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miércoles, 1 de febrero de 2012

Comentarios Biblícos y Pautas para la Homilia: V Domingo del T.O - Ciclo B (Mc 1,29-39)


Publicado por Dominicos.org

“Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”

Seguimos en la lectura del primer capítulo del evangelio de S. Marcos, y también seguimos en Cafarnaún, donde el pasado domingo nos quedamos asombrados escuchándole predicar con autoridad y expulsar un demonio en la sinagoga. Hoy vamos hasta la casa de Simón y Andrés, donde de manera sencilla y sin artificios, asistimos a un milagro de curación. Cafarnaún aún será testigo de numerosas curaciones y exorcismos, pero Jesús ha de marchar de allí para seguir predicando en el resto de la Galilea, “porque para eso ha venido” (Mc 1,38b). Lo volveremos a encontrar de vuelta de nuevo en Cafarnaún en el VII domingo, dentro de dos semanas. Su fama se va extendiendo, su Reino la precede: la enfermedad, el vacío, la desolación y el reino del terror y del sinsentido de Satanás retroceden.

D. Vicente Jara
Dominico Laico (Madrid)

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Comentarios Bíblicos

Primera Lectura: (Job 7,1-4.6-7)

Marco: El contexto de este fragmento es la primera ronda de diálogos e intervenciones. El género literario del libro de Job es muy cuidado: se trata de una larga reflexión doctrinal en forma de diálogos robustos y bien cuidados. Una dramatización de la experiencia del dolor y la búsqueda de una explicación. Hay algunos temas de fondo muy acuciantes para el hombre de entonces y, sin duda, también para los hombres y mujeres de hoy: ¿Es siempre el dolor consecuencia del pecado del hombre? ¿Y el sufrimiento del inocente? Pero, ¿es que puede el hombre declararse inocente frente a Dios? ¿Cómo compaginar el sufrimiento humano y la justicia divina? ¿Cómo entender la retribución? ¿Cómo resolver el problema del hombre y el problema de Dios? Estas son algunas de las radicales preguntas que se plantea el libro de Job, una de las obras maestras de la literatura bíblica (y universal) y verdadero culmen de la tradición sapiencial israelita. El autor de este libro ha sabido plantear el problema, cuestionar el viejo axioma en Israel sobre la retribución, pero no alcanzó a la solución profunda y convincente. La revelación veterotestarnentaria sigue un itinerario pedagógico cuidadosamente presentado. Observemos cómo este libro está en su mayor parte en verso —los diálogos de los amigos de Job con él— y dos piezas mucho más cortas en prosa —el prólogo y el epílogo— en las que predomina el planteamiento tradicional: Job es religioso e íntegro, en consecuencia es bendecido. Como, a pesar del infortunio, Job se mantiene fiel, al final se verá largamente recompensado. Se trata de una perla de la literatura israelita y de la literatura universal, tanto por el vigor de sus recursos literarios como por la fuerza de los problemas que aborda de una forma valiente y audaz.

Reflexiones

¡La dura experiencia de lo que puede ofrecer esta vida!

El hombre esta en la tierra cumpliendo un servicio... Los amigos de Job se atienen al axioma antiguo: hay una ecuación exacta entre la situación del hombre en esta vida y su conducta frente a Dios; en consecuencia, sus amigos deducen que Job no es agradable a Dios como lo demuestra la situación en que se encuentra. Job se rebela contra esta lógica y afronta con audacia lo nuevo. Job piensa que Dios lo ha abandonado y lo tritura con el dolor. Job contrapone al viejo axioma su propia experiencia: él sabe que su conducta es intachable, pero se ha visto alcanzado por la desgracia y la enfermedad. ¿Cómo se explica esto? Job se debate en su intimidad. Sus amigos no le entienden. Él parte de un hecho experimentado, y los hechos de experiencia son irrefutables. Job no espera de sus amigos teorías sobre el sufrimiento, pide que se pongan en su lugar, que le comprendan, que le escuchen, que se hagan cargo realmente de su situación. Y desde esa experiencia Job todavía tiene lucidez para reflexionar sobre la efímera condición humana. Con imágenes vigorosas, tomadas de la vida real, desahoga su corazón llagado por el sufrimiento. Desde esa hondura y esa experiencia Job clama a Dios que le remate o que le perdone. Job cimienta su argumentación en dos realidades profundamente arraigadas en su carne: la irrefutable experiencia del sufrimiento al que no le encuentra lógica ni sentido y su fe en Dios que es acendrada y firme. Por eso se debate con tanto vigor y tanta amargura a la vez. Hoy como ayer se nos invita con esta Palabra de Dios a saber observar y compartir el sufrimiento de tantos inocentes que hay por el mundo. Se comparte el sufrimiento no ofreciendo intrincadas teorías y recursos estereotipados sino compadeciendo, es decir, tratando de entrar realmente en el sufrimiento del otro, saber guardar un silencio profundamente respetuoso ante la situación desgarradora. Estar presente, estar junto al otro, asumir en la medida de lo posible la tragedia del otro. Y buscando la raíz: la fe en un Dios cuya compasión llegó a la cima con el envío de su propio Hijo en medio de los hombres para asumir y liberar el sufrimiento de los hombres.

Segunda Lectura: (1Corintios, 9,16-19. 22-23)

Marco: El contexto inmediato de este fragmento es una sección de la carta que trata de exponer algunas exhortaciones para renunciar a los propios derechos y estar pendientes siempre de lo que edifica y construye la comunidad y es un bien para los hermanos. Pablo ha ido por delante renunciando incluso a ciertos derechos que le correspondían por su misión de apóstol. El mayor bien que ofrecía Pablo era la proclamación del evangelio y evitaba por todos los medios que esta tarea pudiera ser empañada por ningún elemento extraño.

Reflexiones

¡Todo debe ser supeditado a la total transparencia en la evangelización!

¡Av de mí si no anuncio el Evangelio!..Toda autocomplacencia en el anuncio del Evangelio se opone a la pureza del mismo. La misión evangelizadora es una fuerza incontenible (cf. 15,15s; Jr 20,9). La Palabra de Dios y el Evangelio contienen en sí mismos una fuerza impulsora irresistible para quienes sinceramente se abren a ellos y asumen la tarea de anunciarlos. El verdadero profeta o evangelizador se distinguen de los que no lo son, aunque se arroguen el carisma, en que no buscan serlo, en que aceptan la vocación como procedente de Otro, en que comprenden muy bien que la tarea profética o evangelizadora no es un oficio que apetezca espontáneamente. ¿Dónde está la paga que todos anhelamos por el trabajo realizado? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar del derecho que da la predicación de esta Buena Noticia. Estos pensamientos de Pablo, que se asientan en una limpia y dolorosa experiencia, iluminan la tarea evangelizadora de modo singular: Cuando se trata del anuncio del Evangelio, todo halago, todo aplauso fácil corre el peligro de comprometer su propia eficacia. Hoy como ayer se exige de los evangelizadores una actitud cuidadosa y una atención vigilante en medio de un mundo que sólo quiere oír lo que le agrada y lo que le permite continuar en sus propias convicciones.

Evangelio: (Marcos 1,29-39)

Marco: El contexto es que Jesús se revela a los hombres y recibe corno respuesta la ceguera de los dirigentes judíos. El contexto tener una autoridad que asombra a todos. Marcos nos ofrece un marco característico, condensando diversos sucesos en una jornada tipo. La lectura de hoy es el centro de esa condensación en una jornada con la se quiere mostrar cómo Jesús supera a los maestros de Israel porque conjuga armoniosamente palabra y acción; palabra y coherencia de actitudes.

Reflexiones

1) ¡Actividad taumatúrgica de Jesús dentro y fuera de la casa!

Al salir de la sinagoga... Observamos a lo largo de su relato que Marcos concede un especial simbolismo a la «casa» como el lugar donde se reúne la comunidad de los discípulos que siguen a Jesús. Con este rasgo narrativo, tan propio suyo, Marcos quiere ofrecernos dos acontecimientos: uno corresponde a la vida de Jesús sobre la tierra y el otro corresponde con la praxis pastoral de los primeros años de evangelización. Dentro de la casa están los verdaderos creyentes, los que se abren a su palabra y a su persona y pasan a constituir su nueva y verdadera familia. Marcos subraya también de modo singular la actividad taumatúrgica de Jesús: cura a la suegra de Simón y se puso a servirles. La enfermedad es una fuerza que atenaza y no permite realizar la acción. La curación, entendida como una liberación, permite a la persona realizar y desarrollar su propia acción. Por tanto, Marcos nos enseña que los milagros están al servicio de la revelación de la tarea y misión que Jesús vino a realizar. Los milagros no se pueden valorar en sí mismos, sino en la función que tienen en el proyecto de Jesús, que Marcos recoge. No se agota la acción de Jesús en el milagro, sino que abre a la persona para que pueda entrar en comunión con otras realidades. El milagro es una oportunidad que invita a fijar la atención en la persona que lo realiza. Leer de otra manera los relatos de milagros en los evangelios es desvirtuarlos y alejarnos de la intención de Jesús al realizarlos. Los milagros indican la verdadera humanidad de Jesús y su compasión, pero son puntos de referencia para alcanzar mejor su enseñanza, su misión y su persona. Los milagros nos informan de que el reino de Dios es una oferta que alcanza a todo el hombre.

2) ¡Todos se agolpaban a la puerta de la casa donde está Jesús y los suyos!

Al atardecer:.. La presencia de enfermos y endemoniados la subraya el narrador para indicar que la actividad bienhechora de Jesús se realiza y manifiesta en dos direcciones: cura enfermedades y realiza exorcismos como signo de su poder sobre el mal y su oferta de liberación de todos los males que son representados por la enfermedad y la posesión diabólica. Jesús ha venido como liberador del hombre en todos sus aspectos. Todos se agolpaban a la puerta de la casa, no sólo los enfermos y endemoniados sino todos los habitantes de la población. Han observado que Jesús habla y actúa con autoridad y no como los rabinos a los que están acostumbrados a escuchar. Esta actitud de Jesús ha suscitado la curiosidad de todos y todos quieren comprobar por sí mismos. Curó a muchos de diversos males y expulsó a muchos demonios. Jesús está abierto a todos porque es el salvador universal de todos. La verdadera liberación debe alcanzar a la integridad de la persona humana y a su libre relación con Dios. Por eso el narrador indica atinadamente que Jesús curaba las enfermedades de los que se acercaban y expulsaba demonios. Con sus exorcismos, para expulsar a los demonios que esclavizan al ser humano, Jesús nos revela el verdadero proyecto de Dios, Dios creó a los hombres para que fueran libres y vivieran en comunión con El (cf. Sb 2,23s). Para la comprensión de los relatos que nos hablan de Jesús liberando al hombre del dominio del demonio este texto es importante. Jesús ha venido a revelar al hombre el verdadero proyecto de Dios su Padre y para ello es necesario su victoria sobre el demonio, presentado en la Escritura como el peor enemigo del hombre. Quizá este lenguaje de los exorcismos realizados por Jesús sea extraño para el hombre de hoy que cree contar con otros recursos para su liberación profunda. Pero el Evangelio sigue siendo tan actual, hoy corno ayer, como nos lo demuestra la realidad de la existencia humana. Ciertamente es necesario utilizar un lenguaje inteligible al hombre moderno; pero el Evangelio en su contenido sigue teniendo valor y no puede ser cambiado por otro. Sólo la fuerza liberadora de Jesús alcanza la profundidad del ser humano.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)


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Iª Lectura: Job (7,1-4.6-7): Esperar contra toda esperanza

I.1. La primera lectura, del libro de Job, es lo que se ha llamado, con acierto, el lamento del “taedium vitae", el canto de la miseria que nos rodea en las situaciones más pesimistas de nuestra existencia. Para expresarlo, el autor, un sabio que se asoma al mundo que nos rodea para observarlo en profundidad, recurre a tres oficios duros y difíciles: la vida como un servicio militar y una disciplina inhumana, como esclavo que trabaja de sol a sol y como jornalero que aspira al final de la jornada para recibir salario y descansar como en un oasis. Es verdad que muchos viven así, quizás con el sentido escéptico de que no queda más remedio; sin valorar el mismo misterio de la vida, de lo que significa abrir los ojos y vivir esta vida… que a veces es hermosa y otras, desde luego, no lo es.

I.2. Job, quien vive el drama de una vida sin esperanza, como una lanzadera que va hacia la muerte, expresa los sentimientos de muchos hermanos nuestros que viven situaciones semejantes. Al final del libro tendrá que enfrentarse con Dios, y éste le hará ver que la vida, así tal como la hemos hecho y tal como queremos vivirla, no ha salido de sus manos. Él no has creado para la felicidad. Pero para ello, alguien (Jesús en el evangelio) y nosotros, ahora, tenemos que romper la espiral de la fuerza negativa y caótica que ello supone. Hay que esperar contra toda esperanza. Job no entiende, porque la vida eterna estaba lejos de haberse hecho un sitio en la teología de Israel, de que al final sus ojos sí podrán ver la dicha deseada.

IIª Lectura: Iª Corintios (9,16-19.22-23): La pasión por el evangelio

II.1. La lectura de la carta a los Corintios no solamente es la contrarréplica al anti-evangelio de Job, sino a todo lo que sea una llamada a lo más negativo de nosotros mismos. Pablo ha recibido la misión de anunciar el evangelio, buenas noticias, y ello, no es un oficio que requiera salario, sino que lo entiende como un don para ganar a todos los hombres. El sabe que eso no se paga, que no vale dinero, sino que es una gracia del que lo llamó a ser apóstol de los paganos y de todos los hombres. En otro momento el apunta la necesidad que tienen los evangelizadores de ser acogidos en sus necesidades por la comunidad, pero aquí Pablo está defendiendo su libertad más personal, la misma que nace del evangelio para no callar y para llevar a los hombres el mensaje de la salvación.

II.2. ¿Se puede dejar de anunciar el evangelio porque esta vida es como es? ¡De ninguna manera! Esta confesión personal de Pablo, escrita, desde luego, con retórica, viene a hablar de la “paga” de predicar el evangelio. ¿Cuál es? Ninguna objetivamente hablando. Porque incluso Pablo no ha elegido este camino, esta misión o este “oficio”. Lo ha elegido Dios mismo, en Cristo, que se lo ha impuesto. Ha perdido incluso su libertad, aunque podría decir que no. Esta es una forma de hablar y por eso decimos que está construido el texto con retórica. Pero esa es la pura verdad. Predicar el evangelio se ha convertido para él en una tarea cuya “paga” es el mismo evangelio, es decir, la buena noticia que hay en sus entrañas. ¿Quién da más? ¡Nadie! Esto se ha convertido en una pasión por nada; una pasión que le lleva incluso a cambiar su psicología personal para que el evangelio le llegue a todos. Al final, lo sabemos, la paga es la pasión por el evangelio.

Evangelio: Marcos (1,29-39): El evangelio “cura” las miserias

III.1. El evangelio de hoy es la continuación de lo que se había iniciado el domingo pasado con la actuación de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Y lo que quiere ponerse de manifiesto es que aquella enseñanza liberadora que se hizo en el ámbito del lugar sagrado y en el día del sábado, no puede quedar petrificado allí. En la vida de cada día, enfermedad, muerte, opresión -como ha entonado desesperadamente Job-, nos acechan continuamente, pero Jesús ha venido para traer el evangelio liberador. Con su actitud desafiante, que se relata aquí como un ciclo de actuaciones de su vida, está poniendo en su sitio lo que debe ser el mensaje liberador de las buenas noticias. La enfermedad no es consecuencia del pecado; lo más santo y sagrado no esta cegado para nadie; Dios mismo busca a todas estas personas para llevarles esperanza. Eso es lo que significa esta jornada, jornada teológica, por otra parte, de Jesús en Cafarnaún.

III.2. La enseñanza con autoridad (exousía) de la que se hablaba en la escena de la sinagoga ha salido, pues, de lo sagrado y llega a la vida de cada día. Lo sagrado, lo religioso, lo espiritual tiene que ser humano. A Jesús, con fama de taumaturgo, le llevan todos los enfermos. Ya se sabe lo que es la gente para estas cosas y más en aquella sociedad y con aquella mentalidad. Pero no se trata solamente de la pura milagrería, sino de la pasión por ser feliz que todos llevamos en nuestro corazón. Jesús rompe todas las normas, entra en las casas, toca a los enfermos, aunque sean mujeres, sale a las puertas de la ciudad. La fuerza irresistible, así lo ve Marcos, de evangelio ya no la pueden manejar las autoridades a su antojo. Las sanaciones de Jesús se explican en las coordenadas de aquella mentalidad popular. Jesús “enseña” que hay que sanar a los enfermos (hoy lo hace la medicina) y una sanación “milagrosa” no tiene por qué ser más importante que lo que Dios quiere que se haga por el conocimiento de la naturaleza. Pero Dios pide, para todos los curados y liberados de sus males una fe y una esperanza que es la fuerza del evangelio.

III.3. El evangelista Marcos sabe que Jesús tenía que buscar una fuerza poderosa en la oración y en la intimidad con Dios, para decir y hacer lo que hizo en aquella “jornada”: ir a las casas, a los lugares públicos como la puerta de la ciudad, para liberar a los hombres de sus males. Ese y no otro, es el proyecto de Dios. Y aunque Jesús aparezca aquí como un taumaturgo, o algunos lo confundan con un milagrero que busca su fama (sus mismos discípulos así lo entendieron al principio), Jesús sabe retirarse para buscar en Dios la fuerza que le impulse a llevar el evangelio por todos los pueblos y aldeas de Galilea. En definitiva, el evangelio está frente a las miserias de la vida. Se ha hecho notar, con razón, que Jesús viene de parte de Dios como solidario con nuestras miserias. Pero además, en una lectura más en profundidad se nos muestra a Jesús luchando contra un sistema de vida y de ideas: los enfermos, los pobres, los marginados nos evangelizan; a ellos se acerca Jesús y con ellos nos llega a nosotros el evangelio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura


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Pautas para la Homilía

La vida como muerte y vacío

Job, hombre justo, es probado, contra todo lo esperado. Los esquemas se rompen. No tendría que haber sido así. (Jb 1) A no ser que sea culpable (Jb 4). De ahí los reproches de los que son amigos suyos: Job esconde su pecado y su maldad. Dios es justo y Job merece lo que recibe, si no culpabilizamos a Dios.

Es el problema del sufrimiento del inocente.

Tras la acusación de Elifaz (Jb 4), le toca replicar y defenderse (estando ya juzgado) a Job (Jb 6-7), aunque le seguirán las acusaciones del resto de amigos. Estamos empezando el juicio, y estas son las primeras presentaciones del escenario de la vida del hombre: Es el discurso del derrotado que rememora su vida, una vida que identifica similar a la del soldado a sueldo, el jornalero o el esclavo. El vacío, la espera, la no pertenencia y el dolor son sus constantes. Hasta el descanso le es insoportable. Está en el umbral de la muerte, lo sabe, todo ha tocado a fin, y no hay esperanza.

Y así nos deja la liturgia de hoy en la primera lectura. Esperamos (sin esperanza, como Job) el Salmo.

¡Pero Dios está a favor del hombre y sana el corazón quebrantado!

El salmista vivió la deportación, el hambre, la enfermedad y la humillación, pero ha visto que Dios no se ha olvidado de su pueblo, y lo “quebrantado” es sanado. Dios reconstruye, no habiendo destruido Él. La sabiduría de Dios es inmensa, y si conoce las estrellas todas y el inmenso firmamento a quien manda y da órdenes, nos conoce a cada uno, y acabará sosteniendo a los sencillos y humildes. La escena de Job es totalmente dada la vuelta. Y quien lo dice lo ha experimentado. Toquemos música y alabemos a nuestro Dios, lo merece.

Pero, ¿es esto posible? ¿quién…?

El Evangelio despeja las dudas:

Un breve milagro, una recolección de acciones al final del día (curación de enfermedades y exorcismos), y tras una corta noche de descanso sin esperar el amanecer, la oración solitaria al Padre para marchar a otro lado del lago, predicando por otras zonas de la Galilea.

La brevedad del relato de milagro, con la inexistencia de aparatosidad, sin mención incluso a título cristológico alguno, ni a aspectos teológicos resaltados, y sin recoger si quiera la reacción de la gente, nos pueden llevar al equívoco de restarle importancia; y sin embargo el relato es conservado (en Marcos, Mateo y Lucas, aunque con matices que trasladan al relato original auténtico en su núcleo de milagro de curación). Notemos la secuencia extraña de acciones en Marcos: levantar-tomar de la mano-el milagro-servicio. Resalta el evangelista el aspecto de levantar en primer lugar, “egeiro”, verbo con significado también de resucitar. La muestra de la curación completa y espontánea lo resalta el aspecto de servicio por parte de la suegra de Simón. En lectura post-pascualmente: el cristiano, levantado de la muerte, inmediatamente muestra por el servicio el gesto liberador de Cristo.

El marco del breve milagro y su significado adentra el evangelio de hoy a los momentos de la oscuridad, el sol se ha ido, pero los enfermos y endemoniados aguardan. Cuando la tiniebla lo domina todo, en escenario y personajes, el Personaje por antonomasia libera, de la enfermedad y de Satanás. Estando en el comienzo del evangelio de Marcos (capítulo 1), aún queda por desvelarse quién es él, y los demonios no han de revelarlo.

Otra pista para reconocerle es la oración en la soledad a su Padre Dios. Y tras ello, y volviendo a encontrarse con sus discípulos, a pesar de la multitud que aún lo espera todo, pues tanto hay por hacer a pesar del trabajado día anterior, marcha a otro lugar donde también es necesario que le escuchen, le oigan predicar y al tiempo mostrar que el reino de Satanás ha de dejar paso a un nuevo Reino que ya está llegando.

Tras la liturgia y relato de los hechos, y en comunión con Cristo, sólo queda: ¡ay de mí si no evangelizase!

Es la lectura segunda, de S. Pablo, quien se defiende, con pasión y sin recato, de ser un apóstol. Él sabe quién es su Dios y Señor, y las pruebas de las conversiones dan testimonio a la Iglesia.

Manifiesta en estos versículos su obligación de predicar. Un oficio del que no recibe paga (1 Cor 9), no es gravoso para nadie. Hacerse todo en todos, sabiendo que a veces sólo convierte a “algunos”. Es un verdadero misionero, con un sentido adecuadísimo del modelo encarnacional. Y ello para recibir de paga, tras haber “finalizado la carrera” (2 Tim 4,7), la misma Buena Noticia, la corona, que es Cristo. Modelo de misionero al tiempo evangelizado por el Evangelio que transmite.

D. Vicente Jara
Dominico Laico (Madrid)

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