Domingo II después de Navidad: Dios se hace diálogo

Por Bernardo Baldeón
Publicado por Antena Misionera Blog

Volvemos a leer en este domingo la introducción del Evangelio de San Juan. Dios quiere entrar el diálogo con el hombre. Dios quiere que los hombres dialoguemos entre nosotros.palabra Lo contrario a al diálogo es la violencia. Desgraciadamente hemos comenzado este año con un incremento de la violencia. Nos cuesta dialogar. Y eso a todos los niveles. Por eso no está de más volver a leer, a escuchar y dejarnos empapar por las palabras de Juan. Dios se nos vuelve a presentar como “maestro del diálogo”. Como decía Pablo, Jesús dejó de lado su ser igual a Dios, se abajó, haciéndose uno de nosotros.

En Jesús todo es Palabra: sus hechos y sus mismas conversaciones, pero él mismo es Palabra. A través de él se ve a Dios, se experimenta la misericordia del Padre y se alcanza el conocimiento vivo de cómo es Dios mismo: un Dios bien diverso de como lo imaginamos o lo presentamos los hombres.

Las “palabras se las lleva el viento”… Por eso Dios, que es Palabra se hace Carne. Palabra tangible. Palabra que está ahí y no se la va a llevar ningún viento. Palabra entrañable (gestada en las entrañas de una mujer) y siempre a nuestra disposición. Palabra viva que nos invita permanentemente al diálogo. Porque al hacer Palabra, Dios se hace diálogo.


Pero estamos demasiado acostumbrados a diálogos de sordos.

Sería bueno en este día recordar algunas de las condiciones que el pedagogo brasileño Paulo Freire señalaba para que el diálogo sea auténtico:

1. La autosuficiencia y el diálogo es incompatible, porque quienes carecen de humildad o aquellos que la pierden, no pueden aproximarse al pueblo. Si alguien no es capaz de sentirse y saberse tan ser humano como los otros, significa que le falta mucho por caminar para llegar al lugar de encuentro con ellos.

2. No hay diálogo tampoco si no existe una intensa fe en las personas, en su poder de hacer y rehacer, de crear y recrear; fe en la vocación de ser más.

3. Si la fe en los sujetos es una condición del diálogo, la confianza se instaura en él. La confianza, paralelamente, hace que los sujetos que dialogan se sientan cada vez más compañeros al pronunciar el mundo.

4. Otro componente para que el diálogo se produzca es la esperanza. La cual se sitúa en la raíz de la inconclusión de los seres mismos, a partir de la cual se mueven éstos en permanente búsqueda y que no puede darse en forma aislada, sino en comunión con los demás.

5. No es posible el diálogo sin amor al otro. Es decir, sin capacidad de recibirlo como persona, con su forma de ser y de pensar, superando mis prejuicios.

6. El diálogo ha de ser transformador. No se trata de intercambiar ideas y que luego cada uno siga igual. Ha de transformar a cada persona y desde ahí transformar y mejorar nuestro mundo, sino sería estéril.

En su diálogo con nosotros Dios tiene esas actitudes: humildad, fe, confianza, esperanza, amor y apertura para transformar nuestra persona y nuestra realidad.

Esas son las características que debe tener nuestro diálogo a nivel familiar, social, político, religioso, para que sea auténtico… de otra manera serán palabras que se lleve el viento.

Son características que deben marcar también la misión de la Iglesia, para que sea fiel a la misión de Jesús de Nazaret, la Palabra hecha carne.