NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

viernes, 12 de noviembre de 2010

Comentario Bíblico y Pautas para la Homilía: XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (14/11/2010)


“Tendréis ocasión de dar testimonio”
Publicado por Dominicos.org

Introducción

Vamos acabando otro año litúrgico. En estos domingos las lecturas nos confrontan con preguntas que nos unen a los creyentes de todas las épocas: ¿Qué hay más allá de este tiempo? ¿Qué podemos vivir por encima de las luchas y dificultades cotidianas? ¿Por qué tiene tanto poder el mal y se hacen tan fuertes los injustos? ¿Qué quiere Dios de nosotros en este momento de la Historia? ¿Hasta qué punto nuestra fe es sólo un consuelo, o puede convertirse en un revulsivo para vivir con dignidad? ¿Cómo vivir la esperanza y la confianza en estos tiempos que nos parecen tan difíciles para ser creyentes?

El cristiano nunca deja de hacerse preguntas. Y Dios no acaba de hablarnos con la claridad que nos gustaría. Él nos regala el tiempo, la Historia -la nuestra más personal y la del mundo-, que se convierten en “sacramento”, en respuesta velada a todos los límites de lo humano y de la fe.

Las lecturas de este domingo nos invitan a confiar, a no tener miedo, a descubrir en cada encrucijada de nuestra vida y en cada una de sus luchas, las huellas del Dios Bueno y a vivir dando testimonio de Él y de su presencia misericordiosa en este tiempo. Él nos contagia eternidad, la misma que nos regaló su Hijo en la Pascua.

-----------

Comentario bíblico

Esta Historia hay que vivirla con dignidad

Iª Lectura: Malaquías (3,19-20):

I.1. En la línea litúrgica de presentar los temas sobre las últimas cosas de la vida y de la historia, al final del año litúrgico, la lecturas de este domingo pecan un poco de apocalípticas. Este es un género literario religioso que tiene sus contradicciones, acertado en algunas cosas por su inspiración profética y desenfocado en otras. Es una literatura para tiempos de crisis, en que se ambiciona una identidad frente a culturas nuevas que pretenden arrasar con todo el pasado; refugio, en otros momentos, de mentalidades fundamentalistas. En la Biblia existe de todo eso un poco y a lo largo de la historia siempre ha habido grupos y personas que se encuentran demasiado a gusto en esos perfiles.

I.2. La lectura de Malaquías es un buen ejemplo de ese tipo de presentación. Es un texto que se centra en un término consagrado de la teología profética del Antiguo Testamento: el día de Yahvé, el día de la actuación de Dios. Para aquella mentalidad se trataba de presentar el final de la historia. Y son obvias sus afirmaciones: para los que han vivido arrogantemente, en la injusticia, en la ceguera del poder y la corrupción, será su final. Pero los que han vivido según el proyecto de Dios no tienen por qué temer. Es lógico pensar que alguien tiene que denunciar a los arrogantes y soberbios que un día todo eso se acabará; en ese sentido los mensajes apocalípticos tienen mucho de profético. Es, a veces, el grito reivindicativo de los que han soportado la injusticia y el oprobio.



IIª Lectura: 2ª Tesalonicenses (3,7-12): ¡No tengamos miedo al futuro! ¡Vigilemos!

II.1. La segunda lectura es un texto continuación del domingo anterior. Supone una lección muy concreta, precisamente para corregir ciertos abusos que se dieron en algunas comunidades donde, personas con mentalidad apocalíptica que esperaban el fin del mundo, se cruzaban de brazos o se aprovechaban de los que eran más sensatos y conscientes de que, mientras el mundo sea mundo y la historia sea historia real, se debe vivir en ella con dignidad y responsabilidad. Bajo la mentalidad religiosa desenfocada se pueden producir abusos que no deben ser tolerados en la comunidad.

II.2. El autor -se pretende que sea Pablo- da su testimonio personal de que él, aún siendo apóstol y teniendo derecho a vivir de ese trabajo (Cf 1Cor 9,6ss; Gal 6,6), sin embargo trabajó lo necesario para subsistir (Hch 18,3; 1Cor 4,12). Este texto, pues, viene bien para no preocuparse demasiado por el final del mundo y para no vivir en la fiebre de una mentalidad apocalíptica. Esto sigue interesando mucho a ciertos grupos sectarios, que más allá de lo religioso, embaucan a muchos por nada.



Evangelio. Lucas (21,5-19): No toda la felicidad está en esta historia

III.1. El texto del evangelio de Lucas corresponde a lo que se ha llamado el discurso escatológico de Jesús que aparece en los tres evangelios sinópticos, aunque con visiones diferentes entre uno y otro. El de Lucas es el más explícito en cuanto a corregir los abusos de algunos que se presentaban en Jerusalén o en cualquier comunidad para decir que llegaba el día del Señor, el fin del mundo, para que les siguieran a ellos. Lucas tuvo mucho cuidado de catequizar a su comunidad al respecto, en el sentido de que no fue un evangelista que se dejó impresionar demasiado por el lenguaje y los símbolos apocalípticos. Conserva, eso sí, el talante profético de este discurso que se pone en boca de Jesús como en Mc 13. El discurso base de Mc 13 pudo ser redactado, tal como lo tenemos ahora, en un momento de la crisis que Calígula provoca en la comunidad judía, y por lo mismo en la comunidad cristiana: mandó que se le levantara una estatua en la explanada del templo. Pero Lucas, por su parte y mucho más tarde de estos acontecimientos, trata de serenar y tranquilizar, máxime teniendo en cuenta que él conoció o tuvo noticia de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era. Esta es una tesis no aceptada por todo el mundo, pero que parece lógica. De hecho, Lucas es el autor del NT que mejor ha sabido asumir el mensaje profético-apocalíptico de Jesús mirando a la historia como lo más positivo, sin estar obsesionados por el final catastrófico de movimientos sectarios.

III.2. Con la destrucción de Jerusalén no llegó el fin del mundo, ni del judaísmo siquiera. Los judíos pensaban que el día que el templo fuera destruido desaparecería el pueblo de Israel. ¡No fue así! Porque sin templo, una religión puede tener mucho sentido. Luego, había que reinterpretar todos esos acontecimientos. Lucas prepara a su comunidad para las persecuciones, ya que los cristianos serán perseguidos; pero eso no es el final. Las urgencias apocalípticas no son la mejor manera para catequizar o hablar de Dios y de su salvación, pero tampoco debemos vivir con la pretensión de instalarnos aquí para siempre. El anhelo de un mundo mejor es lo radicalmente cristiano. Y ese mundo mejor se ampara en una vida nueva, en una experiencia nueva de vida que no podemos programar… como casi todo se programa hoy. No podemos avergonzarnos, los cristianos, de decir y proclamar que eso está en las manos del Dios “amigo de la vida”, que para eso nos ha creado.

III.3. No podemos menos de tener cuidado cuando nos adentramos en el sentido de un texto como este. De hecho, el fin del mundo y de la historia, que en algunos círculos cristianos surgía de vez en cuando, no se ha llevado a cabo. Es seguro que Jesús nunca se definió por un fin del mundo y de la historia con la llegada del reinado de Dios. No era un iluso, aunque fuera un “profeta” escatológico. Pero con ello hay que entender que algo nuevo y “definitivo” estaba surgiendo con su llamada a la conversión y a buscar a Dios con toda el alma y todo el corazón. Porque los reinos de este mundo solamente provocan guerras y catástrofes, pero el Reino de Dios al que él le dedica su vida, nos trae la justicia y la paz. Si no es así es porque los poderosos de este mundo quieren ocupar el lugar de Dios en la historia. Y es eso lo que se condena con este discurso. Los cristianos deben saber que estarán en conflicto con los que dominan en el mundo. En el caso de Lucas, el discurso prepara a los cristianos, no para el fin del mundo, sino para estar dispuestos a la persecución y a la lucha si en verdad son fieles al mensaje de profeta de Galilea. Por ello hay que mantenerse “vigilantes”, pero no por catástrofes apocalípticas, sino porque el reinado de Dios es una instancia crítica que no puede aceptar en muchas ambientes de este mundo.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

----------------

Pautas para la homilía

Buscar lo eterno en medio de la fragilidad

Este es quizá uno de los grandes dramas de los seres humanos. Hay en nosotros un ansia mayor, una sed de eternidad que choca con lo frágil y limitado que nos rodea. Ni la belleza más pura salida de nuestras manos, ni los actos más buenos, ni los amores más generosos consiguen darnos más que pistas de eso que anhelamos, a lo que aspiramos en profundidad. Por eso, necesitamos pervivir en algo mayor que nosotros y nuestras obras. Como el otoño en que vivimos, la fragilidad nos puede y limita nuestros mejores proyectos. Construir templos, preparar guerras, vivir a costa de otros, o crecer en la injusticia –como dicen las lecturas- no son las respuestas de eternidad que necesitamos.

El mal no tiene la última palabra

En medio de esta ansia nos sorprende y nos duele la vida de los injustos: Siempre tienen suerte. Y poder. ¡Todo les va bien y nadie les planta cara! Quizás a veces caemos en la tentación de ser como ellos. Son paja que no germina, semillas aparentes pero infecundas. Y un día –la Historia es testigo- se terminará su éxito. Dios es la garantía del triunfo definitivo de los buenos. El Mesías de las Bienaventuranzas ha traído ya, para vivir ahora, futuro y esperanza para los pequeños. Es el tiempo del bien, aunque haya que hacer un esfuerzo para localizarlo en plenitud, todavía. Pero existe. ¿Lo veremos?

Vivir el presente sin huidas, transformándolo

Buscamos la plenitud de lo eterno; nos duele la injusticia y su poder. Pero lo cristiano es luchar, no rendirse nunca. Estamos en el mundo para transformarlo, para sacarle el brillo del Reino de Dios que ya tiene. Lo nuestro no es lamentarnos cómodamente; tampoco huir de él, escondiéndonos en una falsa religiosidad. Las dificultades existen en cualquier empresa humana, por ideal que parezca. Todo tiempo humano es difícil, y este que ahora vivimos no lo es menos que los de antes, ni que los que vengan después. Los cristianos de Tesalónica se habían acomodado a una fe que les hacía evadirse del mundo, como un entretenimiento más; pero Pablo les exige una respuesta de transformación de la realidad. Seguir a Cristo exige un compromiso serio con nuestra manera de estar en esta tierra, con el modo en el que están nuestros hermanos. Lo eterno que buscamos se siembra y se conquista en nuestras actitudes en el presente.

Pasar de una religión exterior a una fe de experiencia interior

Siempre estamos en esta tarea. La religión que se queda en lo externo (“la belleza del templo y sus exvotos”, las excesivas mediaciones, el culto vacío, el miedo a la vida y a la muerte, la ausencia de justicia y solidaridad, etc.) no es más que una experiencia de destrucción, que lleva en sí misma rasgos de muerte. La fe en Jesucristo exige en nosotros una experiencia interior, vital, una hondura en la que enraíce la Palabra vulnerable de Dios, que se muestre en actitudes y valores hacia uno mismo y hacia los demás. Nos exige recorrer, a ejemplo de Jesús y con Él, el maravilloso camino de descubrir la vida de Dios en lo más profundo de nuestra pobre vida.

El cristiano no se alimenta de opio sino de un Pan eterno

¿Seguirán siendo válidas aún las críticas de los filósofos de otras épocas? ¿Es la fe una experiencia que nos adormece y consuela, o –por el contrario- se ha convertido en el motor que nos ayuda a cambiar la Historia, a construir el Reino de Dios? Ser cristiano no significa quitarle mérito a la vida, o escapar de las luchas que en ella siempre se están presentando. No es momento de ser mediocres. Nos alimenta el Dios de eternidad, que nos dejó su Palabra como acicate, y su Cuerpo como Pan para el camino. Él nos basta para superar las dificultades.

Es tiempo de esperar y confiar

Porque quizás nos falta fiarnos más de Dios, reconocer que Él lleva el destino del mundo, de nuestra vida, e incluso del cosmos. Que todo desemboca en Él, que se cumplirá su plan sobre esta tierra, que ya se está cumpliendo. Nos falta tranquilizarnos, sentir la seguridad de que no estamos abandonados, que Dios va al frente de la Historia, de la Iglesia. Él camina delante. ¿Puede un niño frágil sentirse intranquilo cuando está en los brazos de su padre?

Es “ocasión para dar testimonio”

Siempre es buen momento. No es necesario que sea en medio de grandes masas y boato. Los buenos cristianos se reconocen en lo cotidiano. Son esos que superan con optimismo las dificultades de cada día. Los que trabajan por la paz, y perdonan, sonríen, trabajan y aman. Los que son justos y confían en el poder de la honradez. Los que se ensucian las manos transformando su alrededor. Y se implican y se comprometen. Los que no hacen caso a los gritos amenazadores, a los profetas de calamidades de este tiempo, sino que escuchan el susurro de Dios en su adentro. Los que ponen su mirada en Cristo Resucitado, y lo contemplan como la meta del universo, la promesa de eternidad que nos amenaza.

Fr. Javier Garzón Garzón
Convento de Scala Coeli (Córdoba)

No hay comentarios: