Día de la vida consagrada: Dos pies como dos soles

Publicado por Entra y Veras

El cartel oficial de esta Jornada, nos presenta la imagen de una religiosa. Mª Presentación López Vivar, que perdió los dos pies en el Congo debido a una explosión. El autor reflexiona sobre la vida consagrada a partir de este hecho.

El pasado martes 28 de octubre de 2008 Presentación se quedó sin sus dos pies. Le fueron cruelmente amputados por la explosión de una bomba en la República Democrática del Congo. El miércoles día 29 su fotografía aparecía en todos los medios de comunicación españoles con este titular: «Una misionera burgalesa herida de gravedad en el conflicto del Congo». El presente lunes 2 de febrero su imagen en silla de ruedas sirve como cartel oficial en España de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2009.
Hay coincidencias que no son meras casualidades mudas, sino conexiones elocuentes. Hoy celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor. ¿Qué hacía una mujer llamada precisamente Presentación en el Congo? Ser testigo de amor y de esperanza en medio de una pobreza insultante y de una violencia devastadora. ¿Por qué se le había ocurrido ir allí? Porque había consagrado su vida al servicio del Evangelio de Jesucristo y le dolía el dolor de los que peor viven y le ardía la bondad en la sangre y sentía en su corazón que debía poner sus manos y sus pies, su persona entera, al servicio de los más necesitados.

María Presentación López Vivar era –y es– misionera religiosa. Forma parte de un amplio grupo de hombres y mujeres que dan rostro, voz, nombre y apellidos a esa realidad plural que denominamos «Vida Consagrada». Una vida consagrada a Dios es una vida entregada a todos los hijos de Dios, sin distinción de fronteras y sin exclusión de individuos. Para que tengan más vida, para que su vivir sea más digno, más humano, más como Dios quiere. Presentación no ha perdido los pies como quien olvida unos guantes en la cafetería de la esquina. Presentación ha entregado sus pies… mucho antes de que una bomba asesina se los arrancara brutalmente. Ella los donó día a día, yendo y viniendo por los poblados del Congo dedicada a aliviar sufrimientos y regalar esperanzas. Los entregó de mil amores cuando los tenía intactos porque los puso sin reservas a disposición de quienes necesitaban su palabra amiga y sus manos solidarias. Ella misma cuenta lo siguiente: «Alguien me preguntó si sabía que estaba en zona de peligro. Lo supe antes de ir. Mirando el mapa con uno de mis hermanos me dijo: ¿Sabes que vas a la línea de fuego? Y fui». No es temeridad, es generosidad. No es insensatez, es amor. Amor auténtico, del que no está hecho de palabras bonitas, sino de luz ardiente, de pasión por el Evangelio y de compasión por la humanidad.

En el día de las Candelas, si vivimos encendidos, irradiaremos luz y calor, sembraremos consuelo y esperanza, transmitiremos vida, haremos creíble nuestra fe y verídico nuestro amor. En definitiva, seremos los nuevos pies que Presentación ya no tiene. Recogeremos el testigo de su candela luminosa. Y, en el relevo que nos corresponde, continuaremos haciendo camino al andar. Camino de Evangelio. Andadura de vida nueva. Ruta del Reino.

José Manuel Berruete, agustino recoleto. Parroquia Santa Rita, Madrid