Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 5-9
Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
El punto más alto de la enseñanza de Jesús en el Templo de Jerusalén lo constituye el llamado “discurso escatológico” (Lc 21,5-38), que quiere decir “enseñanza sobre la culminación de la historia”. Este tema nos viene bien ahora, cuando culminando el año, hacemos evaluaciones, balances, informes y, en este contexto, nos preguntamos por la dirección de nuestro proyecto de vida.
Puesto que el mundo en que vivimos y su historia es una dinámica evolutiva continua que apunta hacia un fin, la experiencia de la fe igualmente apunta hacia una meta. El Evangelio enseña que el culmen de la historia es Jesús muerto y resucitado, plenitud del hombre que alcanza su destino en la comunión definitiva con Dios en la eternidad. Desde esta fe podemos vislumbrar que la historia como tal no es un caos sino que tiene un sentido y que en el seguimiento de Jesús este sentido será posible.
Partiendo de la observación que algunos acompañantes de Jesús hacen sobre los elementos de construcción del Templo de Jerusalén (21,5), el Señor anuncia la llegada del fin (v.6). Esto, por supuesto, suscita la pregunta sobre el tiempo y los signos de este acontecimiento (v.7) y comienza, entonces, una enseñanza que se desarrolla así:
- Primero hay que despejar algunos equívocos que hay en el pensamiento religioso popular que asocia los desastres con el fin del mundo, pero también es cierto que hay que observar los signos (vv.8-11).
- Luego hay que tomar conciencia de que en los conflictos históricos el creyentes está llamado a dar testimonio de su fe y que es con esa actitud que prepara el tiempo definitivo de la salvación (vv.12-19).
- La ruina de Jerusalén, lugar donde culmina la historia de la salvación, es el anuncio del Juicio (vv.20-24).
- Se anuncia la venida del Hijo del hombre y se dice con qué actitud hay que recibirlo (vv.25-28).
- La observación del ciclo de la naturaleza da pistas para saber discernir el tiempo del fin (vv.29-33).
- Frente a toda esa realidad, Jesús saca las consecuencias para una vida de discipulado en medio de la historia (vv.34-36).
El ambiente de la enseñanza de Jesús, como señalamos, es el Templo de Jerusalén (v.5a). Jesús y su auditorio están dentro de él. El edificio parece ser más bello por dentro que por fuera. Dentro de él se nota: (1) la hermosura de los materiales de construcción, finos y bien seleccionados para la casa de Dios, las llamadas “bellas piedras” (v.5b); (2) las ofrendas votivas, u objetos artísticos que los peregrinos dejaban para cumplir un voto, que le daban magnificencia a la decoración (v.5c).
Apenas Jesús anuncia proféticamente que todo lo que están viendo se vendrá abajo, le plantean dos preguntas: (1) el cuándo y (2) las señales que permitirán discernir que ello está a punto de ocurrir. Jesús, comienza respondiendo la segunda pregunta y deja para el final de su discurso la respuesta a la primera. Es bien probable que se esté pensando no sólo en la destrucción del Templo sino en el cumplimiento de todas las profecías (ver 21,32-33).
En los períodos de mayor tensión en la historia siempre han surgido líderes religiosos que han asociado las catástrofes con el fin del mundo. Se presentan entonces falsos profetas y falsos mesías que arrastran seguidores ingenuos y los domestican según sus fantasiosas ideas. Ante esto Jesús invita al ejercicio de la crítica: “no les sigáis” (v.8). El miedo de la muerte, la confusión porque no se sabe que va a pasar en los tiempos de guerra, lleva a mucha gente a precipitarse y a buscar refugio para sus miedos en experiencias religiosas que dan seguridad interior pero que no transforman. A personas así Jesús les dice: “no os aterréis... el fin no es inmediato” (v.9).
Sin embargo, los conflictos históricos deben ser motivo de reflexión para todo creyente (v.11). Efectivamente habrá un fin, pero no hay que sacar conclusiones apresuradas frente a las apariencias. Ante las noticias de todos los días, y a la luz de la fe, hay que asumir una postura interpretativa.
1. ¿Cuáles son las situaciones difíciles que suscitan miedo, ansiedad e inseguridad en nuestro contexto actual?
2. ¿Detectamos falsos profetas y falsos mesías, en nuestro entorno, que se aprovechan del miedo de la gente para ganar adeptos?
3. ¿Cómo resuenan para nosotros las palabras de Jesús: “no les sigáis”, “no os aterréis”?
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Aprender a vivir la esperanza (I)
Lucas 21,5-11
“No quedará piedra sobre piedra”
Por CELAM - CEBIPAL
Aprender a vivir la esperanza (I)
Lucas 21,5-11
“No quedará piedra sobre piedra”
El punto más alto de la enseñanza de Jesús en el Templo de Jerusalén lo constituye el llamado “discurso escatológico” (Lc 21,5-38), que quiere decir “enseñanza sobre la culminación de la historia”. Este tema nos viene bien ahora, cuando culminando el año, hacemos evaluaciones, balances, informes y, en este contexto, nos preguntamos por la dirección de nuestro proyecto de vida.
Puesto que el mundo en que vivimos y su historia es una dinámica evolutiva continua que apunta hacia un fin, la experiencia de la fe igualmente apunta hacia una meta. El Evangelio enseña que el culmen de la historia es Jesús muerto y resucitado, plenitud del hombre que alcanza su destino en la comunión definitiva con Dios en la eternidad. Desde esta fe podemos vislumbrar que la historia como tal no es un caos sino que tiene un sentido y que en el seguimiento de Jesús este sentido será posible.
Partiendo de la observación que algunos acompañantes de Jesús hacen sobre los elementos de construcción del Templo de Jerusalén (21,5), el Señor anuncia la llegada del fin (v.6). Esto, por supuesto, suscita la pregunta sobre el tiempo y los signos de este acontecimiento (v.7) y comienza, entonces, una enseñanza que se desarrolla así:
- Primero hay que despejar algunos equívocos que hay en el pensamiento religioso popular que asocia los desastres con el fin del mundo, pero también es cierto que hay que observar los signos (vv.8-11).
- Luego hay que tomar conciencia de que en los conflictos históricos el creyentes está llamado a dar testimonio de su fe y que es con esa actitud que prepara el tiempo definitivo de la salvación (vv.12-19).
- La ruina de Jerusalén, lugar donde culmina la historia de la salvación, es el anuncio del Juicio (vv.20-24).
- Se anuncia la venida del Hijo del hombre y se dice con qué actitud hay que recibirlo (vv.25-28).
- La observación del ciclo de la naturaleza da pistas para saber discernir el tiempo del fin (vv.29-33).
- Frente a toda esa realidad, Jesús saca las consecuencias para una vida de discipulado en medio de la historia (vv.34-36).
El ambiente de la enseñanza de Jesús, como señalamos, es el Templo de Jerusalén (v.5a). Jesús y su auditorio están dentro de él. El edificio parece ser más bello por dentro que por fuera. Dentro de él se nota: (1) la hermosura de los materiales de construcción, finos y bien seleccionados para la casa de Dios, las llamadas “bellas piedras” (v.5b); (2) las ofrendas votivas, u objetos artísticos que los peregrinos dejaban para cumplir un voto, que le daban magnificencia a la decoración (v.5c).
Apenas Jesús anuncia proféticamente que todo lo que están viendo se vendrá abajo, le plantean dos preguntas: (1) el cuándo y (2) las señales que permitirán discernir que ello está a punto de ocurrir. Jesús, comienza respondiendo la segunda pregunta y deja para el final de su discurso la respuesta a la primera. Es bien probable que se esté pensando no sólo en la destrucción del Templo sino en el cumplimiento de todas las profecías (ver 21,32-33).
En los períodos de mayor tensión en la historia siempre han surgido líderes religiosos que han asociado las catástrofes con el fin del mundo. Se presentan entonces falsos profetas y falsos mesías que arrastran seguidores ingenuos y los domestican según sus fantasiosas ideas. Ante esto Jesús invita al ejercicio de la crítica: “no les sigáis” (v.8). El miedo de la muerte, la confusión porque no se sabe que va a pasar en los tiempos de guerra, lleva a mucha gente a precipitarse y a buscar refugio para sus miedos en experiencias religiosas que dan seguridad interior pero que no transforman. A personas así Jesús les dice: “no os aterréis... el fin no es inmediato” (v.9).
Sin embargo, los conflictos históricos deben ser motivo de reflexión para todo creyente (v.11). Efectivamente habrá un fin, pero no hay que sacar conclusiones apresuradas frente a las apariencias. Ante las noticias de todos los días, y a la luz de la fe, hay que asumir una postura interpretativa.
Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Cuáles son las situaciones difíciles que suscitan miedo, ansiedad e inseguridad en nuestro contexto actual?
2. ¿Detectamos falsos profetas y falsos mesías, en nuestro entorno, que se aprovechan del miedo de la gente para ganar adeptos?
3. ¿Cómo resuenan para nosotros las palabras de Jesús: “no les sigáis”, “no os aterréis”?
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