El arzobispo de Córdoba abrirá la semana próxima el proceso que estudiará un posible hecho sobrenatural atribuido a la interecesión del sacerdote gaucho.
Mariano de Vedia (La Nación)
Entre los caminos que recorren las altas cumbres de las sierras cordobesas, las semillas que sembró el cura Brochero siguen dando frutos. A 95 años de su muerte, que lo encontró ciego y enfermo de lepra, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, abrirá el jueves de la semana próxima el proceso que analizará un presunto milagro atribuido a su intercesión. Ese paso lo dejaría a las puertas de la beatificación.
La vida del cura Brochero aún sobrevuela en el valle de Traslasierra, donde hace más de un siglo ejerció su acción pastoral. Se lo recuerda como el cura gaucho que asumió como propias las necesidades de la gente: con sus propias manos y animando a los pobladores construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas, con la certeza de que el progreso y la educación contribuirían a acercar a la gente a Dios.
"Me impresiona cómo este hombre, que terminó ciego, tuvo esa gran visión para adelantarse a los tiempos. Descubrió que la transformación de la sociedad y el progreso aun material estaban unidos al progreso espiritual", dijo el obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, al anunciar ante más de 2000 personas la apertura del proceso tendiente a verificar, con testimonios y documentación científica, si se produjo una curación milagrosa.
Búsqueda de casos
La posibilidad de que el cura emblemático de la zona sea reconocido como santo por la Iglesia movilizó a los fieles locales. Cuatro mujeres, que integran la comunidad de laicas consagradas Virgen de Luján, revisaron minuciosamente los mensajes de agradecimientos y testimonios que los fieles depositaron en los últimos años ante la tumba del cura, en el santuario Nuestra Señora del Tránsito, en esta ciudad, que lleva el nombre del sacerdote desde el año siguiente de su muerte, ocurrida en 1914.
"Nuestra misión era encontrar casos de curaciones inexplicables o situaciones que podían ser consideradas milagrosas", explicó María Angélica Moredo, mientras recuerda los centenares de cuadernos con notas acumulados en cajas junto con sus compañeras Viviana Acosta, Gabriela Talamonti y Carolina Cornejo.
La consigna era hallar testimonios de gratitud por las gracias recibidas, mediante peticiones dirigidas al cura Brochero y no a otros santos.
En los cuadernos se multiplicaban los casos de matrimonios que habían pedido por el nacimiento de un hijo, curaciones sin explicaciones científicas y recuperaciones milagrosas de accidentes, justo al sacerdote que tanto había hecho por la construcción de rutas y caminos.
Se llegó, así, a un puñado de casos que se mantienen en secreto, a la espera de análisis para acreditar si estaban en condiciones de ser "potencialmente milagrosos".
Nacido en 1840 en Santa Rosa de Río Primero, José Gabriel del Rosario Brochero entró al seminario a los 16 años. Ordenado sacerdote una década después, en 1869 tomó posesión del Curato de San Alberto, en el valle de Traslasierra, y desde allí hizo una fecunda misión apostólica y acción social, con la construcción de caminos, capillas y escuelas. En 1875 promovió la Casa de Ejercicios, en la que aún hoy se siguen predicando retiros.
"Era un hombre apasionado por que el serrano se encuentre con Jesús. Impulsaba caminos y escuelas para que la gente comprendiera lo que transmite la fe", recordó monseñor Olivera, al transmitir la mirada visionaria del cura gaucho.
Montado en su mula y envuelto en un poncho de lana, con la imagen de la Virgen Purísima, recorría y abría caminos para llevar alivio espiritual y material a los pobladores. Se contagió la lepra durante la visita a un enfermo, que le convidó un mate.
El proceso se abrirá en Córdoba con todos los obispos de la región y el vicepostulador de la causa, el sacerdote jesuita Julio Merediz. Si avanza, la causa seguirá en Roma.
"¡Qué hubiera hecho el cura Brochero hace unos años cuando se iban cerrando los ferrocarriles, condenando a la muerte tantos proyectos y condenando a muchos jóvenes al exilio!", dijo monseñor Olivera, convencido de que Brochero, por su entrega y su testimonio, es un modelo para los sacerdotes de hoy.
Mariano de Vedia (La Nación)
Entre los caminos que recorren las altas cumbres de las sierras cordobesas, las semillas que sembró el cura Brochero siguen dando frutos. A 95 años de su muerte, que lo encontró ciego y enfermo de lepra, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, abrirá el jueves de la semana próxima el proceso que analizará un presunto milagro atribuido a su intercesión. Ese paso lo dejaría a las puertas de la beatificación.
La vida del cura Brochero aún sobrevuela en el valle de Traslasierra, donde hace más de un siglo ejerció su acción pastoral. Se lo recuerda como el cura gaucho que asumió como propias las necesidades de la gente: con sus propias manos y animando a los pobladores construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas, con la certeza de que el progreso y la educación contribuirían a acercar a la gente a Dios.
"Me impresiona cómo este hombre, que terminó ciego, tuvo esa gran visión para adelantarse a los tiempos. Descubrió que la transformación de la sociedad y el progreso aun material estaban unidos al progreso espiritual", dijo el obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, al anunciar ante más de 2000 personas la apertura del proceso tendiente a verificar, con testimonios y documentación científica, si se produjo una curación milagrosa.
Búsqueda de casos
La posibilidad de que el cura emblemático de la zona sea reconocido como santo por la Iglesia movilizó a los fieles locales. Cuatro mujeres, que integran la comunidad de laicas consagradas Virgen de Luján, revisaron minuciosamente los mensajes de agradecimientos y testimonios que los fieles depositaron en los últimos años ante la tumba del cura, en el santuario Nuestra Señora del Tránsito, en esta ciudad, que lleva el nombre del sacerdote desde el año siguiente de su muerte, ocurrida en 1914.
"Nuestra misión era encontrar casos de curaciones inexplicables o situaciones que podían ser consideradas milagrosas", explicó María Angélica Moredo, mientras recuerda los centenares de cuadernos con notas acumulados en cajas junto con sus compañeras Viviana Acosta, Gabriela Talamonti y Carolina Cornejo.
La consigna era hallar testimonios de gratitud por las gracias recibidas, mediante peticiones dirigidas al cura Brochero y no a otros santos.
En los cuadernos se multiplicaban los casos de matrimonios que habían pedido por el nacimiento de un hijo, curaciones sin explicaciones científicas y recuperaciones milagrosas de accidentes, justo al sacerdote que tanto había hecho por la construcción de rutas y caminos.
Se llegó, así, a un puñado de casos que se mantienen en secreto, a la espera de análisis para acreditar si estaban en condiciones de ser "potencialmente milagrosos".
Nacido en 1840 en Santa Rosa de Río Primero, José Gabriel del Rosario Brochero entró al seminario a los 16 años. Ordenado sacerdote una década después, en 1869 tomó posesión del Curato de San Alberto, en el valle de Traslasierra, y desde allí hizo una fecunda misión apostólica y acción social, con la construcción de caminos, capillas y escuelas. En 1875 promovió la Casa de Ejercicios, en la que aún hoy se siguen predicando retiros.
"Era un hombre apasionado por que el serrano se encuentre con Jesús. Impulsaba caminos y escuelas para que la gente comprendiera lo que transmite la fe", recordó monseñor Olivera, al transmitir la mirada visionaria del cura gaucho.
Montado en su mula y envuelto en un poncho de lana, con la imagen de la Virgen Purísima, recorría y abría caminos para llevar alivio espiritual y material a los pobladores. Se contagió la lepra durante la visita a un enfermo, que le convidó un mate.
El proceso se abrirá en Córdoba con todos los obispos de la región y el vicepostulador de la causa, el sacerdote jesuita Julio Merediz. Si avanza, la causa seguirá en Roma.
"¡Qué hubiera hecho el cura Brochero hace unos años cuando se iban cerrando los ferrocarriles, condenando a la muerte tantos proyectos y condenando a muchos jóvenes al exilio!", dijo monseñor Olivera, convencido de que Brochero, por su entrega y su testimonio, es un modelo para los sacerdotes de hoy.
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