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martes, 10 de marzo de 2009

III Domingo de Cuaresma - Ciclo B: Pistas para la Homilía Dominical (Juan 2, 13-25)


* En este tercer domingo de Cuaresma, profundizaremos en la primera lectura, que está tomada del libro del Éxodo. En este texto, el Señor promulga sus mandamientos en el monte Sinaí. Los diez mandamientos, conocidos también con el nombre de “Decálogo”, han sido la normativa que ha orientado el comportamiento de muchas generaciones que pertenecen a la tradición judeo – cristiana. Ellos nos dicen cómo debemos orientar nuestras relaciones con Dios y con los demás.

* Muchas personas no entienden el auténtico sentido de los diez mandamientos. Los consideran unas imposiciones arbitrarias de Dios, quien fija unos límites inaceptables a la autonomía humana. Esta interpretación de los mandamientos es equivocada. Debemos verlos, más bien, como una barrera de seguridad que nos protege de comportamientos destructivos y deshumanizantes.

* La palabra “Decálogo” significa “diez palabras”. Dios reveló estas “diez palabras” al pueblo de Israel en la montaña santa. Y desde entonces se siguen transmitiendo de generación en generación.

* Estas “diez palabras”, unas veces están formuladas como preceptos negativos o prohibiciones (por ejemplo, “no matarás”) y otras veces lo están como mandamientos positivos (por ejemplo, “honrarás a tu padre y a tu madre”). En ambos casos, nos señalan un camino de vida.

* Para comprender mejor el sentido de los diez mandamientos conviene recordar las palabras que sirven de introducción a su solemne promulgación:

- Dice el libro del Éxodo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí”

- ¿Qué nos indica este texto? Nos está diciendo que los diez mandamientos no son los fríos artículos de un código penal. No. Dios, que se ha revelado en medio de la historia de cada día, establece una relación especialísima con el pueblo de su elección, relación que en la Biblia recibe el nombre de Alianza. Con la venida de Cristo esta alianza se extiende a toda la humanidad. La humanidad, amada de manera particular por Dios, debe obrar en consecuencia. Por eso debemos interpretar los diez mandamientos como la orientación de Dios para obrar en concordancia con la Alianza o pacto de amor.

- Los diez mandamientos expresan las implicaciones de la amistad con Dios consagrada por la Alianza. Una vida construida sobre los valores éticos es respuesta a la iniciativa amorosa de Dios. Obrando dentro del cauce que nos trazan los diez mandamientos cooperaremos con el plan que Dios se propone en la historia.

* La Iglesia, fiel a la Biblia y siguiendo el ejemplo de Jesús, ha reconocido en el Decálogo una propuesta de fidelidad al plan de Dios. Ahora bien, a lo largo de la historia se han elaborado listas de los mandamientos que difieren un poco en su enunciado y numeración. Esto significa que las diversas tradiciones religiosas (la católica, la luterana, la evangélica, etc.) no enuncian los diez mandamientos exactamente con las mismas fórmulas. El enunciado que hacemos los católicos (“1° amar a Dios sobre todas las cosas; 2° no jurar su santo nombre en vano; etc.) proviene de San Agustín.

* Los diez mandamientos expresan las exigencias del amor a Dios y al prójimo. Los tres primeros se refieren al amor a Dios (“amar a Dios sobre todas las cosas”, “no jurar su santo nombre en vano”, “santificar las fiestas”, y los otros siete se refieren al amor al prójimo.

* Es importante subrayar que los diez mandamientos forman un conjunto inseparable. Cada una de las “diez palabras” remite a las otras y se condicionan de manera recíproca. No es posible cumplir con fidelidad cinco de ellos y violar sistemáticamente los otros cinco…

* Sin embargo, hay personas que tienen comportamientos muy curiosos. Por ejemplo, los mafiosos y sicarios son excelentes hijos; en ese sentido, podríamos afirmar que son fidelísimos cumplidores del 4° mandamiento, “honrar a padre y madre”, pero arrasan con todos los demás… ¡Es una aberración moral!

* Es interesante destacar que la puesta en práctica de los diez mandamientos va evolucionando con el paso del tiempo pues vamos afinando la sensibilidad de la conciencia moral. Pongamos algunos ejemplos:

- El 2° mandamiento nos enseña que no debemos jurar en vano. ¿Cómo debemos leerlo hoy día? No solo debemos ser cuidadosos en cuanto a las afirmaciones que respaldamos bajo la gravedad del juramento; también este mandamiento nos pide evitar las blasfemias, que son palabras injuriosas pronunciadas contra Dios, la Virgen y los santos. Se trata de una detestable costumbre muy extendida entre los españoles e italianos. Igualmente, el 2° mandamiento nos pide honrar la palabra empeñada; debemos cumplir lo que prometimos, sin necesidad de haber registrado este compromiso en una Notaría con el respaldo de la firma, de la huella y ante testigos.

- El 5° mandamiento, “no matarás”, no solo nos prohíbe derramar la sangre de nuestros hermanos. Pensemos que también podemos destruir la vida de los demás con una calumnia o con un comentario insidioso. También el 5° mandamiento nos exige llevar un estilo de vida saludable, así como cuidar del medio ambiente; la explotación irracional de la naturaleza está poniendo en peligro el presente y el futuro de la humanidad.

- Estas ilustraciones sobre aplicaciones de los mandamientos nos están diciendo que hay nuevos desarrollos y que hoy percibimos aspectos que no fueron evidentes para las generaciones anteriores.

* Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre el significado de los diez mandamientos o Decálogo. Se trata de una preciosa herramienta que nos impide abandonar el sendero de la humanización, pues nos ayuda a orientar nuestra vida de acuerdo con el plan de Dios y en el respeto de los derechos humanos fundamentales. Sus aplicaciones van evolucionando en la medida en que la conciencia ética de la humanidad va descubriendo aspectos nuevos que pasaron desapercibidos a las generaciones anteriores.

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