VER
¿Qué buscan quienes cambian de religión? Muchos lo hacen porque tienen hambre y sed de Dios. No se alejan de su iglesia en que nacieron porque sean malos, tengan intereses torcidos, o huyan del compromiso social de la fe, sino porque quieren encontrar más de cerca a Dios. Tienen ansia de algo o Alguien que cure su dolor que les desespera, que llene el vacío que sienten, que les ayude a superar su insatisfacción, que mitigue su angustia y soledad que les atormenta. Unos, aprisionados por el alcohol y la droga, quieren liberarse y acuden a cualquier centro religioso que le dé consuelo y esperanza, de tinte carismático católico o protestante, o a uno de tantos nuevos cultos que han surgido, y que fincan su éxito en ofrecer salud y prosperidad.
Estamos en un supermercado de religiones. Pululan por todas partes grupos con líderes de grandes dotes comunicativas y teatrales, como uno originario de Puerto Rico y residente en Miami, que, en forma contradictoria, proclama ser Jesucristo hombre, y al mismo tiempo se dice “anticristo”; pide a sus seguidores que se marquen con el 666, signo apocalíptico de la “bestia”, el gran enemigo de Cristo. Dice que todos, empezando por Pablo y los demás apóstoles, hemos estado equivocados. ¡Hasta que él llegó, llegó la verdad! ¡Y hay quienes lo siguen! Alejados e ignorantes de su fe original, o decepcionados por algún mal trato, buscan ansiosamente quien les dé ánimo y seguridad.
Esto indica que la gente busca a Dios. Aumentan los que se declaran sin religión, pero son más quienes van tras nuevas religiones. Quizá quieren un Dios a su medida. O su Iglesia los deja insatisfechos. O no hemos sabido ofrecerles los enormes tesoros espirituales que tenemos. Una laica colombiana, universitaria, nos dijo a los obispos en Aparecida que les habláramos más de Dios… Un sacerdote de Bogotá afirma que muchos obispos, sacerdotes y religiosas no hablamos de Jesucristo… ¿Qué nos dice todo esto?
Jesucristo nos dejó en su Iglesia una fuente exuberante de vida eterna, que sacia nuestra hambre y sed de eternidad y trascendencia. Si estamos convencidos de que El es el único Camino, el único Salvador, la única Vida, la única Verdad, contagiaremos siempre esta convicción que da sentido y plenitud a nuestra vida y vocación. Que no busquen en otras fuentes lo que nosotros tenemos en abundancia.
Dice el Papa Benedicto XVI: “Jesús es la Palabra viva de Dios. Cuando enseñaba, la gente reconocía en sus palabras la misma autoridad divina, sentía la cercanía del Señor, su amor misericordioso, y alababa a Dios. En toda época y en todo lugar, quien tiene la gracia de conocer a Jesús, especialmente a través de la lectura del santo Evangelio, queda fascinado con él, reconociendo que en su predicación, en sus gestos, en su Persona, él nos revela el verdadero rostro de Dios, y al mismo tiempo nos revela a nosotros mismos, nos hace sentir la alegría de ser hijos del Padre que está en el cielo, indicándonos la base sólida sobre la cual debemos edificar nuestra vida.
Pero a menudo el hombre no construye su obrar, su existencia, sobre esta identidad, y prefiere las arenas de las ideologías, del poder, del éxito y del dinero, pensando encontrar en ellos estabilidad y la respuesta a s la insuprimible demanda de felicidad y de plenitud que lleva en su alma. ¡Cristo es la roca de nuestra vida! El es la Palabra eterna y definitiva que no hace temer ningún tipo de adversidad, de dificultad, de molestia… Os exhorto a dedicar tiempo cada día a la Palabra de Dios, a alimentaros de ella, a meditarla continuamente. Es una ayuda preciosa también para evitar un activismo superficial, que puede satisfacer por un momento el orgullo, pero que al final nos deja vacíos e insatisfechos” (6-III-2011).
Apasionémonos más por Jesucristo y contagiemos a otros de esta nuestra fe. No le busquemos tantas explicaciones justificatorias a las deserciones de creyentes, para seguir siendo y haciendo lo mismo de siempre, sin convertirnos pastoralmente. No nos hagamos sordos a los signos de los tiempos, en los cuales el Espíritu nos puede estar invitando a una renovación personal y eclesial.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
Publicado por Religión Digital
Estamos en un supermercado de religiones. Pululan por todas partes grupos con líderes de grandes dotes comunicativas y teatrales, como uno originario de Puerto Rico y residente en Miami, que, en forma contradictoria, proclama ser Jesucristo hombre, y al mismo tiempo se dice “anticristo”; pide a sus seguidores que se marquen con el 666, signo apocalíptico de la “bestia”, el gran enemigo de Cristo. Dice que todos, empezando por Pablo y los demás apóstoles, hemos estado equivocados. ¡Hasta que él llegó, llegó la verdad! ¡Y hay quienes lo siguen! Alejados e ignorantes de su fe original, o decepcionados por algún mal trato, buscan ansiosamente quien les dé ánimo y seguridad.
Esto indica que la gente busca a Dios. Aumentan los que se declaran sin religión, pero son más quienes van tras nuevas religiones. Quizá quieren un Dios a su medida. O su Iglesia los deja insatisfechos. O no hemos sabido ofrecerles los enormes tesoros espirituales que tenemos. Una laica colombiana, universitaria, nos dijo a los obispos en Aparecida que les habláramos más de Dios… Un sacerdote de Bogotá afirma que muchos obispos, sacerdotes y religiosas no hablamos de Jesucristo… ¿Qué nos dice todo esto?
JUZGAR
Jesucristo nos dejó en su Iglesia una fuente exuberante de vida eterna, que sacia nuestra hambre y sed de eternidad y trascendencia. Si estamos convencidos de que El es el único Camino, el único Salvador, la única Vida, la única Verdad, contagiaremos siempre esta convicción que da sentido y plenitud a nuestra vida y vocación. Que no busquen en otras fuentes lo que nosotros tenemos en abundancia.
Dice el Papa Benedicto XVI: “Jesús es la Palabra viva de Dios. Cuando enseñaba, la gente reconocía en sus palabras la misma autoridad divina, sentía la cercanía del Señor, su amor misericordioso, y alababa a Dios. En toda época y en todo lugar, quien tiene la gracia de conocer a Jesús, especialmente a través de la lectura del santo Evangelio, queda fascinado con él, reconociendo que en su predicación, en sus gestos, en su Persona, él nos revela el verdadero rostro de Dios, y al mismo tiempo nos revela a nosotros mismos, nos hace sentir la alegría de ser hijos del Padre que está en el cielo, indicándonos la base sólida sobre la cual debemos edificar nuestra vida.
Pero a menudo el hombre no construye su obrar, su existencia, sobre esta identidad, y prefiere las arenas de las ideologías, del poder, del éxito y del dinero, pensando encontrar en ellos estabilidad y la respuesta a s la insuprimible demanda de felicidad y de plenitud que lleva en su alma. ¡Cristo es la roca de nuestra vida! El es la Palabra eterna y definitiva que no hace temer ningún tipo de adversidad, de dificultad, de molestia… Os exhorto a dedicar tiempo cada día a la Palabra de Dios, a alimentaros de ella, a meditarla continuamente. Es una ayuda preciosa también para evitar un activismo superficial, que puede satisfacer por un momento el orgullo, pero que al final nos deja vacíos e insatisfechos” (6-III-2011).
ACTUAR
Apasionémonos más por Jesucristo y contagiemos a otros de esta nuestra fe. No le busquemos tantas explicaciones justificatorias a las deserciones de creyentes, para seguir siendo y haciendo lo mismo de siempre, sin convertirnos pastoralmente. No nos hagamos sordos a los signos de los tiempos, en los cuales el Espíritu nos puede estar invitando a una renovación personal y eclesial.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
Publicado por Religión Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario