Para nosotros, los cristianos, promover la paz es una forma de rendir culto a Dios. Sin embargo, estamos conscientes de que la búsqueda de la paz va más allá de cualquier religión, ideología, cultura o interés económico; es una cuestión de humanismo. Un ejemplo de este anhelo desinteresado –y que he decidido dejarlo textualmente– se refleja en el mensaje que dirigió a la ONU la reina de Jordania Rania Al Abdullah, promotora de UNICEF, durante los críticos días (hasta el 15 de enero pasado) de la incursión militar israelí en Gaza, misma que causó la muerte de más de mil palestinos (entre ellos, más de 300 niños), hirió a más de 5 mil personas y destruyó la infraestructura.
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
«Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona». Artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Desde hace 41 años, la población de Gaza vive bajo la ocupación. En los últimos 18 meses ha vivido sitiada. Y en los últimos 10 días, los pobladores de Gaza han sido víctimas de una cruel y constante agresión militar.
O la Declaración no es tan universal, o los habitantes de Gaza no son seres humanos dignos de los mismos derechos «universales» que los demás. Ese es el mensaje que hoy difunde el mundo.
Hoy me encuentro aquí en compañía de los representantes de la familia de las Naciones Unidas para compartir con ustedes la gravedad de la crisis humanitaria de Gaza.
Sin embargo, Gaza no es el único sitio donde hay crisis humanitaria... porque existe una crisis de la humanidad a nivel mundial. Nelson Mandela señaló alguna vez que «nuestra libertad es incompleta sin la libertad de los palestinos». Y hoy les digo, nuestra humanidad está incompleta sin la humanidad de ese pueblo. No es completa. No es universal.
Este es el mensaje que les envío a los dirigentes del mundo: nuestra humanidad es incompleta cuando los niños y las niñas, independientemente de su nacionalidad, son víctimas de las operaciones militares.
Más de 70 niños y niñas muertos. Casi 600 heridos. «¿Qué les dice el mundo a las madres de estos niños? ¿A la madre palestina que perdió cinco hijas en un solo día? ¿A las madres que escuchan los gritos de dolor de sus hijos, que los ven acurrucarse aterrados y sufrir un trauma mayor y más grave de lo que cualquiera de nosotros sufrirá durante toda la vida?».
¿Que son daño colateral?, ¿que sus vidas no cuentan?, ¿que sus muertes no importan?, ¿que los niños y niñas de Gaza no disfrutan del «derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad»? ¿Qué les decimos?
Resulta imperativo que todas las naciones pasen a la acción para poner fin a los combates y para reabrir todos los cruces, especialmente el de Karni, a fin de facilitar el paso franco de trigo, combustibles, medicamentos y otros suministros de primera necesidad.
Como mínimo, debemos hacer todo lo necesario para lograr un cese del fuego, un cese del fuego humanitario, un cese del fuego por los niños y niñas, para ayudar a los heridos, para buscar a quienes han quedado enterrados bajo los escombros, para atender a los enfermos y a los ancianos atrapados en sus hogares, y para hacer llegar personal, equipos y suministros médicos indispensables.
Como mínimo, los gobiernos deberían responder al llamado de emergencia del Organismo de Obras Públicas y Socorro para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) por 34 millones de dólares para satisfacer las necesidades inmediatas de la población civil inocente de Gaza.
Los niños y niñas de Gaza... los que murieron y los que apenas sobreviven... sus madres... sus padres... ninguno de ellos es daño colateral aceptable. Sus vidas importan. Sus pérdidas cuentan. No se les puede separar de nuestra humanidad universal. Ni a un solo niño, ni a un solo civil.
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
«Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona». Artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Desde hace 41 años, la población de Gaza vive bajo la ocupación. En los últimos 18 meses ha vivido sitiada. Y en los últimos 10 días, los pobladores de Gaza han sido víctimas de una cruel y constante agresión militar.
O la Declaración no es tan universal, o los habitantes de Gaza no son seres humanos dignos de los mismos derechos «universales» que los demás. Ese es el mensaje que hoy difunde el mundo.
Hoy me encuentro aquí en compañía de los representantes de la familia de las Naciones Unidas para compartir con ustedes la gravedad de la crisis humanitaria de Gaza.
Sin embargo, Gaza no es el único sitio donde hay crisis humanitaria... porque existe una crisis de la humanidad a nivel mundial. Nelson Mandela señaló alguna vez que «nuestra libertad es incompleta sin la libertad de los palestinos». Y hoy les digo, nuestra humanidad está incompleta sin la humanidad de ese pueblo. No es completa. No es universal.
Este es el mensaje que les envío a los dirigentes del mundo: nuestra humanidad es incompleta cuando los niños y las niñas, independientemente de su nacionalidad, son víctimas de las operaciones militares.
Más de 70 niños y niñas muertos. Casi 600 heridos. «¿Qué les dice el mundo a las madres de estos niños? ¿A la madre palestina que perdió cinco hijas en un solo día? ¿A las madres que escuchan los gritos de dolor de sus hijos, que los ven acurrucarse aterrados y sufrir un trauma mayor y más grave de lo que cualquiera de nosotros sufrirá durante toda la vida?».
¿Que son daño colateral?, ¿que sus vidas no cuentan?, ¿que sus muertes no importan?, ¿que los niños y niñas de Gaza no disfrutan del «derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad»? ¿Qué les decimos?
Resulta imperativo que todas las naciones pasen a la acción para poner fin a los combates y para reabrir todos los cruces, especialmente el de Karni, a fin de facilitar el paso franco de trigo, combustibles, medicamentos y otros suministros de primera necesidad.
Como mínimo, debemos hacer todo lo necesario para lograr un cese del fuego, un cese del fuego humanitario, un cese del fuego por los niños y niñas, para ayudar a los heridos, para buscar a quienes han quedado enterrados bajo los escombros, para atender a los enfermos y a los ancianos atrapados en sus hogares, y para hacer llegar personal, equipos y suministros médicos indispensables.
Como mínimo, los gobiernos deberían responder al llamado de emergencia del Organismo de Obras Públicas y Socorro para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) por 34 millones de dólares para satisfacer las necesidades inmediatas de la población civil inocente de Gaza.
Los niños y niñas de Gaza... los que murieron y los que apenas sobreviven... sus madres... sus padres... ninguno de ellos es daño colateral aceptable. Sus vidas importan. Sus pérdidas cuentan. No se les puede separar de nuestra humanidad universal. Ni a un solo niño, ni a un solo civil.





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