“He buscado en todas partes el sosiego, y no lo he encontrado sino sentado en un rincón con un libro en las manos”.
La chica de esta foto ha hecho suya la frase de Tomás de Kempis. Ha dejado sus cuadros en el caballete, ha colgado su gabán y se ha sumergido en las páginas de un libro que le conduce a tierras, mares y paisajes insospechados, donde convive con otros seres humanos, aprende de sus historias, experimenta en cierto modo sus alegrías, penas, amores y fracasos. Leer un libro es crecer un poco más por dentro.
El alma lectora descansa en medio de la tibia luz del parque, pero no está ociosa, pues recrea con el autor e incluso puede superarle en el alcance de sus vivencias y pensamientos. Ningún buen escritor sueña lo que sus lectores pueden soñar.
Ningún logrado personaje deja de vivir su propia vida cuando el autor pone su punto final a su obra. Pues, como decía André Maurois, “la lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta”.
Por Pedro Miguel Lamet sj
La chica de esta foto ha hecho suya la frase de Tomás de Kempis. Ha dejado sus cuadros en el caballete, ha colgado su gabán y se ha sumergido en las páginas de un libro que le conduce a tierras, mares y paisajes insospechados, donde convive con otros seres humanos, aprende de sus historias, experimenta en cierto modo sus alegrías, penas, amores y fracasos. Leer un libro es crecer un poco más por dentro.
El alma lectora descansa en medio de la tibia luz del parque, pero no está ociosa, pues recrea con el autor e incluso puede superarle en el alcance de sus vivencias y pensamientos. Ningún buen escritor sueña lo que sus lectores pueden soñar.
Ningún logrado personaje deja de vivir su propia vida cuando el autor pone su punto final a su obra. Pues, como decía André Maurois, “la lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta”.
Por Pedro Miguel Lamet sj
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