De tu dolor, del tiempo amanecido,
de una palabra ardiente que encendía;
de las entrañas puras de María
y del amor hasta la esencia herido;
desde tu cuerpo tres veces caído
y la noche oscura de la sangre mía,
devuelves con tu cruz a la armonía
este mundo que nace en tu alarido;
este mundo que abarcas con tu abrazo
y limpias con tu muerte de tristeza,
este miedo a vivir esta tibieza
que florece en tu árbol cual si fuera
hontanar para siempre en tu regazo
colgando de tu cruz mi primavera.
Pedro Miguel Lamet
de una palabra ardiente que encendía;
de las entrañas puras de María
y del amor hasta la esencia herido;
desde tu cuerpo tres veces caído
y la noche oscura de la sangre mía,
devuelves con tu cruz a la armonía
este mundo que nace en tu alarido;
este mundo que abarcas con tu abrazo
y limpias con tu muerte de tristeza,
este miedo a vivir esta tibieza
que florece en tu árbol cual si fuera
hontanar para siempre en tu regazo
colgando de tu cruz mi primavera.
Pedro Miguel Lamet
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