ha revelado el Reino a los pequeños
y lo ha ocultado a los grandes,
a los sabios y a los poderosos?

¡Si,
Padre,
tal ha sido tu designio!

Bendito seas,
por el sentir del pueblo,
por la sabiduría de los pobres,
por el sentido profundo
de los hombres y mujeres
que han captado el evangelio.

Bendito seas,
el Dios que huye de los corazones orgullosos
y engreídos;
que se oculta a los que dominan,
que no tiene ni una palabra
para los que se estiman por encima de los otros.

¡Bendito seas Dios,
que ha escapado de las aulas,
de los libros,
de las clases ampulosas de los sabios;
de las bibliotecas,
de las discusiones,
de los seminarios científicos,
de los forums.

¡Bendito sea,
el que se revela en el libro de la vida,
el que se deja leer
en la acción de servicio al hermano,
el que está presente en la solidaridad
que rotura los caminos de los pueblos!

¡Bendito sea,
el que no está secuestrado por las curias y los templos,
el que se libera de la letra de las encíclicas
y de los credos;
el que no resiste la teología hueca,
ni las citas eruditas,
ni el orgullo
de los que se creen con talento!

¡Bendito el que está escrito en los limpios de corazón
como una carta permanente del Espíritu!
¡Bendito el que deja su Mensaje
en la aurora,
en los montes
y en los ríos!
¡Bendito el que habla en la brisa,
en las minas,
en los surcos abiertos,
en la tierra labrada con el sudor del campesino!

¡Bendito sea,
el que no está en los documentos diplomáticos;
el que llama al pan, pan,
y al vino, vino;
el que no necesita que los doctos
se lo enseñen a los sencillos:
se lo reconoce en el pan compartido
y en la copa del amigo!

¡Bendito sea el Dios
que está en los corazones
de los hombres humildes
y en las manos
de las mujeres del pueblo!
…Ese Dios del que sabe más
cada hombre sencillo,
que todos los altaneros.
–Saber que es gusto,
gozo íntimo,
recreo;
saber que es agua fresca,
pañuelo que enjuga el rostro,
refrán del pueblo
que dice en un instante
lo que no logran plasmar libros enteros–.

¡Bendito sea Dios
que está en los pobres,
en los que lloran,
en los que sufren!
¡Bendito eres
en el que ayuda a liberarse,
en el que tiene hambre y sed de la justicia
y en el que hace la paz sobre la tierra!

¡Sí, Padre, Bendito seas!
A las gentes sencillas
has manifestado tu Rostro
y has descubierto tu Vida.
¡Qué fracaso el tuyo,
con los sabios
y las gentes engreídas!