CONTEXTO
Sigue el camino hacia Jerusalén. Marcos emplea la misma estrategia literaria que en el capítulo anterior, cuando los discípulos discutían quién era el más importante. Después de anunciar, por tercera vez, su pasión, el evangelio propone una reacción totalmente opuesta a la enseñanza de Jesús. Los doce siguen buscando los privilegios del poder sin querer enterarse de nada. Los apóstoles siguen pensando, que la subida a Jerusalén va a culminar con su entronización como Mesías Rey.
El domingo pasado eran las posesiones, hoy es el poder, los dos pilares del egoísmo, que hay que desechar como material de construcción del Reino (hombre acabado).
Con este relato se cierra un ciclo que abarca los tres anuncios de la pasión y las enseñanzas que se desprenden de esa propuesta.
EXPLICACIÓN
Los dos hermanos, que se acercan a Jesús, le llaman pomposamente maestro, pero van a decirle lo que tiene que hacer, no a aprender lo que él les está enseñando.
“Uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Parece que Santiago y Juan están pidiendo los primeros puestos en el reino terreno que Jesús va a instaurar en Jerusalén. Pero aunque estuvieran pensando en el reino escatológico, más allá de este mundo, se estaría manifestando el mismo afán de superioridad. Ya decíamos el domingo pasado que la actitud egoísta es la misma, tanto si se pretenden seguridades para el más acá o para el más allá.
No sabéis lo que pedís. Se refleja una diferencia abismal de criterios. Jesús y los discípulos están en distinta longitud de onda.
Con esta frase, Marcos puede estar proponiendo una sutil proyección sobre el momento mismo de la muerte de Jesús. Si tenemos en cuenta que, para Jesús, el lugar de la gloria es la cruz, le estarían pidiendo que vayan con él a la muerte. Curiosamente, todos los evangelios nos dicen que, efectivamente, había en aquel momento uno a su derecha y otra a su izquierda, pero eran malhechores comunes.
Los otros diez se indignaron. Esta reacción no es más que la señal de que todos estaban en la misma dinámica. El resto de los discípulos tenía las mismas ambiciones que los dos hermanos, pero eran cobardes y no tenían la valentía de manifestarlo. También en la protesta por lo que hacen otros, podemos manifestar el deseo de hacer lo mismo.
Los jefes de los pueblos lo tiranizan... Es impresionante el resumen que hace de la manera de utilizar el poder en el mundo. Fíjate bien, Jesús no critica ni la democracia ni la monarquía; critica a las personas que ejercen el poder oprimiendo.
Jesús da por supuesto que en el ámbito civil, lo normal es ejercer el poder tiranizando y oprimiendo a los demás. Pero ¡qué distinto lo que propone a sus seguidores! "Nada de eso" sino todo lo contrario: Servir. Una lección que los cristianos olvidaron demasiado pronto.
El Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida... Ahora no son los jefes de los sacerdotes los que le quitan la vida, sino que es él el que la entrega libremente. Este cambio de perspectiva en muy importante para el sentido general.
Al decir que da su vida, el texto griego no dice “zoe” ni “bios” sino “psyche”, que no significa exactamente vida, sino el fundamento específicamente humano de la vida (el alma?). Entonces, dar su vida, no significaría entregar su vida biológica muriendo, sino poner su humanidad al servicio de los demás mientras vive. Sería dar su vida, sirviendo.
APLICACIÓN
Es muy común, que en la homilía de hoy, se critique a la Iglesia porque no sigue el evangelio huyendo de todo poder y dedicándose al servicio de los demás, pero hay que tener mucho cuidado, porque los entes de razón no son sujetos de reacciones humanas. Jesús critica a la persona concreta que actúa desde el poder para oprimir a los demás. Son las personas concretas, con nombre y apellidos las que hoy en la Iglesia están actuando sin tener en cuenta el evangelio.
Bastaría con que uno solo de esos jerarcas sirviera de verdad a los demás para que no se pudiera decir que la “jerarquía” oprime o tiraniza. Es curioso que el mismo J. Ratzinger (el Papa actual), en un libro (el nuevo pueblo de Dios) que se publicó en español en 1972, se pregunta, “cómo los sucesotes de los apóstoles, en tiempo de Constantino, llegaron a considerar como correcto lo contrario de lo que les había dicho Jesús a los discípulos”.
La verdad es que Constantino, o quien fuera, prometió toda clase de privilegios a aquellos que en aquel momento estaban al frente de la Iglesia, y lo hizo de manera tan convincente que cayeron en la trampa y la mayoría de los dirigentes de hoy día siguen encontrándose tan a gusto, aunque estén a años luz del evangelio. Es más, cada siglo que pasa van encontrando más argumentos para justificar lo absoluto de ese poder sagrado.
El evangelio nos dice, por activa y por pasiva, que el cristiano es un ser para los demás. Si no entendemos esto, no hemos comprendido el abc del cristianismo. Pero este mensaje es también la x, porque es la incógnita más difícil de despejar, la realidad camuflada bajo la ideología justificadora que siempre segrega toda religión institucionalizada.
Somos cristianos en la medida que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos de los demás de cualquier forma.
Este principio básico del cristianismo, no ha llegado a nosotros a través de ningún extraterrestre, no ha venido de ningún mundo galáctico. Ha llegado hasta nosotros gracias a un ser humano en todo semejante a nosotros. Lo descubrió, no gracias a ningún hilo directo con una Divinidad exterior, sino en lo hondo de su ser, profundizando en el conocimiento de lo que realmente era él.
Al comprender lo que Dios era en él, al percibirlo como don total, Jesús hizo el más profundo descubrimiento de su vida. Entendió que la grandeza del ser humano consiste en esa posibilidad que tiene de darse como Dios se da. Jesús descubrió que ese era el fin supremo del hombre, darse, entregarse totalmente, definiti¬vamente. En ese don total, encuentra el hombre su plena realización.
Cuando descubre que la base de su ser es el mismo Dios, descubre la necesidad de superar el apego al falso yo. Liberado del “ego”, se encuentra con la verdadera realidad que es. En ese momento, su ser se expande y se identifica con el Ser absoluto. El ser humano se hace uno con Él. Esa es la meta, no hay más. Ni Dios puede añadir nada a ese ser, porque es ya una misma cosa en él.
Mientras no haga este descubrimiento, estaré en la dinámica del joven rico, de los dos hermanos y de los demás apóstoles: buscaré más riquezas, el puesto mejor y el dominio de los demás para que estén a mi servicio. El objetivo de mi vida será la potenciación del “ego” que creo ser.
Aquí no valen programaciones. Si acepto darme a los demás por programa¬ción, será a regañadientes y porque espero una recompensa, aunque sea espiritual. Ya estoy buscando potenciar mi “ego”. No puede funcionar.
Tampoco se trata de sufrir, de humillarse, de rebajarse ante Dios o ante los demás, esperando que después Dios me lo pague con creces con alguna clase de gloria externa. La clave está en superar esta trampa y descubrir la máxima gloria en el mismo don de sí mismo.
No entender esta verdad, nos ha llevado a exigir de Dios, incluso para Jesús, una gloria. La necesidad de un lenguaje sobre Jesús glorificado, es fruto de esta incomprensión. El 90% del lenguaje sobre Jesús, está hecho desde esta perspectiva.
En el evangelio hay datos más que suficientes para descubrir esta falsedad, pero nos agarramos a un clavo ardiendo para no aceptar la verdad. El hombre ha tenido siempre miedo a la oscuridad. Lo sorprendente es que también tiene pánico a la luz, cuando ilumina demasiado.
El objetivo de Jesús como ser humano fue entregarse, deshacerse, aniquilarse en beneficio de los demás. Ahí, y no después, llegó a su plenitud, como ser humano. Su consumación fue idéntica realidad a su consumición en favor de los demás. No lo hizo esperando una recompensa de gloria. La superación del yo y su identificación con Dios es ya su máxima gloria. No puede haber más. ¡Estamos a años luz del evangelio!
La celebración del día del DOMUND me deprime profundamente, porque la fe que pretendemos propagar, se reduce a un cúmulo de verdades teóricas, una serie de normas morales y un conjunto de ritos litúrgicos externos.
Me encantaría celebrar un día de la fe bíblica. Un día en que pensáramos en el grado de confianza en lo que Dios es.
Lo que menos tenía que necesitar el cristianismo es propaganda. Decían los escolásticos: “el bien se difunde por sí mismo”. Un buen cristiano hace presente a Dios y construye el Reino. Un millón de malos cristianos hacen presentes los ídolos y retrasan la llegada del Reino.
Mucho más necesario que el dinero para hacer más cristianos, sería el esfuerzo personal para ser más cristiano. Bien entendido que lo que nos hace cristianos es ponernos al servicio del hombre, al servicio de todo ser humano, no sólo de los nuestros. Si comprendemos que todos son de Dios, y todos son de los nuestros, ¿a qué viene tanto interés por aumentar el gueto? Propagamos la fe, cuando compartimos con los demás lo que tenemos y lo que somos.
Sigue el camino hacia Jerusalén. Marcos emplea la misma estrategia literaria que en el capítulo anterior, cuando los discípulos discutían quién era el más importante. Después de anunciar, por tercera vez, su pasión, el evangelio propone una reacción totalmente opuesta a la enseñanza de Jesús. Los doce siguen buscando los privilegios del poder sin querer enterarse de nada. Los apóstoles siguen pensando, que la subida a Jerusalén va a culminar con su entronización como Mesías Rey.
El domingo pasado eran las posesiones, hoy es el poder, los dos pilares del egoísmo, que hay que desechar como material de construcción del Reino (hombre acabado).
Con este relato se cierra un ciclo que abarca los tres anuncios de la pasión y las enseñanzas que se desprenden de esa propuesta.
EXPLICACIÓN
Los dos hermanos, que se acercan a Jesús, le llaman pomposamente maestro, pero van a decirle lo que tiene que hacer, no a aprender lo que él les está enseñando.
“Uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Parece que Santiago y Juan están pidiendo los primeros puestos en el reino terreno que Jesús va a instaurar en Jerusalén. Pero aunque estuvieran pensando en el reino escatológico, más allá de este mundo, se estaría manifestando el mismo afán de superioridad. Ya decíamos el domingo pasado que la actitud egoísta es la misma, tanto si se pretenden seguridades para el más acá o para el más allá.
No sabéis lo que pedís. Se refleja una diferencia abismal de criterios. Jesús y los discípulos están en distinta longitud de onda.
Con esta frase, Marcos puede estar proponiendo una sutil proyección sobre el momento mismo de la muerte de Jesús. Si tenemos en cuenta que, para Jesús, el lugar de la gloria es la cruz, le estarían pidiendo que vayan con él a la muerte. Curiosamente, todos los evangelios nos dicen que, efectivamente, había en aquel momento uno a su derecha y otra a su izquierda, pero eran malhechores comunes.
Los otros diez se indignaron. Esta reacción no es más que la señal de que todos estaban en la misma dinámica. El resto de los discípulos tenía las mismas ambiciones que los dos hermanos, pero eran cobardes y no tenían la valentía de manifestarlo. También en la protesta por lo que hacen otros, podemos manifestar el deseo de hacer lo mismo.
Los jefes de los pueblos lo tiranizan... Es impresionante el resumen que hace de la manera de utilizar el poder en el mundo. Fíjate bien, Jesús no critica ni la democracia ni la monarquía; critica a las personas que ejercen el poder oprimiendo.
Jesús da por supuesto que en el ámbito civil, lo normal es ejercer el poder tiranizando y oprimiendo a los demás. Pero ¡qué distinto lo que propone a sus seguidores! "Nada de eso" sino todo lo contrario: Servir. Una lección que los cristianos olvidaron demasiado pronto.
El Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida... Ahora no son los jefes de los sacerdotes los que le quitan la vida, sino que es él el que la entrega libremente. Este cambio de perspectiva en muy importante para el sentido general.
Al decir que da su vida, el texto griego no dice “zoe” ni “bios” sino “psyche”, que no significa exactamente vida, sino el fundamento específicamente humano de la vida (el alma?). Entonces, dar su vida, no significaría entregar su vida biológica muriendo, sino poner su humanidad al servicio de los demás mientras vive. Sería dar su vida, sirviendo.
APLICACIÓN
Es muy común, que en la homilía de hoy, se critique a la Iglesia porque no sigue el evangelio huyendo de todo poder y dedicándose al servicio de los demás, pero hay que tener mucho cuidado, porque los entes de razón no son sujetos de reacciones humanas. Jesús critica a la persona concreta que actúa desde el poder para oprimir a los demás. Son las personas concretas, con nombre y apellidos las que hoy en la Iglesia están actuando sin tener en cuenta el evangelio.
Bastaría con que uno solo de esos jerarcas sirviera de verdad a los demás para que no se pudiera decir que la “jerarquía” oprime o tiraniza. Es curioso que el mismo J. Ratzinger (el Papa actual), en un libro (el nuevo pueblo de Dios) que se publicó en español en 1972, se pregunta, “cómo los sucesotes de los apóstoles, en tiempo de Constantino, llegaron a considerar como correcto lo contrario de lo que les había dicho Jesús a los discípulos”.
La verdad es que Constantino, o quien fuera, prometió toda clase de privilegios a aquellos que en aquel momento estaban al frente de la Iglesia, y lo hizo de manera tan convincente que cayeron en la trampa y la mayoría de los dirigentes de hoy día siguen encontrándose tan a gusto, aunque estén a años luz del evangelio. Es más, cada siglo que pasa van encontrando más argumentos para justificar lo absoluto de ese poder sagrado.
El evangelio nos dice, por activa y por pasiva, que el cristiano es un ser para los demás. Si no entendemos esto, no hemos comprendido el abc del cristianismo. Pero este mensaje es también la x, porque es la incógnita más difícil de despejar, la realidad camuflada bajo la ideología justificadora que siempre segrega toda religión institucionalizada.
Somos cristianos en la medida que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos de los demás de cualquier forma.
Este principio básico del cristianismo, no ha llegado a nosotros a través de ningún extraterrestre, no ha venido de ningún mundo galáctico. Ha llegado hasta nosotros gracias a un ser humano en todo semejante a nosotros. Lo descubrió, no gracias a ningún hilo directo con una Divinidad exterior, sino en lo hondo de su ser, profundizando en el conocimiento de lo que realmente era él.
Al comprender lo que Dios era en él, al percibirlo como don total, Jesús hizo el más profundo descubrimiento de su vida. Entendió que la grandeza del ser humano consiste en esa posibilidad que tiene de darse como Dios se da. Jesús descubrió que ese era el fin supremo del hombre, darse, entregarse totalmente, definiti¬vamente. En ese don total, encuentra el hombre su plena realización.
Cuando descubre que la base de su ser es el mismo Dios, descubre la necesidad de superar el apego al falso yo. Liberado del “ego”, se encuentra con la verdadera realidad que es. En ese momento, su ser se expande y se identifica con el Ser absoluto. El ser humano se hace uno con Él. Esa es la meta, no hay más. Ni Dios puede añadir nada a ese ser, porque es ya una misma cosa en él.
Mientras no haga este descubrimiento, estaré en la dinámica del joven rico, de los dos hermanos y de los demás apóstoles: buscaré más riquezas, el puesto mejor y el dominio de los demás para que estén a mi servicio. El objetivo de mi vida será la potenciación del “ego” que creo ser.
Aquí no valen programaciones. Si acepto darme a los demás por programa¬ción, será a regañadientes y porque espero una recompensa, aunque sea espiritual. Ya estoy buscando potenciar mi “ego”. No puede funcionar.
Tampoco se trata de sufrir, de humillarse, de rebajarse ante Dios o ante los demás, esperando que después Dios me lo pague con creces con alguna clase de gloria externa. La clave está en superar esta trampa y descubrir la máxima gloria en el mismo don de sí mismo.
No entender esta verdad, nos ha llevado a exigir de Dios, incluso para Jesús, una gloria. La necesidad de un lenguaje sobre Jesús glorificado, es fruto de esta incomprensión. El 90% del lenguaje sobre Jesús, está hecho desde esta perspectiva.
En el evangelio hay datos más que suficientes para descubrir esta falsedad, pero nos agarramos a un clavo ardiendo para no aceptar la verdad. El hombre ha tenido siempre miedo a la oscuridad. Lo sorprendente es que también tiene pánico a la luz, cuando ilumina demasiado.
El objetivo de Jesús como ser humano fue entregarse, deshacerse, aniquilarse en beneficio de los demás. Ahí, y no después, llegó a su plenitud, como ser humano. Su consumación fue idéntica realidad a su consumición en favor de los demás. No lo hizo esperando una recompensa de gloria. La superación del yo y su identificación con Dios es ya su máxima gloria. No puede haber más. ¡Estamos a años luz del evangelio!
La celebración del día del DOMUND me deprime profundamente, porque la fe que pretendemos propagar, se reduce a un cúmulo de verdades teóricas, una serie de normas morales y un conjunto de ritos litúrgicos externos.
Me encantaría celebrar un día de la fe bíblica. Un día en que pensáramos en el grado de confianza en lo que Dios es.
Lo que menos tenía que necesitar el cristianismo es propaganda. Decían los escolásticos: “el bien se difunde por sí mismo”. Un buen cristiano hace presente a Dios y construye el Reino. Un millón de malos cristianos hacen presentes los ídolos y retrasan la llegada del Reino.
Mucho más necesario que el dinero para hacer más cristianos, sería el esfuerzo personal para ser más cristiano. Bien entendido que lo que nos hace cristianos es ponernos al servicio del hombre, al servicio de todo ser humano, no sólo de los nuestros. Si comprendemos que todos son de Dios, y todos son de los nuestros, ¿a qué viene tanto interés por aumentar el gueto? Propagamos la fe, cuando compartimos con los demás lo que tenemos y lo que somos.
Meditación-contemplación
Opresión, tiranía, sometimiento, esclavitud, servidumbre.
Entre vosotros nada de eso, dice Jesús.
La realidad nos está diciendo:
todo eso lo encontramos en cada uno de nosotros.
……………….
Si la esencia del cristiano es el amor de servicio
y eso no lo cumplimos,
¿qué hemos hecho del cristianismo de Jesús?
¿No nos estamos engañando con una moral tranquilizante?
…………………
La larga lucha que tuvo Jesús con sus discípulos
para que superaran su mentalidad egoísta,
es la misma que tenemos que llevar a cabo
cada uno de nosotros contra nosotros mismos.
………………….
Opresión, tiranía, sometimiento, esclavitud, servidumbre.
Entre vosotros nada de eso, dice Jesús.
La realidad nos está diciendo:
todo eso lo encontramos en cada uno de nosotros.
……………….
Si la esencia del cristiano es el amor de servicio
y eso no lo cumplimos,
¿qué hemos hecho del cristianismo de Jesús?
¿No nos estamos engañando con una moral tranquilizante?
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La larga lucha que tuvo Jesús con sus discípulos
para que superaran su mentalidad egoísta,
es la misma que tenemos que llevar a cabo
cada uno de nosotros contra nosotros mismos.
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