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sábado, 4 de octubre de 2008

Cuatro momentos para meditar el Evangelio del Domingo: XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A

Mateo 21:33-43
Por Rogelio Narváez Martínez

LOS ADMINISTRADORES ABUSIVOS.

1.- Muy queridos amigos:

El texto de la Palabra de Dios tiene dos destinatarios: el primero, los dirigentes de Israel y el segundo destinatario es,...., es…, ¿es?... ¡mejor te lo digo en unos pocos minutos!, sí es que me tienes un poco de paciencia.

2.- La parábola de los viñadores homicidas junto con ser una de las parábolas del juicio es uno de los dos textos más fuertes de todo el Evangelio, el cual se desarrolla en ese marco judiciario. Y hay que preguntarse: ¿quiénes son los encausados? ¿cómo se configuran los cargos? ¿Cuál es la sentencia? La verdad es que, de todo lo que hemos dicho antes, es bastante fácil extraer el hilo conductor.

Los encausados son los jefes, los responsables del pueblo. Y podríamos incluir a Israel, en su conjunto, pues no está inmune de culpabilidad. En efecto, su religiosidad no siempre ha sido agradable a Dios y sus frutos no corresponden a las esperanzas de Yahwéh.

3.- Los cargos: la apropiación de los frutos. El haber actuado como si la viña fuese su propiedad personal, exclusiva. El no reconocer que había que responder ante Dios de la gestión. El amo ha plantado una viña, no para que se embellezca el paisaje, sino para que dé fruto.

La parábola no nos habla de una viña que sea estéril, pero en la práctica como si lo fuera. Esta viña resulta infructuosa, por que los frutos que le correspondían al dueño le han sido expropiados, son retenidos por los arrendatarios, los cuales se comportan como si la viña fuere de su pertenencia.

Aquel que se apropia de los dones de Dios, quien pretende monopolizarlos o utilizarlos para su ventaja, ¡ese es un ladrón!, un usurpador.

4.- La sentencia: Jesús con la valentía y la libertad que le caracteriza, habla de un castigo imprevisto: el castigo no cae sobre la viña sino sobre los viñadores. Hasta aquí es comprensible el desenlace por aquel auditorio de aquel entonces. Sin embargo, resulta del todo inesperada la segunda decisión: el paso de aquella viña a otros cultivadores.

Se trata en la realidad del golpe más sorpresivo, y el más doloroso para su enorme ego… ¡Sí!, para la estrecha mentalidad del pueblo judío, Israel, aún a pesar de sus muchas infidelidades, seguiría siendo perpetuamente el pueblo elegido. Es imposible e impensable, para su recudida mentalidad, “el paso de las promesas” a otra gente. Para el judío, Dios siempre regresará a Israel, jamás se irá a otra parte, se sienten sus propietarios. Lo veían como a alguien de su propiedad, es su pertenencia aún cuando pudieran cometer cualquier tipo de atropello contra todos y contra Él mismo, ¡como de hecho lo harán con su Santísimo Hijo!

Jesús inesperadamente altera la secuencia de las cosas: el dueño de la viña sustituye a los viñadores por otros que si le entreguen los frutos a su tiempo... En realidad, y es algo que no quieren entender, Israel también estará invitado, si quiere entregar los frutos a su tiempo, a formar parte de un Nuevo Pueblo en una Nueva Alianza, pero tiene que asimilar con muchas dificultades que ya no hay lugar para el exclusivismo de su linaje.

5.- Hasta aquí, todos nosotros vemos con claridad quién es el primer destinatario: los dirigentes de Israel, y el mismo pueblo de Israel... Sin embargo, es ahora el momento de que asumamos el otro destinatario: los dirigentes de la Iglesia..., y de las distintas iglesias,… así como cada uno de los bautizados, el nuevo Israel.

6.- En el banquillo de los acusados hay un sitio también para el pueblo de la Nueva Alianza. La situación denunciada por el Señor Jesús se ha seguido repitiendo ininterrumpidamente. Es más, ese dueño de la viña que se ausenta, por que se va de viaje a un país lejano, no es más que una alusión directa y muy clara a una Iglesia que debe ponerse a trabajar después de la Ascensión de Cristo, ya que en cualquier momento regresará en dueño de la viña a pedirnos cuentas de lo que nos ha confiado.

7.- Los cargos también son los nuestros: todos los que nos llamamos cristianos podemos ser acusados del abuso generado por nuestro comportamiento de propietarios, amos no sindicados y hasta latifundistas de la viña de Dios. Nosotros gozamos de la viña, la acondicionamos, la defendemos encarnizadamente de las intromisiones, le exaltamos, defendemos todos nuestros derechos y privilegios, explicamos y reclamamos la importancia de nuestro papel, celebramos los triunfos, recordamos las cosechas gloriosas del pasado... ¡pero no producimos frutos!

Es verdad que existen las estructuras. Y hasta son necesarias. En el fondo también el propietario había previsto dotar a la viña de una torre para divisar a los enemigos y le puso un lagar (es decir, un lugar para almacenar frutos). Pero esas estructuras están en función de los frutos y no pueden sustituirlos. El lagar no puede ser ornamental y la torre no puede convertirse en un monumento.

Los cristianos debemos saber que no basta con estar en la viña, no basta con pertenecer a una confesión cristiana, no basta con decirle a alguien: vente con nosotros y ya la hiciste: “eres salvo”. Lo repito: No basta con estar en la viña, ni siquiera es suficiente el amarla, no basta que alguien grite a los cuatro vientos que no podría vivir un instante fuera de la viña.

El evangelio nos dice que la fidelidad no se demuestra sólo permaneciendo dentro, sino produciendo frutos.

8.- Y, he aquí, que la sentencia también puede ser nuestra sentencia: podemos ser sustituidos por otros, tanto los católicos como aquellos que se sienten ya salvados por que los llevaron a un río para que fueran bautizados otra vez... Lo importante, en este momento, es saber que el dueño de la viña va a regresar, y el dispositivo de la sentencia salta en nuestro tiempo. Los cristianos debemos tener siempre presente esta posibilidad: podemos ser sustituidos por otros si no damos los frutos a nuestro tiempo.

9.- Hoy, los dirigentes de la Iglesia tenemos que revisar en nuestra propia existencia, que tanto se da aquel paralelismo perceptible de forma inmediata en el Evangelio.

¡Fíjate que inquietante es el paralelismo entre la conducta de los viñadores y el comportamiento del amo! En las dos partes van creciendo progresivamente:

Los viñadores están obstinados por el rechazo. El dueño de la viña obstinado en las ofertas.

Aquellos son exagerados en la maldad. Él exagerado en la dulzura y en la paciencia.

Incomprensibles unos e incomprensible el otro.

Excesivos ellos en la avaricia y excesivo Él en la inocencia.

Y ambos echan un cálculo equivocado respecto al Hijo. Él: a mi Hijo sí lo respetarán. Ellos: Matémoslo y será nuestra la herencia.

Hay un algo de irreflexivo, de temerario, en las dos partes, aunque por motivos muy opuestos.

Sí, nuestras actitudes y las de Dios son paralelas. Pero van en la dirección opuesta. Y es allí en donde está la paradoja.

10.- “Todavía le quedaba uno, su Hijo querido”. Es una expresión que me desconcierta cuando la leo. Parece que Dios ha quedado al borde de la pobreza. Le queda solamente el Hijo. Por los hombres, Dios ha dilapidado todos los recursos, agotado todas las posibilidades.

Y envió el dueño de la viña al último, el definitivo... Después de Él ya no queda nada por hacer de parte del dueño de la viña. Ahora Dios es verdaderamente pobre por excelencia. Pobre porque ha dado todo. En esa incurable pasión que tiene por el hombre, no ha retenido ni a su propio Hijo, se lo ha jugado también. Dios es pobre. La prueba más clara de esto está en el hecho de que, con la venida de Jesús, no nos falta nada a los hombres.

11.- Y ahora cristiano, es tiempo de que no tan sólo pienses en los actuales dirigentes de la viña de Dios. Sin descartar esa auto-revisión que debe hacer la Iglesia, es ahora el tiempo de que te cuestiones: ¿En tus relaciones con Dios, qué es lo equivalente a las uvas?

Revisa si no te estarás equivocando en los frutos: Dios no se contenta con oraciones, devociones y prácticas varias; tampoco con Biblias bajo el brazo, lecturas maratónicas de la Palabra de Dios, faldas largas y sólo manifestaciones exteriores; no se trata de números, ni carnets ni porcentajes.

Tampoco, Dios se deja confundir por los cestillos llenos de monedas y billetes los domingos, ni por esos diezmos puntuales a favor de tu Iglesia...

No es que Dios espere más, sino que más bien Dios espera otra cosa. Espera productos de otro género. Si no produzco frutos de caridad al prójimo, le estoy negando a Dios la cosecha que Él está esperando de mí.

Las cosas más hermosas, verdaderas y útiles que un cristiano puede exhibir: son las obras de caridad que se hacen a favor del necesitado,... pero no se te olvide que esto empieza con los de tu misma casa.

¿No te resulta extraño el que alguien que se dice cristiano no vea ni por su padre ni por su madre porque así se lo exige su religión? ¡Qué contradicción más lamentable!

Debemos empezar a hacer algo si es que no queremos que se pierda todo.


II -SERES VIVOS.

“ Voy a cantar, en nombre de mi amado, una canción a su viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ella vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. Él esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias.
Ahora bien, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más pude hacer por mi viña, que yo no lo hiciera? ¿Por qué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias”.

1.- Amables amigos:

Al definir a los seres vivos ordinariamente pensamos en aquellos seres que: “nacen, crecen, se reproducen y mueren”. Esta es la definición que hemos aprendido desde los estudios primarios. Se trata de una definición adecuada cuando pensamos en lo genérico o en las especies, pero que nos coloca en muy graves aprietos si pensamos en algunos casos particulares o, en lo individual e indiviso de nuestra propia historia.

En el caso específico de aquellas personas en las que hubo muy poco o nulo crecimiento, o en aquellas que simple y sencillamente no hubo reproducción, la situación se antoja bastante empobrecedora.

En el sentido estricto, todos aquellos que mueren siendo bebés perderían cualquier oportunidad, así también aquellos que hayan muerto en su infancia. Lo anterior, porque no hubo un crecimiento prolongado ni mucho menos hubo reproducción. En la misma situación problemática, por obvias razones, estaríamos todas aquellas personas que por vocación, por consagración o, que por opción de vida vivimos un celibato en la castidad.

2.- Siendo personalmente consciente de que un solo minuto de gestación es verdadero crecimiento prenatal, yo prefiero definir a todo ser vivo como “el ser que nace, crece, fructifica y muere”.

No es que le niegue al hecho de la reproducción, el que sea una maravillosa manifestación de la vida, más bien me gusta catalogar la reproducción como una auténtica expresión de nuestro fructificar, para el cristiano un hijo es “el fruto del vientre”, esta es la visión bíblica.

Sin embargo, el hecho de que hablemos de nuestra vida en términos de fructificación nos permite hablar no tan solo de la fecundidad sexual, sino también de aquellos resultados de utilidad obtenidos por un ser vivo.

3.- Soy consciente de que la reducción y la exclusión serán siempre nuestro gran riesgo; pero incluso podríamos añadir en una especie de fruto esas flores de las plantas fanerógamas y hasta esa sombra placentera de algunos árboles cuyo único y verdadero fruto y utilidad es la propia madera.

Refiriéndonos a los seres humanos, podemos pensar en la sonrisa, los balbuceos y el jugueteo de un niño de brazos como si fueran sus primeros frutos. Al pensar en las personas de edad avanzada, podemos percibir la herencia de su trabajo y su testimonio silencioso como los mejores frutos de su tiempo. Incluso al pensar en la sabiduría y en los consejos del anciano podemos afirmar, al igual que el profeta Ezequiel, que si bien ya no producen esos frutos a los que nos tuvieron acostumbrados, ahora “sus hojas son las medicinales”. ¿Qué mejor fruto se nos podría brindar, en muchos momentos de la vida que ese té regenerante, hecho con unas palabras de aliento que han salido de sus labios?

4.- ¿Qué es lo que nos dice a nosotros la Palabra de Dios en este día? El mensaje es claro: “Todo hombre como ser vivo debiera fructificar”.

En este tópico podríamos pensar en esas dos advertencias que se nos hacen el día de hoy: primero, el no producir frutos y segundo, el producirlos, pero sintiéndonos dueños y no administradores de la viña. Digamos que son dos los pecados por evitar: los desusos y los abusos.

5.- Asumamos la primera advertencia: ¿Cuáles son nuestros frutos? Resulta muy triste constatar que nuestros frutos suelen ser tal y como los describe el profeta Isaías: frutos pequeños y agrios, agraces en lugar de uvas. Somos aquellos que no hemos llegado a madurar nuestros frutos y, en muchas ocasiones, ni siquiera agraces producimos.

Somos muchos los hombres que llevamos una vida árida y gris, viviendo en la mendicidad. Lejos de que beneficiemos al hermano con nuestro trabajo vivimos de esas limosnas que los otros puedan darnos. Se trata de aquellos que vivimos en la apatía, en la falta de compromiso o en la pereza. Los dones que Dios nos ha dado se han ido enmoheciendo en el desuso y en nuestras omisiones. Somos aquellos que viajamos de “aventón” en la vida, que estamos siempre a la espera de no complicar nuestra existencia. Se trata de la vida cómoda y sin esfuerzos que nos va deformando ¿Cuáles son tus frutos? Se trata del pecado del desuso de aquello que al usarse hubieran satisfecho al hermano en sus necesidades.

6.- Detengámonos hoy a pensar, también en los abusos que muchos otros hombres cometemos. Se trata de aquellos que nos sentimos los dueños de la viña que Dios nos confío en administración. Aquellos que hemos olvidado que los dones de Dios más que una fuente de privilegios, son fuente de responsabilidades. Se trata de todos aquellos que le damos un uso inadecuado a las cosas y a la vida. Aquellos que hemos olvidado que este mundo y lo que tengo, no es mío, sino que es para cuidarlo y dar cuentas al dueño de la viña.

Somos aquellos que lejos de experimentarnos instrumentos de Dios, nos vamos apropiando de todo lo que tenemos y de todo lo que somos. Somos aquellos que llegamos a pensar que la vida es un ir tomando aquello que se nos accesa y no un ir recibiendo algo que se nos ofrece. Cuando solemos pensar que nuestra vida es un tomar las cosas nos volvemos ingratos y cuando consideramos que la vida es un recibir procuramos ser agradecidos.

7.- ¡Date cuenta! Vivimos en un mundo en el que todos parecemos haber olvidado, no sólo nuestra transitoriedad, sino hasta nuestro inquilinato. El hombre se ha adueñado del mundo.

El hombre transforma en destrucción la materia que no ha creado. El hombre se ha adueñado de la vida y decide hasta quien nace y quien muere. El hombre caprichoso decide y selecciona las cualidades, el sexo, la pigmentación y el coeficiente de los hijos, aún cuando para conseguir un hijo de esas condiciones tire por lo menos otros cuatro que han sido gestados en la experimentación. Hoy el hombre ha olvidado la sabiduría divina que entraña la selección natural de la vida, y es que al fin y al cabo tú y yo somos la mejor expresión de nuestras posibilidades. Es decir, entre millones de semillas de vida, la que ganó el certamen fue la que a mí me tiene aquí y la que a ti te tiene ahí.

No te has preguntado, ¿qué resultado tendrá a la larga una selección asistida como la que hoy se llega a realizar? Al ser selección asistida podrá haber muchos elementos que se decidan deliberadamente, sin embargo el hecho de anular la selección natural por una asistida, querámoslo o no, nos traerá graves consecuencias, ya que esos seres humanos, que merecerán siempre nuestro respeto, pueden ser la mejor expresión de los caprichos del hombre, pero no son, en lo natural y en sentido estricto, la mejor de las posibilidades.

8.- Hoy también para el hombre que trata a su antojo y capricho la sexualidad, el sexo ha dejado de ser, en nuestro léxico cotidiano, un género humano y se ha convertido en solamente una preferencia. Debemos tener mucho cuidado, ya que el sexo que se convierte en preferencia y que se olvida de la realidad del género, nos traerá degenerados al por mayor, y nos conducirá a una rotunda degeneración.

9.- Hoy el hombre se siente dueño del mundo y ha convertido la casa del hermano en su propio patio para manipular en él armas nucleares y las bacteriológicas. Es cierto que la vocación del hombre en la tierra es el conquistarla; el hombre es el lugarteniente de Dios pero no debe ni puede olvidar su condición de criatura. El hombre ansía “ser dios” haciéndose a sí mismo creador último de los valores.

10.- El constante litigio en torno al aborto es también una manifestación más de este administrador que se ha adueñado de la viña.

Sería indicado que en este momento recordásemos aquellas palabras de la Madre Teresa: “Cada niño ha sido creado para las más grandes cosas; para amar y ser amado, a imagen de Dios. Por ello, la gente debe decidir de antemano si en realidad quiere tener un hijo. Pero, una vez concebido el ser, allí hay vida; vida de Dios. Ese niño tiene derecho a vivir y a ser cuidado. El aborto destruye dos vidas: la del niño y la conciencia de la madre. No sólo es destruir; es matar. Es un hijo de Dios ¿no? Creado para las más grandes cosas, como usted y como yo.” Pero este inquilino que se ha adueñado de la viña se sigue comportando con egoísmo y con orgullo.

Vivimos en un mundo contradictorio: hay los que hoy ponen el grito en el cielo cuando se corta un árbol y que al mismo tiempo son partidarios del aborto sin condiciones. Les preocupa que se corte la vida de la fauna y no les preocupa que se corte la vida humana.

12.- Este domingo seamos sinceros: ¿hemos pecado por el desuso o hemos pecado por el abuso?

13.- Hoy, se nos exhorta a usar adecuadamente los dones de Dios. ¿No te has dado cuenta de que un médico con la misma ciencia puede procurar la vida o la puede interrumpir? ¿No te has dado cuenta de que un abogado con la misma ciencia puede litigar por el inocente lo mismo que por el asesino? ¿No te has dado cuenta como un ingeniero puede construir o puede destruir? ¿No te has dado cuenta como un arquitecto puede con la misma ciencia construir un hospital, lo mismo que un prostíbulo?

El ser santos en la vida cristiana consiste en convertirnos en instrumentos de Dios y en ser buenos administradores de su Viña.

La vida verdaderamente humana, y más aún la vida cristiana, no puede reducirse a un verbo que tenga tan poca proyección como lo es el sólo hecho de “reproducirse”. El fructificar es lo que manifiesta realmente quién soy en la vida y aquello que nos puede alcanzar la Vida Verdadera.




III -APROPIÁNDOSE DE LA VIÑA.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

1.- Muy Queridos amigos:

En esta semana se han dado cuatro informaciones que nos ubican excelentemente en el tenor de la parábola: primero, se nos dio una noticia a la vez triste y a la vez no tan triste, no podría decir “alegre”, lo triste ha sido la notificación de que dos mujeres en el Distrito Federal han hecho propio el “derecho a morir bien o con dignidad”, y la noticia no tan triste, que no alegre, es la referencia apesadumbrada de la responsable de un departamento que se implementó para estas situaciones, de que no haya una respuesta tan fuerte como lo esperaban o lo suponían los defensores de este “derecho”. Otro factor que está vinculado a lo que te expreso es la patética memoria de la masacre del 2 de Octubre del 68 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Tercero es la noticia de la incursión de China en la carrera espacial. Y cuarto, la terrible situación económica en la que nos encontramos a causa de un país y un sistema defensor del liberalismo económico sin límites ni fronteras. Tendría que decir: ¡Que con su pan se lo coman!, pero no es tan fácil ya que todos estamos en la misma barca.

Las cuatro noticias nos refieren los usos y posibles abusos de aquellos que nos sentimos dueños y no administradores de la viña del Señor.

Y es que,… ¿sabes? El mensaje de la parábola del Evangelio se completa de la siguiente manera: Y esta historia continuará...

La viña de Dios en la Parábola evangélica designa no tan sólo al Israel histórico, sino una realidad que sigue siendo permanente en todo hombre.

Se trata de la historia del ser humano que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Este hombre que es la plenitud de la creación.

Es la historia de un hombre que no fue creado pecador. Sin embargo, en el momento en que creó a ese hombre libre, Dios aceptó correr el riesgo de ver que el hombre optara contra él, abusando del don de su libertad.

La libertad humana optó por el mal desde los orígenes. El hombre prefirió la insumisión a la obediencia, optó por el egoísmo en vez del amor.

2.- Y esta es la historia de todos los tiempos, también de estos tiempos presentes, en los cuales vivimos tú y yo.

Hoy en día, nuestra eterna tentación, sigue siendo la que se le presentó a ese primer hombre en el inicio de la creación: “Seréis como dioses”.

3.- Muy queridos amigos:

Hace veintiun años, cuando apenas contaba con 22 años, leía una narrativa emergida de la pluma del sacerdote jesuíta José Ignacio González Faus, que él mismo bautizó como el Mito de la des-creación del mundo, la cual debe leerse a la luz del capítulo primero del Génesis, así como de nuestra parábola evangélica y de todos esos periódicos que cada día leemos en nuestros hogares. Nos puede molestar esta referencia, pero ojalá que también nos pueda hacer pensar, aunque sea un solo momento en el reloj de nuestra vida:

“Al principio creó Dios el cielo y la tierra y todo era belleza y armonía y Dios veía que todo lo que había creado estaba bien...

Y entonces dijo el hombre: tálense los árboles de la tierra para que den espacio a las centrales nucleares, ardan los bosques en beneficio de las inmobiliarias, y florezca el petróleo sobre los mares y la contaminación de las fábricas sobre los aires de las ciudades.

Y las fábricas manaron humo, y los suelos cemento. Y los bloques taparon la vista de los mares. Y el hombre llamó a sus cementerios “civilización”, y a los árboles los llamó “atraso”.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo.

Y dijo el hombre: produzca la tierra sólo para mí y para los míos; trabajen los demás al mínimo precio para mí y para los míos, y sirvan las riquezas de todos los pueblos para mis caprichos y no para las necesidades primarias de los demás.

Y las máquinas arrojaron al fondo del mar toneladas de alimentos para que no bajaran los beneficios de los exportadores. Y los vientres de los niños se hincharon por el hambre, y los sociólogos contaron treinta millones de muertos de hambre en un año. Y el hombre llamó a su obra “libertad de empresa y globalización de la economía y a sus propias riquezas robadas las llamó regalo del cielo”.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo. Y atardeció y amaneció, y los hombres estaban muriéndose de hambre.

Y dijo el hombre: sepárense los negros de los blancos y que no turben su placidez. Y no se acerquen a ellos más que para servirles o para que los entretengan, y que no tengan derechos aunque tengan monedas, porque ellos manchan a la raza humana. Sepárense bloques de naciones de otros bloques de naciones, porque unas son más grandes que las otras.

Y la tierra se pobló de ghettos aislados y de países pobres, con alambradas y fronteras. Y a su propio racismo el hombre lo llamó “pureza”; y a su deprecio de los demás lo llamó “patriotismo”.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo.

Y dijo el hombre: carezcan de derechos todos, porque sólo saben emplearlos para el libertinaje o para la injusticia. Y entreguen su libertad al “jefe” para que decida por ellos, o al partido para que les sirva de conciencia. Y llamó el hombre “vanguardia” al partido, y al caudillo le llamó “mesías”.

Y callaron las bocas, y se vaciaron las calles, y se llenaron las cárceles, y desaparecieron los familiares, y brotó en las ciudades la paz de los cementerios. Y atardeció y amaneció, y la libertad siguió ausente.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo.

Y dijo el hombre: sea la hembra a imagen y semejanza de mis caprichos, y funcione según mis deseos, y sométala su debilidad a mis antojos. Y el varón dispuso de la mujer, y la convirtió en un objeto, y la obligó a darle gracias cuando la estaba utilizando.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo.

Y dijo el hombre; puéblese la tierra de armas nucleares que puedan aniquilarla cientos de veces. Y apunten a todos los rincones del planeta. Y multiplíquense los arsenales aunque sean ya superfluos, y tenga yo a mi mano la muerte del universo mundo.

Y brotaron misiles en toda la faz del orbe, y el terror paralizó la tierra. Y atardeció y amaneció: día sexto.

Y vio Dios lo que el hombre había hecho, y era malo.

Y dijo el hombre: hagamos el terrorismo a imagen y semejanza nuestra, y que dicte cada cual su propia justicia, y sea cada cual el ejecutor de sus propios juicios de condena. Y cargó el hombre con sus metralletas, y robó explosivos, y dispuso de la vida de los que tenía a sus alcance. Y dispuso el hombre de la vida de sus propios compañeros cuando estos disentían de él, y dispusieron otros en venganza de la vida de quienes –según ellos- habían empezado primero... Y los unos llamaron a sus propia justicia “pena de muerte”, y los otros la llamaron “justicia del pueblo”. Y la faz de la tierra se pobló de sangre.

Y vio Dios todo lo que el hombre había hecho, y era muy malo.

4.- Querido amigo:

Hasta aquí la alegoría de lo irracional, ahora debemos dirigir nuestra mirada hacia esa realidad que supera en mucho a la alegoría.

Fíjate, como el hombre antiguo y el contemporáneo, no se ha conformado con ser el centro y el vértice de la creación de Dios.

A los hombres no nos ha satisfecho el ser los lugartenientes de Dios en la creación, sino que hemos querido convertirnos en los dueños de la misma. El hombre moderno con sus pretensiones científicas ha querido ser un “deus in terris”, “dios en la tierra” como le llamó Marsilio Ficino en su obra; el “petit Dieu” –pequeño dios- como le gustaba llamar Leibniz. “Somos Dios”, así lo proclamó Novalis. Bastaría que leyéramos ese libro del Dr. Leroy Augenstein titulado: “Vamos, juguemos a Dios”, para que nos demos cuenta de cómo el hombre ha expulsado a Dios de su propia viña, sobre todo en el campo de la medicina.

5.- El hombre se ha adueñado de la porción de la casa que Dios le ha confiado.

La alegoría de González Faus, no está tan lejana de lo que seguimos viviendo. Cada vez que oigo hablar de civilización, no he podido dejar de caer en la perplejidad.

Es muy cierto, que nuestro tiempo nos asombra con las empresas espaciales y con la era de la cibernética, el hombre nos sobrepasa con esa capacidad que se tiene de reducir distancias y nos entusiasma con las vertiginosas conquistas de la técnica.

Sin embargo, la perplejidad surge cuando considero tan sólo dos datos que poco tenemos presentes: En los arsenales atómicos del mundo están depositadas varias decenas de millares de megatones. Si una revista norteamericana que goza de seriedad no se equivoca: existen 20 toneladas de trilita por cada habitante del planeta tierra. Este será un regalo de nuestra civilización, que posiblemente un día se me envíe a mi propio domicilio cuando a un loco muy espabilado se le ocurra aplastar un botón.

6.- Existe otro regalo que nos ha hecho la civilización globalizada o la aldea global: dicen los nutriólogos que para una vida normal se necesitan 2,700 calorías al día. Dicen que si el hombre come debajo de las dos mil calorías, vive en un “ayuno crónico”. Y también dicen las estadísticas que 30 millones de personas mueren al año a causa de una alimentación insuficiente.

La vida en la viña de Dios está llena de extremos y contrastes. Dos de los más urgentes problemas de la humanidad son paradójicos, uno de ellos es cómo evitar que la mitad de la población muera de hambre y el otro es cómo evitar que la otra mitad muera por las consecuencias del sobrepeso.

7.- En muchas ocasiones, he querido encontrar a ése alguien, al cual le pueda cambiar mis 20 toneladas de trilita por un pan para el hambriento.

Los viñadores hemos hecho de la viña del Señor el lugar de nuestros caprichos. Le estamos haciendo la guerra al ser humano y debemos recordar aquello que expresaba con tanta certeza José Narosky: “En las guerras no hay soldados sin heridas”.

Hoy, el bebé en gestación es un marginado de nuestra sociedad. El aborto es el más abominable de los crímenes que se perpetra, precisamente en contra de las más indefensas de las criaturas.

Las luces de ese racionalismo que quiso expulsar a Dios de su viña, se han convertido en incontrolables fogatas que están incendiado al mundo entero y que le dan muerte a la dignidad misma del hombre.

La verdadera civilización todavía está por empezar, a pesar de los aviones supersónicos, de los satélites artificiales y de los milagros de la cibernética.

La primera página de la historia de la civilización tendrá que empezar con una noticia vulgar para muchos: el hombre se ha dado cuenta de que la viña es de Dios, y de que él sólo es un administrador, será sólo así, cómo sobre la tierra puede llegar a haber un pedazo de pan para cada hombre.

Todavía hoy se escribe la historia de la barbarie. Una barbarie capaz de cosas inauditas, de adelantos y refinamientos inesperados, pero al fin y al cabo todavía vivimos en la época de la barbarie de un hombre que se ha convertido en el ladrón de una viña que nunca plantó.


IV -EL ROSARIO DE LA VIDA.

Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?

1.- Muy queridos amigos:

Te comparto esta reflexión sobre el Rosario en la cercanía de nuestra fiesta patronal.

La historia de la viña, el propietario de la viña y los viñadores homicidas me han hecho pensar en uno de los ejercicios de piedad cristiana más completos, que más me han sido útiles, y que inevitablemente se relaciona con la advocación mariana bajo cuyo patrocinio está encomendada la comunidad cristiana de la que soy párroco y de la que hoy celebramos su fiesta,... ¡adivinaste!, el Santo Rosario.

2.- Hoy quiero, más que hablar de la riqueza del Santo Rosario, que tú sabes que soy yo el primero en reconocerla y en buscarla, quiero referir la riqueza de aquellos que rezan el Santo Rosario.

Soy defensor de las personas que lo rezan porque lo entienden y que lo entienden porque lo aman.

Caigo en la cuenta, en efecto, de que aquellas personas son habitualmente las protagonistas de lo cotidiano.

Se “agarran” al rosario, porque están “agarradas” a las realidades más humildes y más sublimes, se trata de esas realidades que son indispensables para la vida de todos.

Se encuentran a gusto rezando el rosario, porque encuentran satisfacción en las modestas ocupaciones de los días ordinarios.

3.- Aman las repeticiones que impone el rezo del Santo Rosario porque saben que en la vida cotidiana se dan las repeticiones y que estas no deben cansarnos. ¡Cuántas repeticiones en la recitación real, de su existencia cotidiana!
Los mismos gestos.
El horario de siempre.
El mismo trabajo.
El cansancio de todos los días.
Un recorrido idéntico.
Las mismas incomprensiones.
Siempre los mismo verbos por conjugar.
Siempre las mismas personas a que complacer.
Siempre los mismo reproches que soportar.
Por siempre, el amanecer y el anochecer...

Y siempre el mismo aprecio que,... en realidad no llega casi nunca, porque los demás dan por descontado el derecho a aquellos determinados oficios humildes. “Cosas de nada”: precisamente porque ellos no permiten que falte ni una sola vez.

4.- Que ciertos “intelectuales” le vayan a decir a esta persona sabia como si fuera un elevadorista que “la mecánica de las Ave María es mortificante para la espontaneidad”.

El ascensorista debe pensar instintivamente en ese gesto mecánico de pulsar un botón que repite centenares de veces durante la jornada. Y nunca ha considerado aquel gesto como mortificante de la propia espontaneidad. En todo caso debe resultar mortificante para el que espera en un piso y quisiera llegar a otro si, una sola vez, tan sólo una, el elevadorista decidiera permitirse una pausa para la... espontaneidad.

5.- Los que atacan el rosario cometen la equivocación de olvidar a no tan sólo a los que rezan sino también a aquellos por quienes se reza, incluyéndolos a ellos y este mundo tan necesitado de aquellos que no le tienen miedo a la monotonía. Los que critican son hombres de ciencia que rayarán en la inconsciencia. Atribuyen efectivamente a estos devotos una ignorancia, una torpeza, un “hacer mecánico”, que habría que probarlo antes de hacer afirmaciones gratuitas.

¿Quién les ha dicho a los que danzan en el laberinto de la erudición que los devotos del Santo Rosario no saben rescatar la “mecánica de las Ave María” y el monótono hábito de las “fórmulas” mediante un suplemento del corazón?

¿Cuál es el fundamento cómo para que afirmen que las repeticiones sólo son repeticiones en la fatiga, y no más bien incesantes novedades de contenido, aunque expresadas en la repetición de las fórmulas?

6.- Algunos le llaman al Rosario: monólogo,... y la verdad es que no debemos tenerle miedo incluso a rezar el Santo Rosario en momentos personales, puesto que entendemos que los monólogos que Dios rechaza son aquellos que se convierten en sólo panegíricos de las propias virtudes, como el del Fariseo en el Templo y el de muchos que rechazan esta devoción de piedad cristiana.

Y es que, lo importante en la oración no son las palabras sino los latidos del corazón.

7.- Y, ¿qué decir sobre las letanías?

Nadie tiene derecho a juzgar lo que una persona pone dentro de una letanía. Sea en la letanía de la oración, sea en las letanías de la vida cotidiana,... ¿Cómo si un enamorado se cansara de decirle te amo a la persona amada o la amada de escucharlo?

Los especialistas de lo cotidiano se reconocen en el Rosario, porque en el Rosario reconocen no tan sólo su oración, sino también su vida, sus sentimientos, sus emociones y sus ilusiones. Se trata de una vida hecha de pequeñas cuentas siempre iguales, pero unidas por el hilo del misterio que les va dando un significado y les ofrece coherencia.

Y ellos reconocen a la Santa Virgen y Madre nuestra como su “cómplice” de todos sus días. Y la eligen como la compañera del viaje de lo cotidiano para que no se vuelva rutinario, precisamente a ella: la criatura más excelsa que ha recorrido un camino semejante al de cada uno de nosotros.

8.- Junto a la Virgen intentan marchar a lo largo del camino de todos los días, marcado por los misterios de gozo, por los misterios de luz, los misterios dolorosos hasta llegar a rezar los misterios de gloria.

Y es que la oración del Rosario nos capacita para convertir en una oración el Rosario de nuestra vida. Todos nos llenamos de júbilo con los misterios de gozo en las concepciones, las visitaciones y los nacimientos,...

¿Quién no ha percibido los propios misterios de luz en la vivencia de un Dios que está cercano y que convierte nuestra vida en nuestra propia historia de salvación: nuestro bautismo, el Evangelio que se nos ha predicado, la invitación a la mesa de la eucaristía...? Y así, un día también se hacen presentes nuestros misterios de dolor, un día en nuestra historia llegamos a vivir nuestro viernes santo y lo hacemos con la comprensión que nos da la totalidad de la composición del Santo Rosario: el Gólgota se ha convertido en un lugar de oración, porque anhelamos y sabemos que sólo pasando por los misterios de dolor podemos rezar un día los misterios de Gloria en el Reino. Y así es nuestro recorrido: desde la antesala de nuestra propia Navidad y nuestro mismo nacimiento hasta llegar al viernes santo que conduce a nuestro domingo de Pascua.

Y, de esta manera, en cada uno de esos misterios de lo cotidiano que se abren a la eternidad sabemos que está ella: en el momento de la esperanza, del sufrimiento, de la alegría, del gozo, de la vida interior,... Allí está ella, silenciosa, discreta, pero siempre presente y solícita. Ella nos sabe entender y nos hace entender. Ella nos ayuda a intepretar, a descubrir el “plan de Dios”, a guardar en el corazón incluso aquello que nos parece incomprensible, a madurar en el dolor, en el silencio y en la vida escondida de esas realidades más vitales.

9.- El que ama el Santo Rosario no es un especialista de la “repetición mecánica”, es más bien, un especialista en “comenzar de nuevo”, en lanzar de nuevo la red, en dejar caer nuevamente la semilla en el surco, en remover la tierra en el redondel de la viña para volver a ponerle abono.

El que ama el Rosario es un especialista en comenzar de nuevo, tanto en el Santo Rosario como en la vida. Aun cuando no pueda más y en ocasiones duerma rezando las “Ave María”, está seguro que mañana será capaz de empezar de nuevo.

Mañana, y pasado mañana se aferrará al Rosario, y con ello se agarrará a las letanías de las ocupaciones ordinarias.

Gente obstinada, dirán pocos,... personas tercas, mencionarán muchos,... ¡Qué bueno!, por fortuna para este mundo, para dicha nuestra y para gloria de Dios.

10.- Si valorásemos la realidad, caeríamos en la cuenta de que la vida y el mundo se sostiene no tanto por las ambiciones y veleidades, cuanto gracias al modesto Rosario de acciones repetidas con un espíritu nuevo.

Y es que son sobradas las ocasiones en que pensamos sólo en los grandes heroísmos y vamos olvidando los heroísmos de la vida diaria. A fuerza de pensar en lo extraordinario olvidamos la importancia de lo ordinario. Recuerda, por favor, que es en lo ordinario en donde se construye la vida y en donde se consigue la santidad.

Es que el Rosario de esta persona ya está demasiado gastado, ¡son los mejores!, ¿te das cuenta? ¡son muy resistentes!

Tenemos que estar agradecidos con las personas siempre dispuestas a comenzar de nuevo. Todos tenemos necesidad de que ellos no se detengan.

Oremos, pues, por estos especialistas de las “cosas de siempre”.

Ojala que oremos por ellos, rezando por ellos,... el Santo Rosario.

Se lo merecen. Un día, ¡me entiendes!, rezar el Santo Rosario por los que rezan todos los días el Santo Rosario, y es que cuando los vemos cómo lo aman nos damos cuenta de que ellos son los que lo entienden.

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