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jueves, 3 de marzo de 2011

Comentario Bíblico y Pautas para la Homilía: IX Domingo del T.O. (Mt 7, 21-27) - Ciclo A


Publicado por Dominicos.org

"El que cumple la voluntad de mi Padre entrará en el Reino de los Cielos"

Ser creyente y demostrarlo con la propia vida. Es una invitación a todos los hombres de buena voluntad, pero en especial es una llamada a los bautizados.
No podemos cerrar los ojos y los oídos a lo que vemos y oímos; a lo que vivimos hoy: la tendencia a separar lo profano de lo religioso; a separar nuestras creencias, incluso vivencias religiosas, separarlas de la vida, del trabajo, de la familia, diversión y cultura.
No es sólo el problema, la discusión de quitar o poner señales. Es algo más profundo y serio: es nuestro modo de vivir. Sí, podemos rezar, pero que ello quede en el espacio de lo "no manifiesto". En algunos lugares "no es aconsejable" hacer prácticas externas.
Paralelamente a este clima, la Iglesia hoy manifiesta una vitalidad y fortaleza muy grande. Muchos creyentes están en la línea de la Palabra de Dios que hoy proclamamos: "manos a la obra", proclamando la fe no sólo con las obras sino con sus vidas.
El testimonio de más de 150.000 mártires cristianos en el año 2010, son el más claro ejemplo de exponer y perder la vida por la fe en Jesús de Nazaret. Hoy muchos siguen confesando su fe en la clandestinidad y pese a la prohibición.
El Evangelio hoy nos invita a ser testigos de la fe en Jesús. Esto es edificar sobre piedra. Es dar sentido y fundamento a nuestro vivir, cualquiera que sea nuestra condición.

Fr. Guillermo Santomé Urbano O.P.
Convento de Sto. Domingo el Real. Madrid.


Comentario Bíblico

Primera lectura: (Deuteronomio 11,18.26-28)

Marco: El contexto es la conclusión del segundo discurso puesto en labios de Moisés por los redactores deuteronomistas. La lectura es una reflexión del pasado para alentar un futuro en mayor fidelidad a la alianza con Dios que ha elegido gratuitamente a su pueblo.

Reflexión

¡La palabra ha de llegar hasta lo más íntimo del hombre!

¡Meteos mis palabras en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente. Los predicadores deuteronomistas se distinguen por esta insistencia en que es al corazón al que debe alcanzar la voluntad de Dios manifestada en la alianza. Han recogido lo mejor de la predicación profética que denunciaba insistentemente un culto externo sin vida y sin alma. La referencia al corazón es frecuente en este libro. Sólo si la palabra alcanza al corazón puede dirigir y orientar toda la vida. Igualmente en la antropología hebrea alma (nefesh) define al hombre en su totalidad como ser vivo. Los predicadores recuerdan que la alianza de Dios debe abarcar toda la vida en todas sus manifestaciones. Debe orientar a todo el hombre considerado como un ser vivo y para la vida, no admite fisuras. ¡Es necesaria la sabiduría para elegir la bendición!

Segunda lectura: (Romanos 3,2 1-25.28)

Marco: El contexto amplio es la salvación por la fe (c. 1-11). La lectura reflexiona sobre la justicia de Dios y la fe. En esta sección se encuadra el fragmento que se proclama hoy.

Reflexión

¡Revelación de la justicia de Dios!

Ahora la justicia de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la ley. En el pensamiento paulino la justicia centra su atención de manera singular y peculiar. El procede del judaísmo más estricto en el que la gratuidad no era la preocupación central. Pablo mismo ha sido alcanzado por la misericordia de Dios gratuita que le ha abierto el corazón a Jesús resucitado. En este Jesús ha encontrado la libertad, la salvación y el amor de Dios. La justicia es la síntesis de los bienes salvíficos ofrecidos por Dios. Y precisamente la misión de Jesús es ofrecerla a todos los hombres gratuitamente para que sea acogida por la adhesión personal a ese Dios por medio de Él. Se pregunta Pablo ¿Qué hacer con la ley y los profetas? ¿Qué hacer con el antiguo Testamento? ¿Tiene Dios dos planes de salvación? Pablo responde que el plan es único. Lo antiguo cumplió la función de un pedagogo que conduce al menor de edad hacia la mayoría de edad, su función es temporal. Dios anunció la justicia definitiva por medio de la ley y los profetas, pero, llegada la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley para concedernos ser hijos adoptivos suyos. La ley y los profetas cumplieron su misión. Pero siguen teniendo un valor pedagógico. Llegado el cumplimiento, Jesús mismo es la ley y la profecía por excelencia.

Evangelio: (Mateo 7,21-27)

Marco: El contexto está dedicado a presentar las características del verdadero discípulo de Jesús.

Reflexiones

1ª) ¡Lo que distingue al verdadero discípulo!

No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El título Señor es el propio del Jesús glorioso. Es una confesión solemne de la identidad de Jesús. Puede ser malentendido como invocación de un nombre mágico con el que poder dominar los acontecimientos y la naturaleza. No bastan estos usos del nombre para garantizar la entrada y posesión definitiva del reino. Los verdaderos discípulos son aquellos que realizan la voluntad de mi Padre. En la oración que ofrece Jesús a los discípulos como su característica aparece, en la versión mateana no en la lucana, la tercera demanda de deseo: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. En primer lugar, en esa demanda el discípulo pide al Papá Bienamado que lleve a efecto, que realice su proyecto a favor de los hombres. La voluntad se entiende como el resultado de la decisión tomada por Dios, su plan, su proyecto. Realizarse la voluntad de Dios en la tierra significa que lo que él ha decidido se lleve a efecto; pero el sujeto es Él mismo. Ese sería el sentido de los pasivos que se utilizan en las tres demandas de deseo. Esta ha sido la misión y la tarea de Jesús presente entre nosotros. El alimento, el ideal y la tarea principal de Jesús fue llevar a efecto este programa, proyecto o plan de Dios. Jesús vive pendiente de su Padre para realizar lo que le agrada y lo que conviene a la salvación de los hombres. Porque este proyecto es una realidad para ejecutar en la historia de la salvación. Seguir a Jesús significa imitar toda su vida en todos sus aspectos, hacer de los ideales del maestro los suyos propios. Por tanto, un verdadero discípulo es el que coloca en primer plano y en el centro de su vida y de acción la voluntad-proyecto de Dios a favor de los hombres.

2ª) ¡Edificar sobre roca viva escuchando la palabra de Jesús!

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. La imagen de la casa construida sobre roca procede del medio ambiente cultural. La ciudad de Jerusalén que conoció Jesús y sus discípulos estaba construida sobre roca. Es frecuente, sobre todo en los Salmos, el recurso a la imagen de la roca como expresión de seguridad, firmeza y permanencia. Es frecuente hablar de Dios como “mi roca y salvación”, “la roca de refugio donde me pongo a salvo.” Porque las fortalezas se solían construir sobre picachos rocosos para mayor seguridad frente a los ataques frecuentes de conquistadores e invasores. Estas imágenes nos conducen a la misma realidad: firmeza, consistencia y bastiones inexpugnables (Mt 16,18). El recurso, por tanto, a la edificación de la casa sobre roca está muy bien enmarcado en las costumbres antiguas y es entendida por los oyentes con relativa facilidad. Pues bien, Jesús afirma que sus palabras son como una roca viva. El que escucha estas palabras asienta el sentido de su vida y de su destino futuro sobre realidades vivas y firmes. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán, afirmaba Jesús. Las palabras de Jesús son permanentes, firmes como la roca, eficaces por sí mismas si se las escucha atentamente, se acogen con un corazón limpio y dispuesto. Todo el sermón es como una roca viva sobre la que se puede construir el edificio de un verdadero discipulado que conduce a la posesión del reino (cf. 1Cor 3,10ss; 1Pe 2,1ss).

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)



Pautas para la Homilía

"Os pongo delante bendición y maldición".

Se refiere al tema de la toma de decisiones, de plena actualidad hoy. No sólo en la vida pública, económica, familiar, sino también en la vida personal. Es fundamental tener conciencia del bien y del mal, de lo correcto y de lo que es incorrecto. Debería ser un aprendizaje continuo, desde la primera infancia. El no hacerlo es edificar sobre arena; es dejar la vida humana sin fundamento.

El problema hoy son las medias-tintas, la indiferencia; pasar del tema, ignorar las responsabilidades. Delante de cada hombre o mujer está lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal. Afecta a nuestra vida y también a toda comunidad, a toda familia, a todo pueblo.

Todos tenemos responsabilidades. En la vida humana necesariamente tenemos que tomar decisiones y no siempre son agradables (a nadie le gusta que le quiten una pierna, pero a veces es necesario para seguir viviendo). El camino es elegir y elegir bien. Es camino de bendición.

"Todos invitados a la salvación"

La segunda lectura plantea el tema de la gratuidad, lo más serio y positivo del cristianismo. Porque amar y perdonar para el cristiano es lo más duro, pero también lo más gratificante. Por pura gratuidad nos redimió, nos perdonó, nos salva. No por las obras de la ley sino gratuitamente, por la bondad y misericordia de Dios.

Aquí estamos hablando de calidad y no de cantidad. No consiste en hacer mucho, sino en la bondad de Dios que hay en nosotros. Esa bondad es la que edifica sobre piedra. Es calidad de vida humana y espiritual. Así es la misericordia de Dios.

Quizás tengamos que insistir: "por pura gracia". Si hemos recibido gratis, también debemos darnos y dar en gratuidad. Este el nervio del mensaje: reconciliados gratuitamente en virtud de la redención de Jesús. Todos somos iguales ante Dios y todos formamos un sólo pueblo, una sola Iglesia.

"El que escucha mis palabras y las pone en práctica....".

En el evangelio aparecen tres momentos, como tres pasos en la enseñanza de Jesús a sus discípulos. Son válidos para todos nosotros:

1. Lo que le agrada, lo que es la voluntad de Dios para cada ser humano, para la comunidad humana es todo lo que construye, todo lo que es positivo, todo crecimiento en orden al bien. Su fundamento es Cristo: es la verdad, la bondad, el gozo y la belleza.Este es el deseo de Dios para cada uno de sus hijos, para la familia humana. Es un deseo razonable. No son prácticas raras. Es la búsqueda del bien para sus hijos. ¿Quién no desea esto?.

2. Es un deseo condicionado. Nos ha dado la libertad. Es la aventura del sí o de decir no, de la aceptación del camino. La aventura de confiar en Dios "porque si El no construye la ciudad, en vano trabajan los albañiles". En nosotros hay una responsabilidad: entrar o no entrar en la dinámica de Jesús, construir con El, por El y para El. El peligro real es usar mal nuestra libertad. Un padre lo ve con claridad en sus hijos. Una esposa lo ve con claridad en su esposo. El esposo también ve la rectitud-bondad o desvarío de la esposa.

3. De ahí la necesidad de caminar en humildad. Llamados a participar de la salvación de Dios, llamados a ser piedras vivas en la construcción del bien y de la concordia humana, se nos pide congruencia, verdad, honradez. Instrumentos del Bien Común de la mano del Creador. Con humildad, buscar el bien por encima de todo. Sabiendo que en cada momento, en cada realidad, delante de nosotros están el bien y el mal. El creyente, el hijo de Dios, humildemente y por la gracia de Dios, debe optar por el Bien y proyectar su fe en favor de los hermanos.

"Por sus frutos los conoceréis"

Lo importante es cuando cada uno de nosotros, el creyente, sale a la calle. Nos hemos fortalecido con la Palabra, con la participación en la Cena del Señor. Tenemos que seguir siendo la misma "persona": sólo "por sus frutos los conoceréis". No se trata de cosas extraordinarias. No es nada raro lo que creemos y vivimos.

1. Confiar: El creyente es una persona que confía en la Palabra y confía en el gran anuncio de hoy: salvados, redimidos por la Sangre de Cristo.

2. Se nos dice "que se note". Sobre todo por nuestras obras, buenas obras. Hay como urgencia en promover la justicia en el mundo. La obra grande de la justicia es la paz. Paz en nuestras vidas, hombres y mujeres con paz y hacedores de la paz. Urge la coherencia. Lo que hemos oído y visto hay que vivirlo y decirlo. Nuestro mundo necesita un baño de coherencia, de honradez. La verdad nos hará libres. No somos libres si no tenemos coherencia: lo que creemos hay que vivirlo y manifestarlo.

3. El creyente y la comunidad de creyentes tenemos que tomar decisiones: "por sus frutos los conoceréis". A los primeros cristianos se les notaba: tomaron decisiones y fueron testigos de Jesús resucitado.

4. Todo es más fácil dándonos la mano, engarzados, formando comunidad. Es bueno recordar lo que nos decía el Papa Benedicto XVI en Fátima el año pasado, 2010:
"Se ha puesto una confianza tal vez excesiva en las estructuras y en los programas eclesiales, en la distribución de poderes y funciones, pero qué pasaría si la sal se volviera insípida?”.

Los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de afuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia muchos proceden precisamente de dentro. Los seres humanos tenemos una tendencia natural a mirar y juzgar al otro. Hablamos de construir un mundo mejor -con sólidos cimientos-, y es loable, pero el punto de partida es nuestra propia persona, la salud interior, lo que voy construyendo de cristiano en mi vida. No vale sólo decir "que otros lo hagan", "que los otros cambien", eso pertenece a su libertad que debo respetar. Hoy se me invita a mí a la gran tarea que tengo que realizar "desde dentro", desde mi interioridad, desde mi salud espiritual. A ella puede y debería colaborar, ciertamente la Comunidad, la Parroquia, cada uno de los que formamos la Iglesia.

Nadie crece sin nido. La anidación es fundamental. Por libre poco podemos. Salvados, ciertamente, pero esto tiene un camino: en racimo, en la Iglesia.

Fr. Guillermo Santomé Urbano O.P.
Convento de Sto. Domingo el Real. Madrid.

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