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jueves, 13 de noviembre de 2008

Evangelio Misionero del Día: Viernes 14 de Noviembre de 2008


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 26-37

Jesús dijo a sus discípulos:

«En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos que estén en el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada».
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: «Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres».

Compartiendo La Palabra
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Tiene gran importancia detenerse un instante y verificar si vivimos preocupado por las cosas que nos ofrece este mundo, en especial de los bienes materiales. En efecto, en ocasiones solo nos interesan los placeres de la vida y no dejamos de pensar solo en nuestra prosperidad, es decir estamos demasiado preocupados de lo temporal. ¿Cuándo nos preocupamos de nuestra salvación?, ¿a que hora nos inquietamos? ¿Cuándo nos ponemos a pensar que nos puede llevar a salvarnos?. No pretendo decir que debemos descuidarnos de nuestras cosas materiales, muchas de las cuales nos son necesarias para esta vida moderna de hoy, pero si quiero decir que no descuidemos nuestros bienes espirituales, ya que nada puede compararse en importancia y trascendencia a la realidad salvífica, aún más, cuando “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)

En relato del Evangelio de hoy dice que Jesús dijo a sus discípulos: "En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.” En efecto, en los días de Noe, no creyeron en las palabras amenazadoras, luego sufrieron inmediatamente el verdadero castigo. La comodidad, la flaqueza y la debilidad del alma los hizo incrédulos. La pereza, el descuido y falta de interés en lo que se predica, les hace un flaco favor a los hombres.

Es así, como, la falta de preocupación por las cosas de Dios, y la acumulación de faltas y pecado, fue la causa del diluvio. Pero para mayor precisión, por causa del hombre. Porque Dios no creó el mal, sino que lo produjo nuestras malas acciones.

Dice Jesús; “La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.”

Que la gente coma, es normal y el Señor no esta condenando esta necesidad de la naturaleza del hombre, como tampoco sus palabras pretenden condenar el casarse, especialmente por que este se genera la sucesión de la familia. Lo que debemos comprender en esto, que es necesaria la prudencia en todo y es malo todo lo que es un exceso.

Dice Jesús; “Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.”

Luego Jesús no pone otro ejemplo, los sucesos en tiempos de Lot, donde los que no tenían piedad ni compasión, y los que no guardaban respeto debido, esto es los impíos, recibieron castigo.

En los dos ejemplos, Jesús nos recuerdas faltas leves, imprudencias, porque por las Escrituras sabemos que eran mayores y de otra índole. Entonces, ¿Cómo serán tratadas las faltas graves?

Pero Jesús, también nos hace ver como antes de que viniese el diluvio o antes de la caída del cielo de la lluvia de fuego y azufre, aparta a los que son justos, aún viviendo entre pecadores.

Luego no dice Jesús; Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. Es decir, así sucederá en el fin del mundo, puesto que no concluirá éste antes que todos los hombres buenos y justos sean separados de malos e impíos.

Luego no dice Jesús; “En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot.”

Jesús quiere hacernos comprender, que el que haya subido a los mas alto, como a la azotea de su casa, no vuelva a caer o a lo mas bajo, a lo terrenal. En otras palabras, si nos hemos superado, no decaigamos, no perdamos las cualidades buenas y espirituales para volver a las materiales.

Nos dice Jesús; “El que trate de salvar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará.” En efecto, ¿Qué es para nosotros salvarnos?, ¿Querer seguir en la vida terrenal o entrar a la vida eterna? El que quiera vivir en las satisfacciones terrenales, perderá la vida celestial, y el que pierda la vida de las pasiones y goces tendrá la vida por la gracia allá en el cielo.

Y Jesús prosigue; “Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".

Entonces Jesús, nos advierte, que el día menos pensado y a la hora en que nos creemos que es para el descanso, es cuando El volverá. Especialmente en la noche, esto es cuando los corazones de los hombres estén ya en las tinieblas.

En el mundo convivimos juntos, hombres buenos y hombres malos, ricos y pobres, y no todos los ricos son injustos ni todo los pobres son buenos, eso lo sabe el Señor. El Señor sabe a quien elige por su fe, El sabe a quien acepta y a quien deja. De todos los que están caídos por la debilidad humana uno es abandonado, esto es, reprobado y el otro es aceptado. Los que practiquen una vida buena y humilde, serán aceptados; los que lleven una mala vida, egoísta y empapados de la soberbia, serán reprobados.

No nos preocupemos de atarnos a las cosas de este mundo con tanto afán, no vivamos pensando en las cosas materiales, en los goces y placeres, en otra palabras no nos preocupemos en demasía por lo temporal, hagámoslo por nuestra salvación, nada hay en este mundo que pueda comparase con el cielo.

Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores y Dios quiere que todos nos salvemos, pero que no nos quepa la menor duda, seremos juzgados por nuestras obras, de eso no nos podemos liberar. Somos libres, pero también libres para salvarnos o condenarnos, en nosotros esta la elección.

El juicio de Dios, pondrá las cosas en su lugar, no el de los hombres, habrá que preocuparse entonces más de lo que Dios piense de nosotros y del juicio que recibiremos de El.

"En el ocaso de nuestras vidas seremos juzgado en el amor". (san Juan de la Cruz)

La paz del Señor les acompañe siempre

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