Por Pedro Miguel Lamet sj
Más que personajes de ficción, don Quijote y Sancho son gente que se tropieza uno por la calle. Quizás por esa razón en Alcalá de Henares, enfrente de la supuesta casa natal de Cervantes, han situado, sentados en un banco, estas estatuas en bronce de los héroes de la genial novela.
Todos tenemos algo de los dos. Del sentido práctico y materialista de Sancho y de la locura soñadora de don Quijote; aunque quizás, según los casos y caracteres, predomine un personaje más que el otro en nuestra vida.
Como el señor de la foto, equidistante entre ambos, lo importante es preguntarnos por nuestro mundo interior. Si hemos alcanzado la cordura, con su “hagámonos pastores, Sancho amigo”, de don Alonso Quijano el bueno; o la capacidad de ensueño del último Sancho, que añora volver a cabalgar los caminos idealistas del caballero andante.
Creo que en el ambiente actual predominan los Sanchos de la primera etapa, embotados y muchos de ellos incapaces de convertirse al desfacedor de entuertos
Todos tenemos algo de los dos. Del sentido práctico y materialista de Sancho y de la locura soñadora de don Quijote; aunque quizás, según los casos y caracteres, predomine un personaje más que el otro en nuestra vida.
Como el señor de la foto, equidistante entre ambos, lo importante es preguntarnos por nuestro mundo interior. Si hemos alcanzado la cordura, con su “hagámonos pastores, Sancho amigo”, de don Alonso Quijano el bueno; o la capacidad de ensueño del último Sancho, que añora volver a cabalgar los caminos idealistas del caballero andante.
Creo que en el ambiente actual predominan los Sanchos de la primera etapa, embotados y muchos de ellos incapaces de convertirse al desfacedor de entuertos
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