Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Una joven de 28 años fue a la iglesia un domingo y al terminar la celebración le dijo al párroco: "Esta es la primera vez que vengo a la iglesia".
-¿Y qué te ha parecido?
-Me ha dado un poco de miedo.
-¿Por qué?
-Parece algo tan importante y, sabe una cosa, yo nunca voy a nada importante. Sí, esto es muy importante.
Jesús cuenta a sus discípulos el cuento del juez malvado, que no cree ni en Dios ni en el diablo pero que termina escuchando a la viuda para que lo deje en paz.
La viuda no se rinde y persiste en su petición hasta ser escuchada.
Lucas nos dice que este cuento tenía como fin enseñar a sus discípulos "la necesidad de orar siempre, sin desanimarse jamás".
El domingo pasado hablábamos de la gratitud como actitud necesaria del discípulo ante Dios. Uno de diez vino a postrarse ante el Señor y le dijo: Gracias.
Hoy, Jesús, dice a sus discípulos que "hay que orar siempre".
Yo creo que orar es estar enamorado.
Ustedes que saben, díganme, lo que hacen los enamorados.
Se echan de menos. Quieren estar juntos. Necesitan comunicarse. Y ahora que hay celulares, el celular se ha convertido en lugar de oración y de comunicación de los enamorados.
¿Se imaginan ustedes un esposo y una esposa que no se dicen "te quiero" ni a los 12 de la noche?
Sin comunicación, sin oración, todo se evapora hasta el matrimonio.
¿Se imaginan ustedes el vacío que hay en la vida de tantos niños que no han conocido a sus padres, que no han sentido el cariño y el calor de sus padres?
Hay una relación más grande que la del cordón umbilical, es la relación del amor.
Los grandes orantes han sido los grandes enamorados. San Vicente de Paúl, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, José de Calasanz…tantos cristianos enamorados que hicieron de la oración su cordón umbilical, su celular, su comunicación con Dios Padre.
Orar es estar enamorado.
El cristiano enamorado echa de menos a su Padre, quiere estar cerca de Dios y necesita comunicarse con su Dios. Y la oración es una manera de vivir en intimidad con el amado, con Dios.
Los muy enamorados no tienen grandes problemas con la oración porque saben quién es el primero en su vida.
¿Tiene usted problemas con la oración?
Yo sí. Tal vez estoy poco enamorado.
¿Cuántas veces ha hecho el propósito de venir a la Eucaristía todos los domingos?
¿Cuántas veces ora en familia o en la soledad de su habitación?
¿Cuántas veces abre la Biblia y ora?
Seguro que lo hemos hecho todos alguna vez pero no ha pasado nada y lo hemos dejado.
"Hay que orar siempre sin cansarse".
Usted tiene mil razones para no orar.
El trabajo, los niños, el ajetreo, la rapidez de la vida, los amigos, la televisión y sus deportes…
Algunos sólo pararán cuando les dé un infarto.
En el fondo no están enamorados de Jesús, la verdad es que aman poco.
Algunos dicen, ¿para qué orar? No sirve de nada. La oración no detendrá la guerra, no eliminará las drogas, no parará la muerte.
Cierto, la oración no es una actividad interesada o productiva pero tampoco es el último recurso cuando todo ha fracasado.
La oración es el primer deber, la primera necesidad del creyente.
Ustedes para enamorarse no necesitaron ir a la universidad.
Para aprender a orar tampoco hace falta ir a la universidad. Orar es sencillamente hablar con el amado, con Dios Padre, conversar con un enamorado.
Dios no es un juez malo. Dios es infinitamente bueno y hará justicia a sus elegidos si aclaman a él día y noche, si se enamoran más de él.
¿Verdad que hay mil maneras de decir "te quiero"?
Hay mil maneras de orar. ¿Qué hacía Jesús?
Jesús, cuando quería orar, se levantaba pronto, iba a un lugar solitario, y allí conversaba con su Abba, con Papá Dios.
Y al final de su viaje, en Jerusalén, fue al huerto de los Olivos y dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí mientras voy a orar". Y parece que su Padre no le escuchó y fue crucificado y en la cruz gritó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Su Padre le hizo justicia en la resurrección. No tengan miedo, la última palabra, la tiene su enamorado, Dios y esta palabra es vida con el amado para siempre.
Al entrar en una iglesia encontré este mensaje.
En la iglesia guarda silencio, concéntrate, sé reverente porque ésta es la casa de Dios.
Antes de la celebración: habla a Dios.
Durante la celebración: deja que Dios te hable a ti.
Después de la celebración: habla con los hermanos.
-¿Y qué te ha parecido?
-Me ha dado un poco de miedo.
-¿Por qué?
-Parece algo tan importante y, sabe una cosa, yo nunca voy a nada importante. Sí, esto es muy importante.
Jesús cuenta a sus discípulos el cuento del juez malvado, que no cree ni en Dios ni en el diablo pero que termina escuchando a la viuda para que lo deje en paz.
La viuda no se rinde y persiste en su petición hasta ser escuchada.
Lucas nos dice que este cuento tenía como fin enseñar a sus discípulos "la necesidad de orar siempre, sin desanimarse jamás".
El domingo pasado hablábamos de la gratitud como actitud necesaria del discípulo ante Dios. Uno de diez vino a postrarse ante el Señor y le dijo: Gracias.
Hoy, Jesús, dice a sus discípulos que "hay que orar siempre".
Yo creo que orar es estar enamorado.
Ustedes que saben, díganme, lo que hacen los enamorados.
Se echan de menos. Quieren estar juntos. Necesitan comunicarse. Y ahora que hay celulares, el celular se ha convertido en lugar de oración y de comunicación de los enamorados.
¿Se imaginan ustedes un esposo y una esposa que no se dicen "te quiero" ni a los 12 de la noche?
Sin comunicación, sin oración, todo se evapora hasta el matrimonio.
¿Se imaginan ustedes el vacío que hay en la vida de tantos niños que no han conocido a sus padres, que no han sentido el cariño y el calor de sus padres?
Hay una relación más grande que la del cordón umbilical, es la relación del amor.
Los grandes orantes han sido los grandes enamorados. San Vicente de Paúl, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, José de Calasanz…tantos cristianos enamorados que hicieron de la oración su cordón umbilical, su celular, su comunicación con Dios Padre.
Orar es estar enamorado.
El cristiano enamorado echa de menos a su Padre, quiere estar cerca de Dios y necesita comunicarse con su Dios. Y la oración es una manera de vivir en intimidad con el amado, con Dios.
Los muy enamorados no tienen grandes problemas con la oración porque saben quién es el primero en su vida.
¿Tiene usted problemas con la oración?
Yo sí. Tal vez estoy poco enamorado.
¿Cuántas veces ha hecho el propósito de venir a la Eucaristía todos los domingos?
¿Cuántas veces ora en familia o en la soledad de su habitación?
¿Cuántas veces abre la Biblia y ora?
Seguro que lo hemos hecho todos alguna vez pero no ha pasado nada y lo hemos dejado.
"Hay que orar siempre sin cansarse".
Usted tiene mil razones para no orar.
El trabajo, los niños, el ajetreo, la rapidez de la vida, los amigos, la televisión y sus deportes…
Algunos sólo pararán cuando les dé un infarto.
En el fondo no están enamorados de Jesús, la verdad es que aman poco.
Algunos dicen, ¿para qué orar? No sirve de nada. La oración no detendrá la guerra, no eliminará las drogas, no parará la muerte.
Cierto, la oración no es una actividad interesada o productiva pero tampoco es el último recurso cuando todo ha fracasado.
La oración es el primer deber, la primera necesidad del creyente.
Ustedes para enamorarse no necesitaron ir a la universidad.
Para aprender a orar tampoco hace falta ir a la universidad. Orar es sencillamente hablar con el amado, con Dios Padre, conversar con un enamorado.
Dios no es un juez malo. Dios es infinitamente bueno y hará justicia a sus elegidos si aclaman a él día y noche, si se enamoran más de él.
¿Verdad que hay mil maneras de decir "te quiero"?
Hay mil maneras de orar. ¿Qué hacía Jesús?
Jesús, cuando quería orar, se levantaba pronto, iba a un lugar solitario, y allí conversaba con su Abba, con Papá Dios.
Y al final de su viaje, en Jerusalén, fue al huerto de los Olivos y dijo a sus discípulos: "Siéntense aquí mientras voy a orar". Y parece que su Padre no le escuchó y fue crucificado y en la cruz gritó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Su Padre le hizo justicia en la resurrección. No tengan miedo, la última palabra, la tiene su enamorado, Dios y esta palabra es vida con el amado para siempre.
Al entrar en una iglesia encontré este mensaje.
En la iglesia guarda silencio, concéntrate, sé reverente porque ésta es la casa de Dios.
Antes de la celebración: habla a Dios.
Durante la celebración: deja que Dios te hable a ti.
Después de la celebración: habla con los hermanos.
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