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sábado, 17 de octubre de 2009

La fe no es problema de marketing


Por Clemente Sobrado C. P.

DOMUND – Domingo Mundial de las Misiones
29 b del ordinario

Hoy todo se hace a base de marketing, en base a spots publicitarios. Todo menos la fe. La fe sólo se muestra y ofrece, no es mercancía de venta y de ganancia.
La fe se transmite en base a testigos, a testimonios, a autenticidad de vidas.
San Juan nos dice y en el Nuevo Testamento se repite: “lo que hemos visto, lo que hemos tocado, lo que han visto nuestros ojos, lo que han tocado nuestras manos” eso es lo que os comunicamos.

Es necesario el anuncio, porque Dios se hace Palabra.
Pero el anuncio y la Palabra necesitan del testimonio de las vidas.
Porque sólo los testigos hacen creíble la palabra.

San Pablo, con frecuencia, acude al testimonio de su vida, para justificar su predicación.
Y Jesús mismo les decía que “si no quieren creer en él, al menos crean a sus obras”.

Y aquí no es suficiente el testimonio de uno. Aunque uno solo puede suplir a muchos antitestimonios, se requiere:

El testimonio de la Iglesia.
El testimonio del sacerdote.
El testimonio del religioso.
El testimonio de las comunidades parroquiales.
El testimonio de los seglares.

Con frecuencia, lo que decimos con la lengua, lo borramos con el codo. Y ese es el gran peligro de la evangelización. Hablamos mucho de la necesidad de evangelizar, hablamos mucho de la necesidad de ser misioneros de un mundo que quiere ver a Jesús.
Pero luego, otras prioridades ocupan nuestras preocupaciones.

Estoy pensando en las viejas comunidades cristianas del viejo continente. Tenían una vitalidad suficiente como para esparcir misioneros por todo el mundo. Hoy el viejo mundo, tiene el peligro de encerrarse en sus propias necesidades. Y se está empobreciendo la fe hasta el punto de que ni siquiera tienen quienes las alimente ya a ellas.

Prevalecen los intereses locales.
Prevalecen los intereses provinciales o regionales.
Prevalecen los intereses culturales, regionales y autonómicos.

Pero están pediendo de vista el horizonte del Evangelio que está “en la otra orilla”.
Cuanto las Iglesias particulares se encierran más en sus necesidades, más se van empobreciendo. Y van perdiendo ese riesgo y esos ideales que rompen con los marcos geográficos y culturales que hoy parecen ser más importantes que el anuncio mismo del Evangelio.

Dar desde la propia pobreza es un signo de generosidad.
Dar desde lo que nosotros necesitamos es un signo de esperanza.
La pobre viuda que dio “lo que necesitaba para vivir” fue alabada por Jesús.
Los cinco panes y los dos peces, fueron suficientes para dar de comer a cinco mil hombres sin contar las mujeres y niños y sobró.

El DOMUND, no nos habla tanto de encerrarnos en las necesidades de nuestros pueblos, sino en la apertura a la universalidad de la Iglesia.

Es dando que se recibe.
Es dando que uno se enriquece espiritualmente.
Y es el egoísmo parroquial o diocesano el que cada día empobrece de nuestras antiguas Iglesias.

Siento que las viejas Iglesias se están empobreciendo por falta de generosidad. Son disculpas las que tratan de justificarnos. Es la edad de muchos sacerdotes la que justifican acomodarnos en nuestras propias amacas.

¿Y a quién pueden atraer esas Iglesias?
¿A quién pueden atraer esas Congregaciones refugiadas en sus años?
¿A quién pueden atraer esas parroquias que se mueren oliendo a viejas piadosas?

Sólo el riesgo misionero de las comunidades puede despertar ilusiones y esperanzas en los jóvenes. Sólo las altas cumbres despiertan la adrenalina de los alpinistas. La fácil acomodación donde cada uno busca su propio espacio de tranquilidad, no atrae a nadie ni despierta entusiasmo en ningún joven.



Oración

Señor: Sabemos que muchos ya vamos para viejos.
Pero ¿no estaremos envejeciendo más en el espíritu que en los años?
Estoy convencido de que la vejez no entusiasma a quienes tienen ganas de vivir.
Estoy convencido de que la acumulación de los años no invita a nadie al riesgo.
Despierta, Señor, espíritu de riesgo, espíritu misionero en nuestras Iglesias.
Porque no serán nuestras técnicas las que nos renovarán sino la juventud de quienes dejaron de serlo pero son capaces de arriesgarse.

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