Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-17
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
Como el Padre me amó,
también Yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos,
permanecerán en mi amor,
como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi gozo sea el de ustedes,
y ese gozo sea perfecto.
Éste es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros,
como Yo los he amado.
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que Yo les mando.
Ya no los llamo servidores,
porque el servidor ignora lo que hace su señor;
Yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer
todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
Así, todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
Él se lo concederá.
Lo que Yo les mando
es que os amen los unos a los otros.
Después de colocar los fundamentos del amor (15,9-11), Jesús explica cuáles son sus expresiones, los frutos que brotan de esa savia y que son motivo de la inmensa alegría de los discípulos (vv.12-17). Este pasaje sin los anteriores, carecería de apoyo, y el anterior sin éste, se convertiría en un discurso abstracto -uno más entre tantos- sobre el amor.
En el centro de todo está el amor de Jesús: es tal que es capaz de redefinir completamente el modo como comprendemos nuestras relaciones con los demás.
1. El mandamiento del amor (15,12 y 17)
Notemos tres elementos que componen la frase de Jesús:
(1) Jesús comienza con un imperativo: “Ámense”
(2) Jesús le da una identidad propia, lo llama: “mi mandamiento”
(3) Jesús mismo es el contenido del amor: “Como yo os he amado”
Para Jesús no hay ambigüedades, el corazón del mandamiento del amor es el “Como yo os he amado”. El comportamiento de Jesús hacia sus discípulos define la “sustancia” del verdadero amor. De ahí que no es un mandamiento genérico sino específico, que se circunscribe al “ser como él”.
¿Cómo fue el amor de Jesús con sus discípulos? Es lo que se responde enseguida en los vv.13-16.
2. Las características del amor de Jesús (15,13-16)
El contenido de los vv.13-16 es la explanación del “Como yo os he amado”. Si miramos las grandes acciones de Jesús con relación a los discípulos, notaremos que son ante todo tres:
• Dio su vida por ellos.
• Los hizo sus amigos y no simplemente sus servidores.
• Les confió la misión.
Sin embargo podemos desdoblar la segunda, en (1) el hecho de llamarlos a su servicio, lo cual no se ha descartado y (2) el convertirlos en sus amigos. Lo mismo sucede con la tercera: (1) los elige, (2) los envía a la misión y (3) les asegura el respaldo firme del Padre en su oración misionera. De ahí que las características distintivas del amor de Jesús por sus discípulos:
(1) Dio su vida por ellos.
(2) Les dio la honra de ser sus servidores
(3) Los llevó hasta la intimidad con él, revelándoles sus secretos
(4) Los eligió (=separó)
(5) Los destinó para la misión
(6) Les asegura el respaldo firme del Padre en la misión (es la obra de él)
La finalidad de todas estas acciones es la formación de la comunidad. Podemos leer entonces, la sección de Juan 15,13-16, así:
(2) La comunidad hacia dentro: una comunidad de “amigos” de Jesús (vv.13-15). En ella se destacan tres acciones de Jesús, Señor de la Comunidad: su entrega en la Cruz, el llamado al servicio y la relación de amistad.
(3) La comunidad hacia fuera: una comunidad de “enviados” de Jesús (v.16). En ella se destacan también tres acciones de Jesús, Señor de la Iglesia, que la hacen: comunidad elegida, comunidad enviada, comunidad respaldada.
Veamos:
(1) La comunidad hacia dentro: una comunidad de “amigos” de Jesús (vv.13-15)
El amor de Jesús construye una comunidad de “amigos”. ¿De qué manera Jesús hace de los discípulos, sus amigos? En las mismas palabras de Jesús podemos notar:
• Que Él toma la iniciativa, pero la amistad es “a dos”, por eso espera una respuesta concreta.
• Que los conduce por dos niveles de relación: la del “servidor” y la del “amigo”.
• Que la amistad se concreta en el “querer juntos lo mismo” y para ello pasan por dos etapas: la del “conocer” y la del “hacer”.
Aunque estas tres ideas son transversales en los vv.13-15, se van desarrollando lentamente de uno a otro versículo, en honor a la claridad bien podríamos profundizar en ellas siguiendo el orden de los versículos:
(a) Juan 15, 13-14: La disposición para el supremo sacrificio de la vida por el “amado”
• Jesús es el primero que se hace amigo: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (v.13)
• Jesús espera que nos hagamos sus amigos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (v.14)
(b) Juan 15,15ª: “Ya no os llamo siervos”. La honra de estar a su “servicio”.
(c) Juan 15,15b: “Os llamo amigos”. Jesús involucra a sus amigos en su proyecto de vida: la revelación de los secretos de familia
(2) La comunidad hacia fuera: una comunidad de “enviados” de Jesús (v.16)
El amigo involucra al otro en su vida. Jesús nos involucra tanto en su vida como en su misión. ¿Y todo esto, para qué? La finalidad de todo es (nótese el “para que”) “dar fruto y un fruto que dure”.
Los discípulos, así como Jesús, deben tomar la iniciativa en el amor. Ellos, como Jesús, deben compartir todo lo que son y tienen, y abrir sus corazones con confianza para generar verdadera comunidad. Ellos, como Jesús, deben vivir y morir por los demás para continuar la obra de Jesús de “darle vida al mundo”.
Cuando la comunidad está bien cimentada en amor y el proyecto de Jesús, ella tiene fuerza misionera y transforma el mundo. Esto lo vemos en las tres ideas fuertes que enuncia Jesús, según las cuales la Iglesia es:
• Comunidad elegida (v.16ª).
• Comunidad enviada (v.16b).
• Comunidad respaldada (v.16c).
La Iglesia está en el mundo para “sacar fuera” frutos de la vida del Resucitado que camina en la historia. En este esfuerzo, le pide al Padre por las necesidades –las realidades que necesitan de la mano del viñador- del pueblo para que el plan salvífico-amoroso de Dios comience a actuar en la vida de todos.
Todo lo que comenzó con el amor del Padre –“Como el Padre me amó” (15,9)- culmina con la respuesta de los discípulos que viviendo en Jesús siguen abiertos a ese amor en ellos y lo imploran para el mundo entero.
Hemos leído en los últimos tres días, tres maravillosos pasajes del Evangelio. Nos queda ahora un desafío: amar desde la comunión con Jesús. Aceptar el espacio en que vivimos como un desafío para transformarlo a fondo desde nuestros frutos de vida cristiana, asumirlo como un espacio de oración que implora la manifestación de la providencia divina sobre las limitaciones humanas.
Darse de esta forma, en el compromiso y la oración, esto es lo que es “amarnos los unos a los otros”. Este es el verdadero amor, el amor crucificado con Cristo en la Cruz. Su amor comprometido, su amor orante, capaz de transformar todo lo que le rodea y ser luz en medio de la tiniebla, dignidad en medio de la humillación, resurrección en medio de la muerte. Esto sí que es amor.
1. ¿Qué características tiene el amor de Jesús? ¿Cuáles tiene el mío?
2. ¿Qué me dice la frase: “Ya no os llamo siervos sino amigos”?
3. ¿Cuál es la tarea misionera de la Iglesia, a la luz del pasaje de hoy?
4. ¿Mi vida es una contemplación continua de la Cruz donde soy amado, un dejarme escoger por el Señor para dar sus frutos, un escuchar amorosamente sus “secretos” en la lectura de la Biblia y responderle con opciones vitales libres y valientes?
Hay una anécdota del famoso teólogo del siglo pasado, Karl Barth, a quien una vez le preguntaron, “¿Cuál es la verdad más profunda que Usted ha descubierto en la Sagrada Escritura?”, a lo cual respondió: “Que Jesús me ama, esto es lo que yo sé”.
Como el Padre me amó,
también Yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos,
permanecerán en mi amor,
como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi gozo sea el de ustedes,
y ese gozo sea perfecto.
Éste es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros,
como Yo los he amado.
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que Yo les mando.
Ya no los llamo servidores,
porque el servidor ignora lo que hace su señor;
Yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer
todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
Así, todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
Él se lo concederá.
Lo que Yo les mando
es que os amen los unos a los otros.
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Permanecer en Cristo (III): las expresiones del amor
Juan 15, 9-17
“Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”
Por CELAM - CEBIPAL
Permanecer en Cristo (III): las expresiones del amor
Juan 15, 9-17
“Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”
Después de colocar los fundamentos del amor (15,9-11), Jesús explica cuáles son sus expresiones, los frutos que brotan de esa savia y que son motivo de la inmensa alegría de los discípulos (vv.12-17). Este pasaje sin los anteriores, carecería de apoyo, y el anterior sin éste, se convertiría en un discurso abstracto -uno más entre tantos- sobre el amor.
En el centro de todo está el amor de Jesús: es tal que es capaz de redefinir completamente el modo como comprendemos nuestras relaciones con los demás.
1. El mandamiento del amor (15,12 y 17)
Notemos tres elementos que componen la frase de Jesús:
(1) Jesús comienza con un imperativo: “Ámense”
(2) Jesús le da una identidad propia, lo llama: “mi mandamiento”
(3) Jesús mismo es el contenido del amor: “Como yo os he amado”
Para Jesús no hay ambigüedades, el corazón del mandamiento del amor es el “Como yo os he amado”. El comportamiento de Jesús hacia sus discípulos define la “sustancia” del verdadero amor. De ahí que no es un mandamiento genérico sino específico, que se circunscribe al “ser como él”.
¿Cómo fue el amor de Jesús con sus discípulos? Es lo que se responde enseguida en los vv.13-16.
2. Las características del amor de Jesús (15,13-16)
El contenido de los vv.13-16 es la explanación del “Como yo os he amado”. Si miramos las grandes acciones de Jesús con relación a los discípulos, notaremos que son ante todo tres:
• Dio su vida por ellos.
• Los hizo sus amigos y no simplemente sus servidores.
• Les confió la misión.
Sin embargo podemos desdoblar la segunda, en (1) el hecho de llamarlos a su servicio, lo cual no se ha descartado y (2) el convertirlos en sus amigos. Lo mismo sucede con la tercera: (1) los elige, (2) los envía a la misión y (3) les asegura el respaldo firme del Padre en su oración misionera. De ahí que las características distintivas del amor de Jesús por sus discípulos:
(1) Dio su vida por ellos.
(2) Les dio la honra de ser sus servidores
(3) Los llevó hasta la intimidad con él, revelándoles sus secretos
(4) Los eligió (=separó)
(5) Los destinó para la misión
(6) Les asegura el respaldo firme del Padre en la misión (es la obra de él)
La finalidad de todas estas acciones es la formación de la comunidad. Podemos leer entonces, la sección de Juan 15,13-16, así:
(2) La comunidad hacia dentro: una comunidad de “amigos” de Jesús (vv.13-15). En ella se destacan tres acciones de Jesús, Señor de la Comunidad: su entrega en la Cruz, el llamado al servicio y la relación de amistad.
(3) La comunidad hacia fuera: una comunidad de “enviados” de Jesús (v.16). En ella se destacan también tres acciones de Jesús, Señor de la Iglesia, que la hacen: comunidad elegida, comunidad enviada, comunidad respaldada.
Veamos:
(1) La comunidad hacia dentro: una comunidad de “amigos” de Jesús (vv.13-15)
El amor de Jesús construye una comunidad de “amigos”. ¿De qué manera Jesús hace de los discípulos, sus amigos? En las mismas palabras de Jesús podemos notar:
• Que Él toma la iniciativa, pero la amistad es “a dos”, por eso espera una respuesta concreta.
• Que los conduce por dos niveles de relación: la del “servidor” y la del “amigo”.
• Que la amistad se concreta en el “querer juntos lo mismo” y para ello pasan por dos etapas: la del “conocer” y la del “hacer”.
Aunque estas tres ideas son transversales en los vv.13-15, se van desarrollando lentamente de uno a otro versículo, en honor a la claridad bien podríamos profundizar en ellas siguiendo el orden de los versículos:
(a) Juan 15, 13-14: La disposición para el supremo sacrificio de la vida por el “amado”
• Jesús es el primero que se hace amigo: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (v.13)
• Jesús espera que nos hagamos sus amigos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (v.14)
(b) Juan 15,15ª: “Ya no os llamo siervos”. La honra de estar a su “servicio”.
(c) Juan 15,15b: “Os llamo amigos”. Jesús involucra a sus amigos en su proyecto de vida: la revelación de los secretos de familia
(2) La comunidad hacia fuera: una comunidad de “enviados” de Jesús (v.16)
El amigo involucra al otro en su vida. Jesús nos involucra tanto en su vida como en su misión. ¿Y todo esto, para qué? La finalidad de todo es (nótese el “para que”) “dar fruto y un fruto que dure”.
Los discípulos, así como Jesús, deben tomar la iniciativa en el amor. Ellos, como Jesús, deben compartir todo lo que son y tienen, y abrir sus corazones con confianza para generar verdadera comunidad. Ellos, como Jesús, deben vivir y morir por los demás para continuar la obra de Jesús de “darle vida al mundo”.
Cuando la comunidad está bien cimentada en amor y el proyecto de Jesús, ella tiene fuerza misionera y transforma el mundo. Esto lo vemos en las tres ideas fuertes que enuncia Jesús, según las cuales la Iglesia es:
• Comunidad elegida (v.16ª).
• Comunidad enviada (v.16b).
• Comunidad respaldada (v.16c).
La Iglesia está en el mundo para “sacar fuera” frutos de la vida del Resucitado que camina en la historia. En este esfuerzo, le pide al Padre por las necesidades –las realidades que necesitan de la mano del viñador- del pueblo para que el plan salvífico-amoroso de Dios comience a actuar en la vida de todos.
Todo lo que comenzó con el amor del Padre –“Como el Padre me amó” (15,9)- culmina con la respuesta de los discípulos que viviendo en Jesús siguen abiertos a ese amor en ellos y lo imploran para el mundo entero.
Hemos leído en los últimos tres días, tres maravillosos pasajes del Evangelio. Nos queda ahora un desafío: amar desde la comunión con Jesús. Aceptar el espacio en que vivimos como un desafío para transformarlo a fondo desde nuestros frutos de vida cristiana, asumirlo como un espacio de oración que implora la manifestación de la providencia divina sobre las limitaciones humanas.
Darse de esta forma, en el compromiso y la oración, esto es lo que es “amarnos los unos a los otros”. Este es el verdadero amor, el amor crucificado con Cristo en la Cruz. Su amor comprometido, su amor orante, capaz de transformar todo lo que le rodea y ser luz en medio de la tiniebla, dignidad en medio de la humillación, resurrección en medio de la muerte. Esto sí que es amor.
Cultivemos la semilla de la palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Qué características tiene el amor de Jesús? ¿Cuáles tiene el mío?
2. ¿Qué me dice la frase: “Ya no os llamo siervos sino amigos”?
3. ¿Cuál es la tarea misionera de la Iglesia, a la luz del pasaje de hoy?
4. ¿Mi vida es una contemplación continua de la Cruz donde soy amado, un dejarme escoger por el Señor para dar sus frutos, un escuchar amorosamente sus “secretos” en la lectura de la Biblia y responderle con opciones vitales libres y valientes?
Hay una anécdota del famoso teólogo del siglo pasado, Karl Barth, a quien una vez le preguntaron, “¿Cuál es la verdad más profunda que Usted ha descubierto en la Sagrada Escritura?”, a lo cual respondió: “Que Jesús me ama, esto es lo que yo sé”.
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