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martes, 1 de diciembre de 2009

Evangelio Misionero del Día: Miercoles 02 de Diciembre de 2009. I SEMANA DE ADVIENTO - CICLO C


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 15, 29-37

Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a Él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y Él los sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino».
Los discípulos le dijeron: «¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen?»
Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados».
Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los daba a los discípulos, y ellos los distribuían entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas.


Compartiendo la Palabra
Por José Cristo Rey García Paredes CMF

Queridos amigos y amigas:

Este evangelio nos muestra a Jesús como un taumaturgo que cura de todas las dolencias: cojos, lisiados, ciegos, mudos. Jesús sana los sentidos del ser humano. Al Espíritu Santo le pedimos en el himno Veni Creator “accende lumen sensibus”, “enciende la luz de los sentidos”. Jesús también, movido por el Espíritu encendía la luz de los sentidos a quienes se acercaban a él atribulados por el mal que apagaba sus sentidos. A ello dedica sus jornadas: ¡a restituir la salud a los sentidos dañados!

Después nos dice el evangelista que Jesús siente “compasión” de la gente. El término griego empleado por el evangelista para hablar de compasión (splagna) hace referencia al amor entrañable que una madre siente por el hijo de sus entrañas. Así es presentado Jesús como un personaje enormemente tierno, compasivo, solidario. Hasta teme que se pueda la gente desmayar por el camino, si no se la atiende.

Es entonces cuando recurre a sus discípulos para improvisar una mesa. Los discípulos muestran su extrañeza ante la propuesta descabellada de Jesús: ¿dónde encontrar comida para tantos en un desierto? Jesús manifiesta una vez más su poder: y bendiciendo a Dios es capaz de saciar a la multitud con siete panes y unos pececillos.

La compasión entrañable debe ser una de las características de quienes queremos identificarnos con Jesús, de quienes le seguimos. Y nos hemos de preocupar no solo de las almas, sino, ante todo, de los cuerpos, de los sentidos. Los cuerpos, la corporeidad necesita ser rescata, liberada. Nuestro cuerpo es muy propenso a las adicciones, al vicio, a la degradación y decadencia. El cuidado del cuerpo no es anticristiano. Miremos el ejemplo de Jesús.

Hay en el cuerpo humano unas energías ciegas, que necesitan del espíritu, de la imaginación creadora, para hacer del cuerpo un ámbito adecuado para que el espíritu se expresa y sea creador. Jesús nos quiere en forma, capaces de estar de pie ante Dios y ante nuestras responsabilidades humanas.

La Iglesia es la comunidad de Jesús y ha de ser también un lugar terapéutico. Las terapias de Jesús tenían mucho que ver con su mundo interior, su comunión profunda con el Abbá, la Fuente de la Vida. Lo mismo puede acontecer en nosotros. Las discípulas y los discípulos de Jesús podemos curar y saciar el hambre de la gente. Necesitamos sin embargo, el don del amor entrañable.

Conclusión: Jesús se conmueve en lo más profundo

Jesús se deja tocar por la gente en su sufrimiento, en su dolor, en sus expectativas. Al dejarse tocar, todo su cuerpo se estremece y conmociona… hasta esa dimensión tan femenina en todo ser humano que llamamos “entrañas”. Sin la tangencia con el sufrimiento humano, nos volvemos duros, inexorables. Jesús nos dice hoy que cuando uno se conmueve, renacen en nosotros energías que curan a los necesitados.

Vuestro hermano en la fe.

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