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miércoles, 4 de marzo de 2009

Comentario Bíblico y Pautas Homiléticas: II Domingo de Cuaresma - Ciclo B


Éste es mi Hijo amado; escuchadlo
Publicado por Dominicos.org

Introducción

En algún momento, posiblemente en muchos, todos hemos experimentado que la vida duele. Y, posiblemente, también, hemos padecido la misma tentación de Pedro: la evasión. San Marcos, en el Evangelio de este domingo, nos presenta a Pedro, huyendo del presente histórico. No asume, no integra, el itinerario de muerte-vida de Jesús, que también será el suyo. Así que disfruta del súbito refugio que se le presenta y quiere perpetuarlo: “¡Qué bien se está aquí!” (Mc 9, 5). Pero ni este refugio le libra del miedo: “Estaban asustados…”(v. 6).

No obstante, y, por dura que sea la vida, siempre hay motivos para la esperanza. Nuestro Dios es un Dios que salva, y, que, en la persona del Padre, nos dice: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo”. Expresión que se dirige a Jesús, pero también a cada uno de nosotros nos dice: “Tú eres mi hijo/a amado/a”. El episodio de la Transfiguración, colmado de luz, anticipa la resurrección de Jesús. Y también la nuestra. Nos sitúa con realismo en esa lucha cotidiana entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas. Jesús, que es el bien, tiene la última palabra: escuchémosle. Él nos pide que nos comprometamos con la obra salvadora de Dios, en cuyo centro está la praxis de la justicia que procede del Amor.

En la lectura del Génesis, contemplamos la fe sin regateos de Abrahán. Su abandono en Dios, del que espera la vida en plenitud. El relato del sacrificio de Isaac pone de manifiesto que Dios no se deja ganar en generosidad; y que la vida triunfa, sobre tantas muertes injustas, en diversos lugares del Planeta.

Desde estas actitudes de confianza en el Padre y de escucha al Hijo, debemos hacer un camino de fraternidad y de inclusión. Dios no hace acepción de personas ni con su propio Hijo ¿Y nosotros?




Comentario bíblico

* 1ª Lectura: Génesis (22): La fe como confianza en Dios

I.1. La primera lectura está recogida de un texto muy importante en el ciclo de Abrahán (Génesis 22), probablemente el momento culminante de lo que Dios pide al padre del pueblo: la fe incondicional, hasta la vida de su hijo, el heredero, por el que había soñado. No podemos menos de pensar que en este relato, complejo, desconcertante pero hermoso a la vez, se ha querido plasmar todo una mentalidad de la época. Con el hijo "heredero" Isaac, que ya ha desbancado a Ismael por mor de su madre Sara, se quiere mostrar que Dios es quien conduce y quiere conducir esta historia de promesas. En realidad Dios es así para la mentalidad religiosa antigua. Se pide lo imposible para que todo termine siendo mucho más humano, teológico y entrañable. Se pretende mostrar que Abrahán, el padre del pueblo, sabe renunciar a todo. Es un relato, heroico donde los haya, para poner de manifiesto la fuerza de la fe de un pueblo que todo se lo debe a Dios.

I.2. Cómo es posible que Dios exija todas estas cosas? Esta pregunta, hoy, está de más. Son los hombres los que sienten así las cosas y la expresan de acuerdo a una mentalidad religiosa. El sacrificio de Isaac ha sido interpretado en toda la tradición judía y cristiana como anticipo de muchos anhelos y deseos de salvación y redención. Si ahora a Abrahán se le pide que renuncie a su futuro, a su heredero, es porque se quiere poner de manifiesto que nuestro futuro está en las manos del Dios de la promesa y la Alianza. )Acaso la fe debe ser confianza ciega? Probablemente nos excedemos, o se excede la teología, cuando presentamos la fe en esa tesitura; debe ser confianza absoluta, pero no ciega. Abrahán sabe que Dios siempre tiene salidas para uno. También es verdad que este relato es contado como una especie de condena, a la inversa, de los sacrificios humanos: Dios puede parecer que pide lo máximo, pero Dios no puede pedir vidas humanas; sería un Dios sin corazón: por eso Dios siempre ofrece otro camino.

I.3. Muchos especialistas han subrayado este aspecto y consideran que la "situación" en que ha podido aparecer esta tradición explica la condena que en Israel suponía, frente a ciertas religiones y cultos, la condena de los sacrificios humanos. Sería como un relato pedagógico para mostrar que aunque Dios pida lo máximo al hombre, no puede ir en contra del hombre mismo ni de su vida. Por eso es como un relato en que se intenta mostrar que Dios le devuelve "vivo" a su hijo, que es el hijo en el que se sustentan las promesas que se le han hecho. Por eso, Dios es un Dios de vivos, no de muertos, como proclamará Jesús (Mc 12,27). La tradición cristiana, en la lectura de este pasaje de la tradición judía, presintió el sacrificio de Cristo (es la famosa "Aqedá" -"amarradura" u "ofrenda"-, porque Isaac fue "atado y sacrificado"). Los cristianos, no obstante, debemos hoy hacer una lectura mucho más teológica de esta tradición, sin caer en los aspectos fundamentalistas que todavía se alimentan en ciertas sinagogas.

* 2ª Lectura: Romanos (8,31-34): El amor de Dios se hace presente en la vida de Cristo

II.1. La segunda lectura, de Romanos, quiere volver sobre el sentido del sacrificio como ofrenda a Dios. Pablo, en esta carta de la fe y la libertad humana, se expresa con una fuerza que desconcierta a veces. El texto de hoy se nos presenta de una forma lírica y retórica, con una serie de preguntas que termina en una doxología o alabanza (v. 39). Es un himno al amor de Dios que se nos ha revelado en Cristo, en su vida y en sus sufrimientos. Porque es en los sufrimientos donde la prueba del amor llega a su punto culminante, deja de ser romántico o estético y se hace en realidad esencia de amor: darlo y ofrecerlo todo. Dios lo ha hecho así por medio de Cristo, su Hijo. Estamos en sintonía con el texto de Gn 22. Se debería tener en cuenta la totalidad de este himno, con los vv. 35-39 que no entran en la lectura de hoy, culminando así uno de los capítulos más extraordinarios de Romanos.


II.2. En realidad este capítulo es como un himno que canta la bondad de Dios con la humanidad, precisamente para que no tengamos miedo de creer en ese Dios. Es verdad que se afirma que Dios no le ahorró el sacrificio de su vida a Cristo; pero es para subrayar con mayor vigor que Dios es capaz de darlo todo por nosotros, de renunciar a lo más querido. Podríamos ver aquí que Pablo puede haber hecho una lectura de la aqedá de Isaac, sin que Cristo haya podido ser liberado de la muerte. Desde luego es un texto en el que se ha profundizado mucho en la exégesis de Romanos y se ha visto un paralelismo, aunque otros lo discuten, con dicho "teologúmeno" de la aqedá. Dios, pues, asume esa muerte redentora para que seamos libres. Pero se ha de considerar que en esta especie de aqedá cristiana es Dios quien se ofrece, quien da, no quien pide como en el caso de Abrahán e Isaac. Debemos reconocer que esta teología del sacrificio y de la muerte es muy difícil de explicar en la catequesis y en la teología. Pero se ha de hacer un intento serio y audaz. Porque Dios no puede "querer" esa muerte. El amor de Dios está por encima de todo lo que nos puede amargar nuestra existencia humana y cristiana. Ni Dios, ni Cristo, muerto y resucitado, pueden condenar a la humanidad porque esa muerte es el camino de la resurrección para El y para nosotros.

* Evangelio: Marcos (9,1-9): Caminar hacia la Resurrección

III.1. El relato de la Transfiguración de Marcos nos asoma a una experiencia intensa de Jesús con sus discípulos, camino de Jerusalén después de haber anunciado la pasión, para que esos discípulos puedan meterse de lleno en el camino y en la verdadera misión de Jesús. Los discípulos, o bien desean los primeros puestos del reino, o bien quieren quedarse en el monte de la gloria de la transfiguración, como Pedro. Jesús va al monte para orar y entrar en el misterio de lo que Dios le pide; desde esa experiencia de oración intensa puede iluminar su vida para saber que le espera lo peor, pero que Dios estará siempre con él. Es una escena importante y compleja que viene a ser decisiva en el desarrollo del evangelio y de la vida de Jesús que ahora ya mira a Jerusalén como meta de su vida. Tenemos que pensar que más que otra cosa, (aunque haya una experiencia histórica de Jesús y sus discípulos en un monte), esta escena es una construcción teológica del evangelista, con todas sus consecuencias. En Jn 12,28-30 encontramos una experiencia de este tipo. El relato, en una teofanía que abarca casi todo, tiene tres partes: a) vv.1-4 y b) vv. 5-8 y una conclusión c) vv. 9-10 sobre el "secreto mesiánico", que es muy propio de Marcos y la pregunta de los discípulos sobre la resurrección de entre los muertos.

III.2. Los personajes del Antiguo Testamento, Moisés y Elías, están allí para respaldar precisamente la acción de Jesús. Y la voz misteriosa, entre las nubes, reafirma que, desde ahora, a quien hay que escuchar y seguir es a Jesús. Los elementos del relato nos muestran los símbolos especiales de las teofanías propias del AT. Pedro quiere quedarse, plantarse allí, haciendo tres tiendas, para Moisés, Elías y Jesús. El relato en sí es en el evangelio de Marcos el comienzo del viaje hacia Jerusalén. Y aunque no diga, como Lucas, que un profeta no puede "morir fuera de Jerusalén" viene a ser como el asomarse a la meta de la vida de Jesús: la resurrección. Pero a la resurrección a la nueva vida no se llega sino por la muerte. Una muerte que ya está sembrada en la vida del profeta de Galilea y casi decidida (Mc 3,6). Pedro no quiere bajar del monte porque esa vida nueva supone aceptar la muerte, y no una muerte cualquiera, sino la muerte en la cruz. La "gloria" divina que se ha experimentado en el monte está llamando a otro monte, el del Calvario, para que se viva como realidad plena. Jesús es el que tiene las ideas claras de todo ello, los discípulos no.


III.3. La decisión de Jesús de bajar del monte de la transfiguración y seguir caminando hacia Jerusalén, lugar de la Pasión, es la decisión irrevocable de transformar el mundo, la religión y la vida. Es verdad que eso le llevará a la muerte. Esa decisión tan audaz, como decisión de una misión que ahora se confirma en su experiencia con lo divino, con la voz del Padre, no le llevará directamente al triunfo, sino a la muerte. Pero el triunfo de la resurrección lo ha podido contemplar, a su manera, en ese contacto tan intenso con el misterio de Dios. Dios le ha revelado su futuro, la meta, la victoria de la vida sobre la muerte. Y ahí está su confianza para seguir su camino y hacer que le acompañen sus discípulos. Estos seguirán sin entenderlo, sin aceptarlo, preparándose o discutiendo sobre un premio que no llegará de la forma que lo esperaban. Del cielo se ha oído un mandato: "escuchadlo", pero no lo escuchan porque su mentalidad es bien otra. Jesús los ha asomado un poco a la "gloria" de una vida nueva y distinta, pero no lo han entendido todavía. El relato, desde luego, es cristológico, (no hay duda!, pero Marcos también quiere que sea pedagógico para la comunidad: la vida verdadera no se goza "plantándose" en este mundo, en esta historia, en nuestros proyectos. Está en las manos de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez




Pautas para la homilía

* Sentados o en camino…

De manera sugerente, el texto de Marcos nos invita a asumir la historia personal y social. Las palabras de Pedro, un tanto alterado por el espectáculo que contemplan sus ojos, dejan ver claro el deseo de evadir la realidad cotidiana, cargada de tintas negras, y fugarse hacia una escena inédita – la Transfiguración- bastante gratificante. La tradición dominicana nos invita a asumir la Historia como fuente de sabiduría. Como el gran libro de la vida donde hay mucho que aprender; y como un espacio para transformar, según los signos de los tiempos y desde los valores del Evangelio. ¿Cuál es mi postura frente a la historia que me toca vivir? ¿Qué aportes hago en mi comunidad, parroquia, entorno?

* Anticipo del Reino

El Evangelio de este domingo de Cuaresma pareciera romper con el horizonte austero y penitencial, tan propio de este tiempo litúrgico. Nos eleva al simbólico monte que hace cobrar distancias de las luchas y sufrimientos de la planicie, para deslumbrarnos con ese regalo de Cristo transfigurado, anticipo de su resurrección. Y de la nuestra. También podemos gozar de ese adelanto del Reino en la oración, sabiendo que no subimos al monte con Jesús para quedarnos allí, sino para bajar transformados y saborear los regalos y sorpresas de Dios, en tantos lugares y de tan diversas maneras.

* Cultivo de la escucha

Como a Pedro, Santiago y a Juan, Jesús sigue tomando la iniciativa de invitarnos a un lugar solitario y silencioso para revelarnos sus secretos. Para sorprendernos con anticipos de ese “cielo nuevo” donde habita la alegría. Acoger esta invitación implica ser gratuitos en cuanto a reservar tiempo para Él. Implica abrir el oído y escuchar, vacios de sí, al Señor que nos habla. Con actitudes de apertura y acogida, escuchemos al Padre que nos sigue diciendo: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo” ¿Cómo está mi actitud de escucha? ¿Dedico tiempo para escuchar a los demás? ¿Cuánto tiempo dedico a la escucha de Dios?

* La fe que inspira

La vida de Abrahán está marcada por la virtud teologal de la fe. Ella le inspira el desprendimiento, la gratuidad, la confianza plena en el Dios de la vida. Es el fundamento que no mide los riesgos a favor del Reino. ¿Cómo está nuestra fe? ¿A qué nos compromete? Por experiencia sabemos que Dios no nos pide nada superior a nuestras propias fuerzas. Y también hemos experimentado que su amor nos envuelve y protege. Cada día nos sorprende con nuevos gestos de amor, como le sorprendió a Abrahán. Que el Camino espiritual de la fe nos lleve a cultivar el abandono en Dios, Padre bueno y a inspirar nuestra propia vida desde ese horizonte de luz y de esperanza.

* Construyendo fraternidad

La implicación en la historia, desde una vida de fe y esperanza en la resurrección, nos compromete a ser constructores/as de fraternidad. Si consideramos la globalización en su dimensión positiva, como la denominan algunos autores, desde abajo, son reconfortantes los movimientos por la paz y en contra de la guerra. En el Foro Social Mundial hemos visto la globalización de la lucha por la justicia, las marchas contra el hambre, contra el tráfico de niños, a favor de los refugiados. Y así en otras instancias eclesiales y sociales ¿Cómo está nuestro compromiso al respecto? ¿Realizo gestos de fraternidad hacia dentro: familia, comunidad, entorno? ¿Qué gestos concretos hago a favor de un mundo más fraterno?

Hna. Teresa Sancho Pascua

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