Todos los días pienso en las numerosas personas que han perdido su puesto de trabajo y que carecen de recursos para atender a sus necesidades básicas...
El evangelio de este domingo me lleva a pensar todavía más en esa realidad.
La multitud sigue a Jesús, según el evangelista ello era debido a los signos prodigiosos que el maestro realizaba con los enfermos. Nuevamente Jesús se da cuenta de las necesidades de las personas: en aquel momento la principal preocupación era, sencillamente, la comida. Comparte su preocupación con Felipe. Y éste, con sentido común, dice que no pueden hacer nada, no disponen de recursos: "Necesitaríamos mucho dinero...". Andrés presenta las posibilidades reales al decir que un joven tiene cinco panes y dos peces, pero ¿qué es eso para tantos?
Por nuestra parte pensamos y decimos lo mismo: ¿Cómo hacer frente a tantas necesidades con los pocos recursos de que disponemos?
Pero los escasos panes y peces, partidos y repartidos, tras dar gracias a Dios son suficientes para todos.
- ¿Qué quiere manifestar Jesús con este gesto?
- Y el evangelista Juan, que recoge los hechos, ¿qué quería manifestar a sus cristianos y a nosotros?
Jesús se da cuenta de ello y ayuda a descubrir lo que necesitan las personas en cada momento. De este modo manifiesta el sentido de su vida y misión.
Para Jesús son prioritarias las personas y lo que necesitan. Su mirada compasiva sabe descubrir lo que en cada momento les hace falta: salud, perdón, consuelo, comida...
Jesús, tal como lo hacía con Felipe, también nos alienta a descubrir la necesidades reales y auténticas de cada persona, sean las que sean.
Quienes nos decimos cristianos, discípulos, ¿vemos de este modo a la gente? ¿Intentamos descubrir sus necesidades y sentirnos implicados en ellas?
Jesús, como Buen Pastor, procura que existan soluciones a la problemática de la gente, a partir de la pobreza y sencillez de los propios recursos.
Da gracias a Dios por los pocos recursos, por la generosidad de las personas que dan todo lo que tienen. La palabra es: Eucaristía.
Por nuestra parte también hemos de dar gracias a Dios porque, en medio de la crisis, son muchas las personas que dan lo que tienen, lo que pueden: empresarios que reducen sus beneficios para mantener puestos de trabajo y buscan trabajo donde sea. Profesionales que ofrecen sus servicios a bajo coste, al apreciar la situación de necesidad en la que se encuentran sus clientes...
Es propio de Dios obtener mucho de donde hay poco o nada. Tanto el apóstol Felipe como nosotros, somos realistas y tenemos los pies en el suelo. Con lo poco que tenemos, recibimos y podemos ofrecer, no podemos solucionar nada; por lo tanto no tiene sentido iniciar ningún tipo de acción.
La lógica de Jesús es distinta: da lo que tengas, pues es un regalo de Dios y será más que suficiente para todos y aun va a sobrar. Por suerte siempre hay alguien que está dispuesto a ofrecer lo que tiene.
No es fácil razonar así, pues estamos habituados al intercambio: doy para que me des. Hoy, para dar respuesta a tantas necesidades de las personas, materiales, humanas y espirituales, disponemos de pocos recursos y la tentación es la de no hacer nada, dado que tenemos pocas posibilidades.
Jesús nos invita a dividir los recursos propios, siempre pobres y limitados, pero que si los ofrecemos con generosidad, podremos hacer un buen trabajo y dar respuesta a muchas de las necesidades de nuestros hermanos, conocidos o desconocidos.
Está claro que debemos tratar de la crisis, de sus causas y consecuencias, de las medidas políticas, legales y económicas que hay que adoptar para hacerle frente, pero no olvidemos que si todavía nos quedan "cinco panes y dos peces" también hemos de ser capaces de ofrecerlos para que sean partidos y repartidos.
¡Hagámoslo así!
El evangelio de este domingo me lleva a pensar todavía más en esa realidad.
La multitud sigue a Jesús, según el evangelista ello era debido a los signos prodigiosos que el maestro realizaba con los enfermos. Nuevamente Jesús se da cuenta de las necesidades de las personas: en aquel momento la principal preocupación era, sencillamente, la comida. Comparte su preocupación con Felipe. Y éste, con sentido común, dice que no pueden hacer nada, no disponen de recursos: "Necesitaríamos mucho dinero...". Andrés presenta las posibilidades reales al decir que un joven tiene cinco panes y dos peces, pero ¿qué es eso para tantos?
Por nuestra parte pensamos y decimos lo mismo: ¿Cómo hacer frente a tantas necesidades con los pocos recursos de que disponemos?
Pero los escasos panes y peces, partidos y repartidos, tras dar gracias a Dios son suficientes para todos.
- ¿Qué quiere manifestar Jesús con este gesto?
- Y el evangelista Juan, que recoge los hechos, ¿qué quería manifestar a sus cristianos y a nosotros?
Jesús se da cuenta de ello y ayuda a descubrir lo que necesitan las personas en cada momento. De este modo manifiesta el sentido de su vida y misión.
Para Jesús son prioritarias las personas y lo que necesitan. Su mirada compasiva sabe descubrir lo que en cada momento les hace falta: salud, perdón, consuelo, comida...
Jesús, tal como lo hacía con Felipe, también nos alienta a descubrir la necesidades reales y auténticas de cada persona, sean las que sean.
Quienes nos decimos cristianos, discípulos, ¿vemos de este modo a la gente? ¿Intentamos descubrir sus necesidades y sentirnos implicados en ellas?
Jesús, como Buen Pastor, procura que existan soluciones a la problemática de la gente, a partir de la pobreza y sencillez de los propios recursos.
Da gracias a Dios por los pocos recursos, por la generosidad de las personas que dan todo lo que tienen. La palabra es: Eucaristía.
Por nuestra parte también hemos de dar gracias a Dios porque, en medio de la crisis, son muchas las personas que dan lo que tienen, lo que pueden: empresarios que reducen sus beneficios para mantener puestos de trabajo y buscan trabajo donde sea. Profesionales que ofrecen sus servicios a bajo coste, al apreciar la situación de necesidad en la que se encuentran sus clientes...
Es propio de Dios obtener mucho de donde hay poco o nada. Tanto el apóstol Felipe como nosotros, somos realistas y tenemos los pies en el suelo. Con lo poco que tenemos, recibimos y podemos ofrecer, no podemos solucionar nada; por lo tanto no tiene sentido iniciar ningún tipo de acción.
La lógica de Jesús es distinta: da lo que tengas, pues es un regalo de Dios y será más que suficiente para todos y aun va a sobrar. Por suerte siempre hay alguien que está dispuesto a ofrecer lo que tiene.
No es fácil razonar así, pues estamos habituados al intercambio: doy para que me des. Hoy, para dar respuesta a tantas necesidades de las personas, materiales, humanas y espirituales, disponemos de pocos recursos y la tentación es la de no hacer nada, dado que tenemos pocas posibilidades.
Jesús nos invita a dividir los recursos propios, siempre pobres y limitados, pero que si los ofrecemos con generosidad, podremos hacer un buen trabajo y dar respuesta a muchas de las necesidades de nuestros hermanos, conocidos o desconocidos.
Está claro que debemos tratar de la crisis, de sus causas y consecuencias, de las medidas políticas, legales y económicas que hay que adoptar para hacerle frente, pero no olvidemos que si todavía nos quedan "cinco panes y dos peces" también hemos de ser capaces de ofrecerlos para que sean partidos y repartidos.
¡Hagámoslo así!
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