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jueves, 14 de abril de 2011

Liturgia y Contemplación: DOMINGO DE RAMOS


Publicado por Cipecar

“Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel, ¡Hosanna en el cielo! (Mt 21, 9).

Nos acercamos al sentimiento más hondo de Jesús: su misericordia entrañable.

Seis días antes de la Pascua, Jesús entra en la ciudad de Jerusalén como el Profeta de Nazaret de Galilea aclamado y vitoreado por las gentes, que se mueven de un lado para otro, gritan alborotadas sin saber bien por qué, agitan ramos, baten palmas, tiran por tierra sus mantos. Se acerca la hora de la Pascua, la hora de la entrega, la hora del amor callado y ardiente.

Jesús acoge este clamor: ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito tú que vienes y nos traes la misericordia de Dios!

En tu interior llevas, como siempre al Padre, el rostro del Abbá enternecido y movido a compasión por los seres humanos, y ese fiat, ¡hágase, tu voluntad!, decidido, valiente, lleno de entrega y de amor. Tu deseo profundo, tu vocación más plena es hacernos visible, acercarnos la misericordia entrañable del Padre, y la forma más locuaz e inefable es subir a Jerusalén, a la ciudad que mata a los profetas, para consumar tu Pascua y regalarnos de forma total la ternura compasiva que te embarga, imagen y reflejo de las entrañas de misericordia del Padre.

Esta es la novedad que nos regalas. Sólo tú has visto al Padre y has conocido su proyecto de amor: reunir en torno al Hijo mayor una familia de hermanos y hermanas, preparar en el universo la mesa compartida y hacer de la tierra una casa común. Tú acoges este proyecto, con obediencia filial, y lo encarnas en tu existencia. Tus entrañas desbordan toda esa ternura y misericordia.

Tu mirada tiene tal hondura y densidad, que capta hasta el fondo las situaciones de carencia producidas por el dolor, el pecado, la muerte, la opresión, la injusticia y la mentira, de los hombres y mujeres y los amas con corazón lleno de amor. Éste es tu secreto.

Tu misericordia entrañable surge en ti, Jesús, de tu elección de estar y caminar entre los pequeños, los que están en la orilla del camino; pero sobre todo de que vives en comunión con el Padre de las misericordias, y éste es el manantial de donde brota toda gracia.

Tu final es el amor, es lo que hiciste a lo largo de toda tu existencia. Nos lo demuestras con tantos gestos de humanidad, que en estos días nos envuelven, admiran y conmueven.

Tu camino de misericordia está iniciado en la Iglesia, que peregrina tras tus huellas. ¡Envíanos tu Espíritu! para: Dejarnos afectar por lo que les sucede a los otros. Tener solidaridad histórica con el dolor humano, creando formas nuevas de humanidad. Caminar con los ojos abiertos para dar respuesta adecuada a los que van quedando al margen de la sociedad y del progreso. La prueba de verdad es la prioridad que demos a los últimos de los últimos. Porque ese fue tu estilo y tu novedad, la buena noticia que nos trajiste de parte del Abbá.

Lee y ora
"Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó: ‘¿Eres tú el rey de los judíos?’ Jesús respondió: ‘Tú lo dices’. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó: ‘¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?’ Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato: ‘¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?’ Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: ‘No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él’. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó: ‘¿A cuál de los dos queréis que os suelte?’ Ellos dijeron: ‘A Barrabás’. Pilato les preguntó: ‘¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?’ Contestaron todos: ‘Que lo crucifiquen’. Pilato insistió: ‘Pues, ¿qué mal ha hecho?’ Pero ellos gritaban más fuerte: ‘¡Que lo crucifiquen!’ Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo: ‘Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!’ Y el pueblo entero contestó: ‘¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!’ Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran” (Mateo 27,11-26).

Entra con ánimo en esta fiesta de fuertes contrastes, haz el camino hacia la Pascua. Jesús ocupa el centro del relato. Todos se definen a favor o en contra de Él. El pueblo sale feliz a su encuentro y lo acoge entre hosannas y alegrías. Pero también, empujado por los dirigentes, pide que sea humillado hasta el extremo en la cruz.
MOMENTO DE ORACIÓN

ORAR ES ENCONTRAR LA VIDA EN JESUS

Comienza tu oración acogiendo a Jesús. Él entra en tu vida con palabras de consuelo y de vida. Alégrate de que venga a tu casa y a casa de nuestra humanidad.

Me uno a todos los que te quieren, Señor. Te recibo con alegría.Ven y entra en mi vida. Gracias por querer compartir con nosotros tu amor.

Lee el evangelio y mira a Jesús. Está en medio de todo. Para unos es inocente, para otros es culpable. Su vida está amenazada. Vale muy poco, como la vida de los más pobres y marginados. Está en un callejón sin salida. Y calla. El silencio domina la escena.

¿Por qué Jesús estos contrastes?¿Por qué te aclamo y al momento te abandono? ¿Por qué renuncias a tu categoría de Dios? ¿Por qué te presentas como uno cualquiera, sin derechos? ¿Por qué vale tan poco la vida de los pobres? ¿Por qué se extiende el estruendo del pecado? ¿Por qué te callas? ¿Por qué, Jesús?

Asómbrate de la respuesta que da Jesús. En medio de la oscuridad sigue amando, en medio del odio sigue perdonando, en medio del sinsentido sigue trayendo para todos el sentido de la vida.

Gracias, Jesús; estás acorralado y nos das la libertad. Gracias, Jesús; eres odiado y nos das amor.

“No te laves las manos”, como Pilato. Hazte violencia para que muera en ti todo lo viejo y puedas construir la nueva civilización del amor. Confiesa a Jesús como tu Señor, como el Salvador de la humanidad.

Jesús, me incorporo a tu pasión y a tu resurrección. Te acojo como el gran amor de mi vida. Voy contigo hacia la Pascua, hacia la vida y el amor.

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