Publicado por Hesiquia
A veces me encuentro sumido en la confusión, es un estado muy molesto, ¿Qué conviene hacer desde allí?
Depende. ¿Cómo es esa confusión a la que te refieres? ¿Cómo se manifiesta en ti?
Es como un no saber hacia dónde ir, ni qué hacer. Como si se modificaran las prioridades sin haberlo querido.
Lo primero desde allí es no improvisar. No apurarse hacia esto o aquello porque se puede uno confundir mas, empeorar la situación. Debes relajarte y reflexionar. Esa reflexión debe hacerse como partiendo desde cero. Es decir debe comenzar desde las cosas básicas que fundan nuestra vida.
Hacia donde debe uno ir y que hacer son preguntas que pueden responderse de diferente modo, según el sentido que para uno tenga la propia vida.
Todo tiene que hacerse en función de ese sentido orientador, si es que se pretende un caminar coherente. Muchos santos y místicos, en diferentes épocas, lo han dicho cada uno con sus palabras:
Ha de hacerse lo que acerca a la paz del Cristo y no hacerse lo que aleja de ella.
Estudia con la mayor tranquilidad que puedas la circunstancia, con actitud de mansedumbre, aunque no estés situado en ella todavía.
La confusión surge cuando todo se mezcla. Se ha hecho un revoltijo de valores, prioridades, metas, creencias y consideraciones; en cierto sentido todo se ha dado vuelta mostrando una cara que antes no se veía. Debes empezar poniendo todo en orden nuevamente.
Este desorden aunque puede vivirse con algo de dolor, no necesariamente es malo, ya que en ocasiones sobreviene como resultado del pasaje a una nueva etapa espiritual.
Tus esfuerzos y plegarias pueden haberte conducido hacia un nuevo umbral, hacia necesidades más profundas acordes con la verdad evangélica.
Así es que no asustarse. Revisa lo que tienes por delante, como compromisos, tareas que se supone debes hacer y todo lo que forma parte de tu cotidiano y cotéjalo con la meta de tu vida. Yo sé que la tienes y que a ella te debes. Porque si se trata de alguien que no ha formulado el sentido de su vida, la cosa es más complicada.
Si te diriges a Jerusalén es sencillo saber que camino o transporte debes tomar. En cambio, si no sabes el destino la tarea es muy otra, habrá que esclarecerla primero.
Depende. ¿Cómo es esa confusión a la que te refieres? ¿Cómo se manifiesta en ti?
Es como un no saber hacia dónde ir, ni qué hacer. Como si se modificaran las prioridades sin haberlo querido.
Lo primero desde allí es no improvisar. No apurarse hacia esto o aquello porque se puede uno confundir mas, empeorar la situación. Debes relajarte y reflexionar. Esa reflexión debe hacerse como partiendo desde cero. Es decir debe comenzar desde las cosas básicas que fundan nuestra vida.
Hacia donde debe uno ir y que hacer son preguntas que pueden responderse de diferente modo, según el sentido que para uno tenga la propia vida.
Todo tiene que hacerse en función de ese sentido orientador, si es que se pretende un caminar coherente. Muchos santos y místicos, en diferentes épocas, lo han dicho cada uno con sus palabras:
Ha de hacerse lo que acerca a la paz del Cristo y no hacerse lo que aleja de ella.
Estudia con la mayor tranquilidad que puedas la circunstancia, con actitud de mansedumbre, aunque no estés situado en ella todavía.
La confusión surge cuando todo se mezcla. Se ha hecho un revoltijo de valores, prioridades, metas, creencias y consideraciones; en cierto sentido todo se ha dado vuelta mostrando una cara que antes no se veía. Debes empezar poniendo todo en orden nuevamente.
Este desorden aunque puede vivirse con algo de dolor, no necesariamente es malo, ya que en ocasiones sobreviene como resultado del pasaje a una nueva etapa espiritual.
Tus esfuerzos y plegarias pueden haberte conducido hacia un nuevo umbral, hacia necesidades más profundas acordes con la verdad evangélica.
Así es que no asustarse. Revisa lo que tienes por delante, como compromisos, tareas que se supone debes hacer y todo lo que forma parte de tu cotidiano y cotéjalo con la meta de tu vida. Yo sé que la tienes y que a ella te debes. Porque si se trata de alguien que no ha formulado el sentido de su vida, la cosa es más complicada.
Si te diriges a Jerusalén es sencillo saber que camino o transporte debes tomar. En cambio, si no sabes el destino la tarea es muy otra, habrá que esclarecerla primero.
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