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sábado, 25 de julio de 2009

Momentos para meditar el Evangelio: XVII Domingo del T. O. (San Juan 6, 1-15) - Ciclo B


I - LA VOCACIÓN Y EL PASATIEMPO

Estimados amigos:

Al realizar mi reflexión personal, a lo largo de esta semana, sobre el Evangelio que hemos leído en este domingo, sobrevino a mi memoria un pequeño y ya clásico trozo del pensamiento de Don Pedro Calderón de la Barca en su clásica obra: “La Vida es sueño”, el cual, si es bien utilizado, nos podrá ayudar a aterrizar para nuestra vida cotidiana el carácter salvífico del mensaje de Jesucristo:
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son.

2.- ¿Qué es la vida para ti y qué es la vida para mí? ¿Una ilusión?, ¿una sombra?, ¿una ficción?, ¿un sueño? Ojalá que nos lo preguntáramos con seriedad.

La vida para el cristiano tiene un carácter vocacional, es decir, es una respuesta ante una propuesta que se nos ha hecho. Nuestra vida no es un pasatiempo; o digámoslo contradiendo a Calderón de la Barca que nuestra vida ni es ilusión, ni es sombra, ni es sueño... No digo que el pasatiempo, la ilusión, la sombra y el sueño no tengan su lugar ni su necesidad en nuestra vida; pero tengo que decir que mi vida no es un pasatiempo frívolo, ni mi vida es una ilusión efímera, ni mi existencia es una sombra ingrávida ni mis días son un sueño irreal. Aunque, tengo que admitir que, en no pocas ocasiones, pareciera que así se vive la existencia de muchos a causa de la complicidad de las mil posibilidades técnicas de las que hoy se disponen: un rato de CSI o de 24 Horas, después un antro, luego una buena comida, algún rato de gimnasio, una fiesta nocturna en un fin de semana que paulatinamente ha devorado la semana productiva..., y la vida pasa efectivamente como pasa-tiempo.

Y tenemos que decir en la coherencia con el pensamiento cristiano que hoy bellamente puede delinearse en el Evangelio: nuestra vida no es un pasatiempo sino una vocación. Se trata de una vocación a la humanidad en la libertad, la inteligencia y la voluntad, para vivir en la fraternidad y en la filiación divina a través de un compromiso con el tiempo y nuestro espacio, nuestro aquí y ahora. Y es que nuestra vida no es una mera concatenación de fragmentos inconexos de tiempo sino una historia unitaria de realizaciones o de fracasos.

Es cierto que la vocación no es en sí misma plenitud inmediata sino antetodo un camino a una plenitud a la que hemos sido llamados, y esto se realizará mediante nuestra colaboración con Dios en la historia nuestra de cada día.

3.- “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?”, pregunta el Señor a Felipe. El Evangelio de este domingo, nos presenta a un Dios a quien no le gusta solucionar fácil e inmediatamente el problema de los hombres. Se trata más bien, de un Dios que ha querido necesitar de la cooperación de los hombres, no porque sea insuficiente su poder, sino más bien porque sabe que ésto es de beneficio para aquel que es su imagen y semejanza, y a quien ha adoptado como su hijo.

“Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” le dice Andrés al Señor ante la desmesurada necesidad imperante en aquel grupo que le seguía porque se acercaba la Pascua de los judíos... Y el Señor tendrá una respuesta sabia que brotará precisamente de la interrogante que el hombre mismo le ha propuesto.

El Señor Jesús, acorde al Evangelio del día de hoy, ni ha querido aceptar para Él la corona de la realeza sin los compromisos con su pueblo, ni ofrecernos a los hombres el pan sin el esfuerzo. El ha venido al mundo con la misión de enseñar al hombre que, Dios no está de acuerdo en estar mágicamente facilitando o solucionando lo que está en nuestras propias manos. El quiere que nuestra vida sea vocación más que sólo un pasatiempo.

4.- Oye, ¿Y tú sabes cómo contemplan tus hijos su vida? ¿Cómo pasatiempo o cómo vocación? Sé sincero. ¿Sabes? Leía un artículo de Jonathan Clemens en el Wall Street Journal titulado: Hablando de dinero con los hijos y los abuelos en el que nos advierte sobre los riesgos de no enseñar acerca de las responsabilidades en la vida. Te refiero sólo la parte que corresponde a los hijos:

“Olvídese de perder su empleo o de recibir una cuenta médica enorme. Muchas veces su mayor riesgo financiero se sienta a comer con usted a la mesa.

¿Qué pasa si sus hijos acumulan deudas en sus tarjetas de crédito?
Su mejor defensa: asegúrese de no llegar a este punto, educando a sus hijos sobre el valor del dinero. Unas simples estrategias pueden ayudar.
Evite los sermones y opte por las historias familiares para ilustrar lecciones clave, sugiere Holly Isdale, asesora de capital de Lehman Brothers en Nueva York.

"A través de las anécdotas puede enseñarle a sus hijos valores y ética que son importantes para su familia", asegura.

Por ejemplo, podría hablar sobre sus problemas financieros cuando salió de la universidad, para que sus hijos estén preparados para los tiempos difíciles cuando ingresen al mercado laboral. Si maneja una pequeña empresa, quizás quiera contar cómo tuvo que perseverar antes de tener éxito. Estas historias no tienen que ser parte de charlas financieras formales programadas de antemano. "Lo mejor es insertar estas conversaciones en la vida diaria", dice Isdale.

Claro que hablar de la prudencia económica no servirá de nada si les da dinero a sus hijos a manos llenas. Es por eso que yo combinaría las historias con el manejo de un presupuesto, empezando por una mesada para dulces y juguetes cuando sus hijos tengan cinco años y una para ropa cuando sean adolescentes.

El objetivo: hacerles sentir a sus hijos que están gastando su propio dinero. Si siempre le están pidiendo a usted que les compre cosas, sus deseos serán ilimitados. Pero si se ven restringidos a una mesada, gastar mal el dinero tendrá un costo real y sus hijos se verán forzados a tomar decisiones financiera”.

4.- La vocación de nuestra vida consiste en sacar los cinco panes y los dos pescados que Dios ha puesto en nuestra alforja en la aurora de nuestra jornada.

Y es que Dios ha querido y sigue queriendo tener necesidad de nuestras alforjas, casi vacías, pero bien dispuestas a cooperar con Él. El Señor quiere necesitar de nuestras leves aportaciones para ofrecernos la magnificencia de su bondad. El Hijo eterno del Padre ha querido esperar de cada uno de nosotros, esos elementos humanos que complementan su plan de salvación.
Humanamente, se puede tratar solamente de cinco panes y de dos pescados; no obstante, Dios ha querido que éstos sean necesarios.

5.- “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”

Lo es poco humanamente y lo será todo si en la generosidad se ponen en las manos de Dios.

En la actualidad, más que milagros, nos hace falta trabajo, generosidad e interés por el hermano. Hoy no hace falta pan en el mundo, lo que hace falta es compromiso y misericordia en el corazón del hombre.

No se trata de otra cosa, sino de esos cinco panes y de esos dos pescados que el hombre debe poner en su trabajo, en la oficina, en la escuela, en su hogar, en su esfuerzo diario, en su parroquia, en su dedicación para cada cosa que quiere aprender o que planea adquirir.

6.- Dios quiere el bien del hombre, y el hombre debe de ver por su bienestar. Debe poner sus panes y sus pescados para que Dios los bendiga y los multiplique en favor de todos los hombres, para que lleven una vida digna.

Son mis cinco panes y mis dos pescados, los que pueden saciar el hambre de una multitud, o los que, en el enmohecimiento de mi apatía y del desgano, les pueden condenar a la desgracia.

¡Feliz regreso de vacaciones para muchos de ustedes! Continúemos con nuestra vocación de humanidad y evitemos el pasa-tiempo de la ociosidad. Volvamos a nuestras labores y presentemos, en el trabajo de la vida diaria, nuestros cinco panes y nuestros dos pescados, y Dios nos concederá todos los días el milagro de su multiplicación. ¡El ya sabe lo que va a hacer!




II - LA ALJABA DEL JOVEN.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”

1.- “¡Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados!...” Dice Andrés el hermano de Pedro... ¡Oye!¿Y qué muchacho no trae algo de valor en su aljaba? ¿Acaso hay algún joven que no posea algo de riqueza en su haber?

El Evangelio nos presenta a un joven como cualquiera, idéntico a aquellos con los que convivimos y a aquellos que viven en nuestra casa, que van a nuestras escuelas, que participan en nuestros grupos y en nuestras comunidades.

Se trata de un joven que posee las soluciones de los problemas comunes y que afectan a las multitudes en su aljaba, precisamente en aquello que Dios le ha dado en su generosidad.

¿Cuántas veces les molesta a nuestros jóvenes escuchar que en los discursos se les dice que: “ellos son la generación del mañana”, que “ellos son el mañana de la humanidad”? y, ¿cuántas veces han referido con toda la razón del mundo que ellos no sólo son el mañana sino también el presente?

2.- “Señor, aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”

¡Ah, los adultos! Se les cierra el mundo tan fácilmente y ven sólo limitaciones en donde deberían ver posibilidades.

¡Cuánta razón tiene aquella afirmación anónima que nos dice que “La vejez comienza cuando te convences de que nada maravilloso te espera a la vuelta de la esquina. En algunas personas esto ocurre muy pronto; en otras, nunca.” Lo que menciono en modo alguno ofende a nuestros hermanos de la tercera edad, sino todo lo contrario, afirma que en la lozanía de su corazón ellos son ejemplares y aleccionadores para cualquiera de nosotros. Uno llega a la ancianidad del alma cuando ha dejado de soñar y de tener ilusiones. Es por ello que el Señor Jesucristo es reconocido como el eternamente joven.

3.- ¡Fíjate! Qué importante es que el que traiga en su alforja los panes y los peces sea precisamente un joven.

Un joven es una promesa pero también es una realidad. “El joven es nuestro centinela del mañana en la aurora de este nuevo milenio”, como les llamó el siempre jovial Juan Pablo II.

Este será, sin lugar a dudas, un mensaje especial de parte de Jesucristo para nuestros jóvenes invitándoles a asumir su lugar en un mundo de adultos que necesita de lo que el joven trae en sus alforjas.

Se necesita que el joven saque los cinco panes de la ilusión para que los comparta con estos adultos que al igual que a Felipe y a Andrés se le cierra el mundo cuando enfrentan problemas en la escasez. Es necesario que el joven saque los dos peces de la esperanza para que los ponga al servicio de un mundo de adultos que se está envejeciendo en su incapacidad de confiar en la Providencia del Dios que nos ama y que nunca nos abandona.

4.- Acerca de la diferencia de óptica que tiene el joven y que posee el adulto avejentado, John Marks Templeton en su libro LAS LEYES DE LA VIDA, nos narra la siguiente historia en la cual se visualiza esa diferencia de visión que marca esa diferencia que el Evangelio el día de hoy quiere que captemos:

“Un hombre maduro se dirigió hacia una terapia de grupo para varones, cuando sintió que se hallaba en lo más profundo de la más honda de las crisis: su negocio estaba al borde de la bancarrota y las deudas le ahogaban; había subido de peso en los últimos años y su estima estaba por los suelos. Incluso se le estaba cayendo el cabello, había dejado de ir a la Iglesia y progresivamente se alejaba de su familia y de aquellos que realmente le amaban.

El moderador de aquella reunión les explicó inicialmente que todos tenían que acomodarse formando un círculo y que cada uno de los integrantes expondría en el transcurso de unos cinco minutos qué era lo que no estaba funcionando en su vida sin mencionar más y que deberían ofrecer a los demás lo que esparaban recibir: respeto al escuchar lo que se estaba compartiendo. Les explicó también que en la segunda pasada, se encargarían de decir qué pensaban hacer al respecto a fin de cambiar con su situación existencial.

Aquel hombre de cuarenta y cinco años se dedicó a escuchar pacientemente mientras cada uno de los otros asistentes a la terapia hablaba. Cuando le tocó su turno de exponer su caso, él estaba convencido de que su historia era una de las más amargas que se contarían ahí. Una parte de su yo interior se sintió orgullosa de ser tan patética al mencionar su historia.

Conforme fueron avanzando en el círculo, aquel hombre se dio cuenta de que él estaba tratando de adivinar el motivo por el cual cada uno de esos hombres había acudido a ese sitio, y entonces se dio cuenta de que la última persona en el círculo era un apuesto joven de unos veinte años de edad, vestido formalmente y que no podía esconder su jovialidad a pesar de estar en ese lugar de hombres patéticos.

¿Qué razón, pensó él, podría hacer que un joven como ése acudiera ahí? Percibió que el rostro de aquel joven mostraba compasión mientras asentía respetuosamente al escuchar cada una de las historias de los allí presentes. Cuando le llegó el turno de hablar al joven, él lucía sonriente y les abrió el sagrario de su intimidad.

“Amigos míos –dijo casi con añoranza-, los he escuchado a todos y sé que todos los que estamos aquí vivimos momentos difíciles. A mí se me ha diagnosticado cáncer terminal”. Un suspiro colectivo se dejó escuchar en la habitación. “Quiero ahora comentar lo que pienso hacer con lo que me sucede: Los doctores en su diagnóstico me han dado de tres a seis meses de vida. Durante un mes he luchado contra esto y le he cuestionado a Dios el porque de mi situación, y finalmente he tomado una decisión”. Conforme su voz fue creciendo, fue ganando aplomo. “Voy a seguir yendo a la Iglesia todos los días y pienso tomar lecciones de vuelo, ya que siempre quise aprender a volar. ¡Ese es mi sueño!”.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire: ¿Lecciones de vuelo? – se interrogó aquel hombre adulto- Y entonces aquel joven concluyó: “He elegido vivir cada momento que Dios me permita tener la vida”.

El hombre de edad madura se sintió avergonzado por sus propios y pequeños problemas. Él llevaba viviendo más del doble de los años de aquel joven y aquel joven les había llevado aquella noche una antorcha de fe para que creyeran en sus propias vidas.

5.- “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”

Es una invitación para que el joven inicie su toma de compromisos. Un joven que comprenda que el hombre no puede estar ya en la tierra como un artista en contemplación, ni como un turista en un crucero, sino como un capitán en el timón, conduciendo al mundo hacia horizontes nuevos, y en búsqueda de nuevas estrellas.

Y uno de los problemas actuales, no es otro sino el de un mundo de jóvenes que lejos de tomar el volante de nuestra vida nos la pasamos viajando de aventón en el carro de los padres, de los hermanos o de los amigos; los cuales siempre han decidido, inferido y hasta manipulado nuestras decisiones. No asumimos nuestras responsabilidades, y es que todo nos lo resuelven ellos. Y esto es peor en los jóvenes casados que lastiman a sus esposas subordinándolas a las decisiones de sus padres y de muchas de sus hermanas

No se trata de evitar, de rechazar o de anular los buenos consejos, se trata de comprender que las sugerencias en algunos momentos de la vida del joven no pueden ser confundidas con decisiones ni mucho menos ser presentadas como imposiciones.

Es muy cierto y a todos nos pasa, en que habrá algún momento en que con mi coche descompuesto no sepa que hacer y requiera la ayuda de alguien que conozca mejor de la mecánica de la vida, o que en situaciones difíciles tenga su vehículo colocado en un lugar seguro para que haga tracción sobre el mío y me permita salir del fango pantanoso en el que me encuentro, pero es indigno que el otro tenga que pensar o decidir por mí todo el tiempo, y que yo no sea responsable de mis acciones. Las gruas son solamente para las emergencias, no podemos traer una perpetuamente a nuestro lado.

6.- “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”­...

¿Qué es lo que necesita el mundo hoy en día? El mundo cambiará cuando lo poco que se tiene o la nada que se piensa poseer se convierte en el todo que le ponemos a Dios en sus manos.

Se necesita que el hombre en su generosidad saque sin miedo de su alforja sus cinco panes y sus dos pescados y que los comparta con sus hermanos. ¡Dios se encargará del resto!

Hoy puedo decirlo, sin temor a caer en la ingenuidad de los juicios inconsistentes o en el ofrecimiento de afirmaciones sin sustento: Hoy, no hace falta pan en la tierra, lo que hace falta es la misericordia en el corazón del hombre. Mencionaba Juan XXIII que antiguamente los milagros se efectuaban cuando Dios hacía la voluntad del hombre y que en la actualidad se llevarán a cabo cuando el hombre aprenda a hacer la voluntad de Dios.

La hambruna que padece el mundo, es el fruto de una vergonzosa rapiña que ha adquirido dimensiones planetarias. Bastaría que leyéramos el último número del Fortune o del Forbes, para que nos diéramos cuenta de la escandalosa desproporción que existe entre la riqueza de unos y la miseria de otros.

Es el hombre que ha querido acumular sus panes y monopolizar los bienes perdiendo de su mente la más mínima expresión de justicia social. Hoy por hoy, los panes se están enmoheciendo en los almacenes de unos pocos, mientras que otros muchos están viviendo en la miseria, mejor dicho sobreviven en condiciones infrahumanas. ¡Ojalá que nuestro joven pudiera pensar en esto!




III - EL PRACTICO ILUSIONADO Y EL ILUSO PRAGMÁTICO.

“Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

1.- Muy queridos amigos:

Poner los cinco panes de cebada y los dos pescados en las manos de Dios y Él se encarga del resto, es lo que entendían aquellos hombres de la antiguedad cuando postulaban aquel conocido aforismo latino que reza: NATURA INCIPIT, ARS DIRIGIT, USUS PERFICIT, “La naturaleza da el principio, el arte lo dirige y la práctica lo perfecciona”.

Es necesario el darnos cuenta de que la desproporción que existe entre los hombres, se anula con el todo que se entrega, y que se pone a disposición del otro y de Dios.

2.- Ojalá que los jóvenes comprendieran la importancia que tiene su aportación y lo indispensable que resulta el que estén cercanos a Dios para poner en las manos divinas los cinco panes y los dos pescados de la propia existencia.

Ojalá que el joven a causa de la realidad fría y calculable nunca renuncie a los sueños. Ojalá que el joven no hipoteque en las adquisiciones sus ideales e ilusiones. Ojalá que el joven no renuncie a la sabiduría en la adquisición de informaciones. Ojalá que el joven no claudique a los principios de educación por la adquisición de conocimientos.

Ojalá que el joven no sacrifique por el pragmatismo la fe auténtica: pragmatismo es pensar que todo lo que poseo, lo que soy y lo que puedo hacer son cinco panes y dos pescados que tengo en las manos, la fe auténtica nos dirá siempre que Dios no deja de operar eficazmente allí en donde yo coopero, y que lejos de tener sólo cinco panes y dos pescados traigo en mi alforja la solución al dolor del hermano y a todas sus necesidades.

3.- El joven también tiene sus propensiones al error. Todos somos propensos a los errores de una juventud que se queda con sus cinco panes y sus dos pescados enmohecidos en el fondo de su alforja o que los atesoran en tal manera que los convierten en su orgullo en la inconsistencia de un pragmatismo alejado de Dios.

Cinco panes serán cinco panes y dos pescados serán siempre dos pescados en las reglas de una sana aritmética,... pero no lo es solamente así para aquel hombre que tiene fe en Dios.

4.- Pero sucede que hoy nuestros jóvenes progresivamente se van alejando de Dios y acontecerá que un día han de experimentar más dolor del que en un corazón se puede soportar.

Albert Einstein afirmaba que cuando era niño él creía en Dios, que cuando fue joven él negaba a Dios y que al llegar a la edad adulta él podía afirmar que estaba convencido de que Dios existe.

El hombre cuando es joven suele ya no moverse en el jardín de la infancia sino en la amplitud de su ciudad. Este joven puede llegar el momento en que ufanamente cambie las novenas por las píldoras y las oraciones por las conferencias y las hipótesis.

Y, no pocas veces, sucede que en su juventud se convierte, al alejarse de Dios, en un ser solitario y hambriento, aunque haya tenido cinco panes y dos pescados en su alforja.

5.- Hace falta le cercanía con Dios. Es necesario que pongamos en las manos del Maestro nuestra riqueza y nuestros tesoros para que no haya necesidad ni en los demás ni en nosotros mismos.

Matthias Claudius le dirige afectuosamente el siguiente saludo de despedida a su amigo Hermann Friedrich Kohlbrügge, se trata de jóvenes que tienen una visión de fe en su vida:
“Quien no quiera creer en Cristo tendrá que ver cómo se las arregla sin Él. Tú y yo no podemos. Necesitamos de alguien que nos levante y que nos mantenga mientras vivimos y que ponga su mano bajo nuestras cabezas cuando tengamos que morir; y eso lo puede hacer El más que de sobra lo sabemos según lo que está escrito acerca de Él; no conocemos a nadie que pudiéramos preferir.

Por eso cuando yo muera (aunque ya no moriré) y si alguien encuentra mi calavera desearía que esa calavera le predicase: No tengo ojos y sin embargo lo veo; no tengo cerebro ni entendimiento y sin embargo lo comprendo; no tengo labios y sin embargo lo beso; no tengo lengua y sin embargo lo alabo junto con todos los que proclamáis su nombre. Soy una dura calavera y sin embargo me ablando y me derrito en su amor; yazgo aquí afuera en el camposanto y sin embargo moro allá dentro del paraíso. Todo sufrimiento ha quedado olvidado. Esto es lo que ha hecho su amor cuando llevó su cruz y subió al Gólgota por mí”.

Está es la misma visión de fe cristiana que tiene Víctor Hugo cuando escribe precisamente acerca del joven: Me encontré en la calle a un joven muy pobre, que estaba enamorado. Llevaba un sombrero viejo y una chaqueta raída; el agua entraba por sus agujerados zapatos, y las estrellas, por su alma.

Se trata de tener a Dios en el corazón aunque en las manos sólo tengas objetivamente: cinco panes y dos pescados, ya que los ideales que Dios suscita en el interior son como las estrellas: aparentemente nunca los alcanzamos, pero, igual que los marinos en altamar, trazamos nuestro derrotero guiándonos por ellas.

6.- “Aquí hay un muchacho que sólo trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero ¿qué es eso para tanta gente?”... Es todo lo que Dios necesita para hacer lo que Él sabe que se puede hacer a favor de los demás, y lo que tú y yo tenemos que poner en sus manos. Ojalá que no dejemos nuestros panes en la aljaba de la vida

Nuestros mejores rasgos y características pueden debilitarse, al igual que nuestros músculos, si no se emplean constantemente.

La muerte se compara en todo el sentido de la palabra con un estar dormido. Sin embargo hay algunos que al adormilarse en la vida viven su propia muerte. Los que han muerto en el Señor sabemos que viven, sin embargo, hay otros que dicen vivir, pero que en realidad están muertos.

Una vida al margen de Dios no es vida. La vida al margen del que es la vida es simple muerte.

7.- Pero sucede con frecuencia que nuestra vida se reduce a la ilusión de lo que traemos en las manos y empobrecemos el corazón. Para aquel que sólo ve los cinco panes y los dos pescados, la existencia se reduce a lo que es tangible y se debe olvidar de las promesas y anular las esperanzas. La eternidad se percibe como intangible y es anulada por el movimiento del tiempo. Se trata del homo temporalis como lo decía Antonio Machado al mencionar que el hombre es el único ánimal que usa relojes, por tener conciencia de nuestra temporalidad y del fluir de la vida. Antonio Machado mencionará que todas las horas nos hieren,... a lo que José María Cabo de Villa responderá: En los relojes de la vida es cierto que todas las horas nos hieren, pero la última mata si es que no se espera en la eternidad.

El hombre pragmático tiene en su antídoto su propio veneno y en su medicina la peor de sus enfermedades: Debe ser consciente en su pragmatismo que el tiempo todo lo desgasta: oxida las armas, despinta la bandera. Hace ridículos los vestidos, arruga los rostros, consume los plazos de la poliza, pone un límite al solemne compromiso del amor humano, constituye un desafío a las promesas humanas.

Séneca, por su parte, definía al ser humano pragmático como: Homo Ocupatus, se trata del hombre masificado, el hombre que es un número en la sociedad, que se refugia en la función a la que le admitió la sociedad. Esto conduce a la otra propuesta de Antonio Machado: Homo Oeconomicus, en donde toda la preocupación es el progreso material que deshumaniza al hombre, lo cosifica, lo aliena, lo reduce a una cosa pensante. Este es el hombre pragmático.

8.- Pero para el creyente en nuestra alforja hay mucho más que una cantidad específica de alimento.

¿Qué son los cinco panes y dos pescados del joven en la vida de sus padres ancianos y enfermos? Lo son todo, mucho más de lo que te puedas imaginar.

Y es que los padres un día necesitarán de lo que nosotros mismos hemos recibido de ellos y podemos aportarles. Te parafraseo un pensamiento que hace poco llegó a mis manos:
“Sucede que hoy te desesperas fácilmente porque tus padres están viejos y achacosos. Ellos se han convertido –conforme a tu juicio- en una intromisión en tu apretada agenda, en una vergüenza cuando estas con tus amigos.

Comprende: Ahora tus padres están viejos y es tu oportunidad de reflexionar y crecer en el amor. Dios los ha puesto en tus manos para que aprendas a amar. El problema no son ellos. Eres tú que has olvidado lo que es amar. Se te ha endurecido el corazón y ahora es el momento de recapacitar. Ellos necesitan de tu amor. El amor todo lo vence.

Si ellos derraman su comida sobre su ropa, si les cuesta atarse los zapatos. Así fuiste tú y ellos te amaron.

Si les cuesta hablar y un día repiten todo el día lo mismo. Recuerda que así fuiste tú y ellos te amaron.

Si ellos tienen sus manías y sus achaques. Recuerda, que así fuiste tú y ellos te amaron.

Si te parecen inútiles y si no comprenden las nuevas tecnologías. Recuerda así fuiste tú y ellos te amaron.

Si caminan muy despacio y sacarlos a pasear requiere de tu paciencia. Recuerda, así fuiste tú y ellos te amaron.

Si se hacen las necesidades en la cama. Recuerda que así fuiste tú y ellos te amaron.

Recuerda, no hace mucho fuiste pequeño y ellos estuvieron a tu lado. Las mismas cosas de que te quejas las hiciste tú y ellos lo comprendieron todo. ¿Sabes por qué? Porque te amaron.

La misión de tus padres contigo no ha terminado. Dios se sirvió de ellos para darte vida y formarte en un hombre adulto, ahora te los pone en tus manos para que te liberes de ti mismo y entres en la madurez del amor”.

Contempla la vida desde la óptica cristiana: Es tiempo de compartir con tus padres de esos cinco panes y dos pescados que Dios a través de ellos puso en nuestra propia alforja.




IV - CINCO PANES Y DOS PESCADOS O CINCO PESCADOS Y DOS PANES

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”.

1.- Te has preguntado: Y, ¿qué hubiera pasado si en lugar de un muchacho, hubiese sido una muchacha la que trajera aquellos comestibles en su alforja?

2.- Muy queridos amigos:

Todos tenemos consciencia de que los hombres y las mujeres somos muy distintos. Ya hasta se ha hecho clásico el afirmar que las mujeres son de venus y los hombres de marte, y esto con el fin de subrayar el abismo de diferencias que existe entre el llamado sexo débil y el autonombrado sexo fuerte. ¡No puedo estar totalmente de acuerdo con lo de lo débil y lo de lo fiuerte! Sobretodo si soy consciente de que la fortaleza espiritual es en mucho más consistente que la fortaleza física.

Sin embargo, las diferencias son reales, y es allí, en las diferencias, en donde se manifesta la sabiduría de Dios y se expresa nuestra riqueza.

La sexualidad en el ser humano no es algo que se tiene sino algo que se es. Algunos lo dicen de forma cómica al afirmar que las mujeres tienen en su casa una habitación favorita, y los hombres,... los hombres un sillón.

Lo sexual satura no solamente el cuerpo, sino también el alma. Entre hombre y mujer hay diferencias profundas. Aún en su entrañable unión, les suele separar una frontera abismal.

3.- Alexis Carrel, premio nobel de fisiología y medicina en 1912, reconvertido al catolicismo, señala que el hombre es activo, duro, lógico. La mujer, por su parte, es pasiva, sentimental e intuitiva. El matrimonio, manifiesta Carrel, felizmente casado, es la asociación de dos individualidades diferentes, pero que se complementan. Las características diversas de los dos socios son las que pueden determinar tanto el éxito como las dificultades inherentes a la asociación.

La inteligencia femenina, menciona, es diferente de la masculina, pero no inferior. Recuerda el médico que la inteligencia, que ha hecho al ser humano, amo y señor del mundo material, puede y debe darle la llave áurea del palacio en que el amor guarda sus dulces y codiciados tesoros.

El hombre y la mujer no sólo tienen diferente sexo, sino que son hombre y mujer hasta en los últimos y mínimos componentes de su ser humano

Hoy, comprendemos que la sexualidad en el matrimonio supera el terreno de las normas sociales aplicadas al campo de la fisiología. Hoy se admite que la regulación de la sexualidad también está profundamente arraigada en la carne y en la sangre, en las neuronas y en las hormonas, y que afecta o beneficia un conjunto de factores infinitamente más amplio.

4.- Pero,... es el tiempo de que regresemos al tema de nuestra reflexión:

El Evangelio del día de hoy, nos habla de un muchacho que traía cinco panes y dos pescados,... he pensado que sí quizá hubiera sido una muchacha, lejos de traer cinco panes y dos pescados hubiera traído cinco pescados y dos panes. Esto, en la realidad, no importa demasiado, lo verdaderamente trascendente es que, ya sean cinco panes o cinco pescados, cada uno, el muchacho y la muchacha, ponga lo que antes de salir al campo de la vida, Dios, que es Providente, le puso en su alforja.

5.- ¿Sabes? Leía en una publicación médica titulada: Archivos de Neurología un artículo de un matrimonio de médicos llamados Ruben y Raquel Gur, los cuales afirmaban una lista de diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer, más allá de la brecha del lenguaje que favorece a la mujer, y la de la orientación que favorece al hombre. Si una mujer en sus señalamientos se fija más en la farmacia, el mercado, la tienda y la iglesia; los hombres consideran más la distancia y la dirección (medio kilómetro hacia el oeste y dos kilómetros hacia el norte). En la noción de espacio los así llamados del sexo fuerte les aventajamos a las del sexo débil, si no fíjense en el momento en que una mujer y un hombre estacionamos un vehículo. Claro que hay sus excepciones. La mujer tiene mejor memoria que el hombre. Pero pasemos a dos diferencias concretas:

La mujer para realizar una tarea, aunque sea sólo el mover los pulgares, activa de tal manera sus neuronas que ocupa un área más extensa del cerebro, y lo explican los médicos diciendo que hay una mayor extensión en el puente de fibras que une los hemisferios cerebrales en la mujer a diferencia del hombre. Lo anterior, le permite a la mujer fortalecer el ejercicio de asociación de ideas, que hoy le llaman inteligencia emocional y que ya muchísimo tiempo antes era llamada: intuición femenina.

El cerebro del hombre, en cambio, tiene una mayor capacidad para la concentración. El hombre puede estar leyendo un libro y abstraerse en su lectura, no importa que toquen la puerta, que pase el tren, que ladre el perro, que suene el teléfono, que llore el niño y que se esté quemando la casa. Para una mujer esto no es posible.

Otra diferencia es la siguiente: La mujer puede descubrir más fácilmente los sentimientos: los médicos hicieron un estudio obteniendo tomografías del cerebro de voluntarios que veían fotografías de actores. Hombres y mujeres percibían por igual con facilidad cuando alguien estaba feliz. Pero al tratarse de descubrir los rostros de los que estaban tristes, los hombres batallaron más, tenían que estar llorando como para percibir la tristeza; la mujer, en cambio, no necesitaba esforzarse para descubrirlo con claridad.

Todo lo anterior, mencionan también ellos, va acarreando con el paso del tiempo sus propias consecuencias.

Si bien es cierto que el cerebro del hombre es un 10 o 15 % más grande que el de la mujeres, con el proceso de la ancianidad el cerebro del hombre se encoge más aprisa que el de las mujeres, lo que trae como consecuencia en el hombre la pérdida de la memoria, la menor capacidad de atención, la tendencia a la depresión y la irritabilidad. Afirmaban que, sí los hombres se vuelven más gruñones cuando llegan a viejos, la culpa la tiene su cerebro y el uso que han hecho de él a lo largo de la vida.

El hombre recibe sus afecciones cerebrales, pero la mujer también. Raquel y Ruben decían que hace diez años (en 1999) en los EUA había 4 millones de estadounidenses que padecían Alzheimer, y afirmaban que de los 4 millones, 3 millones eran mujeres. ¡Tres cuartas partes!

6.- Lo anterior, ni debe asustarnos ni debe impedir que cumplamos con generosidad nuestra vocación en la vida. Simple y sencillamente se están utilizando nuestros panes y pescados

No obstante, resulta importante que hacia el interior del matrimonio, la diversidad sea realmente constructora de la unidad.

Apoyo el movimiento de emancipación de la Mujer, pero considero que uno de los riesgos que tiene el movimiento emancipatorio es el de caer en el mimetismo, y que entonces la mujer no aporte sus panes, sino que reduzca su participación en la vida de la sociedad y de la Iglesia a convertirse en sólo una imitadora del hombre. Y la verdad es que en la riqueza que Dios le dio al hombre y a la mujer, lo sobresaliente no será la uniformidad en la visión de las cosas, sino que en las dos visiones, la femenina y la masculina, se enriquecezca la vida.

Las mujeres propenden demasiado a seguir los pasos de los hombres; a pensar como los hombres, a tratar de resolver los problemas generales de la vida como los varones. No es preciso que la mujer haga el trabajo del hombre. No hace falta que la mujer piense por el hombre. La misión de la mujer no es realzar el espíritu viril, sino expresar la femineidad. Su misión no es conservar un mundo hecho por los hombres, sino aportar para crear un mundo más humano, haciendo que el elemento femenino participe en todas sus actividades, pero sin olvidar lo propio.

7.- ¿No sé si estarás de acuerdo conmigo? Pero sólo una persona ignorante podrá menospreciar a la mujer que resuelve quedarse en casa y cuidar de sus niños. Recuerdo la respuesta de Linda Burton, y que refiere Zig Ziglar, cuando sus amigas que trabajaban le decían casi en tono burlón: “Eres demasiado inteligente como para quedarte en casa” y ella les respondía: “He llegado a la conclusión de que soy demasiado inteligente como para no quedarme en casa. Es allí en donde hacen falta los mejores talentos”.

Soy consciente de que cada situación particular será siempre distinta, pero tenemos que decir que la carrera más importante, la más exigente y la más satisfactoria que puede seguir una mujer casada, con el regalo del amor fecundo, es la de formar a sus hijos positivamente en un mundo negativo.

Y hoy que hablamos de cinco panes o de cinco pescados, resulta necesario el que invite a los esposos a vivir en el respeto y la justivaloración.

8.- Mencionaba Arthur Schopenhauer que la relación de amor entre el hombre y la mujer es como la relación entre la pareja de puercoespín. Que en las noches de frío se necesitan el uno al otro y que van acercándose el uno al otro para ofrecerse el calor pero que al ser demasiada la cercanía se hieren con las espinas punzantes, y que esto les provoca el alejamiento en la molestia. Pero en la medida en que avanza la noche vuelven a necesitar del calor del otro y por ello se van acercando nuevamente, y así lo hacen una y otra vez hasta alcanzar un punto equidistante que en el equilibrio de la cercanía y la distancia les ofrezca el calor necesario pero sin que se lastimen el uno al otro..

Los indios americanos también tenían un dicho que expresaba esta gran verdad: "Que haya un río entre un pueblo y el otro y que haya un bote para cruzar el río". Todos los matrimonios necesitan un río y la barca, la distancia protectora y el contacto oportuno

9.- Nuestros cinco panes y nuestros dos pescados que el hombre pone, o los cinco pescados y dos panes que la mujer comparte, un buen día, después de haber saciado las necesidades de una gran cantidad de personas, llega el momento en que se consumen, aunado al sentimiento del provecho brindado a los que nos encontramos en la vida o a aquellos que Dios permite que lleguen a nuestra existencia.





V - EL SUEÑO DE UNA VIDA REAL.

Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?”

¡Dios le da a cada pájaro su alimento pero no se lo pone en el nido! Repetían con sabiduría los primeros cristianos.

Muy queridos amigos:

La vida humana se va entretejiendo en sus distintos momentos, tal como si fuera un artístico tapiz. Los hilos, que son sacados del cajón del artista, y que cuentan con una muy amplia gama en sus distintas tonalidades, pueden ser llamados: Sueños y Realidades, Gracia y Libertad, Comisiones y Omisiones, Acciones e Intenciones.

Se trata del tapiz de nuestra existencia, en el que queda plasmado el curso de la vida, y en el cual concursan el recurso divino y el recurso humano.

¿Qué mejor discurso para pregonarse desde éste púlpito de reflexión, que una invitación para que el hombre comprenda que las acciones que transforman este mundo, están compuestas por la acción comprometida del creyente y la acción realizadora de Aquél que lo puede todo?

Pero, cada uno se podría preguntar:¿Cuál es mi lugar en ese tapiz que se va entretejiendo con el paso del tiempo y en nuestro propio espacio?

Los seres humanos podemos quedarnos en las solas promesas sin llegar a realidades, en los solos proyectos sin llegar a realizaciones, en puros preparativos sin contemplar las ejecuciones. El hombre puede pensar en sus solas intenciones sin llegar a las acciones.

Y si una enseñanza persiste en el Evangelio es esta: Dios no quiere solucionar fácilmente el problema inmediato de los hombres. Dios nos ha enseñado que Él ha quiere necesitar de la cooperación de los hombres.

El Señor Jesús no ha querido ofrecernos el pan sin el esfuerzo. El no ha querido mostrarnos un rostro de un Dios que mágicamente quiera facilitar o solucionar lo que está en nuestras manos.

Dios quiere necesitar de nuestras alforjas, casi vacías, pero dispuestas a cooperar con Él. El Señor está a la espera de nuestra leve aportación. El Hijo eterno del Padre ha querido esperar de cada uno de nosotros, esos elementos humanos que complementan su plan de salvación.

Y así es en esta historia que Dios quiere escribir con la ayuda del hombre.

Humanamente, en ocasiones se trata solamente de cinco panes y de dos pescados; sin embargo, Dios ha querido que éstos sean necesarios.

Dios, en sus milagros de todo tiempo, ha querido necesitar de la aportación del hombre; aunque sea el estirar la mano para tocar la orla de su manto, el gritar para que me oigan aunque se molesten algunos, el lanzar la red aún a pesar del cansancio y la desilusión, el llenar de agua los odres de las purificaciones, el quitar la piedra de un sepulcro en dónde está depositado aquel que ya experimenta el proceso natural de la descomposición,...

¡Dios le da a cada pájaro su alimento pero no se lo pone en el nido!

El Señor nos invita para que colaboremos con su obra. ¿Te acuerdas? Él nos ha prometido como recompensa de nuestras acciones, aparte de la vida eterna, el ciento por uno. Pero no te olvides que nunca existirá el ciento, si yo no soy capaz de poner el Uno que debo aportar. ¿Pero qué tanto puedo yo aportarle a la obra de Dios?

Resulta necesario, el darnos cuenta de que esa desproporción que existe entre lo que los hombres aportamos y la grandeza de la obra que Dios realiza, se anula cuando lo poco que se tiene, o la nada que se piensa ser y tener, se convierte en el todo que se le entrega a Dios, y que se pone a disposición del hermano.

En la realidad, no se trata de otra cosa, sino de esos cinco panes y de esos dos pescados que el hombre debe poner en su profesión, en su trabajo, en la oficina, en la escuela, en su hogar, en su esfuerzo diario, en su dedicación para cada cosa que quiere aprender o que piense adquirir.

No obstante, es recurrente el que los hombres queramos una multiplicación de panes sin poner panes, queremos una pesca milagrosa sin ir a pescar, queremos la conversión del agua en vino sin llenar de agua los odres.

¿No te has fijado? Los jóvenes pretendan pasar un examen sin ponerse a estudiar una sola hora. ¡Eso no puede ser posible!

Algún profesionista desempleado pretende tener un buen empleo, pero lo quieren conseguir levantándose a las once de la mañana, y saliendo al mediodía a tocar las puertas de las empresas ¡Por el amor de Dios!

Los esposos quieren solucionar sus conflictos sin cederse a sí mismos un espacio para el otro. Quieren que Dios, y que el otro hagan todo el trabajo y se olvidan de que las relaciones humanas siempre serán un movimiento de dos. ¡Es muchísima nuestra soberbia!

Hoy se quiere la multiplicación de panes sin poner cada quien los dos panes y los cinco pescados que se poseen. Lo anterior es un absurdo, y a Dios nunca le han agradado los absurdos.

Dios quiere el bien del hombre, y el hombre debe de ver por su bienestar. Son mis cinco panes y mis dos pescados, los que pueden saciar el hambre de una multitud, o los que, en el enmohecimiento de la apatía y del desgano, les pueden condenar a la desgracia.

Nuestra vida será sueño o será realidad, será omisión o será comisión. La vida será gracia y será libertad, será intención y será acción. Nuestra vida será ganancia o será perdida. ¡Dios ha querido que las cosas dependan de mí y de tí!

Dios le da a cada pájaro su alimento pero no se lo pone en el nido. El ave tiene que cansarse, correr peligros, emigrar de su nido, enfrentar vientos contrarios, experimentar las jornadas infructuosas, y no obstante debe salir una y otra vez a buscar el alimento para sus crías.

Vayamos a nuestras labores y presentemos con fe a Dios, en el trabajo de la vida diaria, nuestros cinco panes y nuestros dos pescados, y Dios nos concederá todos los días el milagro de su multiplicación.

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