Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 2, 18-22
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?»
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!»
Compartiendo la Palabra
Por Juan Lozano Belmonte, cmf
Querido amigo/a:
El ayuno fue y sigue siendo una práctica religiosa que, bien entendida y utilizada, tiene su sentido y nos ayuda a crecer. No es exclusiva del ámbito eclesial; en el mundo deportivo, artístico o profesional competitivo, se practican ayunos muy variados y exigentes para alcanzar determinadas metas. Para los cristianos el ayuno cumple la función principal de entrenarnos en el dominio de nosotros mismos: en mí mando yo y no el conjunto de mis pasiones o instintos que, aunque ahí están, no dejo que me gobiernen: la promiscuidad, el deseo de venganza, el interés propio, la esclavitud y seducción del materialismo…, podríamos enumerar una lista interminable.
Jesús nos deja muy claro que el ayuno nos entrena en el crecimiento. Para ello es necesario que yo sepa gobernarme, saber qué quiero y a dónde voy. ¿Crecer en qué? En todo lo que sea Reino de Dios, en el camino del amor, porque el novio está con nosotros. Estoy convencido que ayunar de alimentos, televisión u otras cosas que nos tengan esclavizados es más fácil que ayunar de murmuraciones, prejuicios, sospechas, celos y odios. Por aquí parece que apunta el ayuno que Jesús quiere, en odres nuevos.
Hoy recordamos a san Antonio Abad. El desierto fue testigo de los fuertes ayunos que le llevaron a amar más a Cristo. http://www.churchforum.org/san-antonio-abad.htm
La Iglesia de Jerusalén, ayer, hoy y mañana. Es el lema de la Semana de Oración por la unidad de los Cristianos que comenzó ayer y que celebraremos hasta el próximo 25 de enero. Hace dos mil años, los primeros discípulos de Cristo reunidos en Jerusalén tuvieron la experiencia de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés y han estado reunidos en la unidad que constituye el cuerpo del Cristo. Los cristianos de siempre y de todo lugar ven en este acontecimiento el origen de su comunidad de fieles, llamados a proclamar juntos a Jesucristo como Señor y Salvador. Aunque esta Iglesia primitiva de Jerusalén ha conocido dificultades, tanto exteriormente como en su seno, sus miembros han perseverado en la fidelidad y en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones. Nosotros oraremos esta semana para que esta unidad por la que todos trabajamos sea cada vez más efectiva. Puedes recoger más información en: http://www.oikoumene.org/es/documentacion/semana-de-oracion-por-la-unidad-de-los-cristianos.html
Día 2º. Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Oración: Dios, de quien procede toda vida en su gran diversidad, que llamas a tu Iglesia como Cuerpo de Cristo a estar unida en el amor. Haz que comprendamos aún más nuestra unidad en la diversidad, y que nos esforcemos en trabajar juntos para predicar y construir el reino de tu inmenso amor para la humanidad, acompañándonos unos a otros por todas partes y en todo lugar. Haz que tengamos siempre conciencia de que Cristo es la causa de nuestra vida común. Te lo pedimos en la unidad del Espíritu. Amén.
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!»
Compartiendo la Palabra
Por Juan Lozano Belmonte, cmf
Querido amigo/a:
El ayuno fue y sigue siendo una práctica religiosa que, bien entendida y utilizada, tiene su sentido y nos ayuda a crecer. No es exclusiva del ámbito eclesial; en el mundo deportivo, artístico o profesional competitivo, se practican ayunos muy variados y exigentes para alcanzar determinadas metas. Para los cristianos el ayuno cumple la función principal de entrenarnos en el dominio de nosotros mismos: en mí mando yo y no el conjunto de mis pasiones o instintos que, aunque ahí están, no dejo que me gobiernen: la promiscuidad, el deseo de venganza, el interés propio, la esclavitud y seducción del materialismo…, podríamos enumerar una lista interminable.
Jesús nos deja muy claro que el ayuno nos entrena en el crecimiento. Para ello es necesario que yo sepa gobernarme, saber qué quiero y a dónde voy. ¿Crecer en qué? En todo lo que sea Reino de Dios, en el camino del amor, porque el novio está con nosotros. Estoy convencido que ayunar de alimentos, televisión u otras cosas que nos tengan esclavizados es más fácil que ayunar de murmuraciones, prejuicios, sospechas, celos y odios. Por aquí parece que apunta el ayuno que Jesús quiere, en odres nuevos.
Hoy recordamos a san Antonio Abad. El desierto fue testigo de los fuertes ayunos que le llevaron a amar más a Cristo. http://www.churchforum.org/san-antonio-abad.htm
La Iglesia de Jerusalén, ayer, hoy y mañana. Es el lema de la Semana de Oración por la unidad de los Cristianos que comenzó ayer y que celebraremos hasta el próximo 25 de enero. Hace dos mil años, los primeros discípulos de Cristo reunidos en Jerusalén tuvieron la experiencia de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés y han estado reunidos en la unidad que constituye el cuerpo del Cristo. Los cristianos de siempre y de todo lugar ven en este acontecimiento el origen de su comunidad de fieles, llamados a proclamar juntos a Jesucristo como Señor y Salvador. Aunque esta Iglesia primitiva de Jerusalén ha conocido dificultades, tanto exteriormente como en su seno, sus miembros han perseverado en la fidelidad y en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones. Nosotros oraremos esta semana para que esta unidad por la que todos trabajamos sea cada vez más efectiva. Puedes recoger más información en: http://www.oikoumene.org/es/documentacion/semana-de-oracion-por-la-unidad-de-los-cristianos.html
Día 2º. Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Oración: Dios, de quien procede toda vida en su gran diversidad, que llamas a tu Iglesia como Cuerpo de Cristo a estar unida en el amor. Haz que comprendamos aún más nuestra unidad en la diversidad, y que nos esforcemos en trabajar juntos para predicar y construir el reino de tu inmenso amor para la humanidad, acompañándonos unos a otros por todas partes y en todo lugar. Haz que tengamos siempre conciencia de que Cristo es la causa de nuestra vida común. Te lo pedimos en la unidad del Espíritu. Amén.
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