Publicado por Ciudad Redonda
Daniel Berrigan, famoso jesuita americano, activista por la paz, escribió hace mucho tiempo un librito titulado “Mandamientos para un Largo Camino”. El librito pretendía ser sustento espiritual, alimento reconfortante para los que caminan por la larga y solitaria ruta de la fe y que con frecuencia se encuentran desalentados y se quedan sin gas. Berrigan no ofrece un arreglo rápido, una barita mágica, sino que indica la dirección correcta por la que habríamos de caminar y por la que, en coyunturas clave, si nos fijamos en la diana correcta, podríamos encontrar la jarra del profeta Elías. Alimento de Dios para el camino.
Al comenzar el nuevo año 2011, llenos de esperanza y de nuevos propósitos, he aquí diez mandamientos que pudieran servirnos oportunamente mientras caminamos por el largo trayecto de la vida:
1- Reconoce tu contingencia, tu impotencia. Eres una creatura, no el creador.
Tú no eres Dios, sino creatura. Solamente Dios es “ipsum esse subsistens” (en latín), un ser autosuficiente en sí mismo. Como todas las creaturas, tú eres dependiente e interdependiente. La vida funciona cuando reconoces esto, cuando aceptas que no puedes darte vida a ti mismo. Todo es don. Si tratas de vivir la falsa impresión de tu auto-suficiencia e intentas garantizar tu propia inmortalidad, estás imitando el pecado de Adán y Eva, con todo incluido: toda la inutilidad del esfuerzo, comportamiento como si fueras dueño y señor, y el consiguiente alejamiento de la naturaleza. El vivir como-Dios-manda comienza con las palabras: “¡Yo no soy Dios!”
2- Ora: oración de impotencia, gratitud y alabanza.
¡Ora siempre! También, ora formalmente cada día. Gracias a tu bautismo, tú eres sacerdote. Ora como sacerdote: Alza y ofrece el mundo a Dios cada día. Alza y ofrece tanto sus maravillas como sus penas. Ora con gratitud, dando gracias a Dios, no sólo “por esto o por aquello concreto”, sino por la vida misma, por la luz, por esta nuestra madre-tierra, por los que te aman.
3- Ora desde tu debilidad y desamparo: “Señor, abrázate a mí, para que no me aleje de ti. Haz por mí lo que no puedo hacer por mí mismo”.
Acoge con agrado y acepta el momento actual.
Vida es lo que te sucede mientras estás planificando tu vida. No permitas que los negocios, los placeres y angustias de la vida te roben el momento presente. Sólo ese momento es el real. Empápate de él, con todo lo que lleva consigo. Es el único lugar donde experimentarás amor y alegría. Si ahora, en este instante, no, ¿cuándo? Si no con esta gente, ¿con quién? Si no es aquí, ¿dónde?
4- Permítete ser incapaz o incompetente.
Tienes permiso, tanto de Dios como de la naturaleza, para no ser perfecto. No seas demasiado duro contigo mismo, ni, especialmente, con los demás. Nadie alcanza el ideal, todo el mundo se queda corto. Dios no te impide caer o fallar, pero te redime cuando realmente caes. Dios te quiere como eres. ¡No temas, eres incapaz!
5- Sé suficientemente amable y crítico, al mismo tiempo.
Si eres crítico sin ser amable, eres destructivo. Si eres amable sin ser crítico, eres débil. Tus seres queridos, tu iglesia y tu comunidad necesitan que seas amable y crítico, ambas cosas al mismo tiempo. No chantajees a la comunidad amenazando constantemente con retirarte. Ama, sé crítico, y permanece. Saca de tu bolso tanto lo nuevo como lo viejo.
6- Sé pos-ideológico, pos-histórico-personal, pos-conservador, pos-liberal, pos-ingenuo y pos-sofisticado.
Sé no-clasificable. No te dejes clasificar. Ten un número que no conste en la lista ni como liberal ni como conservador. Admite que tanto las derechas como las izquierdas se han quedado sin imaginación y que sus tendencias son muy selectivas. No seas ingenuo, pero tampoco sofisticado. Mira a ambas actitudes como fases por las que tienes que atravesar. Perdona a tu propio pasado.
7- Bendice todo lo bello y bueno, aun cuando estés donde se alza la cruz de Cristo.
Bendice lo que hay de bueno en el mundo. Nunca, por el bien de una causa, de la ortodoxia o de la justicia, menosprecies la belleza. Todo lo bueno y bello tiene a Dios por autor. Hónralo, antes de proferir una palabra de desafío al mundo. Imita a Cristo: Primero bendice al mundo y su bondad, y entonces, sólo entonces, muévete a mantenerte firme donde se erige perennemente la cruz, donde los excluidos de la cultura se encuentran a sí mismos.
8- Sé escandalosamente “Católico” – desinhibido y bebedor.
Disfruta de la bondad de la vida. Tenemos permiso divino para ser felices. Dios inventó el vino. Jesús escandalizó a cierta gente por su capacidad de gozar de la vida. Bebió vino y dejó que sus amigos caldearan su corazón. No confundas Juan el Bautista con Jesús. El asceta fue Juan; no Jesús.
9- Acepta envejecer.
Fíate más del misterio pascual que de los productos de belleza. Todo lo que muere -incluso nuestros cuerpos- trae vida nueva y rica. La sabiduría pascual contribuirá a tu alegría más que un estiramiento facial. Hay que definir el envejecimiento estéticamente. Tu alma debe envejecer como es debido antes de partir; y tu cuerpo, como una vieja barrica de vino, irá tomando diferente función y hermosura conforme vas envejeciendo. Saber envejecer es una forma de arte.
10- ¡Sirve al Dios verdadero!
Según nos asegura Juliana de Norwich, célebre escritora mística inglesa (+ 1416), “Dios es completamente tranquilo y cortés, él mismo es la felicidad y la paz de sus amigos queridos, con su hermoso rostro irradiando amor sin medida, como una maravillosa sinfonía”. No sirvas a ningún otro Dios más que a éste. No te sometas a ningún becerro de oro, creado a imagen y semejanza de nuestras propias tensiones y amarguras.
Al comenzar el nuevo año 2011, llenos de esperanza y de nuevos propósitos, he aquí diez mandamientos que pudieran servirnos oportunamente mientras caminamos por el largo trayecto de la vida:
1- Reconoce tu contingencia, tu impotencia. Eres una creatura, no el creador.
Tú no eres Dios, sino creatura. Solamente Dios es “ipsum esse subsistens” (en latín), un ser autosuficiente en sí mismo. Como todas las creaturas, tú eres dependiente e interdependiente. La vida funciona cuando reconoces esto, cuando aceptas que no puedes darte vida a ti mismo. Todo es don. Si tratas de vivir la falsa impresión de tu auto-suficiencia e intentas garantizar tu propia inmortalidad, estás imitando el pecado de Adán y Eva, con todo incluido: toda la inutilidad del esfuerzo, comportamiento como si fueras dueño y señor, y el consiguiente alejamiento de la naturaleza. El vivir como-Dios-manda comienza con las palabras: “¡Yo no soy Dios!”
2- Ora: oración de impotencia, gratitud y alabanza.
¡Ora siempre! También, ora formalmente cada día. Gracias a tu bautismo, tú eres sacerdote. Ora como sacerdote: Alza y ofrece el mundo a Dios cada día. Alza y ofrece tanto sus maravillas como sus penas. Ora con gratitud, dando gracias a Dios, no sólo “por esto o por aquello concreto”, sino por la vida misma, por la luz, por esta nuestra madre-tierra, por los que te aman.
3- Ora desde tu debilidad y desamparo: “Señor, abrázate a mí, para que no me aleje de ti. Haz por mí lo que no puedo hacer por mí mismo”.
Acoge con agrado y acepta el momento actual.
Vida es lo que te sucede mientras estás planificando tu vida. No permitas que los negocios, los placeres y angustias de la vida te roben el momento presente. Sólo ese momento es el real. Empápate de él, con todo lo que lleva consigo. Es el único lugar donde experimentarás amor y alegría. Si ahora, en este instante, no, ¿cuándo? Si no con esta gente, ¿con quién? Si no es aquí, ¿dónde?
4- Permítete ser incapaz o incompetente.
Tienes permiso, tanto de Dios como de la naturaleza, para no ser perfecto. No seas demasiado duro contigo mismo, ni, especialmente, con los demás. Nadie alcanza el ideal, todo el mundo se queda corto. Dios no te impide caer o fallar, pero te redime cuando realmente caes. Dios te quiere como eres. ¡No temas, eres incapaz!
5- Sé suficientemente amable y crítico, al mismo tiempo.
Si eres crítico sin ser amable, eres destructivo. Si eres amable sin ser crítico, eres débil. Tus seres queridos, tu iglesia y tu comunidad necesitan que seas amable y crítico, ambas cosas al mismo tiempo. No chantajees a la comunidad amenazando constantemente con retirarte. Ama, sé crítico, y permanece. Saca de tu bolso tanto lo nuevo como lo viejo.
6- Sé pos-ideológico, pos-histórico-personal, pos-conservador, pos-liberal, pos-ingenuo y pos-sofisticado.
Sé no-clasificable. No te dejes clasificar. Ten un número que no conste en la lista ni como liberal ni como conservador. Admite que tanto las derechas como las izquierdas se han quedado sin imaginación y que sus tendencias son muy selectivas. No seas ingenuo, pero tampoco sofisticado. Mira a ambas actitudes como fases por las que tienes que atravesar. Perdona a tu propio pasado.
7- Bendice todo lo bello y bueno, aun cuando estés donde se alza la cruz de Cristo.
Bendice lo que hay de bueno en el mundo. Nunca, por el bien de una causa, de la ortodoxia o de la justicia, menosprecies la belleza. Todo lo bueno y bello tiene a Dios por autor. Hónralo, antes de proferir una palabra de desafío al mundo. Imita a Cristo: Primero bendice al mundo y su bondad, y entonces, sólo entonces, muévete a mantenerte firme donde se erige perennemente la cruz, donde los excluidos de la cultura se encuentran a sí mismos.
8- Sé escandalosamente “Católico” – desinhibido y bebedor.
Disfruta de la bondad de la vida. Tenemos permiso divino para ser felices. Dios inventó el vino. Jesús escandalizó a cierta gente por su capacidad de gozar de la vida. Bebió vino y dejó que sus amigos caldearan su corazón. No confundas Juan el Bautista con Jesús. El asceta fue Juan; no Jesús.
9- Acepta envejecer.
Fíate más del misterio pascual que de los productos de belleza. Todo lo que muere -incluso nuestros cuerpos- trae vida nueva y rica. La sabiduría pascual contribuirá a tu alegría más que un estiramiento facial. Hay que definir el envejecimiento estéticamente. Tu alma debe envejecer como es debido antes de partir; y tu cuerpo, como una vieja barrica de vino, irá tomando diferente función y hermosura conforme vas envejeciendo. Saber envejecer es una forma de arte.
10- ¡Sirve al Dios verdadero!
Según nos asegura Juliana de Norwich, célebre escritora mística inglesa (+ 1416), “Dios es completamente tranquilo y cortés, él mismo es la felicidad y la paz de sus amigos queridos, con su hermoso rostro irradiando amor sin medida, como una maravillosa sinfonía”. No sirvas a ningún otro Dios más que a éste. No te sometas a ningún becerro de oro, creado a imagen y semejanza de nuestras propias tensiones y amarguras.
1 comentario:
hermoso mensaje! gracias por compartirlo :)
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