¡Qué hermosa expresión! Yo estoy colaborando desde hace mucho, desde que me incorporé a la Acción Católica, con tareas de formación de la identidad cristiana. En la actualidad colaboro con Don Elías Yanes en la elaboración y puesta en marcha del Itinerario de Formación cristiana para adultos Cristianos en el corazón del mundo que la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar está ofreciendo en todas las diócesis españolas.
Honestamente creo que uno de los dones con los que Dios me ha dotado es capacidad de acompañar procesos, soy médico psicoterapeuta, pero no es solo en la profesión que le saco partida a ese don, es también acompañando procesos de formación, de puesta en pie de una identidad que por hondamente humana es cristiana. Me gusta hacer esto, es una gracia poder ver como las personas van poniéndose en pie y van floreciendo al paso que les crece la conciencia y se despliegan maduramente la dimensión personal, la dimensión eclesial y la sociopolítica de la fe.
Esto de acompañar procesos de grupos en formación es ciertamente un don pero también una tarea y una tarea que requiere arte y técnica, pero sobretodo capacidad de compartir experiencias y asumir el riesgo de abrirse. Yo siempre lo había visto como un servicio que podía prestar y que además de todo el trabajo que supone, es algo muy gratificante. Siempre he dicho que es un compromiso cristiano pleno y que no hay nada mejor que le pueda pasar a una persona, una familia, un grupo, una parroquia, un barrio un pueblo, que unas personas sean más y mejores cristianas.
Algunas personas consideran este tipo de compromiso cristiano como de segunda, como “demasiado intraeclesial”. En el Evangelio vemos a Jesús en esta función de enseñante y además habla de su motivación: la lástima, la misericordia que le lleva a compartir lo que sabe y a hacerlo bien, con calma, dedicando tiempo a ese proceso.
En nuestro contexto socio-cultural, son precisos procesos cuidados de formación que nos permitan realizar una encarnación personal y contextualizada en nuestro aquí y ahora de la fe cristiana, sin una apropiación personal y adulta de esta fe no será posible un laicado responsable de la evangelización que el mundo reclama. Nuestros procesos formativos tienen que tener como eje conductor la búsqueda permanente de la unidad fe-vida mediante una formación integradora y unificadora de la conciencia haciéndola toda ella cristiana y posibilitando que vaya aumentando la coherencia entre nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar. Viviendo intentando ser signo y sacramento de Cristo allí donde nos toca, en el espesor gris de la vida cotidiana.
Que Cristo sea pastor en cada uno de nosotros que tengamos guía y capacidad para discernir la voluntad de Dios requiere la formación cristiana y este tipo de formación no se improvisa ni se despacha con un par de cursitos o de una serie de charlas a las que parecemos tan aficionados. Apiadarse de un pueblo cristiano que está poco madurado en su fe no se soluciona dándole más autoridad o aureola a los presbíteros sino favoreciendo ser uno con Cristo y posibilitando que podamos decir todos los miembros de la Iglesia que ya no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mí.
Enseñar con calma desde el amor al mundo y por amor al mundo, plantados en el mundo pero enraizado en la fe de la Iglesia para ser testigos y evangelizadote, ayudando a hacer la paz y abriendo caminos a una persona nueva, con el gran y definitivo objetivo de poder acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
DIOS HABLA
JEREMIAS 23, 1 6
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño oráculo del Señor-. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones oráculo del Señor . Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá oráculo del Señor . Mirad que llegan días oráculo del Señor en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre “El Señor nuestra justicia”».
EFESIOS 2, 13 18
Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
MARCOS 6, 30 34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Estremece leer seguidos los capítulos 21-25 de Jeremías a la luz de los últimos dos años en nuestro mundo occidental. Encuadrados entre una amarga ‘confesión de Jeremías’ (c.20) sobre la inutilidad de su misión profética, risas de la gente, cuchicheos en torno y menosprecio de su tarea, depresión personal por el fracaso… (ca.26) y el envío de nuevo “a ver si se convierte cada uno de su mala conducta y yo (el Señor) puedo arrepentirme del castigo que preparo para ellos por sus malas acciones”.
En medio de los dos episodios personales, cuatro capítulos en los que Jeremías repasa uno a uno a quienes son protagonistas de la vida del Pueblo de Dios: reyes con nombres y apellidos, profetas, sacerdotes… y también el mismo pueblo. Unos engañando y otro dejándose engañar. Los unos rechazando todo oráculo que viene de Dios y el otro, no escuchando. El pueblo ‘se hace el sordo’ para no escuchar, para tener excusa de no atender (a la larga, para no tener que huir de aquel aire irrespirable). Por eso sufre las consecuencias.
Peor suerte aguarda a quienes son causantes de la catástrofe actual, reyes, jefes, presidentes, sabios, profetas… puestos todos para ir a ‘administrar justicia, librar al oprimido del poder del opresor’ (c.21,12); pero que ‘han edificado su casa con injusticia, piso a piso, inicuamente. Han hecho trabajar de balde a su prójimo sin pagarle su salario’. Que pensaban ‘me construiré una casa espaciosa, con salones aireados; abriré ventanas, la revestiré de cedro, la pintaré de bermellón’ (c.22,13-14). A quienes ‘sólo han tenido ojos y corazón para el lucro, para derramar sangre inocente para el abuso y la opresión’ (22,17).
A todos estos pastores se dirige el texto que hoy leemos y que comienza con un lacerante “!Ay de los pastores…!” un lamento que ha ido enviando el profeta a cada tanda de miserias cometidas por las gentes importantes, que han causado la miseria del pueblo..
Como sucede hoy mismo.
Y como sucede hoy también, el Señor no ahorra al pueblo cierta responsabilidad. Al principio mismo de estos oráculos el Señor le invitó a escaparse de esta ciudad: “A este pueblo le dirás: Yo os pongo delante el camino de la vida y el camino de la muerte. Los que se queden morirán; los que se salgan se salvarán” (21,8-9).
Ayer tarde visité una aldea perdida de Soria. Una maravilla aislada, todo paz, silencio naturaleza pasmosamente viva. Quedan apenas cuarenta personas… y en lo alto una casa a medio restaurar; en la puerta dos jóvenes de mediana edad comiendo una fruta a la puerta de su casa; una furgoneta de mil colores y remaches denota su carácter: ‘Los últimos hippys, pensé, que vuelven a apartarse de esta sociedad’..
Esta mañana mi primera ocupación ha sido abrir la puerta a los técnicos para colocarnos en casa la antena nueva. Si no, nos sorprenderá el apagón analógico….’¡No tenemos remedio!’ –he pensado de nuevo-.
Pero en el centro de estos oráculos de maldición y castigo, el texto de hoy con un lamento: “¡Ay!” (v.1), una acusación global (v.2) y un oráculo salvífico del Señor (v.3-6).
“Suscitaré a David un vástago legítimo” (v.5). Vástago, raíz, semilla, germen, palabras con un mensaje común que se alarga desde Isaías (11,1) hasta Zacarías (6,12) como promesa de un Mesías, el Salvador. Más que un tiempo determinado está clara la promesa de una esperanza continuada (‘la pequeña esperanza que cada mañana nos da los buenos días’, Ch.Pèguy), que alienta a todos los profetas que cada mañana también mantienen en pie a un pueblo que camina en busca de la justicia (v.5-6).
Aunque esa esperanza para nosotros tiene nombre y corazón, como vemos en el evangelio de hoy mismo: Jesús el compasivo, el manso y humilde de corazón…
SEGUNDA LECTURA
En su sentido literal el texto trata de la reconciliación que Cristo ha traído a los seres humanos, quitando las diferencias entre judíos y no judíos, igualando a los gentiles a los miembros del pueblo de Israel.
El Señor ha hecho desaparecer la enemistad y odio que existía entre unos y otros. Es claro que por parte de los judíos existía un exacerbado nacionalismo mezclado con componente religioso, contra todos los pertenecientes a Israel. Los ejemplos abundan. Por parte de los Paganos también había algo, aunque menos. Ahora bien, desde Cristo eso ya no existe ni tiene razón de ser.
El tema, naturalmente, es aplicable a otras situaciones parecidas, porque los principios siguen siendo igualmente válidos, aunque tenga menos significado porque lo religioso tiene menos relevancia que en el caso de que habla Efesios.
En Cristo se ha establecido la razón profunda de la unión y solidaridad entre los seres humanos y, por consiguiente, de la paz. En él todos tenemos acceso a Dios en un mismo Espíritu (v.18) tenemos también el mismo fundamento (v. 20) y la humanidad toda forma un único templo y un cuerpo únicos. Los intereses particulares, las enemistades y la falta de paz son algo absurdo para los auténticos creyentes. No tanto por sentimentalismo o falta de valor para enfrentarse a otras personas y situaciones, sino por el profundo convencimiento de que la vinculación mutua es mucho más fuerte que las razones de división.
En el texto se alude también a la reconciliación con Dios y de la paz con Él. Es una metáfora de la salvación. No es que Dios esté enfadado con los seres humanos y tenga que reconciliarse con ellos. Son ellos los que han de volver a Él. Y pueden, porque está el Espíritu de Cristo como mediador de unidad.
EVANGELIO
Texto. Los doce de nuevo con Jesús, a quien cuentan todo lo que habían hecho y enseñado. Una referencia ésta a la que Marcos nos tiene acostumbrados: hablar de enseñanza sin indicación de contenidos. Lo hace en el vs.30 y vuelve a hacerlo en el vs.34: Se puso a enseñarles con calma.
La situación descrita en los vs.31-33 resulta también familiar al lector de Marcos. La gente buscando desenfrenadamente a los doce; los doce aislándose en un lugar descampado. Sucede con los doce lo mismo que con Jesús. Recuérdese, por ejemplo, Mc 1,35-37. Jesús y los doce son la misma voz proclamando la buena noticia de la llegada del Reino de Dios; Jesús y los doce comparten la misma suerte.
El versículo final retorna a Jesús como protagonista. Una vez más, Marcos deja entrever el interior de Jesús. Lo hace sirviéndose del mismo verbo que en el caso del leproso, primera vez que Marcos da voz al interior de Jesús: sintió lástima (1,41). Lástima por la desorientación de la gente, porque andaban como ovejas sin pastor.
Comentario. Copartícipes de la misión de Jesús de proclamar la llegada del Reino de Dios a nuestro mundo, los doce comparten también con Jesús el asedio de la gente y el aislamiento liberador de ese asedio. Comunidad de misión y de destino.
Un análisis del sentido del asedio de la gente arroja un balance más bien negativo: buscan milagros, no el Reino de Dios. Hay un error de mira en la gente. De ahí su falta de orientación.
Ilusionar a la gente con el Reino de Dios aquí y ahora sigue siendo un reto irrenunciable de los doce y de todo seguidor de Jesús.
EL ORÁCULO
El texto que la liturgia extrae hoy del libro de Jeremías pertenece a una serie de once oráculos dirigidos a personas o colectivos concretos; éste va dirigido a los pastores de Israel. La figura del pastor para significar a los dirigentes del pueblo escogido es recurrente y habitual en la literatura bíblica desde David, el pastor elegido por Dios que se convirtió en rey de Israel. Los profetas hablan a menudo a los dirigentes religiosos bajo la denominación de pastores, pero también es aplicable -como es el caso de este texto- a los líderes políticos. Aquí encontramos, en un primer momento, una denuncia hacia esta clase dirigente, de hecho comienza con un lamento: ¡Ay de los pastores...! La causa de este lamento es que ellos dejan perecer las ovejas de mi rebaño. El “ay” es el grito dolido de Dios ante la muerte de sus ovejas; es el grito dolido de Dios ante la negligencia de sus pastores. Ellos no son los dueños del rebaño -el dueño es Dios-, pero no aman a las ovejas de Dios sino que se aman a sí mismos. Dios toma partido contra ellos (os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones) y a favor del débil rebaño que ha sido dispersado, expulsado y no-guardado por sus dirigentes. A la denuncia sigue un anuncio: Dios mismo será el encargado de volver a reunir a las ovejas dispersas y les pondrá unos nuevos pastores; los anteriores serán expulsados mientras que éstos sí que pastorearán las ovejas de Dios. Estos nuevos pastores darán seguridad a las ovejas porque cumplirán el encargo del dueño del rebaño: no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá. Al anuncio sucede una promesa, la promesa davídica y, con ella se desvela el simbolismo de la alegoría: un rey prudente que hará justicia y derecho en la tierra; Judá se salvará e Israel se sentirá seguro. El Señor aparece como el autor de la dispersión y la expulsión, por eso será Él mismo quien las vuelva a reunir, pero la causa inmediata ha sido más bien las malas acciones de los dirigentes políticos (la situación del destierro está de trasfondo histórico del texto). El oráculo del profeta vuelve a abrir la puerta de la esperanza: el vástago de David inaugurará una situación nueva desde la justicia y el derecho, y el rebaño de Dios -nuevamente reunido- se sentirá seguro.
JUDÍOS Y PAGANOS
El odio crea muros infranqueables. Sucedió entonces entre judíos y paganos. Ha sucedido en el siglo XX en Berlín. En el siglo XXI comenzó a suceder en Palestina, y en Nueva York, y en Afganistán, y en Iraq. Unos pueblos odian a otros pueblos por eso, por ser de otros pueblos. Unas religiones odian a los que profesan otra religión que la suya... San Pablo apela a la cruz, en quien se unen los pueblos en un solo cuerpo, para fundamentar la paz obrada por Jesús. En el contexto literario se habla de la mutua exclusión que sentían judíos y paganos unos por otros, pero ¿acaso no es aplicable a otras situaciones que vive nuestra sociedad? Desde la cruz, ¿puede un cristiano autoafirmarse sobre otra persona cualquiera, por la razón de la índole que sea, sabiendo que Cristo ha muerto para todos y que ha derribado todos los muros del odio? ¿Puede algún cristiano despreciar, excluir, condenar a personas, a pueblos, a religiones sin tener conciencia de que está faltando a la voluntad de Dios y haciendo nula la salvación obrada por Jesucristo? Creo que mientras existan cristianos -aunque sean sacerdotes u obispos- capaces de justificar esos desprecios, exclusiones o condenas, no habremos avanzado mucho desde que San Pablo tuvo que escribir estas palabras a los cristianos de Éfeso.
LA VUELTA DE LOS DISCÍPULOS
El texto que recoge el evangelio de hoy es, en realidad, la introducción al relato de la multiplicación de los panes y los peces y tiene como preludio el envío de los doce, de dos en dos, antes del texto de la muerte de Juan. Ahora vuelven a Jesús y le informan de los pormenores de su misión. Jesús se los quiere llevar a un sitio tranquilo para que descansen, pero muchos se le han adelantado y han llegado antes que ellos a la otra orilla del lago; incluso han llegado gentes de otras aldeas. Aquí Jesús improvisa y cambia el programa que había preparado. Ve la multitud congregada y se conmueve por su suerte, pues los ve como ovejas sin pastor. Y se pone a enseñarles. Marcos nos propone a Jesús como el nuevo Moisés, enseñando a la multitud. A la vez, el hecho de haber llevado la escena a la otra orilla del lago da pie para preparar en la escena siguiente la multiplicación de los panes. El sentimiento de lástima por parte de Jesús produce el punto de inflexión para que Jesús adapte sus planes a los de la gente. Él va a adoptar la actitud del “pastor” enseñándoles con calma. Es la calma del pastor del salmo responsorial: “Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. “El Señor es mi Pastor: nada me falta”. Ahora es cuando el rebaño de Dios se siente seguro: “Nada temo porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”. Jesús es el vástago que pastorea el rebaño de Dios con el derecho y la justicia. La profecía de Jeremías se hace realidad en Jesús en el tiempo escatológico. Lo que el profeta anunciaba como una situación histórica inmediata, tiene también su cumplimiento en una etapa ulterior que anuncia el pleno cumplimiento en el reino de Dios.
PARA LA ORACION
Dios, Padre nuestro, que has querido hacerte presente entre nosotros por medio de tu Hijo Jesucristo, en su vida y en su palabra; danos una fe firme y madura para saber seguirte siempre y vivir en todo momento conforme a tu voluntad.
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Recibe, Padre, las ofrendas que te presentamos y haznos generosos para que sepamos ofrecerte, día a día, nuestra propia existencia, empleada en amarte a ti sirviendo a los hombres.
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Verdaderamente es justo y necesario alabarte, Padre, por tu bondad y generosidad para con nosotros, pobres pecadores a quienes estás empeñado en cuidarnos, guiarnos y llevarnos a la vida junto a Ti.
Tú nos has creado a tu imagen y semejanza y nos has destinado a crear una maravillosa sinfonía de fraternidad, un mundo donde Tú reines en la justicia verdadera y el amor auténtico.
Ahora queremos agradecerte todo lo que eres, lo que has hecho por nosotros y lo que nos has dado uniendo nuestras voces a las de todos los que proclaman Santo.
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Te damos gracias, Padre, por esta Eucaristía en la que hemos participado; haz que sepamos vivir en todo momento lo que aquí hemos celebrado y así hagamos cada día más presente tu Reino entre nosotros.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Muchas cosas agobian al hombre de nuestro tiempo; en realidad cada día hay más agobio, más nerviosismo y más prisa en nuestra vida; vivimos con muchos afanes, pero ninguno acaba de darnos lo que buscamos ni nos proporciona la paz y el descanso que necesitamos.
Jesús sigue invitándonos a descansar junto a El. La celebración de la Eucaristía, que muchos ven como tiempo perdido, es en realidad el tiempo para el encuentro gratificante con el Amado, que nos da su paz.
SALUDO
El amor de Dios, que nos ha reconciliado en la cruz de Jesucristo para que podamos acercarnos al Padre por medio del Espíritu, esté siempre con vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Dios nos da su paz porque nos da su perdón; si nuestra conciencia nos condena, el perdón de Dios es más fuerte que nuestra condena. Con su perdón, la paz alcanzará nuestro corazón. Pidámoslo así.
-Tú nos enseñas a cuidar a aquellos que están bajo nuestra responsabilidad. Señor, ten piedad.
-Tú quieres que no nos sintamos perdidos sino llevados por Ti hacia una vida en plenitud. Cristo, ten piedad.
-Tú quieres que vivamos en comunidad, sintiéndonos todos hermanos, hijos de un mismo Padre. Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Muchas veces los dirigentes del pueblo no hacen sino medrar a costa suya, con la excusa de su complicada tarea de gobernar. Jeremías avisa al pueblo de este peligro a la vez que les recuerda que en el Pueblo de Dios nunca deben darse estos abusos.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
En Cristo Jesús, Dios ha destruido las barreras que nos separaban a los hombres de El. Por eso, ahora ya no hay ninguna barrera entre los hombres, ni entre nosotros y Dios, que sea justificable. El Señor nos trae la paz y la fraternidad a todos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Jesús no se nos presenta hoy con rasgos imponentes, sino con la delicadeza de quien venda una herida y la solicitud de quien va en busca de un ser querido perdido en el monte. Por eso podemos confiar en El: porque Jesús es creíble, es digno de fe.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Unidos como hermanos, presentamos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre común, que cuida de nosotros y quiere nuestro bien, diciendo: Señor, escúchanos.
-Que conceda, a los que tienen autoridad en la Iglesia, capacidad para ejercerla con espíritu evangélico. Oremos.
-Que los que se agotan trabajando por el Reino encuentren en el Señor la paz y el descanso que necesitan. Oremos.
-Que todos los pueblos encuentren el camino del diálogo y la cooperación para terminar con las desigualdades. Oremos.
-Que cesen todos los absolutismos y nepotismos, y se respeten las libertades y los derechos de todos los hombres. Oremos.
-Que nuestra comunidad (parroquial) sea siempre lugar de encuentro fraternal y lleve a todos la paz y la esperanza. Oremos.
Oración: Que nuestra vida, Señor, sea un constante anuncio de la Buena Noticia para que todos los hombres lleguen a conocer a tu Hijo y alcancen así la felicidad y la salvación. Por el mismo Jesucristo.
Entrada. Alrededor de tu mesa (1 CLN-A 4); Con nosotros está el Señor (Del disco ’15 Nuevos cantos para la Misa); Me adelantare (popular – CB-127).
Salmo. El Señor es mi pastor (de Gelineau o el mismo salmo tomado del disco ‘Cantos para una comunidad evangelizadora’).
Aleluya. (1 CLN-E 6); Canta Aleluya al Señor (de Luis Alfredo Díaz).
Ofertorio. Con amor te presento, Señor (del disco ‘Viviremos con Él’ CB-45).
Santo. (1 CLN-I 6)
Paz. Podría cantarse un canto referente a la paz (2ª lecturas): Hazme, Señor, un instrumento de tu paz (de Josico). O el canto Cristo es nuestra paz (del disco ‘Viviremos con él’ de C. Erdozáin)
Comunión. Por valles y aldeas (1 CLN-273); Cristo es el camino (del disco ‘Dios es amor’ de C. Erdozáin); Cerca de ti Señor (1 CLN-702); Yo le resucitaré.
Despedida: Gracias, Señor (1 CLN-604); El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
Honestamente creo que uno de los dones con los que Dios me ha dotado es capacidad de acompañar procesos, soy médico psicoterapeuta, pero no es solo en la profesión que le saco partida a ese don, es también acompañando procesos de formación, de puesta en pie de una identidad que por hondamente humana es cristiana. Me gusta hacer esto, es una gracia poder ver como las personas van poniéndose en pie y van floreciendo al paso que les crece la conciencia y se despliegan maduramente la dimensión personal, la dimensión eclesial y la sociopolítica de la fe.
Esto de acompañar procesos de grupos en formación es ciertamente un don pero también una tarea y una tarea que requiere arte y técnica, pero sobretodo capacidad de compartir experiencias y asumir el riesgo de abrirse. Yo siempre lo había visto como un servicio que podía prestar y que además de todo el trabajo que supone, es algo muy gratificante. Siempre he dicho que es un compromiso cristiano pleno y que no hay nada mejor que le pueda pasar a una persona, una familia, un grupo, una parroquia, un barrio un pueblo, que unas personas sean más y mejores cristianas.
Algunas personas consideran este tipo de compromiso cristiano como de segunda, como “demasiado intraeclesial”. En el Evangelio vemos a Jesús en esta función de enseñante y además habla de su motivación: la lástima, la misericordia que le lleva a compartir lo que sabe y a hacerlo bien, con calma, dedicando tiempo a ese proceso.
En nuestro contexto socio-cultural, son precisos procesos cuidados de formación que nos permitan realizar una encarnación personal y contextualizada en nuestro aquí y ahora de la fe cristiana, sin una apropiación personal y adulta de esta fe no será posible un laicado responsable de la evangelización que el mundo reclama. Nuestros procesos formativos tienen que tener como eje conductor la búsqueda permanente de la unidad fe-vida mediante una formación integradora y unificadora de la conciencia haciéndola toda ella cristiana y posibilitando que vaya aumentando la coherencia entre nuestra forma de sentir, de pensar y de actuar. Viviendo intentando ser signo y sacramento de Cristo allí donde nos toca, en el espesor gris de la vida cotidiana.
Que Cristo sea pastor en cada uno de nosotros que tengamos guía y capacidad para discernir la voluntad de Dios requiere la formación cristiana y este tipo de formación no se improvisa ni se despacha con un par de cursitos o de una serie de charlas a las que parecemos tan aficionados. Apiadarse de un pueblo cristiano que está poco madurado en su fe no se soluciona dándole más autoridad o aureola a los presbíteros sino favoreciendo ser uno con Cristo y posibilitando que podamos decir todos los miembros de la Iglesia que ya no soy yo quien vive sino que es Cristo quien vive en mí.
Enseñar con calma desde el amor al mundo y por amor al mundo, plantados en el mundo pero enraizado en la fe de la Iglesia para ser testigos y evangelizadote, ayudando a hacer la paz y abriendo caminos a una persona nueva, con el gran y definitivo objetivo de poder acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
LOURDES AZORÍN
DIOS HABLA
JEREMIAS 23, 1 6
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño oráculo del Señor-. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones oráculo del Señor . Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá oráculo del Señor . Mirad que llegan días oráculo del Señor en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre “El Señor nuestra justicia”».
EFESIOS 2, 13 18
Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
MARCOS 6, 30 34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Estremece leer seguidos los capítulos 21-25 de Jeremías a la luz de los últimos dos años en nuestro mundo occidental. Encuadrados entre una amarga ‘confesión de Jeremías’ (c.20) sobre la inutilidad de su misión profética, risas de la gente, cuchicheos en torno y menosprecio de su tarea, depresión personal por el fracaso… (ca.26) y el envío de nuevo “a ver si se convierte cada uno de su mala conducta y yo (el Señor) puedo arrepentirme del castigo que preparo para ellos por sus malas acciones”.
En medio de los dos episodios personales, cuatro capítulos en los que Jeremías repasa uno a uno a quienes son protagonistas de la vida del Pueblo de Dios: reyes con nombres y apellidos, profetas, sacerdotes… y también el mismo pueblo. Unos engañando y otro dejándose engañar. Los unos rechazando todo oráculo que viene de Dios y el otro, no escuchando. El pueblo ‘se hace el sordo’ para no escuchar, para tener excusa de no atender (a la larga, para no tener que huir de aquel aire irrespirable). Por eso sufre las consecuencias.
Peor suerte aguarda a quienes son causantes de la catástrofe actual, reyes, jefes, presidentes, sabios, profetas… puestos todos para ir a ‘administrar justicia, librar al oprimido del poder del opresor’ (c.21,12); pero que ‘han edificado su casa con injusticia, piso a piso, inicuamente. Han hecho trabajar de balde a su prójimo sin pagarle su salario’. Que pensaban ‘me construiré una casa espaciosa, con salones aireados; abriré ventanas, la revestiré de cedro, la pintaré de bermellón’ (c.22,13-14). A quienes ‘sólo han tenido ojos y corazón para el lucro, para derramar sangre inocente para el abuso y la opresión’ (22,17).
A todos estos pastores se dirige el texto que hoy leemos y que comienza con un lacerante “!Ay de los pastores…!” un lamento que ha ido enviando el profeta a cada tanda de miserias cometidas por las gentes importantes, que han causado la miseria del pueblo..
Como sucede hoy mismo.
Y como sucede hoy también, el Señor no ahorra al pueblo cierta responsabilidad. Al principio mismo de estos oráculos el Señor le invitó a escaparse de esta ciudad: “A este pueblo le dirás: Yo os pongo delante el camino de la vida y el camino de la muerte. Los que se queden morirán; los que se salgan se salvarán” (21,8-9).
Ayer tarde visité una aldea perdida de Soria. Una maravilla aislada, todo paz, silencio naturaleza pasmosamente viva. Quedan apenas cuarenta personas… y en lo alto una casa a medio restaurar; en la puerta dos jóvenes de mediana edad comiendo una fruta a la puerta de su casa; una furgoneta de mil colores y remaches denota su carácter: ‘Los últimos hippys, pensé, que vuelven a apartarse de esta sociedad’..
Esta mañana mi primera ocupación ha sido abrir la puerta a los técnicos para colocarnos en casa la antena nueva. Si no, nos sorprenderá el apagón analógico….’¡No tenemos remedio!’ –he pensado de nuevo-.
Pero en el centro de estos oráculos de maldición y castigo, el texto de hoy con un lamento: “¡Ay!” (v.1), una acusación global (v.2) y un oráculo salvífico del Señor (v.3-6).
“Suscitaré a David un vástago legítimo” (v.5). Vástago, raíz, semilla, germen, palabras con un mensaje común que se alarga desde Isaías (11,1) hasta Zacarías (6,12) como promesa de un Mesías, el Salvador. Más que un tiempo determinado está clara la promesa de una esperanza continuada (‘la pequeña esperanza que cada mañana nos da los buenos días’, Ch.Pèguy), que alienta a todos los profetas que cada mañana también mantienen en pie a un pueblo que camina en busca de la justicia (v.5-6).
Aunque esa esperanza para nosotros tiene nombre y corazón, como vemos en el evangelio de hoy mismo: Jesús el compasivo, el manso y humilde de corazón…
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
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SEGUNDA LECTURA
En su sentido literal el texto trata de la reconciliación que Cristo ha traído a los seres humanos, quitando las diferencias entre judíos y no judíos, igualando a los gentiles a los miembros del pueblo de Israel.
El Señor ha hecho desaparecer la enemistad y odio que existía entre unos y otros. Es claro que por parte de los judíos existía un exacerbado nacionalismo mezclado con componente religioso, contra todos los pertenecientes a Israel. Los ejemplos abundan. Por parte de los Paganos también había algo, aunque menos. Ahora bien, desde Cristo eso ya no existe ni tiene razón de ser.
El tema, naturalmente, es aplicable a otras situaciones parecidas, porque los principios siguen siendo igualmente válidos, aunque tenga menos significado porque lo religioso tiene menos relevancia que en el caso de que habla Efesios.
En Cristo se ha establecido la razón profunda de la unión y solidaridad entre los seres humanos y, por consiguiente, de la paz. En él todos tenemos acceso a Dios en un mismo Espíritu (v.18) tenemos también el mismo fundamento (v. 20) y la humanidad toda forma un único templo y un cuerpo únicos. Los intereses particulares, las enemistades y la falta de paz son algo absurdo para los auténticos creyentes. No tanto por sentimentalismo o falta de valor para enfrentarse a otras personas y situaciones, sino por el profundo convencimiento de que la vinculación mutua es mucho más fuerte que las razones de división.
En el texto se alude también a la reconciliación con Dios y de la paz con Él. Es una metáfora de la salvación. No es que Dios esté enfadado con los seres humanos y tenga que reconciliarse con ellos. Son ellos los que han de volver a Él. Y pueden, porque está el Espíritu de Cristo como mediador de unidad.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
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EVANGELIO
Texto. Los doce de nuevo con Jesús, a quien cuentan todo lo que habían hecho y enseñado. Una referencia ésta a la que Marcos nos tiene acostumbrados: hablar de enseñanza sin indicación de contenidos. Lo hace en el vs.30 y vuelve a hacerlo en el vs.34: Se puso a enseñarles con calma.
La situación descrita en los vs.31-33 resulta también familiar al lector de Marcos. La gente buscando desenfrenadamente a los doce; los doce aislándose en un lugar descampado. Sucede con los doce lo mismo que con Jesús. Recuérdese, por ejemplo, Mc 1,35-37. Jesús y los doce son la misma voz proclamando la buena noticia de la llegada del Reino de Dios; Jesús y los doce comparten la misma suerte.
El versículo final retorna a Jesús como protagonista. Una vez más, Marcos deja entrever el interior de Jesús. Lo hace sirviéndose del mismo verbo que en el caso del leproso, primera vez que Marcos da voz al interior de Jesús: sintió lástima (1,41). Lástima por la desorientación de la gente, porque andaban como ovejas sin pastor.
Comentario. Copartícipes de la misión de Jesús de proclamar la llegada del Reino de Dios a nuestro mundo, los doce comparten también con Jesús el asedio de la gente y el aislamiento liberador de ese asedio. Comunidad de misión y de destino.
Un análisis del sentido del asedio de la gente arroja un balance más bien negativo: buscan milagros, no el Reino de Dios. Hay un error de mira en la gente. De ahí su falta de orientación.
Ilusionar a la gente con el Reino de Dios aquí y ahora sigue siendo un reto irrenunciable de los doce y de todo seguidor de Jesús.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
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NOTAS PARA LA HOMILIA
EL ORÁCULO
El texto que la liturgia extrae hoy del libro de Jeremías pertenece a una serie de once oráculos dirigidos a personas o colectivos concretos; éste va dirigido a los pastores de Israel. La figura del pastor para significar a los dirigentes del pueblo escogido es recurrente y habitual en la literatura bíblica desde David, el pastor elegido por Dios que se convirtió en rey de Israel. Los profetas hablan a menudo a los dirigentes religiosos bajo la denominación de pastores, pero también es aplicable -como es el caso de este texto- a los líderes políticos. Aquí encontramos, en un primer momento, una denuncia hacia esta clase dirigente, de hecho comienza con un lamento: ¡Ay de los pastores...! La causa de este lamento es que ellos dejan perecer las ovejas de mi rebaño. El “ay” es el grito dolido de Dios ante la muerte de sus ovejas; es el grito dolido de Dios ante la negligencia de sus pastores. Ellos no son los dueños del rebaño -el dueño es Dios-, pero no aman a las ovejas de Dios sino que se aman a sí mismos. Dios toma partido contra ellos (os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones) y a favor del débil rebaño que ha sido dispersado, expulsado y no-guardado por sus dirigentes. A la denuncia sigue un anuncio: Dios mismo será el encargado de volver a reunir a las ovejas dispersas y les pondrá unos nuevos pastores; los anteriores serán expulsados mientras que éstos sí que pastorearán las ovejas de Dios. Estos nuevos pastores darán seguridad a las ovejas porque cumplirán el encargo del dueño del rebaño: no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá. Al anuncio sucede una promesa, la promesa davídica y, con ella se desvela el simbolismo de la alegoría: un rey prudente que hará justicia y derecho en la tierra; Judá se salvará e Israel se sentirá seguro. El Señor aparece como el autor de la dispersión y la expulsión, por eso será Él mismo quien las vuelva a reunir, pero la causa inmediata ha sido más bien las malas acciones de los dirigentes políticos (la situación del destierro está de trasfondo histórico del texto). El oráculo del profeta vuelve a abrir la puerta de la esperanza: el vástago de David inaugurará una situación nueva desde la justicia y el derecho, y el rebaño de Dios -nuevamente reunido- se sentirá seguro.
JUDÍOS Y PAGANOS
El odio crea muros infranqueables. Sucedió entonces entre judíos y paganos. Ha sucedido en el siglo XX en Berlín. En el siglo XXI comenzó a suceder en Palestina, y en Nueva York, y en Afganistán, y en Iraq. Unos pueblos odian a otros pueblos por eso, por ser de otros pueblos. Unas religiones odian a los que profesan otra religión que la suya... San Pablo apela a la cruz, en quien se unen los pueblos en un solo cuerpo, para fundamentar la paz obrada por Jesús. En el contexto literario se habla de la mutua exclusión que sentían judíos y paganos unos por otros, pero ¿acaso no es aplicable a otras situaciones que vive nuestra sociedad? Desde la cruz, ¿puede un cristiano autoafirmarse sobre otra persona cualquiera, por la razón de la índole que sea, sabiendo que Cristo ha muerto para todos y que ha derribado todos los muros del odio? ¿Puede algún cristiano despreciar, excluir, condenar a personas, a pueblos, a religiones sin tener conciencia de que está faltando a la voluntad de Dios y haciendo nula la salvación obrada por Jesucristo? Creo que mientras existan cristianos -aunque sean sacerdotes u obispos- capaces de justificar esos desprecios, exclusiones o condenas, no habremos avanzado mucho desde que San Pablo tuvo que escribir estas palabras a los cristianos de Éfeso.
LA VUELTA DE LOS DISCÍPULOS
El texto que recoge el evangelio de hoy es, en realidad, la introducción al relato de la multiplicación de los panes y los peces y tiene como preludio el envío de los doce, de dos en dos, antes del texto de la muerte de Juan. Ahora vuelven a Jesús y le informan de los pormenores de su misión. Jesús se los quiere llevar a un sitio tranquilo para que descansen, pero muchos se le han adelantado y han llegado antes que ellos a la otra orilla del lago; incluso han llegado gentes de otras aldeas. Aquí Jesús improvisa y cambia el programa que había preparado. Ve la multitud congregada y se conmueve por su suerte, pues los ve como ovejas sin pastor. Y se pone a enseñarles. Marcos nos propone a Jesús como el nuevo Moisés, enseñando a la multitud. A la vez, el hecho de haber llevado la escena a la otra orilla del lago da pie para preparar en la escena siguiente la multiplicación de los panes. El sentimiento de lástima por parte de Jesús produce el punto de inflexión para que Jesús adapte sus planes a los de la gente. Él va a adoptar la actitud del “pastor” enseñándoles con calma. Es la calma del pastor del salmo responsorial: “Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. “El Señor es mi Pastor: nada me falta”. Ahora es cuando el rebaño de Dios se siente seguro: “Nada temo porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”. Jesús es el vástago que pastorea el rebaño de Dios con el derecho y la justicia. La profecía de Jeremías se hace realidad en Jesús en el tiempo escatológico. Lo que el profeta anunciaba como una situación histórica inmediata, tiene también su cumplimiento en una etapa ulterior que anuncia el pleno cumplimiento en el reino de Dios.
JUAN SEGURA
juan@dabar.net
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PARA LA ORACION
Dios, Padre nuestro, que has querido hacerte presente entre nosotros por medio de tu Hijo Jesucristo, en su vida y en su palabra; danos una fe firme y madura para saber seguirte siempre y vivir en todo momento conforme a tu voluntad.
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Recibe, Padre, las ofrendas que te presentamos y haznos generosos para que sepamos ofrecerte, día a día, nuestra propia existencia, empleada en amarte a ti sirviendo a los hombres.
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Verdaderamente es justo y necesario alabarte, Padre, por tu bondad y generosidad para con nosotros, pobres pecadores a quienes estás empeñado en cuidarnos, guiarnos y llevarnos a la vida junto a Ti.
Tú nos has creado a tu imagen y semejanza y nos has destinado a crear una maravillosa sinfonía de fraternidad, un mundo donde Tú reines en la justicia verdadera y el amor auténtico.
Ahora queremos agradecerte todo lo que eres, lo que has hecho por nosotros y lo que nos has dado uniendo nuestras voces a las de todos los que proclaman Santo.
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Te damos gracias, Padre, por esta Eucaristía en la que hemos participado; haz que sepamos vivir en todo momento lo que aquí hemos celebrado y así hagamos cada día más presente tu Reino entre nosotros.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Muchas cosas agobian al hombre de nuestro tiempo; en realidad cada día hay más agobio, más nerviosismo y más prisa en nuestra vida; vivimos con muchos afanes, pero ninguno acaba de darnos lo que buscamos ni nos proporciona la paz y el descanso que necesitamos.
Jesús sigue invitándonos a descansar junto a El. La celebración de la Eucaristía, que muchos ven como tiempo perdido, es en realidad el tiempo para el encuentro gratificante con el Amado, que nos da su paz.
SALUDO
El amor de Dios, que nos ha reconciliado en la cruz de Jesucristo para que podamos acercarnos al Padre por medio del Espíritu, esté siempre con vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Dios nos da su paz porque nos da su perdón; si nuestra conciencia nos condena, el perdón de Dios es más fuerte que nuestra condena. Con su perdón, la paz alcanzará nuestro corazón. Pidámoslo así.
-Tú nos enseñas a cuidar a aquellos que están bajo nuestra responsabilidad. Señor, ten piedad.
-Tú quieres que no nos sintamos perdidos sino llevados por Ti hacia una vida en plenitud. Cristo, ten piedad.
-Tú quieres que vivamos en comunidad, sintiéndonos todos hermanos, hijos de un mismo Padre. Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Muchas veces los dirigentes del pueblo no hacen sino medrar a costa suya, con la excusa de su complicada tarea de gobernar. Jeremías avisa al pueblo de este peligro a la vez que les recuerda que en el Pueblo de Dios nunca deben darse estos abusos.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
En Cristo Jesús, Dios ha destruido las barreras que nos separaban a los hombres de El. Por eso, ahora ya no hay ninguna barrera entre los hombres, ni entre nosotros y Dios, que sea justificable. El Señor nos trae la paz y la fraternidad a todos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Jesús no se nos presenta hoy con rasgos imponentes, sino con la delicadeza de quien venda una herida y la solicitud de quien va en busca de un ser querido perdido en el monte. Por eso podemos confiar en El: porque Jesús es creíble, es digno de fe.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Unidos como hermanos, presentamos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre común, que cuida de nosotros y quiere nuestro bien, diciendo: Señor, escúchanos.
-Que conceda, a los que tienen autoridad en la Iglesia, capacidad para ejercerla con espíritu evangélico. Oremos.
-Que los que se agotan trabajando por el Reino encuentren en el Señor la paz y el descanso que necesitan. Oremos.
-Que todos los pueblos encuentren el camino del diálogo y la cooperación para terminar con las desigualdades. Oremos.
-Que cesen todos los absolutismos y nepotismos, y se respeten las libertades y los derechos de todos los hombres. Oremos.
-Que nuestra comunidad (parroquial) sea siempre lugar de encuentro fraternal y lleve a todos la paz y la esperanza. Oremos.
Oración: Que nuestra vida, Señor, sea un constante anuncio de la Buena Noticia para que todos los hombres lleguen a conocer a tu Hijo y alcancen así la felicidad y la salvación. Por el mismo Jesucristo.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Alrededor de tu mesa (1 CLN-A 4); Con nosotros está el Señor (Del disco ’15 Nuevos cantos para la Misa); Me adelantare (popular – CB-127).
Salmo. El Señor es mi pastor (de Gelineau o el mismo salmo tomado del disco ‘Cantos para una comunidad evangelizadora’).
Aleluya. (1 CLN-E 6); Canta Aleluya al Señor (de Luis Alfredo Díaz).
Ofertorio. Con amor te presento, Señor (del disco ‘Viviremos con Él’ CB-45).
Santo. (1 CLN-I 6)
Paz. Podría cantarse un canto referente a la paz (2ª lecturas): Hazme, Señor, un instrumento de tu paz (de Josico). O el canto Cristo es nuestra paz (del disco ‘Viviremos con él’ de C. Erdozáin)
Comunión. Por valles y aldeas (1 CLN-273); Cristo es el camino (del disco ‘Dios es amor’ de C. Erdozáin); Cerca de ti Señor (1 CLN-702); Yo le resucitaré.
Despedida: Gracias, Señor (1 CLN-604); El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
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