Publicado por Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt
Ntra. Sra. del Carmen, Madre y Reina de Chile
Jdt 13, 18-20ª; 1 Tim 2, 1-8; Jn 19, 25-27.
(o bien: 1 Rey 18, 1-2ª. 41-46; Hech 1, 12-14; Jn 2, 1-11)
Jdt 13, 18-20ª; 1 Tim 2, 1-8; Jn 19, 25-27.
(o bien: 1 Rey 18, 1-2ª. 41-46; Hech 1, 12-14; Jn 2, 1-11)
A. En nuestra Patria se celebra hoy la solemnidad externa de Ntra. Sra. Del Carmen. ¿Cuál es la razón de esta celebración? Esta advocación de María, la Madre de Dios, está tan unida a la historia de la Patria que no nos podemos imaginar un mes de la Patria sin celebrar a nuestra Patrona, la Madre y Reina de Chile. El adjetivo “externa” que juntamos a esta solemnidad, nos puede indicar un gran peligro que siempre está latente y que puede convertirse en un gran desafío para nosotros. El peligro es que celebraciones externas nos pueden llevar a una devoción mariana externa y superficial que no tienen ninguna repercusión en nuestra vida. Incluso expresiones populares que observamos en lugares de peregrinación mariana, muchas veces ven a María exclusivamente como la Madre que protege a sus hijos, la Madre que da el pan y el trabajo, la Madre que se encarga de todas mis necesidades y anhelos; pero si ella no me pide un cambio de mi vida desordenada y disipada, entonces nos damos cuenta que esto no puede ser el verdadero amor a María; puede tener sus valores pero es como una devoción de un principiante.
B. Es cierto que debemos trabajar toda nuestra vida para madurar en nuestra relación con la Santísima Virgen. Pero un día tenemos que comenzar y después seguir fielmente hasta conquistar la verdadera devoción mariana que encontramos en los santos de nuestra Patria.
1. La Madre de Dios no solamente me tiene que proteger y guiar, sino queremos asemejarnos a ella: “Aseméjanos a ti y enséñanos caminar por la vida tal como tú lo hiciste: fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo preparándolo para Cristo Jesús”. Dos rasgos podemos descubrir en la imagen de María que nos enriquecen, si miramos con los ojos de nuestra fe:
a) En la imagen de María descubrimos la grandeza y gloria del eterno Dios. La Madre de Dios es un espejo del mismo Dios. También nosotros debemos llegar a ser un espejo de Dios. Mirando la imagen de María subimos al mundo de Dios y dejamos atrás las pequeñeces de nuestra vida. Incluso ella es un espejo de la Sma. Trinidad por su relación especial con las tres personas en Dios: La descubrimos como la singular hija de Dios Padre, como la Madre y Esposa del Hijo y Templo excelso del Espíritu Santo. Dios nos ha regalado una imagen grande de María que nos puede sacar de la estrechez de nuestra vida para subir por María a la grandeza y gloria de Dios.
b) La Madre de Dios no solamente es un espejo de la grandeza y gloria de Dios, sino también un espejo de la grandeza y gloria que Dios tienen previsto para nosotros. Si yo quiero ver el plan que Dios en su amor ha proyectado de mi vida, basta con mirar a la Madre de Dios. María es la perfecta versión femenina de la vida de Jesús. Si quiero conocer mi vocación y mi misión, basta con mirar la imagen de la Madre de Dios. Ella es la imagen ideal de la mujer. Por eso es nuestra petición: aseméjanos a ti...
2. Pero hay algo más en nuestra relación con la Madre de Dios y es lo que expresamos con el título “Reina de Chile”. El fundamento de este título es la participación de María en la obra de la redención. Ya los primeros Padres de la Iglesia (Justino e Ireneo) descubren una coincidencia entre la creación y la redención como nueva creación. San Pablo nos habla de Cristo como nuevo Adán. Y los Padres mencionados agregaron el paralelo Eva y María. La tarea que Eva cumplió frente a Adán encuentra un paralelo en la relación de María con Jesús. Eva aparece como ayuda de Adán del mismo valor y de la misma dignidad para completarlo porque no está completo. María es la representante del género humano que da su SI al plan de la redención y la encarnación del Verbo, del Hijo de Dios. Para esto hay que completar la imagen idílica de la Madre con el Niño en sus brazos con la de la Madre Dolorosa al pie de la Cruz o la de la Pietá con el Hijo muerto en sus brazos. Incluso, más adelante, ella sigue prestando ayuda al Hijo de Dios en la hora del nacimiento de la Iglesia en Pentecostés. Y ahora, está a disposición de toda la Iglesia de Cristo, como Reina del universo al lado de su Hijo en el cielo.
C. Ella es servidora y colaboradora permanente de su Hijo y, para poder cumplir con esta su misión, busca instrumentos humanos. La Reina necesita de sus vasallos. La Madre conquista mi corazón, su imagen la descubro con la cabeza y la Reina apela mi voluntad, para ponerme al servicio de su gran misión que apunta a una patria cristiana por ser mariana. Es una bellísima tarea para toda la vida. Amén. JF.
B. Es cierto que debemos trabajar toda nuestra vida para madurar en nuestra relación con la Santísima Virgen. Pero un día tenemos que comenzar y después seguir fielmente hasta conquistar la verdadera devoción mariana que encontramos en los santos de nuestra Patria.
1. La Madre de Dios no solamente me tiene que proteger y guiar, sino queremos asemejarnos a ella: “Aseméjanos a ti y enséñanos caminar por la vida tal como tú lo hiciste: fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo preparándolo para Cristo Jesús”. Dos rasgos podemos descubrir en la imagen de María que nos enriquecen, si miramos con los ojos de nuestra fe:
a) En la imagen de María descubrimos la grandeza y gloria del eterno Dios. La Madre de Dios es un espejo del mismo Dios. También nosotros debemos llegar a ser un espejo de Dios. Mirando la imagen de María subimos al mundo de Dios y dejamos atrás las pequeñeces de nuestra vida. Incluso ella es un espejo de la Sma. Trinidad por su relación especial con las tres personas en Dios: La descubrimos como la singular hija de Dios Padre, como la Madre y Esposa del Hijo y Templo excelso del Espíritu Santo. Dios nos ha regalado una imagen grande de María que nos puede sacar de la estrechez de nuestra vida para subir por María a la grandeza y gloria de Dios.
b) La Madre de Dios no solamente es un espejo de la grandeza y gloria de Dios, sino también un espejo de la grandeza y gloria que Dios tienen previsto para nosotros. Si yo quiero ver el plan que Dios en su amor ha proyectado de mi vida, basta con mirar a la Madre de Dios. María es la perfecta versión femenina de la vida de Jesús. Si quiero conocer mi vocación y mi misión, basta con mirar la imagen de la Madre de Dios. Ella es la imagen ideal de la mujer. Por eso es nuestra petición: aseméjanos a ti...
2. Pero hay algo más en nuestra relación con la Madre de Dios y es lo que expresamos con el título “Reina de Chile”. El fundamento de este título es la participación de María en la obra de la redención. Ya los primeros Padres de la Iglesia (Justino e Ireneo) descubren una coincidencia entre la creación y la redención como nueva creación. San Pablo nos habla de Cristo como nuevo Adán. Y los Padres mencionados agregaron el paralelo Eva y María. La tarea que Eva cumplió frente a Adán encuentra un paralelo en la relación de María con Jesús. Eva aparece como ayuda de Adán del mismo valor y de la misma dignidad para completarlo porque no está completo. María es la representante del género humano que da su SI al plan de la redención y la encarnación del Verbo, del Hijo de Dios. Para esto hay que completar la imagen idílica de la Madre con el Niño en sus brazos con la de la Madre Dolorosa al pie de la Cruz o la de la Pietá con el Hijo muerto en sus brazos. Incluso, más adelante, ella sigue prestando ayuda al Hijo de Dios en la hora del nacimiento de la Iglesia en Pentecostés. Y ahora, está a disposición de toda la Iglesia de Cristo, como Reina del universo al lado de su Hijo en el cielo.
C. Ella es servidora y colaboradora permanente de su Hijo y, para poder cumplir con esta su misión, busca instrumentos humanos. La Reina necesita de sus vasallos. La Madre conquista mi corazón, su imagen la descubro con la cabeza y la Reina apela mi voluntad, para ponerme al servicio de su gran misión que apunta a una patria cristiana por ser mariana. Es una bellísima tarea para toda la vida. Amén. JF.
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