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sábado, 28 de noviembre de 2009

Domingo 29. XI 09. No será un aborto, nacerá el Hijo de Hombre

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Primer domingo de Adviento. Lucas 21, 25-28. 34-36. Nunca se habían revuelto tanto las aguas de mi blog. Dos aportaciones distintas, de R. Puig y de C. Hernández han encendido los ánimos y han suscitado más de trescientos comentarios, de todo tipo, sobre la madre, el nacimiento y el aborto, desde una perspectiva moral y social (feminista y no feminista), mirando con el rabillo del ojo la nueva ley española, de la que hablan estos días los periódicos.

Puse ya en el último post (del 24, XI) mi opinión y aquí agradezco los comentarios (la mayoría de los cuales han sido ya barridos por el viento de los “cuarenta últimos”), y lamento muchísimos las ofensas personales y los calentamientos de algunos, a quienes sigo pidiendo moderación (sin entrar nunca en juicios personales). Dije que era el “fin”, que no trataría más del tema del aborto… y no lo trataré de un modo directo, pero la llegada del Adviento, que es tiempo de esperanza y de advenimiento del “niño” (del bien nacido, del no-abortado), me obliga a plantear la cuestión de fondo desde otra perspectiva.

El evangelio nos dice que en los tiempos malos (como los que ahora parecen estar aconteciendo), los creyentes “verán al Hijo del hombre que viene en una nube” (nosotros diríamos que nace, nacerá en la Navidad!. El mismo evangelio añade: “cuando empiece a suceder esto (los males del fin de los tiempos), levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".

Ésta es la palabra clave del Adviento: Levantad vuestra cabeza pues nacer (nacerá) el hombre nuevo (varón y/o mujer), que es Hijo de Dios. Nadie podrá abortar el nacimiento de Dios en la tierra. De esta manera empieza y se formula nuestra esperanza de adviendo: Nacerá el “ser humano”, que es principio y signo vida para todos, nacerá en el margen de la vieja sociedad (que mata a sus hijos), pero no para destruirla, sino para ofrecer a todos esperanza de vida. Desde esa experiencia, quiero añadir que cada niño que nace no es de la madre sin más, ni siquiera del padre y la madre, ni siquiera del Esado... Para un cristiano, cada niño que nace es de Dios (es Dios mismo, en unión con Jesús de Nazaret).

Por eso, en medio de las grandes contiendas, podemos levantar nuestras cabezas, pues aunque parezca que no hay signos de esperanza, el mismo Dios nos quiere ofrecer un año más su signo (que el rey Acaz de Jerusalén no quería aceptar): “Una muchacha (almah) ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros” (Is 7, 14)… En esa línea avanza el texto de Jeremías, en la lectura de este domingo: “Suscitaré un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra».

Lecturas:

Jeremías 33, 14-16

"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia"."

Lucas 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."

Adviento y gobierno de España. ¿Dos leyes?.

[ministras]

El tema no es el aborto (el aborto es siempre un fracaso, aunque la sociedad civil pueda y deba regularlo, por cuestiones de convivencia social). Lo que importa es el “buen nacimiento”: que seamos capaces de engendrar la vida, de manera que pueda nacer en este mundo el mismo Hijo de Dios, que es hijo de hombre (de hombres y mujeres). El problema es aprender a dar a luz.

Por eso he de añadir que, sin negar la posibilidad y conveniencia de que haya una ley de “despenalización del aborto” (¡una mejor que ésta, apoyada por las mujeres/ministras de España,en la imagen de arriba!), a fin de que esa ley sea éticamente justificable tiene que haber, a su lado, otra ley mucho más positiva de educación personal y social (¡no puramente sexual!) y otra, todavía más importante, de asistencia y ayuda a las madres gestantes, a los niños nacidos y a los padres que les acogen y educan.

Hace falta una ley que estimule y ayude (de un modo social, laboral, económico) que ayude a los padres y a los niños nacidos. ¡Ésta es, a mi juicio una prioridad nacional: Neceistamos una ley de ayuda no sólo para las muchachas solteras, sino para las parejas casadas...y para los niños. Por eso quiero ver a las ministras de arriba (o a otras que vinieren) defendiendo con más entusiasmo una ley que sea verdaderamente de ayuda a madres, padres y niños (económica y laboralmente)

Una ayuda y presencia eclesial

[obispos] Pero, junto a la ley estatal, que debe servir de ayuda a madres gestantes, a padres y madres con niños, desde el punto de vista cristiano, resulta necesaria una presencia eclesial más intensa, no en el plano de la condena, sino de la ayuda a los padres y a los nacidos. Esa sería una labor esencial de las iglesias, presididas por obispos. Así lo ha puesto de relieve el comentario de Francisco Mena Oreamuno, uno de los teólogos más significativos de América Latina, en un comentario al último post sobre el tema (que he completado):

En Costa Rica, el año pasado se registraron 27000 abortos, es decir, aquellos que, por una u otra razón llegaron a la luz de nuestro sistema de salud pública. No sabemos cuántos más se dieron. Costa Rica tiene dos características importantes para valorar ese dato. La primera es que se trata de un país constitucionalmente católico y la segunda, que es un país demográficamente deprimido, 1.9 nacimientos.

¿Sería posible que, junto al mandato de no hacer (no abortar), las iglesias asumieran el compromiso de co-criar? Decir que algo es pecado (el aborto) es más fácil asumir aquello que se ha de hacer por caridad y presencia cristiana. Si quienes confesamos a Jesús como Señor asumimos su propio camino ¿no sería más apropiado decir "no hagas" (no abortes…), pero, mira, aquí están mi tiempo, mis recursos, mi apoyo concreto? La niñez es un asunto de la sociedad toda, y ellos y ellas (los que abortan) expresan lo que somos, entonces ¿qué somos? Confesar la fe ha de expresarse en una cuestión de bien hacer, de hacer el bien y en ese hacer estoy seguro que el consejo negativo (¡no abortes!) ha de ir acompañado de una comprensión cristiana y, sobre todo, de una ayuda intensa a los que están en situación de abortar y a los niños que podrían nacer.

Por eso me gustaría que los obispos, los que están arriba u otros, propongan ante la sociedad y ante el gobierno una ley de compromiso intenso a favor de las madres y los padres... y los niños que nacen, empezando con su propio ejemplo. Pienso que la Iglesia ha de ser (como fue al principio) un hogar para madres solteras, una casa para niños sin familia, un espacio donde el amor pudiera vivirse con intensidad, al servicio de la vida (pues la Iglesia era en el principio -- y debe ser ahora-- lugar donde resultaba hermoso concebir, dar a luz... y nacer, ser acogido).

Evidentemente, no quiero ni puedo olvidar en este campo lo mucho que han hecho y siguen haciendo en la iglesia muchas órdenes y concregraciones (sobre todo femeninas) dedicadas a acoger y educhar muchachas, a ofrecer una casa para las embarazadas... y acoger y educar a los niños sin familia. Esas religiosass son uno de los signos mayores de humanidad que han existido en occidente y en el mundo. Son religosasas para la Navidad. Un saludo a ellas.

Porque viene el Hijo del Hombre.

Vuelvo con esto al tema del domingo: Viene el Hijo del Hombre; el Hijo de Dios (Jesús) nace en cada niño que nace.

(a) Jesús anunció la llegada del Reino de Dios, es decir, la presencia de Dios en el mundo, la auténtica humanidad; toda su vida y la vida de sus seguidores se define, según eso, a partir de su encuentro directo con Dios, a quien invocan como Padre. Esa presencia de Dios es el Reino.

(b) Pero, en otro sentido, y partiendo de su misma fidelidad profética, Jesús se ha presentado como portador de un mensaje de humanidad: viene el Hijo del Hombre. En medio de la gran crisis de la historia (de las conmociones astrales, de los miedos y angustias), Jesús ha sido profeta de la llegada (nacimiento) del Hombre nuevo, de manera que podemos decir que en cada niño que nace “nace el Reino”

Esta llegada del Hijo del Hombre (¡del mismo Jesús, que nace en cada niño que nace, como signo y principio de esperanza¡) nos sitúa de nuevo ante el Adviento, el tiempo de esperanza. Aquí termina mi argumento, este primer domingo de Adviento. Para algún curioso añado un anejo más teórico, sobre el hijo de hombre que vine.

Una reflexión teológica

– Jesús se presenta (o aparece) como Hijo de hombre para destacar su condición humana. Dentro de un mundo y contexto lleno de agentes sobrenaturales (ángeles, profetas que reviven) o de personas que creen ser algo porque tienen títulos de honor (sacerdotes, hijos de grandes familias, rabinos...), él no ha buscado más grandeza, ni excelencia o título que ser hombre (hijo de humano). Ésta es su condición, su autoridad, su signo distintivo: un ser humano, simple mortal que come y bebe (Mt 11, 19; Lc 7, 34), caminando como huésped y peregrino sobre un mundo donde él, simple ser humano, no tiene propiedad ni capital ni una piedra propia donde reclinar la cabeza (Mt 8, 20; Lc 9, 58). Pero, al mismo tiempo, por la paradoja suprema de la humanidad, por ser un hombre (¡hijo de Dios!), él puede ejercer y ejerce la autoridad suprema de lo humano: perdona los pecados, sin necesidad de sacerdocio o templo (Mc 2, 10); es mayor que el sábado (Mc 2, 28)...

– Al llamarse Hijo de hombre, Jesús (y/o la tradición que interpreta su vida) poner de relieve condición de servidor sufriente. La apocalíptica judía hablaba de un Hijo de hombre futuro, que vendrá en gloria y recibirá el dominio de las naciones, de forma que todas deberán obedecerle (cf. Dan 7, 27); pero en el fondo de esa misma apocalíptica aparecía también, veladamente al menos, el sufrimiento de aquellos que están vinculados al Hijo de Hombre (los perseguidos, los mártires). Pues bien, profundizando en esa línea, Jesús se ha presentado como Hijo de hombre que vive a favor de los demás, regalando gratuitamente su vida (él mismo la da) allí donde se la quitan vida y le matan (cf. Mc 10, 45; Mt 20, 28). En este contexto, desarrollando una intuición histórica fundamental, la tradición de Marcos ha recogido tres pasajes principales donde Jesús se presenta como Hijo de hombre que será entregado por el Reino: no ha venido a matar ni a conquistar por la fuerza a los demás, sino a dejarse matar por los violentos, mostrando así el rostro poderosamente débil de Dios, que funda la creación sobre su propia entrega y sufrimiento, abriendo un camino de resurrección (cf. Mc 8, 31; 9, 31; 10, 32-34 par).

– Jesús anuncia la venida de un Hijo de hombre glorioso, en la línea de las tradiciones dominantes de Dan 7, de 1 Henoc 37-72 y de 4 Esdras 14. Sólo partiendo de los datos anteriores (es un simple ser humano y entrega la vida por el Reino), recibe su sentido, dentro del evangelio, el anuncio de la llegada del Hombre completo, que alcanza en la tierra su plenitud humana (hoy se diría su utopía), viniendo, al mismo tiempo, del "cielo", como don de Dios. Dentro de la tradición israelita, ese signo quedaba indeterminado, conforme a su propia dinámica interior, de manera que podía recibir rasgos distintos: Dan 7 le identificaba con la culminación del pueblo de Israel; 1 Henoc 37-72 le entiende como personaje sobrehumano, que vive escondido en su altura y bajará en su día a realizar la obra final; 4, Es 14 le presenta como gran guerrero de la lucha final de la historia. Jesús le ha visto como el Hombre nuevo, aquel en quien culmina la obra creadora de Dios, toda la historia de la tierra, conforme a su propio anuncio de Reino, como portador del Reino de David.

Desde ese fondo, Jesús puede presentarse y se presenta como aquel en quien se inicia y prepara la nueva humanidad; por eso puede utilizar y utiliza el signo apocalíptico del Hijo del humano, que la iglesia aplica después a su persona.

La visión de Jesús como Hijo de Hombre, sigue siendo fundamental en el cristianismo, pues ella nos recuerda el origen y sentido fundante de Jesús como humanidad original y escatológica, querida por Dios al principio, culminada al final de los tiempos, pero realizada en el transcurso concreto de la historia, desde su nacimiento hasta su pascua. La cristología dogmática posterior afirmará que Jesús tiene (es) naturaleza humana, en el sentido abstracto, griego: un ser de cuerpo y alma, alguien que posee los elementos de la esencia humana. Esa afirmación, ratificada en un sentido por el concilio de Calcedonia, sigue siendo válida, pero resulta muy insuficiente, si la comparamos con la tradición bíblica.

Según el NT, Jesús no es simplemente humano porque posee naturaleza humana, entendida en forma dualista (cuerpo y alma) o triádica (cuerpo, alma, espíritu), sino porque realiza en su persona el sentido fundante de lo humano. No se limita a "tomar" una naturaleza que ya existía, sino que asumiendo el camino de la humanidad (naciendo de lo humano) se realiza a través de una biografía concreta. Así podemos llamarle el ser humano verdadero.

1 comentario:

JORGE dijo...

El Sí de María, también es un Sí a la vida.

A Dios que quiere hacerse humano desde embrión.

En mi experiencia, el 90% de las mamás que piensan en abortar, desisten cuando se les brinda apoyo concreto.

Gracias y bendiciones