T E X T O S
DEL PROFETA ISAÍAS (55:6-9-)Buscad al Señor mientras se le encuentra, llamadle mientras está cercano; que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos - oráculo del Señor -.
Como el cielo es más alto que la tierra, Mis caminos son más altos que los vuestros, Mis planes que vuestros planes.
DE LA CARTA DE PABLO A LOS FILIPENSES ( 1:20-27)
Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en esta vida mortal significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en esta vida es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
DEL EVANGELIO DE MATEO (20:1-16)
En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que os estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño le dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, esperaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
El amo replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia: ¿No nos ajustamos en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
EL TEXTO DE ISAÍAS
"El Señor, rico en perdón", "mis caminos y vuestros caminos"... El texto acompaña con perfección el mensaje del evangelio. Es el final del "Segundo Isaías", escrito hacia el año 553 - 539, en Babilonia, fruto de la predicación de un profeta de la escuela de Isaías, que predicó a Israel en el destierro.
La misión de estos sermones es anunciar al pueblo que el Señor les devolverá a la tierra, pero no por medio de fuerzas políticas sino por el camino de la conversión. "Volved al Señor, y volveréis a la tierra. Vosotros no sabéis cómo, pero el Señor tiene sus caminos y cuidará de vosotros si le sois fieles." Los versos siguientes son:
Como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
.......
que escuchábamos en la primera lectura del Domingo 15º.
Con estos versos cobran más sentido los anteriores. Los planes del Señor soncelestiales, pero eficaces. No sabe Israel cómo se fecunda el suelo por la lluvia, las semillas parecen muertas en el sequedal, pero de ellas brotará la vida a su tiempo, un tiempo que no depende de la voluntad del ser humano.
No es la voluntad del ser humano la que conduce la historia, aunque lo parezca. No está Dios ausente de la Historia, sino que sigue caminos que no entendemos, pensamientos que son más altos que los nuestros.
EL TEXTO DE FILIPENSES
Hasta el domingo anterior hemos ido leyendo fragmentos de la carta a los romanos. De aquí en adelante (hasta el Domingo 29º) leeremos la carta a los Filipenses, los cristianos de la ciudad de Filippos. Según Hechos 16, Filipos, en Macedonia, fue la primera ciudad europea visitada por Pablo, quizá la primera ciudad europea en recibir la Buena Noticia.
(Hacia el año 49)
Allí se formó una comunidad cordial y generosa, que fue siempre muy querida por Pablo. La carta, escrita hacia el año 59 y probablemente desde Éfeso, se escribe para acompañar a un mensajero de Pablo, Epafrodito, y anunciarles que les va a enviar a Timoteo. Se aprovecha la ocasión para hacer una serie de consideraciones personales, pues Pablo está al parecer preso y se explaya con los de Filipos ("para mí la vida es Cristo y morir es ganancia"). Sin gran unidad, la carta tiene pasajes muy bellos, y muy conocidos por su uso en nuestra Eucaristía.Fue siempre una comunidad cristiana muy querida por Pablo. La carta fue escrita, probablemente, el año 54 desde Éfeso, aunque algunos autores la fechan en el año 60, desde Roma.
Hoy leemos un magnífico texto, que nos muestra algo del alma mística de Pablo, enamorado de Jesús y ansioso por verle, por estar con Él. Esta misma idea "Deseo ser liberado y estar con Cristo" está presente en Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola... en fin, de todos aquellos que, enamorados de Jesús, suspiran por el día en que puedan encontrarse, finalmente, cara a cara con Él.
Es un magnífico mensaje, muy especialmente para nosotros, que vemos generalmente la muerte con tanto recelo y, desde luego, más como algo temible que como un encuentro definitivo y feliz con Dios.
EL EVANGELIO DE MATEO.
Es una característica parábola paradójica, cuya fuerza reside sobre todo en lo sorprendente del relato, y su peligro en que entendamos el cuento como mensaje y no como soporte del mensaje. Nos viene muy bien para mejorar nuestro conocimiento del género parabólico.
El relato está perfectamente ambientado en las costumbres de la época, en su planteamiento. Naturalmente, a todo el mundo le va extrañando que mande obreros a la viña cada vez más tarde, y a última hora. Esto forma parte de "la intriga" del relato, que va captando la atención del auditorio. Cuando llega la hora de pagar, viene la sorpresa.
Ciertamente, no se hace injusticia a nadie, pero hoy diríamos que se hace un "agravio comparativo". Hasta aquí, solamente hay relato: Dios no hace injusticias, pero tampoco agravios comparativos; el mensaje no va por ahí. El final de la parábola nos puede dar una pista para entender el mensaje; la cuestión de "últimos y primeros", es decir, la cuestión de nuestras maneras de juzgar y valorar, y las maneras de juzgar y valorar de Dios mismo. Los que para nosotros son los últimos, los de la última hora, quizá sean para Dios los primeros. Los que para nosotros son los primeros, los de la primera hora, quizá sean para Dios últimos.
Las dos aplicaciones que los contemporáneos podían sacar inmediatamente de la parábola, una vez superada la sorpresa, serían sin duda:
Una interpretación “inmediata”, la sorpresa, incluso el rechazo, tan típicos del impacto que las parábolas producían, y de lo que pretendía el mismo Jesús: sus parábolas empiezan por algo conocido, razonable, aceptable, y de pronto dan un giro y sorprenden, incluso escandalizan. Quizás algunas buenas personas pensaron: “¡menos mal!, esos pobres desgraciados podrán llevar pan a sus familias esa noche, por que el amo es generoso”. Pero sin duda la mayoría pensarían: “no hay derecho, debería pagar más a los primeros”. Y ahí está precisamente el mensaje de Jesús, en esa sorpresa, porque el Reino no es simplemente razonable, porque “mis pensamientos no son vuestros pensamientos”.
Una segunda aplicación, muy en consonancia con el mensaje de Jesús: los últimos en llegar son los gentiles, que van a ser igualados con Israel en la Iglesia y en el Reino. No olvidemos que este es un fragmento de Mateo, y que el evangelio de Mateo se escribe para una comunidad de procedencia judaica, en la que sin duda podría haber resistencias fuertes a la equiparación de judíos y gentiles para incorporarse a la Iglesia.
(No hay paralelo a este pasaje en los otros evangelistas).
Y, por encima de lo que aquéllos entendieran, lo que podemos entender nosotros: la incorporación al Reino y la relación con Dios no es cuestión de méritos ni de justicia, es cuestión de que "el amo es bueno". Todos reciben, sin duda, pero el Reino es un don que no se merece. Ni el conocimiento de Dios ni el perdón se merecen ni se pagan. La relación con Dios se basa en que Dios ama, es decir, obra muy por encima de la justicia; y nosotros amamos, es decir, nos movemos muy por encima de la justicia, del mérito, la culpa, el premio o el castigo.
Nuestros caminos y nuestros planes: violencia, predominio del más fuerte, marginación del débil, instalación en la comodidad de esta vida, disfrutar de lo presente... Razonando un poco más humanamente llegamos hasta pensar en justicia, socorrer algo a los necesitados (sin perder nuestro status), moderar las comodidades con un poco de austeridad, disfrutar de cosas más sencillas...
Y, más allá, Jesús, sus caminos y sus planes. "El Reino de Dios se parece..." empezaba la parábola. Es decir, no se parece a nada de lo que piensa la humanidad en general, y muy poco a lo que nosotros pensamos. Desde luego, no se parece a la violencia, pero ni siquiera a la justicia. No se parece al lujo, pero ni siquiera al moderado disfrute de esta vida. No se parece a ganar, triunfar, destacar, ser famoso... Todas esas cosas no son primeras; son últimas, muy últimas, en el Reino de Dios.
El que vive en el Reino de Dios está por encima de la justicia, en sus relaciones con Dios y en sus relaciones con los demás. Si manejamos aún los viejos conceptos de pecado como culpa, virtud como mérito, premio-castigo, justos y pecadores ... estamos aún lejos del Reino. Dios no piensa así, no son esos sus pensamientos.
Si juzgamos a los demás, les damos para que nos den o porque nos dan, amamos a los que nos aman, perdonamos solamente a algunos, damos sólo dinero y de lo que nos sobra... estamos aún lejos del Reino. Si pensamos que nosotros, la iglesia, somos los primeros en el Reino, y los que no conocen a Jesús ni a Dios son últimos; si pensamos que el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los que vamos a misa los domingos... son primeros en el reino; si miramos a los niños, a los discapacitados, a los menos dotados, como últimos, como menos personas... Si pensamos que los que van de cooperantes al tercer mundo van como salvadores, a dar porque los otros no tienen, si pensamos que Occidente es el Bien y el Maestro... Si seguimos creyendo que los bienes materiales son signo de la bendición de Dios, si miramos las enfermedades como castigo o como prueba, si nuestra oración consiste en pedir a Dios que colabore a que se haga nuestra voluntad por encima de la suya... Si todas o algunas de estas cosas pasan por nuestro espíritu, o son la tónica de nuestro espíritu, estamos lejos del Reino. Lo malo es que en el fondo de nuestro espíritu no hemos tragado aún que somos nosotros los últimos del Reino, aunque conozcamos a Jesús o quizá precisamente por eso. La más inquietante de las frases de Jesús es sin duda: "Las prostitutas y los publicanos os llevan ventaja en el Reino de Dios". Porque, confesándolo o no, nosotros nos sentimos antes que toda esa gente en el Reino de Dios.
1.- Pensar en mí, viñador de la primera hora, que tuve fe antes que uso de razón, que recibí la Eucaristía antes de tener fe, alimentado con la Palabra antes de saber leer...
mirar mi vida como un derroche de gracia de Dios. Sentirme querido, cuidado y mimado por mi Padre, sentirme bien por estar invitado al Reino, sentir agradecimiento. No tengo méritos, todo es don de mi Padre. Ponerme ante Dios como soy, sentirme puro regalo suyo. Sentir mi vida así.
2.- Contemplar a Jesús sorprendente, dejando estupefactos a los que le escuchan. Disfrutar de su verdad, de que Él sí que sabe, de Dios, de las personas, de la vida...
Y decirle, desde el fondo del corazón: "Tú sí que tienes palabras de vida eterna".
3.- Releer el texto de Pablo. "Para mí, la muerte es una ganancia". "Por mi parte, deseo partir, ser liberado y estar con Cristo". "Si me quedo aquí es porque hay trabajo que hacer..."
Quedarse admirado de la fuerza de la fe de este hombre, que le hace ver la vida tan clara, la muerte tan clara, tan claro el sentido de todo. Vida durísima, muerte decapitado, y en todo "en la vida y en la muerte, somos del Señor"... Para mí, vivir es Cristo, y morir ganancia. Y sentir envidia de esa claridad, de ese convencimiento, de ese amor a Jesús. Y pedirla para nosotros.
Nos despedimos con el Cántico de María, perfecto ejemplo del que se siente último en el Reino, himno al Señor que mira al corazón y no juzga primeros a los poderosos sino a los más sencillos.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque se ha fijado en la humildad de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
Porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, su nombre es "Santo".
Su misericordia continúa con sus fieles de generación en generación.
Extiende su brazo poderoso, desbarata los planes de los soberbios; derriba a lo poderosos de sus tronos y ensalza a los humildes; colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.
Él socorre a Israel su siervo recordando su lealtad, como prometió a nuestros padres,
en favor de Abraham y su linaje para siempre.
QUIZÁ OS VENGA BIEN EL ARTÍCULO QUE SOBRE EL MISMO TEMA PUBLIQUÉ EN EL
MENSAJERO, SETIEMBRE 2002.
LOS VIÑADORES DE LA HORA UNDÉCIMA.
A usted ya muchas personas se les ha atragantado siempre esta parábola. Hay dos parábolas de Jesús que suelen atragantarse: la del administrador infiel, porque algunos piensan que Jesús está recomendando que hagamos trampas, y ésta, la de los viñadores de la última hora, porque el comportamiento del dueño de la viña nos parece evidentemente injusto. ¿Cómo puede estar bien que se pague lo mismo a los que han aguantado todo el día en la viña, sudando y agotándose, que a los que llegaron al caer el sol y casi ni rompieron a sudar? ¿Qué clase de justicia tiene Jesús en la cabeza?
La historia, que empezó siendo normal, se iba volviendo cada vez menos creíble. No es normal que un amo esté todo el día mandando obreros a la viña, la gente empezaría a sorprenderse... pero luego, a la hora de pagar, ¡resulta que a todos les paga lo mismo! Y ahora sí que la gente se identificaría mucho con los que trabajaron todo el día y protestaron, Y no les convencería nada la explicación del amo:
"Quedé contigo en un denario, ¿no?, pues ahí lo tienes, Si quiero darle a este otro un denario, a ti no te hago injusticia: ¿ vas a ser tú envidioso porque yo soy generoso?".
Ni los trabajadores de la primera hora, ni la gente que escuchó a Jesús, ni usted están muy de acuerdo con esta solución Y esto es lo que quería Jesús, exactamente esto: que la gente se sorprendiera, que usted se sorprenda. Jesús no está diciendo que esta actuación es justa, no; Jesús sabe muy bien lo importante de ser justo en la retribución del trabajo. Él mismo ha sido un trabajador manual, probablemente también a sueldo. Sabe que la hermandad de los trabajadores se funda en la justicia, en que el vago no cobre, en que el que trabaje más cobre más. Jesús no es un ingenuo, sabe de qué habla; Jesús sabe que el dueño de la viña no ha actuado justamente.
También en la parábola del administrador tramposo sabía perfectamente que su comportamiento no estaba nada de bien. En aquella parábola no estaba recomendando que hagamos trampas, y en esta no está recomendando que seamos injustos en los salarios, ¡estaría bueno! Pero sí está intentando sorprendernos, para que entendamos algo más importante aún.
Jesús no está hablando de los oficios, de los sueldos, de los obreros: Jesús está hablando de Dios, y de cómo es el Reino de Dios. En los oficios, en el trabajo, en los sueldos, la justicia es muy importante. En el Reino, también: pero no basta con la justicia: hay más, hay mucho más que la justicia. También es normal que creamos que Dios es justo: pero Dios es más, muchísimo más que justo.
Nuestras enseñanzas sobre Dios siempre han entendido que Dios es justo y misericordioso. Es decir, ante todo justo, pero con cierta tendencia a la benevolencia.
Es todo lo que podemos imaginar de un juez bondadoso. Pero al aplicarlo a Dios, esto se queda corto. Dios es justo porque es misericordioso, Dios es misericordioso porque es justo.
Lo más justo que hace Dios es perdonar, porque sabe de qué barro estamos hechos, porque sabe que no somos culpables sino víctimas del pecado. Dios no es verdugo de culpables, sino médico de enfermos. El médico no castiga, se esfuerza por curar: ésa es la justicia de un buen médico, curar. Jesús no castiga a los endemoniados que gritan y muerden y rompen, los libera de sus demonios. Jesús no aplica a los leprosos la justa Ley que manda apartarse de ellos. Rompe la ley y se acerca y los toca, para curar. Sí, Jesús no es justo porque cumple la Ley, sino porque es compasivo.
El amo de la viña era también generoso, y compasivo: le dieron pena aquellos desgraciados a los que nadie había contratado y se iban a marchar a casa con cuatro perras, sin poder comprar ni pan para sus hijos: y les dio más, porque su corazón era generoso y los otros estaban muy necesitados. Si los otros trabajadores fuesen inteligentes, se alegrarían: quizá otro día ellos mismos serían los de la última hora; es bueno saber que hay buena gente por el mundo, que no vive de la seca justicia.
En todos estos temas, entenderemos mucho mejor el mensaje si nos situamos en un punto de vista correcto. Piense en lo de la adúltera, el buen ladrón, Pedro, esta misma parábola.
En el caso de la adúltera, a los legistas sin duda les pareció mal: si usted fuera uno de ellos, le parecería mal. Pero si usted fuese la mujer, ¿cómo se sentiría?
El caso del buen ladrón es escandaloso: un perdón gratuito, sin pagar nada por sus delitos … si usted fuese la madre del buen ladrón ¿qué le parecería?
Lo mismo en el caso de Pedro, lo mismo en la parábola de hoy. Si usted fuese un viñador que ha sudado todo el día, a lo mejor se va a su casa lleno de rencor. Pero si usted fuese la mujer, o los hijos, de los de la hora undécima, que esperaban al caer el sol a ver si ese día podrían comer … ¿qué le parecería?
Y es que Jesús está diciendo que Dios piensa y siente como la madre del condenado a muerte, como la mujer del viñador tardío … Jesús está hablando de cómo es el corazón de Dios.
Y usted, y yo, nos alegramos de saber cómo es Dios: Dios es mucho más que simplemente justo. Dios es como el padre del hijo pródigo, que no hizo justicia, no exigió restitución, no actuó sensatamente; se volvió loco de alegría porque había recuperado al hijo que ya daba por muerto. Y usted, y yo, que en nuestra vida cotidiana nos vemos obligados a vivir en el ámbito de la seca justicia, y que incluso tantas veces echamos de menos que haya justicia en el mundo, que no la hay, descubrimos que Jesús va aún más allá: la justicia es necesaria... pero es sólo los cimientos del Reino. Más allá está el mundo soñado por Jesús, en el que reina la fraternidad, que es infinitamente superior a la justicia. Porque Dios es así, porque sólo Él es justo.
Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos - oráculo del Señor -.
Como el cielo es más alto que la tierra, Mis caminos son más altos que los vuestros, Mis planes que vuestros planes.
DE LA CARTA DE PABLO A LOS FILIPENSES ( 1:20-27)
Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en esta vida mortal significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en esta vida es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
DEL EVANGELIO DE MATEO (20:1-16)
En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que os estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño le dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, esperaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
El amo replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia: ¿No nos ajustamos en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
TEMAS Y CONTEXTOS
EL TEXTO DE ISAÍAS
"El Señor, rico en perdón", "mis caminos y vuestros caminos"... El texto acompaña con perfección el mensaje del evangelio. Es el final del "Segundo Isaías", escrito hacia el año 553 - 539, en Babilonia, fruto de la predicación de un profeta de la escuela de Isaías, que predicó a Israel en el destierro.
La misión de estos sermones es anunciar al pueblo que el Señor les devolverá a la tierra, pero no por medio de fuerzas políticas sino por el camino de la conversión. "Volved al Señor, y volveréis a la tierra. Vosotros no sabéis cómo, pero el Señor tiene sus caminos y cuidará de vosotros si le sois fieles." Los versos siguientes son:
Como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
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que escuchábamos en la primera lectura del Domingo 15º.
Con estos versos cobran más sentido los anteriores. Los planes del Señor soncelestiales, pero eficaces. No sabe Israel cómo se fecunda el suelo por la lluvia, las semillas parecen muertas en el sequedal, pero de ellas brotará la vida a su tiempo, un tiempo que no depende de la voluntad del ser humano.
No es la voluntad del ser humano la que conduce la historia, aunque lo parezca. No está Dios ausente de la Historia, sino que sigue caminos que no entendemos, pensamientos que son más altos que los nuestros.
EL TEXTO DE FILIPENSES
Hasta el domingo anterior hemos ido leyendo fragmentos de la carta a los romanos. De aquí en adelante (hasta el Domingo 29º) leeremos la carta a los Filipenses, los cristianos de la ciudad de Filippos. Según Hechos 16, Filipos, en Macedonia, fue la primera ciudad europea visitada por Pablo, quizá la primera ciudad europea en recibir la Buena Noticia.
(Hacia el año 49)
Allí se formó una comunidad cordial y generosa, que fue siempre muy querida por Pablo. La carta, escrita hacia el año 59 y probablemente desde Éfeso, se escribe para acompañar a un mensajero de Pablo, Epafrodito, y anunciarles que les va a enviar a Timoteo. Se aprovecha la ocasión para hacer una serie de consideraciones personales, pues Pablo está al parecer preso y se explaya con los de Filipos ("para mí la vida es Cristo y morir es ganancia"). Sin gran unidad, la carta tiene pasajes muy bellos, y muy conocidos por su uso en nuestra Eucaristía.Fue siempre una comunidad cristiana muy querida por Pablo. La carta fue escrita, probablemente, el año 54 desde Éfeso, aunque algunos autores la fechan en el año 60, desde Roma.
Hoy leemos un magnífico texto, que nos muestra algo del alma mística de Pablo, enamorado de Jesús y ansioso por verle, por estar con Él. Esta misma idea "Deseo ser liberado y estar con Cristo" está presente en Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola... en fin, de todos aquellos que, enamorados de Jesús, suspiran por el día en que puedan encontrarse, finalmente, cara a cara con Él.
Es un magnífico mensaje, muy especialmente para nosotros, que vemos generalmente la muerte con tanto recelo y, desde luego, más como algo temible que como un encuentro definitivo y feliz con Dios.
EL EVANGELIO DE MATEO.
Es una característica parábola paradójica, cuya fuerza reside sobre todo en lo sorprendente del relato, y su peligro en que entendamos el cuento como mensaje y no como soporte del mensaje. Nos viene muy bien para mejorar nuestro conocimiento del género parabólico.
El relato está perfectamente ambientado en las costumbres de la época, en su planteamiento. Naturalmente, a todo el mundo le va extrañando que mande obreros a la viña cada vez más tarde, y a última hora. Esto forma parte de "la intriga" del relato, que va captando la atención del auditorio. Cuando llega la hora de pagar, viene la sorpresa.
Ciertamente, no se hace injusticia a nadie, pero hoy diríamos que se hace un "agravio comparativo". Hasta aquí, solamente hay relato: Dios no hace injusticias, pero tampoco agravios comparativos; el mensaje no va por ahí. El final de la parábola nos puede dar una pista para entender el mensaje; la cuestión de "últimos y primeros", es decir, la cuestión de nuestras maneras de juzgar y valorar, y las maneras de juzgar y valorar de Dios mismo. Los que para nosotros son los últimos, los de la última hora, quizá sean para Dios los primeros. Los que para nosotros son los primeros, los de la primera hora, quizá sean para Dios últimos.
Las dos aplicaciones que los contemporáneos podían sacar inmediatamente de la parábola, una vez superada la sorpresa, serían sin duda:
Una interpretación “inmediata”, la sorpresa, incluso el rechazo, tan típicos del impacto que las parábolas producían, y de lo que pretendía el mismo Jesús: sus parábolas empiezan por algo conocido, razonable, aceptable, y de pronto dan un giro y sorprenden, incluso escandalizan. Quizás algunas buenas personas pensaron: “¡menos mal!, esos pobres desgraciados podrán llevar pan a sus familias esa noche, por que el amo es generoso”. Pero sin duda la mayoría pensarían: “no hay derecho, debería pagar más a los primeros”. Y ahí está precisamente el mensaje de Jesús, en esa sorpresa, porque el Reino no es simplemente razonable, porque “mis pensamientos no son vuestros pensamientos”.
Una segunda aplicación, muy en consonancia con el mensaje de Jesús: los últimos en llegar son los gentiles, que van a ser igualados con Israel en la Iglesia y en el Reino. No olvidemos que este es un fragmento de Mateo, y que el evangelio de Mateo se escribe para una comunidad de procedencia judaica, en la que sin duda podría haber resistencias fuertes a la equiparación de judíos y gentiles para incorporarse a la Iglesia.
(No hay paralelo a este pasaje en los otros evangelistas).
Y, por encima de lo que aquéllos entendieran, lo que podemos entender nosotros: la incorporación al Reino y la relación con Dios no es cuestión de méritos ni de justicia, es cuestión de que "el amo es bueno". Todos reciben, sin duda, pero el Reino es un don que no se merece. Ni el conocimiento de Dios ni el perdón se merecen ni se pagan. La relación con Dios se basa en que Dios ama, es decir, obra muy por encima de la justicia; y nosotros amamos, es decir, nos movemos muy por encima de la justicia, del mérito, la culpa, el premio o el castigo.
R E F L E X I Ó N
Nuestros caminos y nuestros planes: violencia, predominio del más fuerte, marginación del débil, instalación en la comodidad de esta vida, disfrutar de lo presente... Razonando un poco más humanamente llegamos hasta pensar en justicia, socorrer algo a los necesitados (sin perder nuestro status), moderar las comodidades con un poco de austeridad, disfrutar de cosas más sencillas...
Y, más allá, Jesús, sus caminos y sus planes. "El Reino de Dios se parece..." empezaba la parábola. Es decir, no se parece a nada de lo que piensa la humanidad en general, y muy poco a lo que nosotros pensamos. Desde luego, no se parece a la violencia, pero ni siquiera a la justicia. No se parece al lujo, pero ni siquiera al moderado disfrute de esta vida. No se parece a ganar, triunfar, destacar, ser famoso... Todas esas cosas no son primeras; son últimas, muy últimas, en el Reino de Dios.
El que vive en el Reino de Dios está por encima de la justicia, en sus relaciones con Dios y en sus relaciones con los demás. Si manejamos aún los viejos conceptos de pecado como culpa, virtud como mérito, premio-castigo, justos y pecadores ... estamos aún lejos del Reino. Dios no piensa así, no son esos sus pensamientos.
Si juzgamos a los demás, les damos para que nos den o porque nos dan, amamos a los que nos aman, perdonamos solamente a algunos, damos sólo dinero y de lo que nos sobra... estamos aún lejos del Reino. Si pensamos que nosotros, la iglesia, somos los primeros en el Reino, y los que no conocen a Jesús ni a Dios son últimos; si pensamos que el Papa, los Obispos, los sacerdotes, los que vamos a misa los domingos... son primeros en el reino; si miramos a los niños, a los discapacitados, a los menos dotados, como últimos, como menos personas... Si pensamos que los que van de cooperantes al tercer mundo van como salvadores, a dar porque los otros no tienen, si pensamos que Occidente es el Bien y el Maestro... Si seguimos creyendo que los bienes materiales son signo de la bendición de Dios, si miramos las enfermedades como castigo o como prueba, si nuestra oración consiste en pedir a Dios que colabore a que se haga nuestra voluntad por encima de la suya... Si todas o algunas de estas cosas pasan por nuestro espíritu, o son la tónica de nuestro espíritu, estamos lejos del Reino. Lo malo es que en el fondo de nuestro espíritu no hemos tragado aún que somos nosotros los últimos del Reino, aunque conozcamos a Jesús o quizá precisamente por eso. La más inquietante de las frases de Jesús es sin duda: "Las prostitutas y los publicanos os llevan ventaja en el Reino de Dios". Porque, confesándolo o no, nosotros nos sentimos antes que toda esa gente en el Reino de Dios.
PARA NUESTRA ORACIÓN
1.- Pensar en mí, viñador de la primera hora, que tuve fe antes que uso de razón, que recibí la Eucaristía antes de tener fe, alimentado con la Palabra antes de saber leer...
mirar mi vida como un derroche de gracia de Dios. Sentirme querido, cuidado y mimado por mi Padre, sentirme bien por estar invitado al Reino, sentir agradecimiento. No tengo méritos, todo es don de mi Padre. Ponerme ante Dios como soy, sentirme puro regalo suyo. Sentir mi vida así.
2.- Contemplar a Jesús sorprendente, dejando estupefactos a los que le escuchan. Disfrutar de su verdad, de que Él sí que sabe, de Dios, de las personas, de la vida...
Y decirle, desde el fondo del corazón: "Tú sí que tienes palabras de vida eterna".
3.- Releer el texto de Pablo. "Para mí, la muerte es una ganancia". "Por mi parte, deseo partir, ser liberado y estar con Cristo". "Si me quedo aquí es porque hay trabajo que hacer..."
Quedarse admirado de la fuerza de la fe de este hombre, que le hace ver la vida tan clara, la muerte tan clara, tan claro el sentido de todo. Vida durísima, muerte decapitado, y en todo "en la vida y en la muerte, somos del Señor"... Para mí, vivir es Cristo, y morir ganancia. Y sentir envidia de esa claridad, de ese convencimiento, de ese amor a Jesús. Y pedirla para nosotros.
MIS PALABRAS PARA TI
Nos despedimos con el Cántico de María, perfecto ejemplo del que se siente último en el Reino, himno al Señor que mira al corazón y no juzga primeros a los poderosos sino a los más sencillos.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque se ha fijado en la humildad de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
Porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, su nombre es "Santo".
Su misericordia continúa con sus fieles de generación en generación.
Extiende su brazo poderoso, desbarata los planes de los soberbios; derriba a lo poderosos de sus tronos y ensalza a los humildes; colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.
Él socorre a Israel su siervo recordando su lealtad, como prometió a nuestros padres,
en favor de Abraham y su linaje para siempre.
QUIZÁ OS VENGA BIEN EL ARTÍCULO QUE SOBRE EL MISMO TEMA PUBLIQUÉ EN EL
MENSAJERO, SETIEMBRE 2002.
LOS VIÑADORES DE LA HORA UNDÉCIMA.
A usted ya muchas personas se les ha atragantado siempre esta parábola. Hay dos parábolas de Jesús que suelen atragantarse: la del administrador infiel, porque algunos piensan que Jesús está recomendando que hagamos trampas, y ésta, la de los viñadores de la última hora, porque el comportamiento del dueño de la viña nos parece evidentemente injusto. ¿Cómo puede estar bien que se pague lo mismo a los que han aguantado todo el día en la viña, sudando y agotándose, que a los que llegaron al caer el sol y casi ni rompieron a sudar? ¿Qué clase de justicia tiene Jesús en la cabeza?
La historia, que empezó siendo normal, se iba volviendo cada vez menos creíble. No es normal que un amo esté todo el día mandando obreros a la viña, la gente empezaría a sorprenderse... pero luego, a la hora de pagar, ¡resulta que a todos les paga lo mismo! Y ahora sí que la gente se identificaría mucho con los que trabajaron todo el día y protestaron, Y no les convencería nada la explicación del amo:
"Quedé contigo en un denario, ¿no?, pues ahí lo tienes, Si quiero darle a este otro un denario, a ti no te hago injusticia: ¿ vas a ser tú envidioso porque yo soy generoso?".
Ni los trabajadores de la primera hora, ni la gente que escuchó a Jesús, ni usted están muy de acuerdo con esta solución Y esto es lo que quería Jesús, exactamente esto: que la gente se sorprendiera, que usted se sorprenda. Jesús no está diciendo que esta actuación es justa, no; Jesús sabe muy bien lo importante de ser justo en la retribución del trabajo. Él mismo ha sido un trabajador manual, probablemente también a sueldo. Sabe que la hermandad de los trabajadores se funda en la justicia, en que el vago no cobre, en que el que trabaje más cobre más. Jesús no es un ingenuo, sabe de qué habla; Jesús sabe que el dueño de la viña no ha actuado justamente.
También en la parábola del administrador tramposo sabía perfectamente que su comportamiento no estaba nada de bien. En aquella parábola no estaba recomendando que hagamos trampas, y en esta no está recomendando que seamos injustos en los salarios, ¡estaría bueno! Pero sí está intentando sorprendernos, para que entendamos algo más importante aún.
Jesús no está hablando de los oficios, de los sueldos, de los obreros: Jesús está hablando de Dios, y de cómo es el Reino de Dios. En los oficios, en el trabajo, en los sueldos, la justicia es muy importante. En el Reino, también: pero no basta con la justicia: hay más, hay mucho más que la justicia. También es normal que creamos que Dios es justo: pero Dios es más, muchísimo más que justo.
Nuestras enseñanzas sobre Dios siempre han entendido que Dios es justo y misericordioso. Es decir, ante todo justo, pero con cierta tendencia a la benevolencia.
Es todo lo que podemos imaginar de un juez bondadoso. Pero al aplicarlo a Dios, esto se queda corto. Dios es justo porque es misericordioso, Dios es misericordioso porque es justo.
Lo más justo que hace Dios es perdonar, porque sabe de qué barro estamos hechos, porque sabe que no somos culpables sino víctimas del pecado. Dios no es verdugo de culpables, sino médico de enfermos. El médico no castiga, se esfuerza por curar: ésa es la justicia de un buen médico, curar. Jesús no castiga a los endemoniados que gritan y muerden y rompen, los libera de sus demonios. Jesús no aplica a los leprosos la justa Ley que manda apartarse de ellos. Rompe la ley y se acerca y los toca, para curar. Sí, Jesús no es justo porque cumple la Ley, sino porque es compasivo.
El amo de la viña era también generoso, y compasivo: le dieron pena aquellos desgraciados a los que nadie había contratado y se iban a marchar a casa con cuatro perras, sin poder comprar ni pan para sus hijos: y les dio más, porque su corazón era generoso y los otros estaban muy necesitados. Si los otros trabajadores fuesen inteligentes, se alegrarían: quizá otro día ellos mismos serían los de la última hora; es bueno saber que hay buena gente por el mundo, que no vive de la seca justicia.
En todos estos temas, entenderemos mucho mejor el mensaje si nos situamos en un punto de vista correcto. Piense en lo de la adúltera, el buen ladrón, Pedro, esta misma parábola.
En el caso de la adúltera, a los legistas sin duda les pareció mal: si usted fuera uno de ellos, le parecería mal. Pero si usted fuese la mujer, ¿cómo se sentiría?
El caso del buen ladrón es escandaloso: un perdón gratuito, sin pagar nada por sus delitos … si usted fuese la madre del buen ladrón ¿qué le parecería?
Lo mismo en el caso de Pedro, lo mismo en la parábola de hoy. Si usted fuese un viñador que ha sudado todo el día, a lo mejor se va a su casa lleno de rencor. Pero si usted fuese la mujer, o los hijos, de los de la hora undécima, que esperaban al caer el sol a ver si ese día podrían comer … ¿qué le parecería?
Y es que Jesús está diciendo que Dios piensa y siente como la madre del condenado a muerte, como la mujer del viñador tardío … Jesús está hablando de cómo es el corazón de Dios.
Y usted, y yo, nos alegramos de saber cómo es Dios: Dios es mucho más que simplemente justo. Dios es como el padre del hijo pródigo, que no hizo justicia, no exigió restitución, no actuó sensatamente; se volvió loco de alegría porque había recuperado al hijo que ya daba por muerto. Y usted, y yo, que en nuestra vida cotidiana nos vemos obligados a vivir en el ámbito de la seca justicia, y que incluso tantas veces echamos de menos que haya justicia en el mundo, que no la hay, descubrimos que Jesús va aún más allá: la justicia es necesaria... pero es sólo los cimientos del Reino. Más allá está el mundo soñado por Jesús, en el que reina la fraternidad, que es infinitamente superior a la justicia. Porque Dios es así, porque sólo Él es justo.
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