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sábado, 6 de diciembre de 2008

Cuatro momentos para meditar el Evangelio del Domingo: II Domingo de Adviento - Ciclo B


I - LA CORREA DE LAS SANDALIAS.

Muy queridos amigos:

El adviento es un tiempo que tiene como finalidad el conducirnos a la celebración y vivencia de una Navidad auténticamente cristiana.

¿Te has dado cuenta? Hoy, es ya el segundo domingo de este tiempo del Adviento, la Navidad ya se está acercando y es por ello que, en no pocos de nosotros, toda clase de objetos y preparativos empiezan a saturar nuestras mentes y a desgastar nuestros raquíticos bolsillos, aún a pesar de esta crisis en la que estamos sumergidos.

¡Ojalá!, que no nos olvidemos de que también nosotros estamos llamados a prepararnos ya en lo personal como en lo familiar, y que esta preparación para nosotros significa también,… el predicar.

Y es que hoy nos podemos dar cuenta de cómo progresivamente va invadiendo a nuestra ciudad un espíritu navideño. Es más, tú lo sabes, la Navidad anuló prácticamente la pasada fiesta de la Revolución Mexicana. Las calles de la ciudad ya están preparadas, así como se preparan los comercios individuales y todas las plazas comerciales, también se preparan los colegios y muchos lugares de trabajo, se están preparando los medios de comunicación y se preparan las casas,… y si tú y yo no estamos dispuestos a predicar, lo único que no se preparará serán las personas en su corazón, y por ende nuestras familias.

¡Ojalá! de que en este año, ahora sí no nos olvidemos de todo aquello que realmente es importante en una genuina fiesta de la Navidad, no vaya a ser que se nos agote el poco tiempo del que disponemos y todas nuestras superficialidades nos hagan perder lo esencial del Misterio de la Encarnación.

2.- ¿Sabes? Podríamos comparar al tiempo del adviento con una especie de autopista que nos va conduciendo hacia la ciudad de Belén, allí en donde nos ha de nacer el Salvador del mundo. En esta vía de comunicación pasamos y pasaremos por cada una de las cuatro casetas de peaje en las que simultáneamente cuatro personajes nos irán indicando que vamos en la dirección correcta y que progresivamente nos vamos acercando a nuestro destino.

En este camino del adviento Dios ha querido colocarnos a cuatro personas que han vivido en circunstancias muy distintas su propio adviento y el adviento de la humanidad, pero, habrá que decirlo, los cuatro con actitudes idénticas: así el profeta Isaías, San Juan Bautista, el santo arcángel Gabriel y, por antonomasia, la Santísima Virgen María.

3.- Aunque ya el domingo pasado aparecía en nuestro escenario la figura del profeta Isaías, hoy vuelve a ser mencionado por la Palabra de Dios como aquel que anunciaba el arribo de un precursor, que iba a prepararnos el camino para la llegada del Salvador del mundo.

Y, así de esta manera, el Pintor Divino ha tomado en sus manos el pincel y los pomos de pintura y ha ido realizando otros trazos en el lienzo de Belén. Hoy aparece amablemente en el cuadro que va completando la Navidad cristiana la figura de san Juan el Bautista, el Precursor del Señor Jesús, el Sol que nace de lo alto.

San Juan Bautista, aquel que prepara los caminos al Señor, es un profeta austero que anunciaba al pueblo expectante que ya se estaba acercando la hora de Dios en el reloj de la humanidad y que era necesario prepararse al gran acontecimiento con un cambio radical de vida y de costumbres.

San Juan Bautista es presentado como la voz que clama en el desierto aunque esa palabra no sea suya,… no le pertenezca,… él sólo es el portavoz,… el mensajero,… se trata de un mensajero que debe experimentar la satisfacción de haber sido enviado por Dios, aunque él en su característica sencillez se reconozca como alguien no digno de ese pacto que Dios celebró con él, ya que el gesto referido al mencionar que no es digno de desatar la correa del calzado, no era otra cosa sino una especie de rito que pasaba a significar la prenda de un pacto. Y no obstante Dios establece un pacto con él a fin de pactar con la humanidad la Nueva Alianza.

Sobresale en el Evangelio la sencillez de san Juan Bautista, un profeta que tiene en su corazón la suficiente claridad como para no pensarse mayor que Dios. Es Juan el Bautista únicamente un mediador para que Dios pueda venir a nosotros. ¡No soy yo el importante!- nos menciona con absoluta sinceridad-, detrás de mí viene alguien más importante que yo.

San Juan Bautista ha sido enviado como el precursor, y nos presenta esa necesidad que Dios ha querido tener de nuestro trabajo instrumental.

Ayer como hoy, el Señor quiere necesitar de aquellos que caminamos por delante para anunciar que su llegada ya es próxima.

4.- ¿Qué nos dice la Palabra de Dios el día de hoy?

La persona humana bien podría definirse por la acción y por la palabra, esto es lo que da forma a su identidad. Y la palabra que hoy nos invita a predicar tiene como destino suscitar acción en las personas, para con ello preparar, construir, rebajar y levantar, es decir reparar, allanar, viabilizar un camino para que Dios y el hombre se encuentren.

Hoy, el Señor nos recuerda que nosotros también somos los precursores de la Navidad cristiana, y que Dios nos está invitando para que nosotros también trabajemos, de tal manera que Cristo pueda nacer en muchos de los hogares que hoy están divididos, o en los corazones que sufren la enfermedad de la soledad, quizá en medio de muchos hermanos nuestros que han perdido la paz y el consuelo.

Somos los mensajeros, preparadores de los caminos del Señor para los demás, y así como lo fue san Juan el Bautista, en nosotros también va a significar el llevar consuelo al triste o al que sufre, el levantar las hondanadas de nuestras miserias, el aplanar esas montañas y crestas de la soberbia y egoísmo que, no pocas veces, levantamos las mismas personas, los amigos, los grupos y las familias.

El adviento es el tiempo para que seamos capaces de crear puentes entre nosotros, y entre ellos y Dios...

Preparar los caminos significa quitar aquello que estorba, lo que nos impide ver con claridad la salvación que nos ofrece, su venida constante, su presencia en la vida cotidiana.

Se trata de cambiar algo en nuestra vida familiar, en nuestra estructura parroquial, en nuestro ámbito laboral, en nuestra existencia afectiva, en nuestra vida para con Dios. Si algo no cambia en nuestra vida de este adviento de 2008, no estamos preparando el camino del Señor.

Enderezar el camino significa revisar nuestra construcción, tu familia, nuestra vida y poder enmendar y mejorar muchas actitudes.

Rebajar las montañas y elevar los valles significa quitar nuestros defectos y hacer crecer las virtudes. Las dos cosas por igual, y es que todos sabemos que es en mucho más fácil el potenciar mil virtudes que quitar uno solo de nuestros defectos.

Y es que, ¿cómo le podemos decir a Dios que estamos muy felices porque Él viene, si no hay cambios reales en nosotros? Posiblemente hay mucho que cambiar: apatías, mediocridades, envidias, rencores, nuestra inmadurez, etc... Estos son los estorbos que impiden el paso del Señor hacia nuestro Belén. Debemos pues, cambiar algo en nuestra vida, sólo así enderezaremos los senderos para cuando venga el Señor.

En el interior de cada cristiano, así en tu interior como en mi interior, deben ser derruidos todos esos obstáculos que impiden el acceso de la gracia divina

5.- Cuán oportuna tiene que ser hoy en día la venida de los nuevos mensajeros que anuncian la llegada del Mesías, y que piden que se haga un alto en una alocada carrera de degeneración y ruindad, en la que se van malgastando las energías y se van perdiendo los carismas proporcionados por Dios para cosas que fueron pensadas más grandes y nobles. Pero, de la misma manera, tenemos que considerar que cuán culpable es la ausencia de nuestro papel de mensajeros en un tiempo que necesita de la buena nueva que así como ha cambiado la historia de la humanidad puede cambiar la historia de cualquier persona.

Hacen falta mensajeros puesto que nos encontramos sumergidos en una sociedad de individualistas, se trata de una concatenación y yuxtaposición de arrogantes que no conocen la interpenetración,… la verdad es que no sé si en realidad se le puede llamar “sociedad” a nuestra vida de agrupamiento que adolece por la falta de comunión, esto es totalmente contrario a una sociedad. Hoy, cada quién está en su trabajo y en el estudio, en la casa y en la amistad, en el noviazgo y en el matrimonio, y la verdad es que están buscando solamente sus propios beneficios, sus propios intereses y se van olvidando del prójimo.

Necesitamos precursores puesto que hoy por hoy en los negocios, en la profesión y en todo tipo de relaciones humanas somos muy poco generosos, nos encerramos en nuestro propio mundo y, aún los cristianos, nos hemos olvidado de aquel que se encuentra alejado de Dios.

Hoy hacen falta instrumentos o mediadores de Dios que no seamos tan individualistas y que aprendamos a preocuparnos de nuestros hermanos. Al cielo no podremos llegar solos, sino que debemos llegar en comunidad. Tengo que decirte que al llegar cada uno de nosotros solos ante su presencia, el Señor nos regresará para atrás. Y es que debemos aprender a sacrificar algo personalmente valioso de cada uno de nosotros, para que el hermano así pueda descansar y, para que obtenga un poco de luz en medio de su oscuridad,… en medio de esa oscuridad de los días de los incrédulos que es, en mucho, más intensa que la de las negras noches de cualquiera de los creyentes.

6.- Es cierto que en ocasiones nuestra misión emula a aquel que predicaba en el desierto. Pero también es verdad que el desierto suele ser la tierra del encuentro que llega a poseer características contrarias a la vida en la ciudad: ese reino del tener, del poder, lugar de seguridades, y de las verdaderas seducciones y espejismos.

Dios espera que desarrollemos nuestra capacidad de asumir el riesgo de salir hacia lo desconocido, hacia el desierto, hacia el encuentro con Dios, superando el miedo, la indiferencia, la pereza...

Predicar en el desierto también significa empezar un nuevo Éxodo que nos pueda llevar de la esclavitud del pecado y del egoísmo a una vida auténtica en Dios, que es libertad y realización. Significa renovar todas mis cosas, darle mantenimiento a mi vida y poder tener así cielos nuevos y tierra nueva.

El cristiano tiene la misión de hacer oír la voz del Evangelio en el desierto espiritual de los hombres que no es el de la geografía, sino el de la ausencia de Dios, el ateísmo, la apatía religiosa, la indiferencia ante las necesidades ajenas, el confort material, el materialismo, la falta de compromiso y el orgullo de la vida.

7.- No olvidemos que el adviento nos recuerda una gran verdad de la vida cristiana: existe la necesidad de una conversión constante y sincera. El hombre que sabe y conoce cuál es su procedencia, necesita conocer también que es lo que le servirá para la vida eterna, y qué es lo que le puede impedir la consecución del logro de tan sublime fin.

En esto consiste nuestra preparación para la navidad. Ante todo, en que empecemos de una vez a ser tan cordialmente buenos, por amor de Dios, con nuestro prójimo en casa, en la fábrica o en la oficina, en la familia, en la calle o dondequiera, que arranquemos de raíz todo disgusto y malhumor, toda envidia y todo rencor.

Y es que Dios, a pesar de los pecados del pueblo, permanece fiel. Para Dios no cuenta el tiempo, sino los que cuentan son las personas, y con paciencia, con la voluntad de que nadie se pierda, perdona y acaba con la servidumbre del pueblo.



II - INSTRUMENTOS EN LUGAR DE ORNAMENTOS.

“Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito:
“He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.
En cumplimiento de esto apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

1.- Muy queridos amigos:

Hoy, aparece en el escenario navideño la coherente imagen de San Juan Bautista, el cual es presentado como la voz que clama en el desierto. Es el hijo de Zacarías e Isabel, el cual saltó en el vientre de su madre al escuchar el saludo de la Virgen María, él ha sido reconocido por el Señor Jesucristo como el hombre más grande de todos los anteriores al Reino de los Cielos. Se trata del precursor anunciado por los profetas, aquel que prepara el camino, el que invita a la conversión, el que tiene un Bautismo de Penitencia, el que era admirado por Herodes y odiado por Herodías…

Juan Bautista es un hombre bueno, íntegro, honesto, sencillo, valiente, libre, fiel, crítico pero consecuente con su predicación. Es justo que, en este momento de nuestra reflexión, le demos su lugar preponderante, sin que por ello olvidemos a Aquel que le ha querido llamar a su ministerio.

San Juan Bautista, así como todos nosotros, es, sobre todo y ante todo, un instrumento puesto al servicio de Dios: Juan es la Voz que clama en el desierto.

Es por ello que nos resulta adecuado el que recuperemos algunos elementos que son propios e indispensables del servicio que tú y yo le ofrecemos a Dios.

2.- El que seamos instrumentos de Dios exigirá de nosotros tres convicciones: En primer lugar, el ser conscientes de que Dios es el único factor importante e indispensable,.. que Él es la sustancia, el contenido, lo primordial, lo esencial, el verdaderamente necesario. En un segundo lugar, debemos darnos cuenta de que todos nosotros somos como el vehículo, es decir, el medio por el cual se ofrece ese factor divino: la Buena Nueva de Dios en nuestras palabras, su presencia en nuestra presencia que consuela y fortalece al que lo necesita, la traducción concreta de su amor en nuestras propias acciones. Finalmente y en un tercer lugar, también es fundamental el que seamos conscientes del rostro que tienen todos aquellos que son los destinatarios del contenido de nuestra vida cristiana así como de la vocación que nosotros hemos recibido.

3.- En primer lugar, resulta necesario, el resaltar la importancia que posee Dios. Si el Bautista es la voz que clama, no debemos perder de vista a Jesucristo, aquel que es la Palabra. Podrías respondeme: ¿Qué es más importante la voz o la Palabra?

Una cosa es el simple fonema, lo puramente pronunciado o fonetizado, y otra cosa muy distinta es la comunicación de sí: la Palabra. La voz no es más que uno de los muchos posibles vehículos con los que cuenta Aquel que es la Palabra para comunicarse.

En lo humano, todos lo podemos percibir. Comunicarse es algo que trasciende totalmente el puro acto material de emitir una voz,… de hecho también uno puede comunicarse de otras muchas maneras: la palabra también se comunica con los gestos, con las manos, con las acciones, con las miradas, a través de la escritura, y aún por los mismísimos silencios; sin olvidar el así llamado, lenguaje paraverbal.

¿Quién puede olvidar aquel documental estelarizado por Kirk Douglas y Rachel Welch que obtuvo el Oscar de la Academia en 1980, titulado: “LA GRAVEDAD ES MI ENEMIGA”? En él se narraba la historia del joven Mark Hickks, el cual siendo niño al caerse de un árbol se golpeó la columna vertebral y quedó parapléjico. Mark Hickks gustaba del dibujo, pero ahora estaba imposibilitado para hacerlo con las manos. Mark nunca se dio por vencido y aprendió a dibujar y a pintar con los dientes, lo hacía con tal perfección, que llegó a desarrollar una gran fuerza en sus músculos maxilares. ¿Sí puedes darte cuenta como un vehículo puede ser reemplazado por otro, cuando uno quiere? Lo importante no es el medio sino el contenido. Es posible que una de las postales navideñas que recibas este año haya sido pintada por Hickks.

¿Quién podría olvidar aquella hermosa carta que escribiera en el año 1977 la Doctora Sondra Diamond al Doctor Campbell, catedrático de la Universidad de Yale, y que fuera publicada en el NewsWeek? En aquella carta que la Doctora Sondra le dictó a su madre, le pedía al Doctor Campbell, el que no utilizara el calificativo “vegetal” para referirse a los niños que tienen una malformación congénita. Le decía la Doctora: “Le puedo apostar todos los sacos de fertilizante del mundo a que no puede usted imaginar que una “vegetal” es quien le está enviando esta carta, y que esa persona a la que usted llama vegetal ha llegado a sacar un Doctorado en Psicología, que doy asesorías y que escribo en el diario de mi ciudad. Es cierto que necesito de la ayuda de mi madre, pero me considero una persona como usted y todos los que están leyendo esta nota”. ¿Te fijas? La Palabra tiene muchos vehículos a su disposición.

¿Quién puede olvidar que el mismo Apóstol San Pablo durante su tiempo de cautiverio en la cárcel de la ciudad de Roma, se convirtió en un apóstol mucho más prolífico en su predicación y pudo llegar a tantos lugares remotos? La Palabra de Dios no se encadena, y aún cuando la voz no pudiera clamar en los desiertos, lo podrá hacer la Palabra escrita. En la prisión de san Pablo surgió gran parte del Epistolario Paulino que ahora leemos y meditamos en nuestras liturgias dominicales y diarias. Mucho más importante que el conductor es lo que se conduce.

¿Quién puede olvidar a San Francisco de Asís, el poberello, acompañado del hermano León, y predicando elocuentemente con el silencio? Le ha pedido al hermano León que vayan a predicar, solamente han caminado sumergidos en el sigilo por las calles de un pueblo, y al regresar al convento, el hermano León extrañado le recuerda que habían salido del Convento precisamente a predicar. San Francisco le contesta: “Ya lo hemos hecho, hermano León”. San Francisco sabe que el testimonio es uno de los mejores vehículos para la predicación. Se trata de la voz más convincente, persuasiva y expedita con la que cuenta la Palabra. Era esto lo que, el pobre de Asís tenía en su corazón cuando le decía a los integrantes de su Orden: “Hermanos, prediquen siempre el Evangelio aunque en ocasiones usen las palabras”

4.- Lo importante no es el tubo sino el agua, no es el cable sino la energía, no es el florero sino las flores, no es el barniz sino la madera, no es el vestido sino la persona, no es la habitación sino el habitante. Lo más importante no será nunca la Voz, sino la Palabra. Lo más importante no es tanto el vehículo sino el pasajero.

Y el olvido de lo anterior es aquello que ha traído tantos y tan grandes problemas en el cristianismo.

Muchos de los predicadores de hoy en día nos vamos preocupando tanto por el uso de los altavoces, de las audiograbaciones o de la edición de videopredicaciones, de los recursos de la técnica y de la cibernética,… y nos hemos olvidado que lo verdaderamente importe en un predicador es la fidelidad para con Aquel que es la Palabra, ya que esto es lo que le puede dar autenticidad a lo que pronunciamos.

Hoy, nos fiamos tanto de la tecnología de punta que nos hemos olvidado de la oración y de nuestra consciente preparación. Actualmente nos preocupamos y obsesionamos tanto por los “medios” a utilizar, que hemos descuidamos la sustancia, los contenidos y el mensaje. Aunque parezca contradictorio: los predicadores de Dios nos olvidamos de Dios en nuestro contenido verbal, pero sobretodo existencial.

Somos tantos los que al predicar nos la pasamos hablando tanto de nosotros mismos que vamos silenciando la Palabra de Dios. Nos preocupa tanto la postura, el close off, el énfasis, la escenografía, el traje que utilizamos, el chascarrillo que compartimos. Nuestra predicación se convierte en una actuación en la que esperamos ansiosos esa retroalimentación del aplauso o de los gestos, del saludo o de la felicitación, y sobretodo de “la ofrenda”. Y, por ello, nos hemos convertido en unos profesionistas de nuestra palabra, que nos hemos olvidado que el estilo de nuestra vida es el que debería de hablar por sí solo.

5.- Cada uno de nosotros somos esa voz que clama, el importante es Aquel que es la Palabra.

¡No le debemos tener miedo a predicar en el desierto! El desierto suele ser el vacío que se extiende en torno a muchos de nosotros. Nuestra predicación más que en los auditorios, debería ser precisamente y solamente en el desierto, ya que es en el desierto por donde pasa Dios, en donde se vivió la historia de los enamorados. El desierto es el lugar de las grandes noticias y es también el lugar del encuentro decisivo. Y es que la geografía de Dios es mucho muy distinta de la geografía humana.

¿Cuál es el contenido de nuestra predicación?

¿Te has fijado, qué tantas cosas podemos hacer con nuestra voz? A través de nuestra voz podemos clamar, aclamar, reclamar, proclamar, declamar, hablar, decir, llamar, ordenar, enseñar, instruir, corregir, acusar, jurar, bendecir, maldecir, ofender, cantar, celebrar, alborozarse, confesar, rezar, gritar, quejarse, murmurar,... y otras muchas acciones más. Y sin embargo, ¿cuál es mi predica?

Hoy en día nuestra voz suele decir un sinfín de palabras que en verdad se convierten en un auténtico opio. Muy lejos de que nuestras palabras nos estimulen, parece que sólo se dedican a degradar, enardecer, ofender, desorientar, destruir y mentir.

6.- Amigo querido:

El Señor nos invita para que nos demos cuenta sobre la trascendencia que tiene completamente todo lo que decimos y todo lo que hacemos. Y es que no existe ninguna palabra, ni sentimiento, ni silencio, ni pensamiento del hombre, que no tenga trascendencia a su alrededor. Así precisamente como no existe una decisión, palabra o juicio del ser humano que no tenga una trascendencia hacia el futuro. Comprender esto es ser prudente, es ser responsables y, sobretodo, ser sabios.

Si nuestra superficialidad y nuestra frivolidad le han traído al mundo todo ese daño que conocemos, entonces será en la medida en que haya firmeza y solidez en las palabras que son clamadas por nuestra voz, como podrá redimirse gran parte del mundo en el que vivimos.

Recordemos todos los cristianos que la palabra recta es la que procede de la capacidad de escucha, la que se dice a tiempo, la que se piensa serenamente y con dominio, la que es ponderada y amable, la que brota de un piadoso temor de Dios.

Recordemos los que hemos sido constituidos en predicadores, que la Palabra precisa y necesaria para nuestro pueblo viene de Dios y no puede ser suplantada por ninguna otra. ¿De qué sirve un vehículo último modelo si el Divino pasajero se ha bajado y ha preferido caminar por el desierto?

Nuestros problemas surgen cuando consideramos nuestra vida más como un ornamento que como un instrumento.




III - LA AUSTERIDAD QUE NOS ENRIQUECE.

Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido de un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco inclinarme para dasatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.”


1.- San Juan Bautista, el precursor, el profeta austero anunciaba al pueblo de Dios que ya se acercaba inminentemente la hora de Dios, y que era necesario prepararse al gran acontecimiento con un cambio radical de vida y de costumbres.

El contemplar esta imagen ascéticamente coherente en el horizonte de la historia de la salvación, que para el mundo es imagen de locura, debe conducirnos a percibir la grandeza de una vida vivida en la más profunda sencillez.

Y es que a Dios le gusta la austeridad, y esto nos lo recuerda la fiesta de la Navidad que ya está tan cercana en su celebración.

¿Sabes? Quizá no se haya escrito nunca una paradoja tan grande como ésta: por un lado, la soberanía del Señor, y por la otra, su necesidad. ¡Ese es el Misterio de la Navidad! En Jesucristo se combina la divinidad con la dependencia, la posesión de todas las cosas con el despojo del existir, la riqueza total con la pobreza.

Se trata del Hijo de Dios que le ha pedido prestado al ser humano un pesebre para nacer, será Él el que le pida una barca prestada para desde allí predicar el Reino, es el mismo que tomará prestados de aquel joven unos cuantos panes de cebada y unos peces para multiplicarlos y así saciar a la multitud. Es Cristo quien le pide a “fulano” un asno prestado para entrar a Jerusalém, la razón que deben dar para explicar es que: “el Señor tiene necesidad de ello”. Se trata del mismo que necesita prestada esa habitación en lo alto para así instituir el Sagrado Banquete de la Eucaristía, es el mismo que les había dicho a sus apóstoles que no tenía en dónde reclinar la cabeza.

Al final, la historia terminará con el mismo tenor de austeridad y con la misma paradoja: habrá necesidad de que se pida un sepulcro prestado para que así descanse en el sueño de la muerte Aquel que es el dueño del Universo entero. Será desde allí, desde un sepulcro prestado, en donde se realice el acontecimiento que nos salva a todos los hombres: la resurrección del Hijo de Dios.

2.- Muy queridos ciberescuchas:

Son muchas las veces, en que Dios se permite tomar las cosas de los hombres para así recordarnos que todo, absolutamente todo, procede de Él y le pertenece a Él.

Y es la austeridad, un valor que debemos cultivar en esta fiesta cristiana de la Navidad.

Date cuenta de que vivimos en un mundo excesivamente consumista. En este mundo todo parece ser intercambiable por unas monedas, todo puede darse en trueque a cambio de unos centavos. En este mundo, una figura como la del Bautista nos puede parecer exacerbada, prohibitiva, y hasta propia y digna de un manicomio.

Y es precisamente aquí, en donde el Señor nos invita a desapegarnos de todo aquello que va saciando nuestro vientre y bolsillos, pero que va dejando el corazón y el alma empobrecidos.

¿No te has dado cuenta? Es mucho mayor la pobreza que genera la inconsciencia que la que es causada por la falta de dinero. Las mujeres y los hombres de nuestro tiempo van caminando por el mundo sin advertir la belleza, la bondad y la gloria de Dios circundante.

Sus almas son las pobres. Y el Señor nos dice que más vale ser pobre del bolsillo que menesteroso del alma.

3.- Este tema de la austeridad y la cercanía con la Navidad me ha hecho recordar un libro de Geraldine Brooks titulado: “El Universo en un Jardín”. En él narraba su asombro ante el consumismo en que se había sumergido su pequeño hijo llamado Nathaniel.

” Me asombra la gran cantidad de bienes materiales que mi pequeño ya ha consumido. Tiene cinco años y ya descompuso una podadora de césped amarilla, un triciclo de manillar rojo, un señor papa con protuberancias marrón y verdes. Las cosas le duran hasta que el microcircuito se estropea o el plástico se haga añicos.

Los juguetes modernos no le dejan un lugar a la imaginación: ahora son los microcircuitos los que piensan; los personajes de dibujos animados ya vienen con todo y diálogos, sólo basta aplastar un botón, y toda muñeca arrastra tras de sí un séquito de accesorios que comprar.

Ella narra que cuando era niña en Australia, era llevada por su madre a recorrer la finca, allí en donde cada planta y cada piedra tenían una historia para contar. Una lagartija que se asoleaba sobre un ladrillo era el héroe en un cuento de dragones. Los hongos de forma quebrada eran la escalinata de un hada, que conducía hasta un reino secreto. Las margaritas tenían caras y las azaleas eran los vestidos de noche para que la margarita fuera de baile con un príncipe.

En el otoño las hojas caídas les permitían jugar a la tienda de los sombreros. No hacía falta gastar para jugar a estos juegos. Lo único que se necesitaba era la dedicación de su madre. Dice ella: Si examino los costosos regalos que recibe Nathaniel, parece que toda su gracia reside en que no necesitan la intervención de los padres, y parece ser que para eso los compramos.

Algunos juguetes tienen alegres voces automáticas que hablan al pulsar un botón: “Escoge un amigo para ir a la tienda”, invitándolo a elegir entre sapos y ratones antropomorfos.

Todavía recuerda Geraldine aquellas invitaciones que le hacía su madre_ -Vamos de compras-. En el jardín hay un árbol donde se venden sombreros elegantes, y se la pasaban largas horas escogiendo entre las hojas de los árboles el sombrero más bello.

Termina Geraldine con una reflexión: ¿Me pregunto si todas las cosas que le he dado a mi hijo no le habrán quitado algo?

4.- Esta Navidad, Dios nos invita para que cultivemos la austeridad. La austeridad no es el arte de decir que no a las cosas; es el arte de decir que sí. Educar a la familia en la austeridad no es una negación, sino una afirmación:

1. La austeridad es decir que sí a la CREATIVIDAD y a la IMAGINACION que dejamos despertar.
2. La austeridad es decir que sí a la ILUSION de no ahogarnos dándoles a las personas más de lo que necesitan.La austeridad es decir que sí a su MADUREZ, pues no hemos llenado su corazón de necesidades absurdas e inútiles.La austeridad es decir que sí a su FELICIDAD, pues la felicidad no se consigue con cosas, sino que sale de dentro, del alma.La austeridad es decir que sí a la CAPACIDAD DE VALERSE POR SI MISMOS, sin necesidad de depender de los padres.La austeridad es decir que sí a la LIBERTAD, a esa capacidad para hacer lo que se debe hacer y no dejarse llevar por el “gusto”, por las “ganas”, o por la “moda” y todo lo que anuncian en los televisores.
3. Austeridad es decir que sí a DIOS, que es Padre de todos y nos pide amor, entrega y servicio a los demás.


5.- Te iba a compartir que en la Navidad del año 2000, mientras pasaba algunas noches en el hospital junto al lecho de enfermedad de mi madre, pensaba en algún regalo que pudiera ofrecerles a mi padre y a mi madre, cuando logrará salir del hospital. Aprovechaba algunos de sus momentos de sueño para leer algunas publicaciones. Leía la Biblia, algunos libros de teología, documentos que tenía que revisar sobre el Sínodo Diocesano y también leía algunas revistas. Leí una publicación navideña de las Selecciones del Reader´s Digest de ese año 2000.

Devoraba los artículos, y entre aquellos temas me encontré con uno que me dejaba un mensaje que en ese momento estaba necesitando. Una mujer llamada Chiquita Woodard hablaba de “Los Regalos que alegran el corazón”e iniciaba con una frase que inmediatamente jaló mi atención: “No es necesario regalar algo caro para alegrar un corazón. Regalar es un acto de bondad, no una competencia para ver quién gasta más”.

Recomendaba cosas interesantes como el regalarle a los niños que les gustan las gomas de mascar un paquete de 500, o a las niñas que les gustan listones para el cabello, uno de cada color. Recomendaba a las mujeres regalarles a sus maridos que tiene como hobbie el cuidar su automóvil, una cubeta con accesorios de limpieza y un vale de “servicios y cuidados especiales para el coche”. Recomendaba regalarle a los esposos que gustan de la parrilla, un muestrario de cortes selectos o de salsas exóticas para las carnes, o bien si el esposo gusta de algún deporte o tiene un equipo favorito el regalarle boletos para algún evento deportivo importante en el que se incluyera un segundo boleto para su amigo inseparable que le acompaña al estadio. A los maridos les recomendaba regalar a las mujeres cosas que no se enchufaran, e independientemente de lo que regalara que le escribieran una carta a la esposa en la que narraran la felicidad que tenían por haberse casado con ella, y las razones que tienen para amarle. Aconsejaba a aquellos que tienen kilómetros o millas acumuladas en los programas de viajero frecuente, el que ayudaran a que alguien se pudiera ir de viaje.

Todos los consejos, aunque algunos me provocaban risa, me parecían sensatos y los leía con interés..., mientras leía los artículos me le quedaba mirando a mi madre en su lecho de enfermedad, y pensaba en el mejor regalo para con ella. Al hablar de las personas mayores, Chiquita aconsejaba regalarles fotografías de las generaciones y álbumes o marcos para las fotografías, y decía que si se le regalaban algún artículo que necesitara baterías, las incluyéramos, si se les regalaban algunas jaulas o comederos para las aves se incluyeran raciones de alimento. Y concluía el artículo con una frase que me quedó grabada: Sin tener lugar a dudas, el mejor regalo es uno que no nos cuesta monetariamente. El tiempo es un bien escaso en estos días, que puede ser el regalo más valioso de todos.

6.- ¡Cuánta razón hay en lo anterior! Fíjate como en muchas casas de reposo, abundan los alimentos, incluso los prohibidos, y algunos aparatos sofisticados, pero faltan las palabras de aliento, los gestos silenciosos y la presencia del cariño tan necesaria.

A Dios le agrada la gente austera, la Virgen María de quien hablaremos el próximo domingo nos lo recordará. Al final de cuentas, la Navidad no es más que la fiesta del Dios que quiso ser menesteroso.



IV - RELACIONES EN EL ANONIMATO.

En el libro del profeta Isaías está escrito: “He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.
En cumplimiento de esto apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

1.- En una sociedad como la nuestra, en donde las relaciones humanas se han ido haciendo, a fuerza de abundantes, cada día más complejas y difíciles, el nombre de una persona parece que ya no significa nada.

¡Fíjate qué difícil nos resulta a todos el recordar el nombre de una persona que te ha sido presentada!, y cuántas veces nos lamentamos de que ya nos la han presentado en dos o hasta en tres ocasiones, y no se nos queda el nombre, por más que queremos.

Y es que los nombres nos dice muy poco: en realidad no dice nada en sí mismo, y esto no solamente porque los nombres se repiten y los apellidos también, sino, sobre todo, porque una persona no se suele identificar ya con su patronímico ni con su gentilicio, sino que aquello que le identifica suele ser su aportación que le ofrece a la sociedad.

Un día en tu vida que tengas pocas ocupaciones, dedícate a revisar el Directorio Telefónico y te podrás encontrar con páginas completas de algunos apellidos: Martínez, González, Garza, García, Pérez, Villarreal, Hernández... Y te podrás encontrar incluso con la información de muchas personas que hasta llevan el mismo nombre y los mismos apellidos.

2.- Te preguntarás: Entonces, ¿qué elementos pertenecientes a una persona pueden ser considerados como los propios? ¿qué es aquello que nos es útil para identificarle?

Estarás de acuerdo conmigo, en que si bien frecuentemente se nos puede escapar el nombre de una persona, no se nos escapan las aptitudes, como tampoco se nos olvida su profesión o su servicio, así como su aportación a la comunidad. Son muchas las ocasiones en que no recordamos el nombre del médico, pero no nos olvidamos de lo que hizo: ¿Cómo se llama el doctor, el que trató bien a mamá? ¿Cómo se llama?,… ¿Cómo se llama?,… Y así en todos los campos: ¿Cómo se llama el mecánico? ¿el que hace el trabajo bien? ¿Cómo se llama?... ¿Cómo se llama el abogado? ¿el que sí es honesto? ¿Cómo se llama?... ¿Cómo se llama el padrecito que fue a ver a papá cuando estaba enfermo? ¿Cómo se llama?

Y esto es lo que realmente se nos va quedando de las personas que tratamos en la vida, porque esto es lo que realmente identifica al ser humano. No el cómo se llama, sino lo que hace; y tanto más será definida su identidad cuanto mayor significado tenga para la sociedad esa aportación, ese trabajo, ese servicio, por muy sencillo que nos parezca.

Hoy, el Evangelio nos presenta al Precursor. El cual es definido como Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”. ¿Qué mejor identificación podría haber tenido?

En la misión que él tiene dentro de la redención es en dónde él se identifica realmente y esa identidad de Juan el Bautista, fuerte y firme, quedará para siempre estampada en la historia de la Salvación cuándo, de entre una multitud, él sea el que señale a Aquel que viene detrás de él y de quién no se siente digno ni de desatar las correas de sus sandalias.

3.- Muy Querido amigo:

Ahora es el momento de la aplicación práctica: Este Evangelio ¿qué significa para nosotros?...

Pues mira, yo pienso que ya es tiempo de que cada uno de nosotros tenga que preguntarse: Y yo, ¿quién soy? Cómo se define mi personalidad, cómo me ubico en medio de la sociedad, en medio de la Iglesia, entre mis semejantes y en la presencia de Dios nuestro Señor?

Y hay que reconocer que esta definición de personalidad e identidad es una de las luchas más duras que tiene que librar un hombre y una mujer a lo largo de su vida.

Y qué duro será para muchos de nosotros, el llegar a un momento de la existencia en que por no hacer nada resulta que no somos nadie. Qué difícil es llegar a un momento en el cual el reconocimiento de la inutilidad de nuestra propia vida nos hace perder hasta el sentido de nuestra misma identidad. Se trata de esas terribles crisis por las cuales podemos atravesar y por las cuales hemos atravesado todos nosotros.

Piensa en esas crisis en medio de las cuales andamos buscando una identidad por caminos equivocados, para toparnos en la pared, para lastimarnos y para herirnos y volver otra vez a buscar en otra forma o en otra parte, en una crisis existencial de gran sufrimiento, porque es la crisis más dura que puede afrontar el hombre. El comprender que no se es nadie porque no se hace nada por los demás.

Fíjate cómo nuestra ubicación viene junto con la identidad, en el momento en que nosotros descubrimos todo lo que podemos hacer por los demás y empezamos a hacerlo, brota de nuestro ser todo ese potencial inmenso que Dios ha puesto en nosotros y que en no pocas ocasiones hemos contenido delictuosamente: nuestros talentos. En el preciso momento en que ponemos todo lo que somos al servicio de nuestros semejantes, viene la paz en el corazón y en la paz, el camino hacia la madurez y hacia la plenitud así en lo humano como en lo cristiano.

Fíjate cómo también al poner todo nuestro ser en las manos de Dios para la salvación de los demás, encontramos nuestra identidad plena, en conciencia y delante de Dios, y podemos decir también nosotros: "yo soy la voz que clama en el desierto".

4.- ¿Quiénes somos? Ojala pudiéramos decir con soltura y con conciencia: yo soy lo que hago por los demás, yo soy el que anuncio, yo soy el que curo a los enfermos, yo soy el que enseño a los ignorantes, yo soy una legítima autoridad sobre mí mismo, yo soy el que busca la aplicación de la justicia, yo soy el que sirve, yo soy el que acompaña al solitario, yo soy el que comparte con el hambriento, yo soy el que lucho por el necesitado. Ese "yo soy" que es el dominio, que es el control de nuestra vida, es finalmente nuestra verdadera personalidad.

El día de hoy, debemos preguntarnos: ¿Quién soy yo?

Y es que Dios nos pide que nos ubiquemos, porque Él quiere necesitarnos, y hay bastante dentro de nosotros que todavía no ha sido puesto al servicio de los demás y al servicio de Dios, para la salvación de todos.

Cada uno de nosotros todavía estamos tratando de saber quién somos. Y no se vale respondernos a nosotros mismos en esa forma tan superficial y materialista, en la que ni eres lo que hicieron tus padres, ni eres lo que tienes.

Porque lo que tus padres hicieron es loable y amable pero tú éres el que debe construir el propio camino. Hoy nuestro país adolece por los artificios de los prestanombres, pero no te quedes solamente en los problemas por todos conocidos, me refiero a una clase de prestanombres que convierten a las personas en mediocres imitaciones y en consumidores de frutos que no han sembrado. Existen tantos padres que han sido eminentes profesionistas y que van legando su prestigio a sus hijos. No creo que exista un mal en ello, ¡claro! si el hijo realmente es competente,… el problema lo encuentro cuando alguien navega en una barca ajena y cuando no conoce bien los artificios para conducirla a un buen puerto. El problema lo encuentro cuando el hijo quiere vivir de las rentas de lo que el padre alcanzó en la vida y se convierte en un embrión que camina, el nombre de su padre se convierte en su placenta y no alcanza nunca a desarrollarse. ¡Y es que mi padre es mi padre y yo soy yo! Lo que mi padre ha hecho es realmente de admirarse, pero a mí me toca ahora emprender mi camino.

5.- El hombre no es lo que los padres hicieron, ni tampoco es aquello que tiene, porque hoy mismo, en medio de la crisis económica que vivimos, nos ha tocado descubrir la fugacidad de los bienes materiales. En realidad, tú y yo somos lo que hacemos a favor de los demás, de nuestra historia, y por ende de la historia de la salvación propia.

“Juanes” existieron muchísimos en tiempo del Señor, como los existen el día de hoy en grandes cantidades, pero Juan el Bautista es uno sólo, y lo es por ser "el bautista", el que bautiza, el que prepara el camino, el que clama y proclama, la voz que grita en el desierto, el hombre coherente, aquel que fue libre y crítico ante las situaciones de injusticia.

“Marías” también existieron muchísimas en tiempos del Señor como las existen hoy en nuestros tiempos, pero “María de Nazareth”, solamente hay una. Y lo es, sin duda, por lo que Dios hizo por ella, pero también por lo que ella hizo con el don de Dios.

María de Nazareth será la que escucha, la que ora, la que medita, la que pronuncia un “sí” que transforma al mundo entero, ella es la esclava del Señor y la que presurosa sirve a la pariente necesitada, la que se encuentra con el Arcángel de Dios y la que sale al encuentro de aquella prima anciana, ella es la que cuida con amor el fruto del vientre, la que con dignidad sale de su tierra en el cumplimiento de su misión, la que solícita vela por el matrimonio necesitado del buen vino, la que permanece fiel desde la cuna hasta la tumba, desde el pesebre hasta la cruz, aquella que no falla en la esperanza, aún en medio de la oscuridad del viernes santo.

6.- Y ¿tú quién eres? Y ¿yo quien soy?

“Padres Rogelio” pueden existir muchos, “Rogelios Narváez” los puede haber en gran cantidad. Pero yo, en lo personal, me defino por lo que yo hago, por mi aportación. Tú me identificas por lo que te ofrezco, por mis servicios, por mi consagración. Mi nombre va muy unido a lo que yo hago, y así mi nombre puede adquirir un valor en tu recuerdo. Y es aquello que sirviendo a Dios te ofrezco, lo que me identificará en tu vida y en tu pensamiento. Y aquello con lo que me presentaré un día ante el Señor.

En este adviento, Dios nos está permitiendo iniciar con una nueva oportunidad para el cambio, nos permite empezar otra vez con nuestro caminar. Lo que reflexionamos en este domingo no tiene como finalidad el que nos desalentemos, sino el que nos convirtamos y, que seamos capaces de empezar a aprovechar los momentos que Dios nos está brindando.

Que este adviento sea entonces una búsqueda apasionada de esa identidad nuestra, porque en el momento en que cada uno de nosotros se encuentra a sí mismo, en ese momento se desencadena toda la riqueza interior, y todos los que nos rodean resultan beneficiados.

Ayudemos también a quien no acaba de ubicarse, para que, encontrándose a sí mismo, pueda ser feliz, realizando sus tareas y poniendo a multiplicar los talentos que Dios le ha dado.

“He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.

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